Período:122 Reunion:37 Fecha:09/02/2005 REGIMEN SOBRE CANJE DE BONOS EMITIDOS POR EL ESTADO NACIONAL
SR. PRESIDENTE(CAMAÑO)
Corresponde considerar el dictamen de las comisiones de Presupuesto y Hacienda y de Finanzas en el proyecto de ley en revisión por el que se regula el régimen al que quedarán sujetos los bonos emitidos por el Estado Nacional que no hubiesen sido canjeados según lo establecido por el decreto 1.735 del 9 de diciembre de 2004 (expediente 0282-s-2004).
En consideración en general.
Tiene la palabra el señor diputado por Jujuy.
SR. SNOPEK, CARLOS DANIEL (JUJUY):
Señor presidente: cuando venía a esta sesión recordaba que cuando discutimos el último presupuesto nacional, donde estaban en juego alrededor de ochenta mil millones de pesos, traje conmigo voluminosas carpetas. Ahora, en cambio, traigo una carpeta muy pequeña para tratar un tema que involucra a ochenta y un mil ochocientos millones de dólares, si consideramos la deuda elegible correspondiente con intereses hasta el 31 de diciembre de 2001, o a más de ciento dos mil millones de dólares, si tenemos en cuenta los intereses hasta junio de 2004, de lo que se había hablado en algún momento. El mensaje y proyecto de ley del Poder Ejecutivo es ciertamente concreto, preciso, definido y muy claro; consecuentemente, no requiere demasiadas explicaciones.
No obstante, vale la pena que hagamos un pequeño racconto de la situación, de la cuantía de la deuda pública argentina y de cuál es la parte de la deuda elegible que ha sido sometida al canje. También es necesario que muy brevemente desgranemos algunas cuestiones que tienen que ver con ciertas afirmaciones de señores diputados que hemos escuchado por allí, en los corrillos, o ha sido publicada en alguna prensa.
A fines del año 2004, la deuda pública nacional ascendía a 183.700 millones de dólares, de los cuales 78.100 millones -alrededor del 43 por ciento del total- se encontraban en situación que podríamos definir como normal, mientras 105.600 millones, es decir, el 57 por ciento restante, se encontraban en lo que podríamos denominar una situación de carácter irregular.
La deuda pública total representaba el 121 por ciento del producto bruto interno. Me refiero siempre al año 2004, dado que el año en curso recién se inicia y por lo tanto todavía no podemos decir a cuánto asciende el PBI. De manera tal que si nuestro gobierno -me refiero no sólo al Poder Ejecutivo sino también al Legislativo, y no sólo al gobierno de este bloque, sino al de todos los argentinos- logra reestructurar el 66 por ciento de la deuda elegible, el total de la deuda pública se reduciría en consecuencia a alrededor de ciento cuarenta y nueve mil millones de dólares. Por supuesto que esta no es una cifra menor, pero ciertamente colocaría a la relación entre la deuda pública en situación normal y la deuda pública total en valores mucho más razonables que los actuales.
Asimismo, la relación entre la deuda pública y el PBI disminuiría a alrededor del 88 por ciento. Sin embargo, la carga de deuda seguiría siendo alta; esto hay que decirlo con todas las letras. No vamos a sobreactuar acá diciendo: "¡Aleluya! ¡Aleluya! ¡Tenemos solucionado el problema!". La carga de deuda sigue siendo alta, permaneciendo por encima del nivel anterior al default. No obstante, el vencimiento promedio de la deuda pública sería comparativamente más extenso respecto de otras economías emergentes que tuvieron dificultades como las nuestras o aun peores, o que incluso hoy, sin tener dificultades, tienen una abultada deuda pública total. Es cierto también que la carga de intereses aumenta ligeramente, comparado con el valor actual. Pero seguirá por debajo del 3,6 por ciento del PBI registrado en el año 2001, y el costo promedio de la deuda pública ascenderá aproximadamente al 2,3 por ciento del PBI comparado con el 6,7 por ciento anterior al default.
Con este breve esquema, sin duda muy reducido, debemos decir que el Poder Ejecutivo nacional envía este proyecto de ley al Congreso por el que se establece el régimen legal bajo el cual van a quedar sujetos aquellos bonos de la deuda pública que no hayan sido presentados al canje el día del vencimiento establecido.
Lo que está haciendo el Poder Ejecutivo es cumplir la tarea que el Congreso le ha encomendado en determinado momento. En este sentido, quiero desvirtuar también esas cuestiones que se suelen decir por allí acerca de la delegación de facultades y demás cosas. El Congreso de la Nación no ha delegado ninguna facultad en esta materia sino que ha encomendado al Poder Ejecutivo nacional determinados deberes y tareas a realizar, muy concretas y muy específicas, teniendo en cuenta las sucesivas leyes de presupuesto de los años 2001, 2002, 2003 y 2004, coincidiendo por otra parte con una legislación más de fondo.
El Poder Ejecutivo viene y nos dice: estoy a punto de concluir la tarea que se me encomendó y en consecuencia vengo a pedir al Congreso que por una ley establezca cuál va a ser el régimen en el que van a quedar los bonos, tal como sucede con cualquier reestructuración de deuda en el mundo, y me refiero no sólo a las deudas soberanas de los Estados sino también a las deudas que provienen, por ejemplo, de concursos de carácter comercial declarados en los juzgados de cualquier país.
Como siempre sucede en esto, hay alguno que se queda con algo sin canjear, ya sea porque pretende un resarcimiento mayor - y eventualmente pretenderá iniciar alguna acción judicial- o quizás porque ha querido actuar u operar de esta manera.
Lo concreto es que en cualquier reestructuración de deuda siempre hay algunos bonos o títulos que quedan sueltos. Entonces, el Poder Ejecutivo nos envía este proyecto de ley para decirnos que este es el régimen al que se van a sujetar aquellos títulos o bonos que no entren en el canje de deuda que tenemos previsto, en cumplimiento del mandato y de la tarea asignada por la ley sancionada por este Congreso que en su momento dispuso esta reestructuración.
Quiero también desvirtuar algunas otras cosas que escuché por ahí. Vale la pena dejarlo en claro, porque por ejemplo escuché decir que no ha habido información clara. Quiero señalar que anoche me senté frente a mi computadora -que afortunadamente empezó a funcionar porque en los días pasados no andaba por el tema de la inundación-, ingresé a la página web del Ministerio de Economía, www.mecon.gov.ar y no hay un solo dato faltante. De manera que quien quería saber qué estaba pasando y cómo iba funcionando la cosa, podía verlo en esa página, además de la información que publicaban los diarios. Además, podía leerlo en los informes que remitía en forma periódica la Subsecretaría y el secretario de Finanzas. Toda esa información ha sido colocada, por la comisión que presido, en esa suerte de Internet interna que tenemos en la Cámara.
