Período:125 Reunion:3 Fecha:28/03/2007 HOMENAJE AL 25° ANIVERSARIO DE LA GESTA DE MALVINAS DEL 2 DE ABRIL DE 1982
SR. PRESIDENTE(BALESTRINI)
Para otro homenaje tiene la palabra el señor diputado por Salta.
SR. SOSA, CARLOS ALBERTO (SALTA):
Señor presidente: en Salta, donde somos muy creyentes, cuando es el aniversario del fallecimiento de mi "mama", que es la persona que más quiero y ahora está arriba, nuestra familia se reúne para recordar cómo era, qué hacía, y así pasar el día con ella, aunque no esté presente.
Algo parecido sucede cuando nos reunimos los ex combatientes y nos acordamos de todo lo que vivimos durante aquella guerra. Recordamos a nuestros amigos, a los que entramos juntos. Yo era maquinista de barco y estaba metido abajo, en la sentina, y navegábamos durante horas tomando mate y fumando. Hablábamos de nuestras familias, nos contábamos hasta las cosas más íntimas, y de pronto veíamos que un amigo ya no estaba, que se había ido en el "Belgrano" o bien había quedado en las Malvinas.
- Ocupa la Presidencia la señora vicepresidenta 1ª de la Honorable Cámara, doña Patricia Vaca Narvaja.
SR. SOSA, CARLOS ALBERTO (SALTA):
El verdadero ex combatiente, el que estuvo en el teatro de operaciones, quizás pida algo, pero rara vez cuenta a cualquiera la historia sobre las Malvinas. Generalmente guarda silencio. Tal vez quienes tuvieron oportunidad de conversar con algún psicólogo puedan pensar que uno siente de esta manera porque perdimos la guerra, pero lo cierto es que es raro que hablemos de las Malvinas.
En estos días nos cuesta mucho hablar, pero como tengo la suerte de integrar esta Cámara debo contarles lo que nos pasa.
Todos los días nos acordamos de nuestros amigos. Por eso, les agradezco que siempre tengan presente el tema Malvinas.
También debo agradecerle a este gobierno, que por lo menos les dio algo a los ex combatientes. Evidentemente, nos ha tenido en cuenta.
Reitero que me cuesta mucho hablar. En este momento quisiera estar en el cerro, donde nacieron mis abuelos y quedarme encerrado para no acordarme de estas cosas. Sin embargo, tengo que estar acá porque no quiero que se olviden de los que quedaron en Malvinas, de los que se hundieron con el crucero "General Belgrano" y de los que regresaron al país con muchos problemas y aún andan por las calles sin saber qué pedir.
De todos modos, reconozco que de algo malo a veces surgen cosas buenas. Digo esto porque gracias a la guerra de Malvinas pudimos aportar nuestro granito de arena para acelerar el regreso de la democracia, y los políticos debemos hacer lo imposible para no volver a perderla.
Por otro lado, tengamos en cuenta que el único dueño de nuestras vidas es Dios y, por ende, sólo él puede quitárnosla. Para todo lo demás existe la justicia. No quiero que piensen que estoy de acuerdo con Benjamín Menéndez -a quien recién nombraron- o con el presidente de ese entonces, porque cuando regresamos de Malvinas sólo me esperaban mi mamá y mi familia. En ese momento no vi a ese presidente y tampoco a ningún integrante de los organismos defensores de los derechos humanos.
Por lo tanto, les reitero mi agradecimiento por esta reivindicación. En nombre de todos los ex combatientes de Malvinas, muchas gracias. (Aplausos.)
SRA. PRESIDENTA(VACA NARVAJA)
Tiene la palabra el señor diputado por San Luis.
SR. LUSQUIÑOS, LUIS BERNARDO (SAN LUIS):
Muchas gracias, Carlos Sosa, por defender nuestra tierra.
Señora presidenta: el mejor aporte que puedo hacer en este nuevo aniversario del 2 de abril es hablar de política exterior; esta fecha nos obliga a hablar de política exterior.
En ese sentido, lo primero que debemos hacer -todavía no lo hemos hecho- es malvinizar nuestra política exterior. Para eso debemos analizar cómo se encuentra la Argentina de hoy. La Argentina es un país invadido, porque tiene una porción de su territorio ocupado por tropas extranjeras; esto es objetivo, no subjetivo.
Por lo tanto, nuestra política exterior debe tener como eje prioritario investigar cómo logramos recuperar esa porción de nuestro territorio que hoy se encuentra invadido por una potencia extranjera. Esto no existe en nuestra política exterior; sólo hay algunos escarceos, algún gesto espasmódico y algunos símbolos, pero no esto como eje prioritario de nuestra política exterior.
Para malvinizar nuestra política exterior debemos plantarnos frente al mundo, ante los organismos internacionales y ante quien sea reclamando y exigiendo que esa tierra vuelva a ser nuestra.
En segundo término, tenemos que modificar la "piquetización" de la política exterior. Debemos "despiquetizar" las relaciones con los países hermanos. No podemos definir a un país como "hermano" o "vecino" si lo tenemos piquetizado. Esta es una contradicción que hay que resolver.
En tercer lugar, hay que destropicalizar la política regional. La Argentina está para ser líder y no furgón de cola.
En nombre del primer soldado que cayó, que se llamaba Almonacid, vaya homenaje a todos los caídos a partir del 2 de abril. (Aplausos.)
SRA. PRESIDENTA(VACA NARVAJA)
Tiene la palabra el señor diputado por Buenos Aires.
