PROYECTO DE TP


Expediente 6718-D-2018
Sumario: DECLARAR DE INTERES DE LA H. CAMARA EL LIBRO "HISTORIAS DE EXILIO", COMPILACION DE RELATOS DE EXILIADOS ARGENTINOS EN BELGICA.
Fecha: 26/10/2018
Publicado en: Trámite Parlamentario N° 150
Proyecto
La Cámara de Diputados de la Nación
RESUELVE:


Declarar de interés de la H. Cámara de Diputados de la Nación el libro “Historias de Exilio”, compilación de relatos de exiliados argentinos en Bélgica realizada por Marta Ronga y Angela Beaufays.

FUNDAMENTOS

Proyecto
Señor presidente:


Por la presente iniciativa queremos declarar de interés el libro de reciente aparición “Historias de Exilio”, compilado por Marta Ronga y Ángela Beaufays. El texto es una compilación de relatos de exiliados argentinos en Bélgica entre los cuáles se destaca el relato de Luis Guillermo Almarza, neuquino, quién fuera detenido en su casa de Plaza Huincul el 14 de junio de 1976 —cuando regresaba del colegio donde cursaba sus estudios secundarios— y permaneciera detenido más de tres años en pabellones de distintas cárceles del país, hasta que en 1979 el Gobierno belga le otorgara asilo político, permaneciendo en Bruselas hasta fines de 1984, año en el que retornó a Neuquén.
El libro, de reciente edición en Rosario por la editorial Último Recurso, se presentó en la Biblioteca Popular Eliel Arágón de Neuquén capital y en la Universidad Nacional del Comahue sede central, los días 1 y 2 de octubre respectivamente. En dicha presentación expusieron sus relatos varios de los protagonistas de los hechos y las compiladoras del libro.
Como señalamos, este relato nos acerca el testimonio de algunos de los argentinos exiliados, obligados a refugiarse en Bélgica luego de 1976, dentro de los cuales se cuentan neuquinos y rionegrinos. Se trata, nada más y nada menos, que de la historia de vida de quienes fueron jóvenes —hoy ya mayores—, y de quienes fueron niños durante aquellos años.
Desde la civilización griega ya podemos hablar de historia con ciertos visos de ciencia, ya nos llega la descripción de esta práctica denominada, entonces, ostracismo, aplicado a ciertos personajes con mayor o menor predicamento, con claros fines de persecución política y alejamiento o apartamiento de su entorno.
Durante las décadas del 60 y 70 se impusieron, en el Cono Sur de América Latina, regímenes autoritarios en el marco de la doctrina de la seguridad nacional. En consecuencia, se implantaron un conjunto de políticas represivas, violatorias de los derechos humanos, civiles y políticos, que generaron desapariciones, encarcelamientos, asesinatos y destierros masivos de activistas políticos, sociales, gremiales e intelectuales, cuyo espectro fue mucho más allá de las diversas izquierdas de la época.
A partir de la primera mitad de la década de 70, las dictaduras y gobiernos autoritarios de Chile, Argentina, Brasil, Paraguay, Uruguay y Bolivia, incrementaron su cooperación y coordinación represiva con la intención de vigilar, perseguir, capturar y asesinar a militantes políticos más allá de sus fronteras nacionales, evitando así su establecimiento en países limítrofes. Los desterrados fueron obligados a instalarse en países no limítrofes o de otros continentes. El fenómeno adquirió entonces un carácter masivo y transcontinental, logrando instalarse en la opinión pública de occidente como problema humanitario internacional.
Víctimas seguras de la persecución criminal de la dictadura, muchos ciudadanos debieron asumir la terrible decisión de transponer las fronteras de la patria amada como único medio posible para salvar sus vidas y conservar su libertad. Esto produjo un fenómeno nunca visto en nuestra historia: el exilio masivo.
Fue el caso de trabajadores, obreros, profesionales, intelectuales, estudiantes, amas de casa, sacerdotes, políticos, gremialistas; hombres y mujeres, niños y adolescentes; que no tuvieron otra opción que partir desgarrados, abandonando a sus familias, amigos y bienes, dejando atrás al pueblo amado, la esquina habitual, su trabajo. Todo lo que implica estar en el mundo. Tuvieron que irse obligados por las circunstancias, en ello les iba la vida o la libertad. El exiliado político es un perseguido, no puede optar por quedarse. Tiene que partir por el solo hecho de pensar distinto, de ser sospechoso al poder omnímodo, por ser familiar o amigo de un desaparecido o desaparecida, por haber luchado por sus derechos de trabajador, por haberse convertido en alguien peligroso para el sistema represor.