Además de todo eso, quien así lo deseara podría informarse en forma permanente, por lo que quiero desvirtuar esto de que el Poder Ejecutivo no informaba. Probablemente, sea esta la primera vez en la historia argentina en que la información sobre esta materia del canje es tan completa, tan precisa y tan detallada.
Cabe recordar que en su momento se habló del megacanje, del blindaje, y podría citar todos los nombres que se utilizaron. Podría pasarme horas repitiendo los avatares de nuestra deuda. Nadie sabía cuál era el banco que actuaba, tampoco las comisiones que se pagaban, nadie sabía qué decían los contratos. Y vale también aquí mencionar al contrato de fideicomiso. Ayer se acusó en la comisión que no existía un informe al respecto, pero la realidad es que el informe existe y está firmado, y tengo un ejemplar reservado para el que lo quiera ver, porque no
dice nada extraño. Ese contrato de fideicomiso existe y es como cualquier otro contrato de ese tipo. No sé de dónde habrán sacado esa información errónea; no tengo dudas de que fue algo que se dijo de buena fe, pero repito que se trata de una información errónea y tenemos cómo demostrarlo.
Yendo exclusivamente al contenido del proyecto de ley, en el artículo 1° se aclara cuál será el régimen. En el artículo 2° se dice que el Poder Ejecutivo nacional no podrá reabrir la operación o volver a discutirla. Esto significa que no se puede reinstalar el debate en términos internacionales, como por ejemplo cambiar prospectos estableciendo condiciones eventualmente mejores que las que se tenían hasta hoy.
Vale decir que se pone un marco de seriedad a la discusión del tema dejando en claro que aquí se terminó y que no habrá ninguna otra oferta. Este es el marco que el Estado nacional, a través de su Poder Ejecutivo y de su Congreso Nacional, establece diciendo: "Esta es nuestra oferta y no vamos a reabrir la discusión", lo cual quiere decir claramente que aquí se termina la cuestión y que aquel que no haya entrado en el canje va a tener papeles sin valor que serán retirados de su cotización en bolsa, siempre dentro del marco -se hace esta aclaración en el artículo 4° de la norma- de las condiciones de emisión de los respectivos bonos y de las normas aplicables en cada jurisdicción.
En este sentido, por supuesto que no pretendemos alterar las normas de los organismos que fijen reglas de seguridad en materia de títulos de Estados Unidos, Alemania, Japón o Italia. De ninguna manera vamos a cometer semejante barbaridad. Se van a retirar los títulos de circulación y nada más.
Como ven, la norma es sencilla. Si restamos el artículo de forma, contiene solamente siete artículos.
El artículo 5° dice que una vez concluido este proceso el Poder Ejecutivo remitirá al Congreso un informe que refleje los efectos del canje, es decir, cómo quedó todo lo que he relatado al principio: cómo quedó la deuda elegible, cuánto fue lo canjeado, cuánto por bonos par, cuánto por bonos cuasipar y cuánto por bonos de descuento, que son los tres tipos de títulos -agrupándolos a grosso modo- que se han ofrecido en canje a los tenedores de los títulos anteriores.
Los bonos par prácticamente no tienen descuento en cuanto al valor nominal pero sí en cuanto a los plazos y las tasas de interés pertinentes. Los bonos cuasipar tienen un descuento de alrededor del 30 por ciento, y los últimos bonos tienen un descuento de aproximadamente un 66 por ciento.
Finalmente, el artículo 6° se refiere a aquellos títulos que se encuentren eventualmente depositados en causas judiciales. Esto tiene que ver, en definitiva, con un resguardo del propio Estado. Como se imaginarán, es bastante difícil relevar a todos esos títulos, ya que a lo largo de todo el país en las diversas jurisdicciones hay cientos de juzgados de toda naturaleza y entidad. Como dije, es muy difícil relevarlos a todos, pero los últimos informes de los que se dispone indicarían que se trata de alrededor de cien millones de pesos, y hay algunas garantías constituidas.
¿Cuál es el concepto de este artículo 6°? ¿Para qué está en la ley? El concepto es muy sencillo: evitar que por olvido algún señor juez de la República conserve esos títulos y mañana el legítimo dueño venga y le reclame por qué no lo puso en el canje. Podrá decirle al juez que dejó caer sus títulos, que los títulos en default valen cero, y como el magistrado es miembro del Estado, ahora este último debe resarcirlo. Esto es todo lo que dice el artículo.
He escuchado algunas interpretaciones del artículo que hasta en algunos casos son disparatadas, y por eso creo que es necesario decir en este momento con claridad no cuál es la interpretación que hace el bloque oficial a través del miembro informante sino qué es lo que surge claramente del propio texto del artículo 6°, y cuáles son las razones que motivan su existencia en el proyecto de ley. Le ordena al Poder ejecutivo dictar las normas complementarias para que, en consecuencia, se instrumente el reemplazo.
En esta instancia, señor presidente, quiero señalar que se ha deslizado un pequeño error en cuanto a la denominación de los títulos que van a ser canjeados de puro derecho, por decirlo de alguna manera. Existe una pequeña diferencia entre lo que dice el mensaje y lo que dice el texto del proyecto de ley pero, por supuesto, lo que vale es lo que dice este último. El canje de pleno derecho va a ser pro bono de la República Argentina a la par en pesos. Estas son las cosas que dice la ley.
- Ocupa la Presidencia el señor vicepresidente 1° de la Honorable Cámara, don Eduardo Ariel Arnold.
SR. SNOPEK, CARLOS DANIEL (JUJUY):
Sencillamente, quiero terminar diciendo desde mi banca de diputado que siento la satisfacción de manifestar ante mis pares que en los más profundo de mi conciencia, más allá de las legitimidades e ilegitimidades de la deuda y de todas las discusiones que se puedan realizar al respecto -aclaro que acerca de muchos temas puedo llegar a adherir fervorosamente- esta es la renegociación posible de la deuda, compatible con un grado de crecimiento y desarrollo de la Argentina, tomando en cuenta las necesidades de nuestros hombres y mujeres.