SR. RAIMUNDI, CARLOS ALBERTO (BUENOS AIRES):
Señora presidenta: hay una continuidad en la temática de esta sesión especial porque si no hubiera existido el 24 de marzo del 76 seguramente no estaríamos lamentando todavía las muertes en Malvinas; hubiera existido otra racionalidad. Pero la sociedad del 76 y la del 82 es la nuestra, es la misma.
En principio, voy a solicitar autorización para insertar la totalidad del planteo que pretendía hacer ya que no puedo formularlo en estos pocos minutos, para centrarme solamente en uno o dos puntos.
El tema es lo suficientemente amplio como para abarcar una gran cantidad de cosas, como la importancia estratégica de las islas; el reclamo legítimo de la Argentina, la convicción de que son nuestras por principio de unidad territorial y continuidad geográfica; la cuestión de la explotación de los recursos, tanto ictícolas como energéticos; el sistema de alianzas internacionales que se pergeñó para combatir a la Argentina en ese momento, y el sistema de solidaridades regionales que nos acompañó.
También podemos señalar lo que significó la terrible violación no sólo al derecho internacional de la guerra sino a todo límite ético, y también el hundimiento del crucero "General Belgrano" por parte del gobierno británico. Es decir que hay una innumerable cantidad de cosas involucradas.
Siguiendo el hilo de dos discursos que escuché esta mañana, de las señora diputada Morandini y del señor diputado Carlotto, no me voy a centrar a veinticinco años de Malvinas en hablar -como ya lo han hecho otros diputados- de temas específicos de esta guerra sino de qué fue de nosotros en estos veinticinco años, por qué nos pasó lo que nos pasó, y de por qué todavía tenemos esta deuda pendiente, esta reparación histórica pendiente en la cual ha habido y seguirán habiendo avances con los protagonistas, los ex combatientes.
En este sentido pido reivindicar y tratar a la brevedad un proyecto de la señora diputada Quiroz sobre el reconocimiento a los conscriptos movilizados, que no fueron solamente los que entraron en combate sino también los que hicieron todo un apoyo logístico en las costas argentinas; esto me parece justo y legítimo.
Me parece que esta deuda pendiente tiene que ver con una sociedad que todavía no puede cerrar las heridas de Malvinas porque aún no terminamos de remover lo peor de nosotros como sociedad.
La Argentina ha ganado por la legitimidad de su reclamo todas las votaciones en la Asamblea General de las Naciones Unidas y en el Comité de Descolonización. Es decir, en los organismos internacionales nosotros tenemos los votos abrumadoramente mayoritarios de respaldo a nuestra posición frente a algunos países clave de la comunidad británica que se oponen.
Entonces, lo primero que uno tendría que preguntarse es por qué teniendo tanta legitimidad internacional en nuestro reclamo no hemos podido construir el poder suficiente para convertir esa legitimidad en acto y obligar al Reino Unido a sentarse a discutir como lo obliga el derecho internacional.
Esto tiene que ver con la necesidad de seguir trabajando, de seguir avanzando en la construcción de un país importante. En este sentido, nuestros contendientes en este reclamo nos dan algunos ejemplos. El hecho de que tengan una posición antitética con la nuestra no quiere decir que no tengamos que tomar algunas cosas de ellos, como por ejemplo las políticas de Estado.
Hace una semana el actual primer ministro laborista Tony Blair, que fue uno de los principales oponentes internos de Thatcher, dijo que si a él le hubiese tocado actuar en esa oportunidad, habría hecho lo mismo que Thatcher. A pesar de lo trágico y repugnante que es esto para nosotros, actuó desde el punto de vista de la defensa de sus intereses. Es decir que este era el paraguas que cubría todos los aspectos del pensamiento británico.
Por otra parte, debemos tener en cuenta el respaldo regional, porque la reivindicación de Malvinas como territorio británico está presente en la constitución política que está discutiendo la Unión Europea.
En este sentido, debemos extraer una primera conclusión: para seguir avanzando en un camino que nos fortalezca y nos permita que la legitimidad del reclamo se convierta en poder, debe haber política de Estado, por un lado, y respaldo regional, por otro.
Quiero volver a referirme a otro punto: remover algunas cosas nuestras como sociedad. En honor a la brevedad, voy a centrarme sólo en una, que es reconocernos como una sociedad que fuga de la realidad aferrándose a las ficciones del poder.
La nuestra es una sociedad que el 30 de marzo de 1982 fue reprimida por las fuerzas represoras que se denunciaron en los discursos anteriores y que el 2 de abril estaba aclamando a esas mismas fuerzas represoras creyendo que la irracionalidad de la decisión que se había tomado se convertía en una gesta soberana. Eso nos pasó. La mayoría de la sociedad todavía no quería reconocer el genocidio por el que había pasado y ya se estaba aferrando a una nueva cultura de la muerte colectiva, que fue la guerra. Esto nos pasó a nosotros como sociedad.
No digo todas estas cosas desde afuera, sino desde la profunda autocrítica de haber sido parte de una ficción mucho más reciente y de hacerme cargo del castigo que la sociedad debe dar a los dirigentes políticos que nos equivocamos profundamente en algunas lecturas. Además, debemos tener la voluntad reparadora y también la humildad de reconocer que cuando hablamos de la realidad nos incluimos. Como ciudadano -ya no como legislador- siento el mismo rechazo que siente toda la gente al escuchar algunos discursos que pontifican sobre la realidad como si no hubiéramos tenido nada que ver con ella.
No quisiera caer en el anecdotario, pero voy a recordar una situación más bien tragicómica para no entrar en lo más profundo, pero que sirve para simbolizar. Yo formé parte de un bloque oficialista que planteó a la sociedad argentina la ficción de que el presidente de la Rúa en 1999 podía ser un referente de la Internacional Socialista que se reunía en Buenos Aires, cuando lo hizo hablar en ese ámbito.
