Período:127 Reunion:6 Fecha:20/05/2009 MONUMENTO EN HOMENAJE A LA MEMORIA DE DON JUAN BAUTISTA TUPAC AMARU


SR. PRESIDENTE(FELLNER) En consideración en general.
Tiene la palabra la señora diputada por la Capital.


SRA. GIL LOZANO, CLAUDIA FERNANDA (CIUDAD DE BUENOS AIRES): Señor presidente: no quiero hablar específicamente de mi currículum, pero quiero explicar cuál fue la posición que sostengo para tener una disidencia total con la propuesta que hace la diputada Vázquez de Tabernise a raíz de un documental. Creo que son su marido y ella quienes lo están llevando adelante y me parece interesantísimo.
Soy profesional de la historia –cualquiera puede verlo en mi currículum, he escrito libros de historia y trabajo en esta materia, ya que soy profesora de la Facultad de Sociología; me especializo en historia social latinoamericana.
Entonces, realmente me interesa que figure mi posición respecto de la propuesta de hacer un monumento a alguien que en realidad nunca fue rey y que tampoco sabemos bien si era él. Es decir, es hacer una especie de historia “contrafactual”, dar un testimonio de algo que nunca existió. Entonces, quiero dar algunas precisiones en relación con este personaje. En realidad, José Gabriel, que es el que quizá mejor todos recordamos o conocemos del colegio, toma el nombre de Tupac Amaru en el siglo XVIII en honor al inca que se levanta en los primeros tiempos de la conquista.
A fines del siglo XVIII hubo muchas revueltas de pueblos originarios muy importantes. Pero quizá la de Tupac Amaru II podríamos decir tuvo la connotación no menor de no ser sólo una revuelta indígena, sino también de carácter popular. Es decir que no tan solo había una cuestión originaria o de lucha hacia el invasor, sino también una conciencia de clase fundamentalmente desarrollada a partir del trabajo de su esposa, que fue Micaela Bastidas. Ella fue quien en su momento le advirtió que la población blanca lo iba a traicionar y que la confrontación iba a ser total. Él duda, no le hace caso a su esposa, y lamentablemente la rebelión se pierde.
Se trata de un hecho interesante que vale la pena estudiar con detenimiento. Todas las gestas y luchas en nuestro territorio de los pueblos originarios se merecen que le prestemos mucha atención.
Comparto que nuestra historia no comenzó con la conquista, sino que tenemos una historia riquísima y preciosa. Contamos con culturas importantísimas. Es una lástima que en las currículas de nuestras universidades simplemente se considere trabajo de antropología todo lo que sucedió antes de la conquista europea.
Esa es mi posición política y lo que yo transmito en la Facultad. A raíz de lo que aquí se está solicitando hago todo este relato, no porque les quiera dar una clase de historia sino porque a partir de esta situación ahora sí me interesaría referirme al hermano de Tupac Amaru II.
En primer lugar, tendríamos que preguntarnos por qué lo llamamos Tupac Amaru. En realidad, el hermano, José Gabriel, toma el nombre Tupac Amaru para hacer un simbolismo del primero. Pero se trata de un nombre que recoge a partir de una lucha y de una conciencia de clases. No es algo que le venga desde un patronímico. Entonces, llamar Tupac Amaru al hermano de Tupac Amaru en este caso nos debería llamar a una reflexión.
Por otro lado, me parece que este monumento hace referencia a una discusión no menor que en su momento se dio en el Congreso de Tucumán. Al respecto, también quiero hacer alguna aclaración en relación con el contexto en el que se dio esa discusión.
Cuando estudiamos historia hablamos del 25 de mayo de 1810 y vemos como algo natural que en 1816 hayamos proclamado nuestra independencia.
En realidad, teniendo en cuenta el desarrollo del contexto europeo, este es un caso también muy interesante de nuestra historia. Es para resaltar la posición de San Martín. No debemos olvidar que su actuación tuvo lugar en un momento en el cual toda la estructura de Napoleón Bonaparte -con lo que significó para la reacción monárquica- había sido vencida. Sin embargo, San Martín se animó a proclamar la independencia en una República con las ideas liberales que en esos momentos se estaban trabajando en el continente. Realmente, fue un acto de osadía y de valor que tuvo la idea sanmartiniana al llevar adelante la gesta independentista. Es decir que en un momento en el que todo daba para volver a ser una monarquía o una colonia, la tenacidad de San Martín con otros europeos –pero, insisto, más que nada la tenacidad de San Martín posibilitó que durante cuatro meses se la pasara escribiendo al Congreso de Tucumán para que se dejaran de jorobar y declararan la independencia.