El mandato que hemos otorgado al Poder Ejecutivo, la orden que el Congreso le ha dado en su momento para hacer esta reestructuración, ha sido cumplida acabadamente a nuestro juicio, y se ha hecho una tarea de muy buena factura, a pesar de que los intereses en juego son tan altos y tan importantes y las piedras en el camino que han encontrado no han sido menores. (Aplausos.)
SR. PRESIDENTE(ARNOLD)
Tiene la palabra el señor diputado por Corrientes.
SR. BREARD, NOEL EUGENIO (CORRIENTES):
Señor presidente: escuchamos atentamente el informe de la mayoría. Ayer, debatimos este tema en la Comisión de Presupuesto y Hacienda, conjuntamente con la Comisión de Finanzas, y lo hicimos con racionalidad, con prudencia, desde el punto de vista técnico.
Este tema de la deuda externa nos motiva a preguntarnos si hubo antecedentes de él en el mundo y en particular en la historia argentina. Rápidamente hice una síntesis de tres momentos importantes en la Argentina y también en el mundo sobre este tema.
Ya que hoy están de moda los historiadores revisionistas con un sentido moderno, podemos hacer una síntesis de la Argentina del siglo pasado. Estos historiadores nos hablan que la historia argentina es la historia de la deuda externa, que nuestro país nació con deuda externa.
¿Cuál fue la primera parte de la deuda externa y qué nos pasó? Se presentó en 1824 con Rivadavia y García, apareciendo tres personajes nefastos, París, Robeston y Castro, anglocriollos que decidieron que la provincia de Buenos Aires a través de las provincias unidas -Rivadavia- tenía que tomar una deuda externa con Inglaterra de un millón de libras esterlinas.
Rápidamente, empezó la discusión y las bolsas de Inglaterra dijeron que podían darle el crédito pero que tenían que garantizarlo con tierras de la provincia de Buenos Aires. Como decían que la cotización en bolsa debía ser del 85 por ciento, sostenían que de entrada se iban a perder ciento cincuenta mil libras esterlinas. Empezó la negociación, y cuando terminó nos dimos cuenta de que no se había cotizado en bolsa al 85 por ciento sino al 70, perdiendo de entrada trescientas mil libras esterlinas.
Se pagó un interés del 6 por ciento y se amortizaba el capital al uno por ciento anual, es decir que prácticamente se habría pagado en cien años. Nos comprometimos a pagar comisiones, dos años de intereses anticipados, la Argentina se endeudó en un millón de libras esterlinas y recibió solamente quinientas veinte mil.
Esto está en los libros de las distintas ideologías, desde Norberto Galasso en La historia de la Deuda Externa y la Deuda de la Baring Brothers, hasta el más liberal de la Argentina, Fetti, que escribió La Historia de los Empréstitos Argentinos.
Eso llevó a pagar la deuda hasta 1901. Esta es la historia, y pagamos aproximadamente ocho veces y media lo que habíamos pedido originalmente. Por supuesto que tuvimos que entrar en default, y estoy haciendo esta referencia para darnos cuenta de que cambiamos actores pero nos encontramos con la misma historia argentina.
¿Cuándo cae en default? En 1824, tomamos el crédito y en 1829, con Dorrego gobernador de la provincia de Buenos Aires, caemos en default. Ustedes saben que después los liberales en la Argentina, instrumentando a Lavalle, matan a Dorrego y viene el proceso de Rosas que declara la moratoria unilateral hasta el año 1842.
En todo ese proceso la Argentina no pagó prácticamente deuda externa, salvo algún hecho simbólico en 1839.
Esto lo quería decir para que veamos que lo que hoy nos está ocurriendo es casi un patrón de comportamiento serial, porque los actores, que piensan parecido sobre la soberanía penetrada que tiene el país, permitieron que esto ocurriese.
Rápidamente quiero dar otro ejemplo, del año 1946 con el general Perón. Hace pocos días salió el libro Todo es Historia, de Félix Luna. La tapa dice: "El desendeudamiento argentino". Perón pagó en el año 46 con bombos y platillos la deuda externa anticipadamente y completó el pago en el 48. Es cierto, en la posguerra teníamos excedentes de oro en el Banco Central, teníamos crédito a cobrar con Inglaterra, y nos encontramos con que a pesar del desendeudamiento vino una gran crítica de distintos sectores, que decían cómo se pagaba anticipadamente la deuda externa si teníamos intereses mucho más bajos; esto dio libre disponibilidad a los bonistas, que podían prestar a tasas más altas; sostenían que se trataba de un negociado.
También hubo una gran crítica, porque se compraron los ferrocarriles habiendo crédito. Vemos cómo en distintas situaciones se fueron dando patrones de comportamiento que no dieron a la Argentina buenos resultados, porque en el año 52 empezó el nuevo endeudamiento, ocurrió lo de la California y todo lo que se conoce de la historia argentina.
Ahora debemos saltar a 1974, porque allí se inicia lo que en su momento se denominó el sinceramiento de la economía, que estuvo a cargo de un gobierno peronista; me refiero al famoso "Rodrigazo".
Ello significó una caída espectacular del salario y una inflación muy grande. Se sinceró la economía porque la Argentina se debía insertar en la modernidad, pagando un costo muy importante a través de la fragmentación social.
Luego, con la dictadura militar y Martínez de Hoz se profundiza el proceso de la deuda externa, acelerándose un mecanismo de endeudamiento espectacular, sin ninguna contraprestación, donde las empresas del Estado se utilizan como agentes financieros para tomar fondos destinados al Tesoro, los que se ponían al servicio de los intereses de la política de mercado de Martínez de Hoz.
No se concretaron privatizaciones, y si analizamos al ministro de la dictadura Alemann, observaríamos que endiosaban al mercado, pero cuando eran socios de empresas privadas, como la Italo, se produce su estatización. Es decir que la Argentina siempre ha perdido, siguiendo un patrón de comportamiento, en nombre de la soberanía penetrada.
¿Qué es la soberanía penetrada? Se trata de aquellos poderes extrainstitucionales que penetran en la decisión política soberana de un país y distorsionan la construcción democrática de una nación.
Casi como una metáfora podríamos decir, como lo hacemos en un proyecto que presentaremos la semana que viene, que se asemeja a la conducta del apicultor, que para extraer la miel de la colmena le tira humo a la abeja a fin de paralizarla e impedir que lo pique. Esto es lo que le ocurrió a la Argentina en relación con la deuda externa: la conducta del apicultor.
