La Dirección General de Cultura y Museo de la H. Cámara de Diputados de la Nación anuncia la presentación del libro “Con Ternura Venceremos: Historia, presente y convicciones de las organizaciones que abrazan”, acompañado de una muestra digital, y con un conversatorio a modo de cierre.
Dicha iniciativa surge a propuesta de la Diputada Nacional Claudia Bernazza (Buenos Aires, FDT), autora del libro en conjunto con Damián Lambusta, con el objetivo de visibilizar las problemáticas que sufren las infancias, como el hambre y la desigualdad, al mismo tiempo que destaca el trabajo territorial que realizan las organizaciones comunitarias de base.
Encontrá los capitulos del libro accediendo al siguiente link.
Queremos acercarles una historia que transcurre en el subsuelo de la Patria. Una historia invisible. Esta es la historia -y el presente- de chicos y chicas de este pueblo. Es, también, la historia de las personas y organizaciones que lxs abrazan Las consignas El Hambre es un Crimen y Con Ternura Venceremos señalan el camino a seguir: a partir de estas convicciones, la ternura deja de ser una invocación romántica para convertirse en una categoría política. Sucede que el mundo no está terminado y siempre se puede inventar algo que haga bien a los demás, nosotros hicimos el camino mientras íbamos andando. El hecho es que el amor inventa. La realidad se puede cambiar a través del amor. Carlos Cajade
En materia de crianza comunitaria, partimos de la convicción de que cada niño/a que llega a nuestras familias - comunidades es un ser único. Esta llegada puede darse desde su nacimiento o desde una negación inicial de su “lugar en el mundo”. Con la bienvenida, comienza la tarea de abrigar, indispensable para constituir al nuevo sujeto. En el territorio de las infancias, las organizaciones ensayan respuestas a la medida de los problemas de los chicos y chicas con quienes comparten la vida. Cuando las funciones parentales se resuelven en un escenario comunitario, las chances crecen. En un clan, las casas de los otros/as se transitan como si fueran propias. Al fundarse en lazos afectivos, las respuestas de convivencia solo pueden ser aportadas por la comunidad. Los ámbitos laborales, basados en otra lógica, no están preparados para abrazar. Para garantizar el abrigo, sin el Estado no se puede, pero con el Estado solo no alcanza. El clima de familia es uno de los pilares de estas experiencias de convivencia. En ellas, niños y niñas no están cumpliendo una medida administrativa o judicial por un tiempo determinado: están construyendo vínculos que ampliarán su entorno de vida.
Para garantizar los derechos que la niñez reclama, el Estado debe reconocer las tramas y vínculos comunitarios, fortaleciendo sus estrategias. Ir al encuentro de las respuestas comunitarias supone, además, priorizarlas frente a otras medidas. De otro modo, el Patronato se hace presente ya no como ley, sino como práctica y cultura. El Estado y las organizaciones comunitarias cuentan con capacidades que se complementan. El abrazo que salva a los chicos de una situación de consumo es un compromiso mediado por el afecto: donde el Estado encuentra su límite, la comunidad despliega capacidades que le son propias. La comunidad construye respuestas para garantizar la comida diaria a las familias y pibes de cada barrio. Sin la capilaridad de sus organizaciones, el Estado perdería eficacia. Esta escena recurrente nos reafirma en nuestras convicciones: en el territorio público, se hacen presentes tanto el Estado como la comunidad organizada.
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