Con esto quiero hacer una síntesis superficial, a fin de no profundizar en cuestiones ajenas a este debate. Pero lo que quiero significar es que yo también fui parte del cúmulo de ficciones de una sociedad que durante más de once años creyó que un peso era igual a un dólar y perdonó todo lo demás que con ello venía acarreado porque a algunos personalmente nos iba bien en forma momentánea, y creímos en eso.
Cuando hace un par de años el presidente ordenó retirar de la galería militar los cuadros de los presidentes represores -digo esto a título absolutamente personal- confieso que tuve dos sensaciones. A mí, que provengo de la Juventud Universitaria de La Plata de los años 70, la primera sensación epidérmica que ello me provocó fue simpatía y agrado, porque de alguna manera estaba reivindicando a mis compañeros. Luego también pensé si aquello no tendría un dejo de: "Arranquemos una parte de nuestra historia. Hagamos un paréntesis en una parte de nuestra historia, como si ello no hubiese ocurrido."
Entonces, reflexiono que la política y, en este caso, el liderazgo presidencial deben rescatar su costado militante, pero también, fundamentalmente, su lado pedagógico y docente.
Entonces, no sólo habría que decir que se quitan porque no estuvieron, sino que estuvieron y cada sector de nuestra sociedad tiene una responsabilidad histórica en las razones por las que esos militares actuaron el 24 de marzo y en 1982, cuando se produjo la irracional aventura militar de Malvinas.
Por esto tomo parte de lo que decía el señor diputado Carlotto, en el sentido de rescatar espacios para la memoria y la reflexión, y no sólo para la militancia. La memoria colectiva incluye la militancia, pero también la trasciende y nos debe llevar a nuestra responsabilidad colectiva como sociedad a fin de no volver a caer en ficciones.
Se trata de no darnos cuenta tarde de las cosas que nos pasaron. Algunos deberíamos habernos dado cuenta antes, sobre todo con tantos años de militancia política que teníamos en nuestro haber.
Así como nos dimos cuenta tarde de aspectos de los 70 y los 90, no sea que por la legitimidad electoral y la bonanza económica que estamos viviendo hoy, nos demos cuenta tarde de estar perdiendo una oportunidad histórica de hacer algunas transformaciones estructurales profundas, que sólo se pueden hacer en estas condiciones.
Termino haciendo una reflexión sobre una sociedad que debe superar con su conducta la cultura del espasmo. Es decir: como me va bien y no es mi hijo el que va a pelear, entonces aclamo la guerra y acepto la irracionalidad de la aventura, como una de las tantas ficciones que fuimos acumulando como sociedad.
Lejos de agotar el pliego de situaciones que deberíamos abordar sobre este tema, y a fin de no repetir lo peor de nosotros, debemos ayudar a construir un país importante, a fin de convertir los votos que tenemos en los organismos internacionales en poder real, con el objetivo de obligar a nuestros contendientes a discutir la soberanía de Malvinas, que es nuestro reclamo legítimo. (Aplausos.)
SRA. PRESIDENTA(VACA NARVAJA)
Tiene la palabra la señora diputada por Buenos Aires.
SRA. CASSESE, MARINA (BUENOS AIRES):
Señora presidenta: en primer lugar, quiero rendir homenaje, lógicamente, a los pibes de Malvinas, aunque sea redundante frente a lo ya expresado en este recinto. Me refiero a los pibes que antes de ser hombres se vieron constreñidos a combatir en nuestras islas.
En segundo lugar, quiero rendir homenaje a los integrantes de nuestras Fuerzas Armadas: oficiales, suboficiales, miembros de la Prefectura Naval y de Gendarmería, etcétera; es decir, a todos aquellos que combatieron en Malvinas, ya sea en el teatro de operaciones de las islas Malvinas como en el Atlántico Sur. Hoy, que no están, todos ellos configuran una parte de los héroes de la patria.
Este homenaje no debe quedar meramente en gestos, coronas o placas. Tomando como antecedente nada más y nada menos que una ley de 1824 -que brindó un reconocimiento a quienes combatieron el 25 de mayo de 1810-, deberíamos aprobar una reparación histórica, moral y económica. Me refiero a quienes allí combatieron, sus familias, sus derechohabientes.
Los hechos son los que configuran los mejores homenajes a quienes queremos dignificar, desde la pensión de guerra, que muchos la tienen y muchos aún no, hasta ese resarcimiento económico que les llegó a muchos de los que combatieron en la lucha por recuperar la democracia. Me refiero a esas indemnizaciones y a esos reconocimientos que se propician desde el gobierno nacional para quienes lucharon por la recuperación democrática o cayeron o se exiliaron. También nuestros héroes de Malvinas merecen ese reconocimiento histórico.
Ni qué hablar de una cobertura médica y asistencial para todos. Bien conocido es el síndrome del estrés post traumático bélico que sufren quienes estuvieron en el teatro de operaciones y que hoy, semana tras semana, produce suicidios de ex combatientes de Malvinas. Algunos dicen que son cuatrocientos, otros que son seiscientos los que se suicidaron a posteriori de la guerra.
Si no tenemos los especialistas adecuados, los tendremos que traer. Un país que manda a sus hijos y a sus soldados a la guerra debe hacerse cargo de las consecuencias. No podemos seguir haciéndonos los distraídos.
De la misma forma que propiciamos otros resarcimientos y otras coberturas, debemos proceder aquí también, mucho más a la hora de recordar el 24 de marzo. Es tan comparable una situación como la otra, con el olvido en que aún están muchos ex combatientes. En algunos casos, lo justifican porque son profesionales, pero yo veo sus recibos de sueldos, como retirados de las Fuerzas Armadas, y son de trescientos o cuatrocientos pesos. Ellos también merecen el reconocimiento.