Si seguimos analizando, debemos pasar a lo que significó triplicar el endeudamiento durante la época de Menem. En el debate del Senado de la semana pasada, Eduardo Menem quiso demostrar con una falacia cómo su hermano había respetado por analogía los principios de Maastricht, vinculados con el sistema cambiario, el nivel de endeudamiento y las tasas de interés en la zona del euro.
Así el senador dijo que el presidente Menem, su hermano, fue el único en la Argentina que respetó dichos principios, porque la deuda externa representaba un 50 por ciento del producto bruto interno. Dado que después de la quita que se quiere realizar ahora, dicho porcentaje alcanzaría al 75 u 80 por ciento, Menem parecería un genio, pero existe una falacia.
Hay un principio del silogismo que dice que la conclusión será verdadera sólo bajo la condición de que la premisa sea cierta. En este caso la premisa fue falsa, por lo que la conclusión también ha de ser falsa.
Lo que el senador Menem no cuenta es la historia de un dólar retrasado. Como el peso estaba sobrevaluado, teníamos un producto bruto interno artificialmente alto, de trescientos mil millones de dólares. Por ejemplo, si el dólar se hubiese fijado a un precio de cincuenta centavos en lugar de un peso, el PBI habría sido de seiscientos mil millones de dólares, pero ello sería mentiroso e inviable.
Lo que en realidad se debía durante el gobierno de Menem eran ciento cuarenta mil millones de dólares, lo que triplicó la deuda externa y nos está generando la espectacular herencia que estamos recibiendo.
Es decir que existe un factor inercial muy importante. Además, no sería honesto si no hiciera el análisis de lo que sucedió con de la Rúa. Creo que debemos empezar a manejarnos con honestidad intelectual. De la Rúa llega al gobierno comprometiéndose con la estabilidad. Algunos politicólogos citan aquella famosa frase de que con la conducta del apicultor en la época de Menem ponían en la vidriera la estabilidad y nos decían que la deuda externa era tema de expertos. Entonces, tenían que manejarlo quienes sabían. Como dice un libro francés, "los economistas, contra la democracia", porque atentaban permanentemente con negocios que inflaban de manera espectacular.
¿Cuál es el pecado original de la Alianza, que debemos señalar pero que nunca hemos soslayado en los debates? Creer que la gente pensaba que la estabilidad era imprescindible sin entender su costo. Esto nos llevaba a decir por analogía que si uno es diabético sufre la destrucción silenciosa de los órganos vitales; pero como todavía no se manifestaba podíamos seguir aparentemente con ese sistema.
De la Rúa se compromete a plantear la estabilidad en la Argentina. Es cierto; luego que él ganó, vinieron las preocupaciones. Se hace una reunión en el edificio Sancor que tenía Machinea en Córdoba y Callao. En el país se inicia un debate acerca de cuáles eran los números, qué habíamos recibido. Se trataba de un déficit de aproximadamente ocho mil millones de dólares frente a catorce mil millones de dólares en concepto de compromisos para el año siguiente, con el objeto de cubrir la necesidad de financiamiento del Estado.
En ese debate del que participó Machinea estaba Vicens. Veamos dónde está Vicens ahora: es presidente de los bancos extranjeros en la Argentina. Él hizo referencia al patrón de comportamiento que venimos denunciando. En esa reunión también estuvieron Moreau, Storani, Baglini, y Chacho Álvarez. ¿Qué hacíamos? ¿Salíamos de la convertibilidad porque no era sustentable ni financiable este esquema de catorce mil millones de dólares, ya que dependíamos de la decisión de que los mercados de capital financiaran al año siguiente? Entonces, teníamos que dar más y más cosas a ese dios para que continuara financiándonos; y si se nos cortaba el mercado de capitales mientras tanto teníamos el reaseguro del FMI, que es el prestamista de última instancia, que habría de prestarnos plata en la medida que siguiéramos realizando reformas "estructurales" -como eufemísticamente se las denomina-, perjudicando así al pueblo argentino y haciéndonos cambiar las decisiones nacionales que debemos adoptar. Sin embargo, tenemos una soberanía penetrada, y debemos analizar cuáles son las causas para bloquear o neutralizar esa característica de nuestra soberanía.
En esa discusión estuvo presente Moreau. Si bien tengo diferencias respecto de él, en esa oportunidad señaló que había que salir de la convertibilidad, que esto no se aguantaba más y que la Argentina había sido destruida. Es más; esto duró más tiempo porque los mercados de capital financiaban, y a las empresas privatizadas les convenía tener la garantía y el seguro del uno a uno para poder efectuar remesas. Esto les permitía la fuga de divisas, autopréstamos, compras a su holding, etcétera, con lo cual seguían vaciando el país.
Debíamos salir de esa locura, porque si no lo hacíamos en ese momento terminaríamos saliendo desordenadamente, poniendo así en peligro la gobernabilidad del sistema democrático en la Argentina. Esto, porque hay tensión entre la democracia y el capitalismo, pues mientras aquella tiende a la igualdad éste apunta a la desigualdad y la exclusión social; y en esa combinación vive la soberanía penetrada.
Desde la política estábamos tratando de dar una respuesta. Chacho Álvarez se asusta y dice que hay que seguir con la convertibilidad; de la Rúa y Machinea acompañan esa postura a pesar de los riesgos. Así, en un acto de fe creyeron en los mercados y en la financiación del Fondo Monetario Internacional.
¿Saben los señores diputados qué pasó para sostener esa convertibilidad mentirosa que venía destruyendo los órganos esenciales de nuestro cuerpo? Debimos tener blindaje, megacanje, y desnaturalizar la Carta del FMI para que el Banco Central recompusiera sus reservas en razón de la fuga de divisas que ocurrió en el año 2001. Esto lo decimos con autoridad porque en la Comisión de Fuga de Divisas, cuya creación propició el ex señor diputado Di Cola, demostramos que más de veinte mil millones de dólares se fugaron de la Argentina en ese año. Pero el informe no quedó en el Parlamento. Llevamos a la AFIP dieciséis mil denuncias documentadas en CD para que se hicieran las denuncias penales por evasión.
Según la lógica del derecho ad hoc del neoliberalismo, sacar dinero de la Argentina no era delito. Entonces, como ocurrió con Al Capone, teníamos que buscar por qué lado instrumentábamos y declarábamos típicamente una figura. Las denuncias están en la AFIP, y todavía estamos pidiendo explicaciones. Dicen que las están procesando y que algunas denuncias ya están efectuadas.