En el país de acogida, los exiliados viven pendientes de lo que sucede en su propio país: se organizan en casas de solidaridad, difunden las luchas de resistencia de su pueblo, se entrevistan con personalidades y organizaciones de todos los campos para respaldar las luchas que su pueblo desarrolla. El exiliado, entonces, lo es en tanto y en cuanto mantiene un vínculo afectivo y militante con su patria y hace del regreso el referente principal de sus sueños y aspiraciones. Es un ser que solo se completa al retornar al país y al pueblo del que se siente parte y al que se niega a renunciar por derecho y por deber.
Las dificultades para el regreso y la reinserción son múltiples, se repiten actitudes discriminatorias y represivas, no se cambian fácilmente los reflejos creados por años de penetración ideológica, de burocracia, de prejuicios que encubren el terror. En su amplia mayoría, los desterrados han debido marcharse sólo con lo puesto y han perdido todos sus bienes, han pasado por la dura experiencia de perder referencias, de enfrentarse a un mundo nuevo que no comprenden y, muchas veces, no se quiere comprender en el afán de aferrarse a lo propio. Esta situación de desamparo ha tenido su correlato gravísimo en el aspecto económico.
Cuando deciden retornar a su país de origen deben comenzar como inmigrantes a reorganizar su propia vida, su trabajo, la escuela para sus hijos, su vivienda, la reinserción en las universidades, los problemas múltiples de documentación, de nacionalidad para los hijos, entre otros.
En este texto que solicitamos declarar de interés, se encuentran ejemplos de todo lo enunciado. Y es necesario aclarar que muchos no pudieron volver, la vida les impuso afincarse en esos destinos, en este caso, en Bélgica, pero los hay en España, Italia, Francia, Suecia y otros países europeos, en México, Brasil, Perú, Canadá, Estados Unidos y otros de América. Un pasaje especial merece la situación de los niños y niñas, para quienes el destierro de su madre y padre, y en tal caso el regreso, significó un doble desarraigo.
En lo académico, así como aún podemos calificar como endeble la preocupación por la investigación de nuestra historia reciente, la temática del exilio no le va a la zaga. Han aparecido nuevas líneas de investigación que incorporan enfoques comparativos y transnacionales, nuevas geografías que incorporan experiencias de exilios entre los que se destacan los retornos (y los no retornos), las redes, las organizaciones políticas y humanitarias, las políticas de asilo y refugio, la cuestión de género y los afectos familiares.
La historia oral es solo un ejemplo de lo que fue, es y será, una práctica de trabajo constitutivo del campo de estudio sobre los exilios latinoamericanos, a partir de investigaciones basadas en la toma de entrevistas para la conformación de archivos orales. Para contar una historia hace falta siempre alguien que la escuche, hace falta un interés social por ese pasado. La construcción de las fuentes orales es importante, ya que se trata de un tema que, por tener su origen en experiencias violentas y traumáticas, no cuenta con demasiados registros escritos o visuales. El acceso a estos hechos y memorias se produce a través de la historia oral, la cual ha demostrado su potencial epistémico e histórico para renovar nuestras interpretaciones historiográficas y, a partir de esa renovación, impulsar los procesos sociales.
La idea del libro en cuestión surgió en 2011 cuando un grupo de aquellos cientos de refugiados políticos organizaron un encuentro en Rosario, de acuerdo a lo relatado por una de las compiladoras.“En ese encuentro éramos unas 30 personas que pensamos por qué no contar esa historia que nos parecía valiosa por la solidaridad que desplegó esa unión con la que pudimos manejarnos”, señaló. La recopilación de testimonios llevó siete años, mientras todos se convencieron de decir lo suyo. Ronga reunió los relatos de los exiliados que volvieron al país y Ángela Beaufays, los de los que quedaron en Bélgica.
“Muchos no se animaban a contar lo que habían vivido en el exilio. Fueron momentos intensos, dolorosos por las pérdidas”, destacó Marta Ronga como síntesis en la presentación de esta obra.
Por todo lo expuesto, agradezco a los señores diputados su voto afirmativo para con el presente proyecto.
Proyecto
Firmantes
Firmante Distrito Bloque
SAPAG, ALMA LILIANA NEUQUEN MOV POP NEUQUINO
Giro a comisiones en Diputados
Comisión
CULTURA (Primera Competencia)