En esta doble jornada de homenaje, en un país en el que pareciera que algunas políticas nacionales se ubican en un camino de aislamiento y de confrontación con países hermanos y con otros países del mundo, no debemos olvidar que ese es el caldo de cultivo para situaciones como la que vivimos en Malvinas.
Nunca más debemos aislarnos del mundo, nunca más debemos enemistarnos con nuestros hermanos y con el resto del mundo.
Justamente por ese conflicto bélico que segó la vida de muchos de nuestros hijos y de hijos de otros países, nunca más enfrentamientos, discusiones y falta de consenso internacional. (Aplausos.)
SRA. PRESIDENTA(VACA NARVAJA)
Tiene la palabra el señor diputado por la Capital.
SR. PINEDO, FEDERICO (CAP FEDERAL):
Señora presidenta: en verdad tratar de homenajear el tema Malvinas con palabras es casi imposible. Por su parte, procurar que lo haga un político que tendría que ser representante de la gente, debería ser posible, pero cuando muchos de nosotros o mejor dicho todos somos vistos como un grupo de personas en buena medida ajenas al sentido popular o a las necesidades de la gente, es difícil. Por eso voy a hacer sólo algunas reflexiones.
En primer lugar quiero decir que Malvinas es una causa nacional, y por eso no voy a utilizar estos pocos minutos que tengo para criticar a alguien; no voy a criticar al pasado, ni a los que combatieron, ni al presidente por la política que desarrolla en este momento.
Malvinas es una causa nacional que no merece que hagamos del tema un uso menor, un uso bajo o un vuelo gallináceo, ni con la memoria de los que combatieron, ni con la memoria de los que cayeron por nuestros derechos.
En segundo lugar me gustaría rendir un homenaje a esas personas que estuvieron en las islas Malvinas, y dentro de ellas, a las que combatieron con honor, porque su actitud nos enaltece. Me parece que en estos días tenemos que ser cuidadosos porque son días en los que hay muchos juzgadores sueltos, días de mucha revancha y días de esa eterna costumbre argentina de sacarse la responsabilidad de encima y echarle la culpa a otro, como decía la señora diputada Morandini.
En estos días tenemos que tener cuidado de no desprestigiar a los que combatieron con honor y con valor, a quienes defendieron nuestra bandera, a quienes la llevaron en sus uniformes, a la Nación Argentina y a los intereses argentinos, porque quizás por darse el gusto de insultar a un adversario -histórico o político- se le puede hacer mucho daño a nuestro país en este combate que sigue, que es el combate por la soberanía nacional, que está en curso.
Señora presidenta: pienso que como pueblo tenemos que ser conscientes de que estamos frente a un caso de abuso del imperialismo y de un colonialismo que, si bien es anacrónico -porque es de otra época-, pareciera que para los ingleses debe persistir en el caso de nuestro país. Resulta que en casi todos los demás países se retiraron después de la Segunda Guerra Mundial. Pareciera que nosotros tenemos que seguir siendo víctimas de ese colonialismo anacrónico de quienes creían que podían imponer su voluntad y su poder por sobre la voluntad y la soberanía de los pueblos conquistados.
Creo que lo que debemos hacer es defender el interés nacional, y en esto el presidente de la República y el bloque de la mayoría pueden contar absolutamente con nuestro apoyo. Los actos que tiendan a que el Reino Unido se siente en la mesa de negociación, van a contar con nuestro apoyo. Ese es el interés nacional en este tema, que es un tema central para la esencia y el espíritu de lo que es ser argentino. Pero no hay que ser gallináceo, señora presidenta; no hay que ser cortoplacista, no hay que tener la mirada chiquita, no hay que hacer electoralismo con temas que son causas nacionales y por los que han muerto argentinos.
Propongo que insistamos en la tarea multipartidaria que hemos iniciado en el Observatorio Parlamentario Malvinas. Propongo que tratemos de aportar nuevas miradas y de convocar a que nos den nuevas miradas, incluso los que no piensan como nosotros, nuestros adversarios, y hasta los propios ingleses.
Propongo que nos demos cuenta de que los problemas no se solucionan chocando siempre contra una pared; a veces hay que correrse hacia un costado para mirar las cosas desde otro lado, y tal vez encontremos otra salida. En todos los problemas siempre existe otra salida. Afortunadamente, por un motivo que no alcanzo a percibir, Dios nos ha dado esa oportunidad: siempre hay una salida.
Voy a plantear dos sugerencias. La primera es que tengamos presente una mirada nueva y distinta que nos permita darnos cuenta de que las Malvinas no sólo son argentinas por formar parte de nuestro territorio; también son americanas por formar parte del territorio americano. Hagamos de Malvinas una causa americana como podemos hacerlo de la Antártida, no sólo en lo que nos corresponde como país. A lo mejor esa nueva mirada nos brinde frutos distintos de los fracasos que hemos tenido.
Lo último que quiero señalar, pensando en el futuro, es pedir al señor canciller de la Argentina que cuando tenga que defender un interés nacional se dé cuenta de que él no es el único argentino, de que el presidente no es el único argentino, de que los integrantes del bloque de la mayoría no son los únicos argentinos. Mi humilde y amistoso consejo es que cuando defienda una causa nacional tenga en cuenta la opinión pública nacional y la de los representantes del pueblo y de las provincias de la Argentina. En ese momento vamos a acompañarlo con las dos manos.
SR. ACUÑA, HUGO RODOLFO (NEUQUEN):
¿Me permite una interrupción, señor diputado, con la venia de la Presidencia?