Hemos demostrado cómo las empresas privatizadas declaraban tener ganancias de dos mil millones de dólares, y podían mandar seis mil millones de dólares al exterior. Hemos visto cómo empresas de la burguesía nacional -entre comillas y entre paréntesis- podían realizar una fuga espectacular de divisas, y eso sólo era sostenible con el financiamiento del Fondo Monetario Internacional.
También es necesario señalar que en la Argentina la convertibilidad fue sustentable y siguió a pesar de todas estas contraindicaciones que estamos mencionando porque en un momento el mercado de capitales dijo: "Basta, esto no es sustentable, no podemos sacar más leche a la Argentina, tenemos que ver en el momento que creamos cómo le ganamos de nuevo a la Argentina. Pero esto se acabó, le quitamos la leche del pezón del ternero, no de los otros tres pezones". Fue así que el Fondo Monetario siguió financiando.
La propia Anne Krueger dijo: "Paren muchachos, no aguantamos más financiar, estamos desnaturalizando la Carta Orgánica del FMI. Las empresas privatizadas ya ganaron plata". El Grupo de los 7 le decía que podían proseguir porque todavía podían seguir sacando ganancias a la Argentina, pero ella respondía: "Cortemos la financiación".
Queda demostrado que en la Argentina la convertibilidad murió porque el Fondo Monetario Internacional decidió que era la última oportunidad que tenía la Argentina para financiar ese shock de cuenta corriente y esa falta de dólares. Ese día murió la convertibilidad en nuestro país; no es cierto que la mató el Parlamento argentino.
Digo esto porque sé que la versión taquigráfica de la presente sesión va a ser traducida a muchos idiomas y quiero que todo esto se sepa. La experiencia que tenemos no sólo debe servirnos para no repetir errores viejos sino también para evitar nuevos errores y lograr aciertos.
Expreso estos conceptos en un marco de autocrítica. Con sinceridad debo confesar que muchos radicales estábamos muy enojados, cansados y con bronca al ver cómo se nos escapaba el gobierno de las manos, y encima por ideas ajenas, no radicales ni del Frepaso. Eran ideas prestadas, era la soberanía penetrada, era ese equipo integrado por quienes hoy son dirigentes mediáticos de la Argentina, mientras el radicalismo está en el comité y en el Parlamento pagando las cuentas de los platos rotos de otros, de los responsables de la soberanía penetrada.
Este es el precio que está pagando el radicalismo, pero como un partido histórico está dispuesto a construir el siglo XXI, con autocrítica y seriedad. Sin embargo, también hay cosas que tenemos que decir.
Tras la salida de la convertibilidad la deuda externa era de ciento cuarenta y cuatro mil millones de dólares, y ahora es de ciento setenta y cuatro mil millones de dólares. ¿A qué se debe esto? ¿Los gobiernos de los doctores Duhalde y Kirchner nos endeudaron en otros treinta mil millones de dólares? Debemos decir la verdad: hubo decisiones políticas equivocadas de ellos, pero también hay que considerar el efecto inercial de la salida de la convertibilidad, que tuvo un costo espectacular. Teníamos que pagar compensaciones y el CER, que al principio se incrementó en un 50 por ciento, lo que a su vez implicaba aumentar la deuda externa.
Hemos discutido con Duhalde algunas cosas y otras las hemos silenciado porque fuimos conscientes de que estábamos en la Argentina de la preanarquía. Estaba en juego una emergencia nacional, que es la verdadera causa que tenemos que invocar en esta negociación. Estaba en peligro la existencia misma de la Nación y había un estado de necesidad, la no exigibilidad de otra conducta, como sostiene Jiménez de Azúa.
En esas condiciones estaba la Argentina, tenía que salir adelante, y este vilipendiado y devaluado Parlamento dio respuesta política a la crisis institucional. Desde 1853 hasta el presente, en la Argentina tuvimos cincuenta y siete presidentes, y en esa época en quince días hubo cinco presidentes.
Teníamos acuerdos y diferencias. Estuvimos en contra del decreto 214 porque pretendíamos limitaciones a la pesificación, por lo cual este Parlamento aprobó que ella fuera de hasta cien mil dólares. El decreto 214 y otros decretos hicieron que la pesificación fuera genérica, y beneficiáramos a algunos que tenían dólares afuera y deudas adentro. Esto también ocurrió; como así también que no se quiso cobrar impuestos a aquellos que se beneficiaron con la pesificación, y tenían el doble sistema. Me estoy refiriendo al proyecto que se presentó en su momento por los señores diputados Ostropolsky, Minguez y quien habla, porque había que compensar y no se lo quiso hacer, ni tampoco tuvimos la decisión nacional.
Por eso, estuvimos en favor de algunos aspectos y en contra de otros. Ahora nos encontramos con Kirchner, y debemos hablar globalmente para luego hacerlo en forma concreta. Si analizamos la carta de intención firmada por el señor ministro Lavagna en el año 2003, advertiremos que es una mala carta de intención. Teníamos las experiencias de los patrones de comportamiento; otra vez el Fondo Monetario hace una crítica de ciento setenta páginas que figuraban en la página del Mecon -Ministerio de Economía- y de la Oficina Evaluadora Internacional, un organismo supuestamente independiente del Fondo Monetario Internacional. Si bien es una crítica atenuada, existe cierta responsabilidad por parte del Fondo respecto de lo que ocurrió en la Argentina y cómo generó este organismo los déficits con su política.
En este sentido, vamos a dar algunos ejemplos. Una "apretada" de lo que significaba seguir pagando servicios de la deuda externa, casi un 26 por ciento del presupuesto nacional; otra "apretada" del Fondo Monetario Internacional y los caballos de Troya de la Argentina cuando decidieron privatizar el sistema argentino de jubilación, que costó casi sesenta mil millones de dólares, con la gravedad de que el Estado Argentino quedó desfinanciado y tuvo que financiarse con nuevos créditos que tomó de las AFJP que habían sido privatizadas y a quienes les pagábamos intereses. Así fue como pagamos comisiones de más del 20 por ciento a los bancos, dueños de dichas AFJP, para que el sistema siguiera vigente. Todas estas cuestiones constituyen una crítica velada. Si bien es cierto que no es un reconocimiento total, el Fondo Monetario Internacional asume una corresponsabilidad mínima y atenuada.