En ese contexto, frente a una persona como Belgrano, un intelectual, estaban pensando en la declaración de la independencia. Pero si además de declarar la independencia se va a hablar de una república, ellos consideraban que era como una doble provocación hacia las naciones europeas que estaban con una reacción monárquica, que estaba dando vueltas frente a la posición republicana. Se decía que de alguna manera nosotros, como país joven, necesitábamos obtener el reconocimiento de distintas potencias europeas.
En ese contexto, Belgrano va a pensar en la posibilidad no de hacer una república, sino de declarar la independencia pensando en el linaje de los pueblos originarios. Ahí aparece la idea del plan del inca, o sea, buscar un descendiente de ese pueblo para nombrarlo rey, para quedar de esa manera como nación independiente pero también como monarquía, a fin de que los países europeos, que estaban volviendo a la restauración monárquica, de alguna manera nos reconocieran como monarquía independiente.
También hubo propuestas de buscar cierta filiación con Brasil a través de la figura de la princesa Carlota, etcétera. Es decir que se intentaron varias posibilidades. Finalmente, se va a imponer la idea republicana y aquello se desestima. Quiere decir que aparecieron una serie de ideas que se trataron de implementar para llegar a la mejor solución posible, que era la independencia de un país que fuera reconocido por Europa en el menor tiempo posible, a fin de contar con mayor cantidad de amigos.
Teniendo en cuenta la documentación existente, que por supuesto respeto y que se pone como algo fehaciente en los fundamentos del proyecto, debo decir que en rigor no hay nada fehaciente. Se trata de lo que uno pensó, lo que se habló, lo que se dijo o lo que se conoce por una carta. En base a ello pensamos que este hermano de José Gabriel Condorcanqui es el inca en el que pensaron San Martín y Belgrano. A partir de eso nosotros vamos a hacer un documento, un testimonio, un monumento en realidad a algo que no fue.
No sé si esto es lo que realmente hace que la Argentina marque su destino y reconocimiento a los pueblos originarios. Me parece que a los originarios los vamos a reconocer más si los incluimos en un censo, como por ejemplo el censo nacional; si realmente les otorgamos los derechos ciudadanos que se merecen; si les dejamos de arrebatar las tierras, es decir, hay muchas formas de reconocerlos aquí y ahora y dar la ciudadanía a los originarios.
La manera no es con este monumento a una persona que en realidad no sabemos si es aquella en la que estaba pensando Belgrano y, por otra parte, en última instancia eso no pasó. Vamos a hacer un monumento a lo que no fue, es decir, estamos haciendo historia contrafactual, contra lo que realmente no sucedió.
Si el sentido es reconocer a los originarios, entonces hagamos un monumento a Micaela Bastidas, que fue la que realmente en esa revolución tuvo una conciencia popular latinoamericana, etcétera.
Me pregunto por qué se apunta a una figura tan dudosa. El argumento que se da en los fundamentos de este proyecto de ley es una excelente tesis de un documental, es una excelente propuesta. Me resulta interesante y provocadora, pero no tiene el más mínimo rigor profesional para un historiador.
Creo que en esto debemos ser cuidadosos, y aclaro que este asunto no tiene nada que ver con mi posición. Reitero que soy una de las que más ha peleado en la Facultad de Filosofía y Letras para que la historia americana incluya a las culturas originarias, que no se incluyen.
No creo que sea esta la forma de dar valor y ciudadanía a nuestros pueblos originarios. No es que no hagamos justicia desde hace 500 años; en la actualidad tampoco la estamos haciendo.
Reitero que debemos ser cuidadosos, y humildemente desde mi posición como profesional de la historia no podía dejar pasar esto. Realmente, debemos reflexionar de otra manera.
Me pregunto cómo vamos a poner la firma para hacer un monumento a algo que nunca existió.





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