SR. PINEDO, FEDERICO (CAP FEDERAL):
Sí, señor diputado.
SRA. PRESIDENTA(VACA NARVAJA)
Para una interrupción tiene la palabra el señor diputado por Neuquén.
SR. ACUÑA, HUGO RODOLFO (NEUQUEN):
Señora presidenta: teniendo como objetivo esta causa nacional resguardando los espacios colectivos para la memoria, debo señalar que ello también se logra con hechos concretos.
Particularmente en relación con el tema Malvinas hay mucho por hacer. Simplemente deseo destacar que en mi provincia, merced a la ley 2.532 se reconoció para los ex combatientes aportes económicos equivalentes al 70 por ciento de lo que percibe un juez de paz de primera, con beneficios en salud para que puedan ser atendidos con todos los honores hasta su fallecimiento. De esta manera se los coloca donde deben estar: en el pedestal de la gloria.
En esta finalidad de rescatar espacios colectivos, en la causa Malvinas tenemos una morosidad legislativa muy fuerte.
Quiero solicitar autorización para insertar en el Diario de Sesiones el texto de la ley provincial 2.532, que es un ejemplo de lo que puede hacerse, ya que se ordena al Consejo Provincial establecer la materia "Malvinas y su historia".
Desde este lugar que tengo el honor de integrar -me refiero a este Honorable Cuerpo- quiero rendir un homenaje a un compañero de estudio en la Universidad Nacional de La Plata durante el triste período 1976-1983. Fueron largos años, ya que tuve que ausentarme prácticamente durante tres años para refugiarme en la ciudad de Neuquén. Esta persona con la que compartí el departamento y también los estudios, desapareció; fue muerto por los genocidas. Por ello quiero rendir mi humilde homenaje a Jorge del Carmen Fonseca, en cuya memoria una biblioteca de la ciudad de Centenario lleva su nombre.
También deseo rendir mi homenaje al soldado Jorge Néstor Águila, que está en el pedestal de la gloria; un neuquino que cayó en la guerra de las Malvinas.
Para finalizar, como a veces se rinden homenajes desde la poesía, también quiero rendir mi homenaje citando unos versos de un poeta que dijo que no hay que olvidar y que hay que construir memoria al decir: "Ni silencio ni olvido: que nos duela como un dolor de artera puñalada, como un ultraje a la mujer amada, como el acicate de una espuela; como la sangradura en la rodela hendida por la punta de una espada; que nadie mienta: 'No ha pasado nada'.
"Vivamos en la eterna duermevela de nuestros muertos. Que esta escarapela siga prendida al pecho, inmaculada como en los faustos días de la escuela y que aliente en mi casa, siempre izada, un ala azul que a las Malvinas vuela a redimir la sangre derramada."
Recordemos esos versos y esos hechos. Sumémonos desde este espacio para lograr alcanzar un marco normativo que nos ampare a todos, como ocurrió con la ley 2.532. Tampoco olvidemos el monumento que se inauguró el año pasado en homenaje a la gesta de Malvinas, con la presencia del señor presidente de la Nación y el intendente Horacio Quiroga. (Aplausos.)
SRA. PRESIDENTA(VACA NARVAJA)
Tiene la palabra el señor diputado por Buenos Aires.
SR. DIAZ BANCALARI, JOSE MARIA (BUENOS AIRES):
Señora presidenta: quería dar un enfoque distinto que no va a impedir que dejemos de reconocer la valentía de los soldados, oficiales, suboficiales y civiles que combatieron en aquella gesta en clara desventaja, en salvaguarda de la dignidad nacional.
No podemos hacer compartimentos estancos de nuestra historia. Malvinas no es un hecho accidental en la historia argentina. Se trató de una decisión torpe y brutal; una decisión de carácter político cuyo objetivo final fue dar continuidad a una dictadura que había destrozado las instituciones. Ya en 1982 había consolidado la destrucción del aparato productivo, encadenando al país a los organismos de crédito internacional.
Hoy escuchaba al señor diputado Carlotto y pareciera que nosotros no nos acordáramos de aquellos tiempos. Hubo tal gesto de prepotencia que alguien que estuvo al frente de la Nación llegó a decir: "Las urnas están muy bien guardadas." De la misma forma, dos días antes del 2 de abril apalearon a un pueblo que fue a reclamar por sus derechos y por la vigencia democrática. Sin embargo, ese pueblo acompañó cuando se produjo la causa nacional del reclamo sobre nuestras islas irredentas. Pero no estuvo del lado de la decisión de estos asesinos, a quienes no fuimos nosotros quienes los calificamos de esta manera. Basta leer el informe Rattenbach para darse cuenta de cómo se comportaron muchos militares, que ni siquiera merecen ser mencionados.
También escuché decir que debemos alejarnos de los trópicos. Creo que se habló de "destropicalizarnos". ¿Qué quiere decir eso? ¿Que nos tenemos que olvidar de que fue Venezuela quien nos ayudó? ¿Qué es eso de que debemos tener miedo de que un señor se enoje? Yo no tomé parte ni organicé ni fui al acto que realizaron las organizaciones sociales, pero no me voy a rasgar las vestiduras porque alguien pueda decir que hay olor a azufre porque estuvo el diablo.
Nosotros no tenemos olor a azufre. ¡Nuestros chicos tienen olor a pólvora de las bombas que arrojaron en las islas Malvinas y que fueron dirigidas por los satélites de los Estados Unidos, aliado de Inglaterra!