No obstante, ahora dicen que quieren hacer bien las cosas porque se equivocaron, y por eso hay que seguir "apretando" a la Argentina. Este es el teorema al que llega después de sus conclusiones. Si observamos la carta de intención del Fondo Monetario Internacional veremos que exige políticas y reformas estructurales en el sistema previsional, no para hacer bien las cosas sino para continuar haciéndolas mal; coparticipación, no para dar más a las provincias sino para que haya más garantía de pagar la deuda externa; aumento de tarifas a las privatizadas que tenían sobrerenta en la época de la convertibilidad en la Argentina, porque las beneficiarias eran los bienes no transables que en ese entonces habían ganado fortunas y comprado bienes subvaluados, pagado con bonos de la deuda externa comprados en el mercado secundario internacional al 17 y 25 por ciento, cuando acá se les reconocía uno a uno. Así fue como compraron ENTEL y a los dos años se vendió el 30 por ciento obteniendo dos mil quinientos millones de dólares en efectivo, cuando se pagó por dicha empresa mil trescientos millones de dólares con bonos y futuras deudas.
Todo esto formó parte del saqueo y vaciamiento que sufrió el país. ¿Por qué estoy describiendo todas estas cuestiones? Para hacer docencia, para que no se repita y para ver cómo invocamos el estado de emergencia nacional, estado de necesidad, en lugar de exigir otras conductas en relación con lo que está haciendo el gobierno y lo que queremos hacer respecto de este problema de la deuda que no termina con esta norma.
Recordemos que el tema de la deuda externa tiene duración hasta el año 2040; quizás muchos de nosotros ya no estemos en ese momento, pero esta historia ha de seguir. Este es el problema real de lo que estamos debatiendo. En estas condiciones advertimos que el gobierno no tuvo la fortaleza suficiente y quiso invocar la teoría de la quiebra, que no corrió con Anne Krueger.
Ustedes dirán, ¿por qué estoy diciendo todo esto? Porque justamente tiene que ver con lo que vamos a hacer. Además, no crean que van a sancionar esta norma tan fácilmente como cuando aquí aplaudieron el default. Obviamente, tienen que escuchar las cosas que hicimos, que hicieron y que debemos hacer.
SR. PRESIDENTE(ARNOLD)
La Presidencia sugiere al señor diputado que vaya redondeando su exposición.
SR. BREARD, NOEL EUGENIO (CORRIENTES):
En seguida concluyo mi exposición, señor presidente. Simplemente, deseo aclarar por qué vamos a votar a favor esta iniciativa.
Dentro de este contexto, reconocemos el carácter de acreedores privilegiados al Fondo Monetario Internacional, al Banco Mundial, al BID y al Club de París. Argentina, Brasil y Turquía deben casi el 60 por ciento de la deuda a estos organismos. Sin embargo, nosotros nos dimos el lujo, afirmado por el señor ministro Lavagna, de reconocer que estábamos en estado de emergencia nacional y de necesidad; pero reconocer el ciento por ciento de la deuda nos parece un despropósito. Más aún cuando el Fondo Monetario Internacional cambia el paradigma, porque antes, a pesar de que creaba todos los problemas, también financiaba a sus bonistas de Nueva York. Ahora dice: "paguen", pero no presta más. El nuevo paradigma es: "achiquen la deuda y paguen los intereses". Es decir, tenemos que pagar porque ellos quieren achicar los riesgos; ese es el nuevo paradigma del Fondo Monetario Internacional, y este gobierno cumple con dicho paradigma.
Si analizamos rápidamente la situación desde el año 2002 al 2005 advertiremos que hemos pagado diez mil millones de dólares netos a los organismos internacionales, incluido el Fondo Monetario Internacional. Esto no lo hizo Turquía, Brasil ni tampoco otros países. Sin embargo, estando en default, en estado de emergencia nacional y de necesidad, este gobierno tomó la decisión de pagar diez mil millones de dólares a estos organismos internacionales. ¿A cambio de qué lo hizo? De que no nos hagan más daño. Pedía que no nos hicieran más daño, no que nos ayuden, porque ese era el nuevo paradigma. En ese esquema estamos negociando con los bonistas.
Lavagna plantea junto con Nielsen en Dubai esta nueva propuesta de lo que significaba una quita del 75 por ciento nominal, cosa que golpeó mucho a los bonistas pero luego lo empezaron a digerir. Después vinieron las confusiones sobre si iba a ser nominal o de valor presente, si sería del 8 por ciento o del 25 por ciento, etcétera. Así empezaron las discusiones y comenzó a haber grietas en el gobierno respecto de esta propuesta de Dubai. Cuando el jefe de Gabinete de Ministros vino aquí se le preguntó sobre la deuda externa y las empresas privatizadas, y dijo: "Juro por Dios que esto es piso y techo. No se mueve la propuesta Dubai." Y también dijo que no se movía ese 3 por ciento que prometimos en la carta de intención como superávit fiscal para transferir a los organismos internacionales.
Ahora bien, este proyecto aparece justamente porque se movió ese piso y ese techo. Se modificó la propuesta Dubai, porque la única información que después recibe este Parlamento a través de algunos presidentes de bloque en el salón del quinto piso del Ministerio de Economía es un documento hecho en Power Point donde aparecía la propuesta Dubai atenuada, la propuesta Buenos Aires. Allí se incorporaban los intereses, que no estaban previstos, y la deuda, en vez de reestructurarse en ochenta y un mil millones de dólares, sería de ciento dos mil millones de dólares, incluidos los intereses.
Esta es una propuesta apretada después de la reunión que en Monterrey mantuvieron Köhler y Kirchner, quien empieza a ablandarse, hace el "afloje" y formula la propuesta atenuada, y en cuanto al 3 por ciento del superávit vemos en este último presupuesto apoyado por el oficialismo que se cumple una cláusula sumamente liviana de la carta de intención.
Esa cláusula hacía referencia a un 2,5 por ciento del superávit más el 0,5 por ciento de las provincias y -no recuerdo exactamente la redacción- deja la puerta abierta para que pudiera subir. Y sube, porque si observamos el presupuesto de 2005 advertiremos que el superávit consolidado de la Argentina es de cuatro puntos, que serían seis mil millones de dólares, lo que equivale a dieciocho mil millones de pesos. Por eso es que no se ve mucho este superávit famoso del que estamos hablando, pues hubo que cubrir la crisis energética, la de Yacyretá y la que también negó aquí el jefe de Gabinete de Ministros, porque el 70 por ciento del superávit se destinó a pagarle a los organismos multilaterales.
También tenemos que decir que en la Argentina no estamos en default en un ciento por ciento. Estamos en default en el 57 por ciento, porque estamos al día en el 43 por ciento. Hemos pagado a los organismos multilaterales y los bonos post default, que serían los BOGAR y distintos tipos de bonos con los que estamos al día.
