SIN TÍTULO
En esta obra, el motivo vegetal se organiza en un delicado ritmo ascendente, donde las formas curvas se entrelazan con suavidad sobre un fondo de tonos desaturados. La línea fluida y la disposición simétrica de las flores evocan un sentido ornamental que prioriza la armonía sobre la descripción naturalista. Las corolas, de bordes redondeados y pétalos alargados, remiten a una estilización de la flor del ceibo, emblema nacional argentino, reinterpretada aquí con una sensibilidad decorativa y cromática propia del lenguaje modernista. A través de esta síntesis formal y colorística, la obra celebra la belleza de la flora autóctona, integrándola en una composición de equilibrio y serenidad visual.