Tampoco podemos horrorizarnos porque alguien utilice un discurso -que podemos compartir o no- en el que diga que hay olor a muerto. Nuestros muertos están en las islas irredentas. Algún día los iremos a buscar, porque para los argentinos las Malvinas siguen formando parte de nuestro territorio. La exigencia de soberanía sobre las Malvinas y las islas australes constituye una causa irrenunciable. Las Malvinas forman parte de nuestro territorio nacional. En esa inteligencia debemos mantener nuestro reclamo, por cierto, por la vía diplomática. No es menor el decreto de hace 24 horas. Empezamos a descorrer los velos y a decir con claridad: señores, ¿están dispuestos a cumplir con las normas de los organismos internacionales que ustedes mismos integran, o quieren seguir en calidad de usurpadores? ¿Están dispuestos a renunciar a la usurpación y a que nos sentemos a una mesa seria de negociación y respeto entre las naciones?
No estamos haciendo acá nacionalismo con zeta ni tampoco patrioterismo. Estamos diciendo que si realmente queremos encontrar algún método de convivencia en una comunidad mundial lo menos que debemos tener son relaciones respetuosas y respetadas. No queremos faltar el respeto absolutamente a nadie, pero sí queremos que nos respeten. No queremos enfrentarnos ni combatir contra nadie, pero tampoco queremos que nos invadan.
En aras de la brevedad, creo que esta es una historia donde la diplomacia, nutrida de una historia que convalida su accionar, deberá continuar su tarea en los foros internacionales hasta ver flamear la bandera celeste y blanca en la turba malvinense, donde descansan los combatientes que ofrendaron su sangre y su vida por la soberanía y la dignidad nacionales. Porque digan lo que digan y en el ámbito que sea, las Malvinas son y serán argentinas. (Aplausos.)
SRA. PRESIDENTA(VACA NARVAJA)
Tiene la palabra el señor diputado por Buenos Aires.
SR. STORANI, FEDERICO TEOBALDO MANUEL (BUENOS AIRES):
Señor presidente: obviamente, desde 1833, cuando por un acto de fuerza el entonces imperio británico -hoy Reino Unido de Gran Bretaña e Irlanda del Norte- desmembró nuestro territorio, las Malvinas han sido una causa nacional irrenunciable.
Así lo planteó el gobierno de aquella época, encabezado por el brigadier general Rosas, y de manera coherente y continua todos los gobiernos que le sucedieron. Por lo tanto, está fuera de discusión que la ocupación nunca fue pacífica; siempre fue una situación que motivó nuestra protesta. Y fue una causa nacional que pudo haber tenido diferentes enfoques pero que siempre revistió ese carácter.
A propósito del tema que abordamos anteriormente, vale la pena recordar que el gobierno militar que tomó la decisión de recuperar las Malvinas por la fuerza hablaba de soberanía territorial. Esta es una de las grandes paradojas de nuestra historia, porque a los jóvenes de 18 o 19 años a los que les reconocía el derecho y el deber de morir por la posibilidad de recuperar nuestra soberanía territorial, les negaba en el continente el ejercicio de la soberanía popular, que es la base de legitimidad de todo gobierno democrático. Pero esta parte de nuestra historia no quita justicia a la reivindicación de las Malvinas.
Vale la pena hacer algunas puntualizaciones para ser claros y precisos. Esta es una cuestión de integridad territorial y no tiene que ver con la autodeterminación de los pueblos, como pretende contrabandear la potencia ocupante.
Todos sabemos que la década del 60 se caracterizó felizmente por la descolonización, que se basó en la resolución 1.514 de las Naciones Unidas y que la mayoría de las colonias eran muy pobladas, con poblaciones autóctonas que reivindicaban el derecho de autodeterminación de los pueblos. Felizmente, ante la confusión que el Reino Unido pretendió crear en este tema -aquí cabría aplicar el mismo principio, que podría caer simpático al resto de las naciones del mundo porque se trataba de una cuestión de descolonización- existió la resolución 2.065, dictada en 1965, durante el gobierno del doctor Arturo Illia, que estableció con claridad y precisión que esto no era un asunto de autodeterminación de los pueblos porque quienes allí habitaban no podían ser juez y parte sino que se trataba de una cuestión de desmembramiento de la integridad territorial.
Vale la pena entonces hacer una semblanza a propósito de lo que se ha dicho. No nos debe sorprender que algún ex presidente de la Nación haya estado en un congreso social demócrata, cuando el primer ministro laborista, Tony Blair, es uno de los principales líderes socialdemócratas y sin embargo hoy, con pompa belicista, intenta festejar el triunfo militar británico en las Malvinas, sometiendo además los intereses británicos a los intereses estratégicos de los Estados Unidos. En todo caso, esta pompa belicista será para disimular el fiasco que implica la guerra en Irak, el papelón que están haciendo allí, con una derrota militar y política, apartándose de todos los organismos internacionales y aun de la Organización del Tratado del Atlántico Norte.
Recordemos, entre otras cosas, que el señor Blair en su momento generó expectativas y esperanza, porque era el que enunciaba la tercera vía, que iba a traer equidad y justicia al mundo. Veamos la forma en que se está retirando del poder. Vale la pena decir que no toda la opinión pública piensa lo mismo, pues ha habido manifestaciones multitudinarias en contra de la guerra de Irak, y también hubo en su momento expresiones públicas en contra de lo que hizo Margaret Thatcher cuando tuvo que tomar la decisión vinculada a Malvinas. Por lo tanto, aquello de la política de Estado es relativo.
En honor a la brevedad voy a sugerir el camino que desde nuestro punto de vista tenemos que seguir, dando mi opinión al respecto con toda humildad y modestia.
Debemos profundizar algunas buenas iniciativas, una de las cuales es el Observatorio Parlamentario, que tiene una composición plural, política y académica. Con el material que se ha impreso y difundido en diferentes provincias se rescata la conciencia de esta causa nacional, su razón histórica, geográfica y su proyección, porque aunque sea una causa nacional se ignora bastante sobre el tema.