Esto es lo que estamos discutiendo ahora, y lo hacemos tardíamente en un marco de crítica de un proyecto que muestra un perfil hegemónico. Esto lo hemos denunciado, de manera que lo podemos decir, como lo expresamos al debatirse el artículo 11 del presupuesto y al hacer referencia a los decretos 917 y 916 e incluso a los decretos de necesidad y urgencia.
Con este proyecto que nos mandan en este marco nos hacen aparecer como que recobramos la capacidad de discusión de la deuda externa. La recobramos transitoriamente y para este tema, es decir, ad hoc. Lo digo con claridad para que no nos engañemos. Pero es bueno que tratemos este tema, aunque debemos tener presentes los límites existentes.
Entiendo que Lavagna actúa de buena fe, sin perjuicio de que debido a las presiones ha hecho evaluaciones y vinculaciones temáticas, debiendo aflojar en la propuesta Dubai y con el 3 por ciento del superávit. Entonces, él dice que si lo siguen apretando también va a aflojar con una propuesta sobre este tema. Como ustedes saben, gran parte de los tenedores de bonos hoy en el mundo son acreedores institucionales o "buitres", porque en la Argentina siguió el negocio del mercado secundario de compra de bonos. Ya hay seis juicios ganados en Italia, donde los bancos tienen que reconocer el ciento por ciento a los ahorristas, lo que también es un argumento bueno y demuestra la corresponsabilidad del Fondo, de los bancos y del Estado argentino penetrado, viciado en su voluntad, con un aparato publicitario espectacular, homogéneo y excluyente. Además de todo esto tenemos que seguir explicando qué nos pasó, porque en nombre de la libertad de prensa esta gente tiene un poder espectacular que sigue confundiendo a los damnificados. Esto es lo que ocurre en la Argentina de hoy.
Es en este marco de confusión de damnificados que estamos haciendo docencia. Sé que el señor diputado Díaz Bancalari está tomando nota y haciendo resúmenes para gritarnos y decirnos cosas. Pero no nos interesa, porque no hacemos esto por la cara de Díaz Bancalari o por la de Lavagna, sino por el país. Si en este tema concreto nos dicen: "Les delegamos la responsabilidad de introducir o no modificaciones; dicten la ley, queremos quitarnos la presión de los lobistas", el Parlamento argentino observa una quita de pago y no puede negarse.
En esta cuestión tenemos que actuar como un seleccionado nacional. Voy a dar un ejemplo, aunque sé que puede molestar a algunos. Nadie desde una postura racional e inteligente va a votar en contra -salvo algún caso aislado-, sino que normalmente se van a abstener, lo que indica que el seleccionado nacional está jugando con suplentes porque, de alguna forma, están ayudando a que este proyecto se apruebe.
Esto es importante, porque creo que se trata de una política de Estado. Algunos se van a enojar y dirán: "¡Cómo va a ser política de Estado si podríamos hacer mucho más!" Pero si esto es lo que se pudo hacer en este tema, vamos a brindar nuestro apoyo. No haremos lo mismo respecto de otras cuestiones como, por ejemplo, la referida a las privatizadas que están reclamando dieciséis mil millones de dólares ante el CIADI, con arbitrajes dependientes del Banco Mundial. La semana próxima presentaremos un proyecto de ley que prohíbe la renegociación de contratos mientras las empresas no desistan de sus reclamos porque, evidentemente, no están habilitadas para hacer esas cosas por vía de ese tratado. Por otra parte, en el Club de París se está tramitando un reclamo por dos mil millones de dólares.
Ustedes se preguntarán por qué estoy diciendo estas cosas: lo hago porque por mucho tiempo la discusión en la Argentina tendrá que ver con cuánto queda para asegurar la existencia mínima del Estado y construir un nuevo modelo de país, cuánto se va afuera en concepto de fuga de divisas, indemnizaciones, reclamos mentirosos y abogados expertos que tienen documento de nacionalidad argentina y trabajan en Buenos Aires pero para afuera, y cuánto se va en concepto de deuda externa. Este es el debate que vamos a tener durante cuarenta años en el país.
El año pasado se llevó a cabo un congreso de derecho en la provincia de Córdoba al que acudieron cordobeses, bonaerenses y porteños. El temario que se discutía era "Política, economía y derecho en el marco de la crisis". También se debatió acerca de qué es el Estado de derecho; de la seguridad jurídica; de la previsibilidad jurídica; de si la seguridad jurídica estática es válida cuando cambian las estructuras económicas que distorsionan ese derecho, si es necesario indemnizar o no y si el Estado de derecho, como instrumento de una sociedad y de un orden de convivencia, tiene que adecuarse a los nuevos cambios.
Por eso, seguramente desde la derecha se va a escuchar algún discurso que diga: "Me río de este proyecto". Tal vez sean un poco más pulcros porque tengan un poco de vergüenza y digan: "Me río de este proyecto porque en este Parlamento se votó la ley de intangibilidad de los depósitos y fue destruida por los hechos y por la realidad económica, e hicimos un papelón". "Me río de esto porque aquí se votó una ley de déficit cero, aunque sabíamos que el déficit existía". Ese déficit existía por lo que mencioné anteriormente acerca de los sistemas previsional y financiero.
La estructura económica se rompió porque, como dijeron estos académicos en Córdoba, debe haber un equilibrio entre política, economía y derecho, y hay que adecuarse a las circunstancias. De lo contrario, será un derecho liberal mentiroso a favor de unos beneficiarios que siempre perjudican al pueblo argentino. En nombre de esa estabilidad, previsibilidad y seguridad jurídica de los contratos pretenden, incluso, ganar cuando nos roban y también cuando cambian las condiciones. En los dos momentos quieren ganar.
Es aquí donde debe tomarse la decisión política de decir basta, se terminó. En otras cuestiones podremos describir, pero ahora debemos actuar y ser operativos.
En este tema el radicalismo va a brindar su aporte al país, no a Lavagna o a Kirchner. Vamos a seguir discutiendo electoralmente y, si esto sale bien, todos sabemos que la gente podrá quedarse contenta por un rato, pero quedará afectado el PBI en un 80 u 85 por ciento. Quedamos con deudas post default, con reclamos ante el CIADI y ante el Club de París y con deudas espectaculares en el Banco Central. Es decir que todo será muy difícil hacia delante, pero actuaremos con optimismo. Inclusive, esto puede beneficiarlos electoralmente. Nosotros no hacemos especulaciones; aprendimos que cuando está en juego el país tenemos que defenderlo, y decimos esto más allá de las críticas, de los puntos y comas, de si este artículo está mal o no, porque la realidad es que en el trazo grueso esta norma es funcional al interés nacional. (Aplausos.)
