SIN TÍTULO
Esta pintura despliega la amplitud del mar argentino a través de una composición dominada por el cielo, donde las nubes y el vuelo de las aves imprimen un movimiento ascendente sobre el horizonte. El artista estructura la escena en franjas superpuestas —arena, mar y cielo—, logrando una transición sutil de tonos que van del ocre al celeste y al gris perla.
Las pinceladas son sueltas y vaporosas, especialmente en la representación del oleaje, donde la materia pictórica se vuelve más densa y luminosa. La atmósfera resultante es serena, aunque cargada de energía latente, como si el viento y la luz se hicieran visibles en la superficie. La obra traduce la esencia del paisaje costero con una sensibilidad tonal que sugiere la inmensidad y la quietud del litoral atlántico.