También voy a rescatar la reciente decisión del gobierno nacional de dejar de lado el acuerdo con el Reino Unido de Gran Bretaña con la intención de quedar amparados en el paraguas que preserva la cuestión de soberanía mientras se avanza en otros temas como el de los hidrocarburos. Lo digo porque aquel acuerdo fue hecho por una política que considero nefasta en esta materia. Me refiero al gobierno de Menem, cuando estaba en boga la política de seducción sobre los isleños, que se traducía desde el punto de vista internacional en las relacionas carnales con la primera potencia. Ello no sólo no condujo a nada positivo sino que nos hizo perder muchísimo tiempo.
Por lo tanto, nosotros podemos tener la mayor amplitud, pero de nada sirve un acuerdo cuando es violado unilateralmente no sólo por la exploración que se hace en materia de hidrocarburos sino por las concesiones permanentes que se dan en el tema de pesca, que depreda la riqueza ictícola del Atlántico Sur e impacta de manera muy negativa sobre el país ribereño, es decir, sobre la República Argentina. Esto le otorga a los habitantes de las islas un ingreso per cápita casi cinco veces superior al de los argentinos, lo cual nos aleja de la posibilidad de llegar a un entendimiento definitivo.
Considero que estas iniciativas son correctas. Tampoco menosprecio la vuelta a los foros internacionales. Digo esto porque si bien es cierto que en determinadas ocasiones obtuvimos la enorme mayoría de los votos, no es menos cierto -me consta personalmente- que los británicos tenían una militancia muy activa, porque el hecho de aparecer como una rémora colonial le hace pagar un alto precio político, sobre todo al tratarse de una nación que ocupa nada más y nada menos que un asiento en forma permanente en el Consejo de Seguridad de Naciones Unidas. No les cae bien ni simpático estar votando al lado de sólo tres o cuatro países por el mantenimiento de una situación de tipo colonial que no pueden disimular, mientras que en otros casos se presentan como los campeones de la legalidad por ocupar un lugar en el Consejo de Seguridad.
Por otro lado, debo señalar que soy autor de un proyecto que lamentablemente no ha tenido curso en el ámbito de esta Cámara. Mediante esa iniciativa se reconocía como crimen de guerra -así debe ser declarado- el hundimiento del crucero "General Belgrano", que como todos saben fue hundido fuera de la zona de exclusión unilateralmente establecida por el Reino Unido, en momentos en que tenía proa hacia el continente y no constituía ninguna amenaza. Lo peor de todo es que ese hecho se produjo con el objetivo de hacer naufragar las gestiones que se estaban llevando adelante para lograr una solución pacífica.
Además, existe otro proyecto para identificar los restos de más de cien compatriotas que se encuentran en el cementerio argentino de Darwin. Para que eso sea posible pedimos que el equipo de forenses y antropología argentino, que tiene una gran experiencia, se pueda hacer presente en las islas -esto también fue solicitado por los familiares- para identificar a quienes están allí enterrados. De ese modo se les podría rendir el homenaje y el reconocimiento que siempre recibirán de nosotros, porque al margen de cualquier especulación política, se trata de una causa nacional. (Aplausos.)
SRA. PRESIDENTA(VACA NARVAJA)
Tiene la palabra el señor diputado por la Capital.
SR. ARGÜELLO, JORGE MARTIN ARTURO (CAP FEDERAL):
Señor presidente: considero que el señor diputado Sosa le ha puesto el vértice a esta sesión especial convocada por la Presidencia de la Honorable Cámara, que tiene como objetivo homenajear a los soldados argentinos muertos en combate en las islas, cuyos cuerpos aún permanecen allí o bajos las aguas del Atlántico Sur.
Este homenaje debe incluir también a cada uno de los hombres que volvieron vivos de las islas después de la experiencia de la guerra. Muchos de ellos nos honran compartiendo nuestras tareas; algunos, como el diputado Sosa, desde la banca y otros varios compartiendo la tarea cotidiana de la administración de esta Cámara de Diputados.
Esta sesión especial sobre el 25° aniversario de la guerra en realidad debe recordar tres aniversarios. Está efectivamente el que recuerda el cumplimiento de los veinticinco años posteriores al 2 de abril de 1982, cuando la junta militar, en ese momento a cargo del gobierno argentino, desplegó el Operativo Rosario y en el marco de una maniobra sorpresiva tomó las islas Malvinas prácticamente sin resistencia británica.
Hubo otra sorpresiva maniobra militar hace 174 años, exactamente el 3 de enero de 1833, en la que se tomaron por asalto las islas Malvinas apoderándose de puerto Soledad. Se procedió al desalojo de las autoridades y la población argentina reemplazándola por población exótica, traída en los barcos del imperio inglés, ocupando desde entonces el territorio de las islas Malvinas. Este también es un aniversario que hoy debe estar presente en esta sesión especial.
Y dije que eran tres aniversarios, porque también este año se cumplen 42 años de la votación de la resolución 2.065, del año 1965, por parte de la Asamblea General de las Naciones Unidas. Fue una resolución fundamental para el interés nacional y fue propiciada por el gobierno constitucional del doctor Arturo Illia.
Entre los considerandos de dicha resolución se hace referencia al anhelado propósito de poner fin al colonialismo en todas partes y en todas sus formas, siendo un caso las islas Malvinas, figurando entre paréntesis Falkland Islands.
