MUSEO LEGISLATIVO
La imagen muestra una pintura inspirada en las Cataratas del Iguazú, dada la exuberancia tropical y la magnitud del salto de agua que resalta la luminosidad y la niebla que se forma con su caída. La cascada principal, ocupa la mitad izquierda y central de la imagen. El agua cae en forma de velo, con tonos que van del blanco al azul, pasando por matices verdosos y lavanda que le dan una sensación de volumen, brillo y movimiento. El trazo es fluido y transmite con eficacia la fuerza del agua en caída. En la parte inferior, en primer plano, se observa cómo el agua golpea las piedras y se dispersa en espuma, con una textura casi vaporosa. Las rocas emergen en diferentes tamaños, algunas cubiertas parcialmente por el agua. En la cima de la cascada, del lado izquierdo, se alzan unas palmeras estilizadas que le dan un aire exótico y tropical al paisaje. Más atrás, una línea difusa de selva baja envuelve el horizonte, con palmeras y vegetación apenas esbozadas en colores pastel.  El cielo ocupa el tercio superior de la obra. Es amplio, nebuloso y de un celeste grisáceo que se funde con la bruma del agua, creando una atmósfera húmeda y serena.

SIN TÍTULO

Fecha: 1952
Técnica: Pintura Mural. Óleo sobre tela fijada a la pared con bajo tenor de arcilla
Medidas: 3.71 x 1.89 m
Descripción:

La composición vertical enfatiza la caída del agua, reforzada por el movimiento descendente de las pinceladas, que se disuelven en una atmósfera húmeda y luminosa. La paleta se construye a partir de tonos suaves —azules, lilas y verdes— que se funden en veladuras y acentos blancos para sugerir el brillo del agua en movimiento.

La niebla y la luz difusa atenúan los contrastes, integrando cielo, cascada y roca en un mismo ritmo visual. Guastavino logra así traducir la fuerza natural de las Cataratas del Iguazú en una síntesis poética que combina lirismo y rigor técnico.

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