Hace veinticinco años se verificaban dos fenómenos en esta parte del mundo. Por un lado, veíamos el masivo apoyo de la ciudadanía a la recuperación de la soberanía de las islas y, por el otro, veíamos la reacción de la comunidad internacional, crítica en la mayoría de los países desarrollados y de profunda solidaridad en la mayoría de los países en vías en desarrollo, particularmente -como ha sido mencionado- de los países de América Latina. A ellos entonces nuestro reconocimiento y gratitud en esta sesión especial.
La decisión de recuperar las islas por la vía militar no fue una gesta sino un grave error de la dictadura militar con enormes consecuencias hasta el presente. Esta irracional decisión adoptada por un gobierno ilegítimo no previó consecuencias elementales: la reacción de Londres, la asimetría del poder militar a la hora de la confrontación, la naturaleza real de la alianza trasatlántica ni la situación política doméstica imperante en el Reino Unido de Gran Bretaña.
A todo eso debemos sumar las insólitas improvisaciones en materia logística con las que se manejaron las fuerzas argentinas. Todo eso aparejó la derrota en el teatro de operaciones. Tras ellas los militares argentinos abandonaron el poder estrepitosamente, sin lograr imponer la ley de autoamnistía por las atrocidades cometidas durante los años del terrorismo de Estado, y fueron expulsados del poder de modo permanente.
Ahora bien, ni la irracionalidad de la decisión estratégica, ni el objetivo encubierto de la dictadura de perpetuarse en el poder, ni la derrota militar, deben menoscabar en lo más mínimo los derechos argentinos sobre las islas Malvinas. Están las mencionadas resoluciones de Naciones Unidas, en particular la 2.065, que dejan en claro, tal como decía recién el señor diputado Storani, que el principio de autodeterminación de los pueblos no resulta aplicable en el caso de las Malvinas, porque el principio reconocido por las Naciones Unidas en ese caso en particular es precisamente el principio de la integridad territorial. Lo que fue separado por la fuerza debe volver a través de la negociación al continente.
El gobierno británico se ha negado sistemáticamente a lo largo de cuarenta y dos años a llevar a cabo lo que la comunidad internacional, el derecho internacional público, la historia y las normas elementales de convivencia entre los pueblos nos mandan, que es precisamente la negociación. Por ello es hora de que el Congreso argentino hable al gobierno inglés.
Hace veinticinco años el gobierno de facto que padeció la República Argentina cometió un acto irracional, pero el gobierno del Reino Unido, expresión jurídica de una de las más importantes naciones de Occidente, cuna de una cultura dueña de un acervo que ha resignificado la misma condición humana, también se comportó como aquella junta militar, de manera irracional.
La Gran Bretaña de John Locke, de Thomas Hobbes, de David Hume, de Adam Smith, de la gloriosa revolución, del Bill of Rights, esa Gran Bretaña ha ignorado a esta nación que humilde pero permanente y tozudamente le ha demostrado que Londres no tiene derechos sobre esos territorios ilegítimamente ocupados por la prepotencia del poderío militar, a miles de millas náuticas de su territorio.
Londres y los isleños quieren hacer aparecer a las gestiones de la administración del presidente Néstor Kirchner como cínicas medidas con objetivos electorales de política doméstica. Pero que les quede claro: no es esta una dictadura militar ni un gobierno autoritario que reprime al pueblo. No es una junta de comandantes que pretende manipular a las masas con nacionalismo barato. Esta es la estrategia diplomática de la democracia argentina; es el legítimo gobierno, representante del pueblo de la Nación, quien reclama lo que el derecho, la historia y el sentido común afirman que pertenece a la Nación Argentina. (Aplausos.)
- Ocupa la Presidencia el señor presidente de la Honorable Cámara, doctor Alberto Edgardo Balestrini.
SR. ARGÜELLO, JORGE MARTIN ARTURO (CAP FEDERAL):
Señor presidente: desde la recuperación de la democracia la Argentina tiene un récord impecable en materia de derechos humanos a nivel internacional y, a la vez, ha venido aportando con suma sensatez a esta disputa bilateral sobre las Malvinas. Y debe seguir haciéndolo, porque es hora de decir con claridad que las únicas víctimas de la actual tozudez británica son los argentinos que no pueden pisar el suelo de su patria, los familiares de los caídos que no pueden llorar a sus muertos y también los isleños, que no pueden vincularse con el país al cual la historia y la geografía los unen hasta la obviedad.
Señoras y señores diputados: el 2 de abril será un día de recogimiento, de respeto por los muertos, por los que sufrieron en combate y por sus familiares.
Veinticinco años es un tiempo suficiente. Es una oportunidad especial para dar lugar al dolor y al honor. Es la hora del análisis desapasionado, de reafirmar con energía nuestro derecho como se está haciendo, y también de buscar un consenso serio.
En estos objetivos está empeñado este Congreso, con la actividad que el Observatorio Parlamentario Cuestión Malvinas, que nos reúne a todos, viene desarrollando, habiendo logrado ya en el año 2006 la apertura directa del diálogo Parlamento-Parlamento.
Entonces, en este momento del diálogo es cuando Gran Bretaña debería demostrar la grandeza de su cultura, dejando la obcecación y el pasado imperial de lado para dar paso al diálogo constructivo.
Señor presidente: la geografía no miente. Esas islas, las Malvinas, son argentinas. (Aplausos.)
SR. PRESIDENTE(BALESTRINI)
Si hay asentimiento de la Honorable Cámara se efectuarán en el Diario de Sesiones las inserciones solicitadas y a solicitar por los señores diputados.
SR. PRESIDENTE(BALESTRINI)
Se harán las inserciones solicitadas.
Con las palabras vertidas por los señores diputados y habiéndose cumplido el objeto para el que fue convocada, queda levantada esta sesión especial.