SR. PRESIDENTE(ARNOLD)
Tiene la palabra el señor diputado por la Capital, que comparte el tiempo con los señores diputados Bossa, Natale y Llano.
SR. MARTINI, HUGO (CAP FEDERAL):
Señor presidente: circula una idea en el mundo de lo políticamente correcto, por la cual votar negativamente este proyecto de ley equivale o representa tanto como trabajar para que la propuesta realizada por el gobierno en materia de salida del default fracase. Ese argumento es falso.
Nosotros nos proponemos votar negativamente el proyecto de ley y también sostener apasionadamente la defensa del proyecto que presenta el Poder Ejecutivo.
¿Por qué estamos pensando que no es incompatible votar negativamente esta norma y sostener la propuesta que ha realizado el Poder Ejecutivo? En primer lugar, está el éxito de la negociación. Creo que todos los argentinos que se precien de tales deben sostener la propuesta realizada por el Poder Ejecutivo, cuyo vencimiento se va a operar el 25 de febrero.
En realidad, no es la propuesta del Poder Ejecutivo; en nuestra opinión, es la propuesta de todo el país, la que debe ser aceptada por la comunidad económica y financiera internacional, pues es lo que la Argentina puede hacer. Se podría comprometer a más pero, como en el pasado, sería un grave error que pagaríamos después mucho más caro. Por lo tanto, creemos que esta propuesta debe ser defendida y sostenida por toda la comunidad y por todo el arco político argentino.
¿Por qué necesitamos que esta propuesta tenga éxito? Porque necesitamos reingresar a la comunidad internacional como un país normal, y esto es más grande y más importante que el mercado internacional de capitales.
Nuestro país había salido de esa comunidad antes de la declaración formal del default en diciembre de 2001. Ya en el segundo trimestre de ese año se hablaba de la necesidad del déficit cero, y esa necesidad del déficit cero que sostenía el ex ministro Cavallo no era otra cosa que el hecho de que la Argentina había dejado de acceder al sistema de créditos voluntarios que le permitía llegar al mercado internacional de capitales. Había dejado de ser un cliente creíble de ese mercado y no recibía más créditos voluntarios del sistema.
Debemos salir del default porque necesitamos inversiones a mediano y largo plazo. También necesitamos crear empleo y acabar con la situación de que uno de cada cinco argentinos vive en la indigencia, y uno de cada dos vive bajo la línea de pobreza.
Por lo tanto, sostenemos la necesidad de apoyar la propuesta del Poder Ejecutivo sin ningún tipo de condicionamientos, sin ninguna intención de poner palos en la rueda y diciendo que debe sostenerse como la propuesta que el país pudo hacer en este momento.
¿Por qué sostenemos después que vamos a votar negativamente esta ley? Porque creemos que es innecesaria.
El Congreso otorgó al Poder Ejecutivo el año pasado
-continuando con la legislación que ya se había aprobado- el manejo de la deuda externa. Esas atribuciones del manejo de la deuda externa son amplias. Se dice simplemente "el manejo de la deuda externa", que es un derecho originario del Congreso. Ese derecho implica la posibilidad de negociar o no negociar, de hacer propuestas o no hacerlas, de modificar o mejorar las propuestas, o bien de hacerlas más difíciles para los acreedores.
En forma implícita o explícita el señor presidente de la Nación tiene facultad para operar en ese marco sin necesidad en absoluto de solicitar nueva autorización al Congreso.
En términos generales adscribo a la noción de que lo que abunda no daña. En ese sentido, podría afirmarse que es mejor que haya otra ley que, de alguna manera, venga a ratificar esta posición del señor presidente. Pero yo digo que en materia legislativa lo que abunda puede dañar. Pareciera que necesitamos de otra ley para darle al señor presidente la facultad para no negociar ninguna posibilidad de renegociación sobre la propuesta que ha hecho. En ese sentido, se nos ocurre que es como dudar de que tenga la facultad suficiente para hacerlo, y nosotros creemos que sí tiene la facultad para negociar, para presentar la propuesta, y lo ha hecho en forma tal que nosotros lo estamos apoyando.
El otro tema que quiero plantear es que nosotros pensamos que en ningún momento -probablemente ésta sea una posición que deberíamos sostener en forma permanente- un presidente de la Nación, cualquiera fuere su signo político, debe tener las manos atadas. Si a último momento el presidente tuviera que rever alguna de las condiciones de la negociación, confiamos en que actuaría de acuerdo con los intereses del país. Esto lo estoy sosteniendo desde una banca opositora y en representación de un partido opositor. Si frente a un tema internacional de esta magnitud la dirigencia política de un país no cree en la habilidad y en la aptitud del presidente para manejar la crisis que se pueda presentar, ¿en quién vamos a creer?
Nosotros creemos realmente que atarle las manos al presidente es un tema muy grave. En otras salidas del default, como la de Ecuador, ocurrió que después de cerrada la recepción de los bonos un grupo de acreedores planteó de tal manera una situación internacional que toda la arquitectura de la propuesta estuvo a punto de caer. Entonces, dado que el presidente tiene las manos atadas, pregunto: ¿qué ocurrirá si nos encontramos en esa situación después del 25 de febrero y por no poder mover un punto o crear un tipo de alternativa razonable, el presidente se viera impedido de negociar y se cayera toda la propuesta que estamos defendiendo? La mejor forma de ayudar al presidente es no atarle las manos; la mejor forma de ayudarlo es decirle: "Usted vaya y negocie lo que tenga que negociar en la forma en que deba hacerlo."
Por último, señor presidente, voy a reiterar tres ideas. En primer lugar, esta es la propuesta necesaria para salir del default. Esta es la propuesta que hace que, felizmente, después del 25 de febrero la Argentina pueda acceder nuevamente en forma normal a la comunidad internacional.
En segundo lugar, si bien sostenemos que esta norma es innecesaria, creemos que debe ser sostenida por todos. Si desde este lugar de la oposición pudiéramos dar, no un consejo sino una recomendación a todo el arco político opositor, diría a título personal que desde ahora hasta el 25 de febrero y hasta que salgamos del default nadie debería hablar de este tema excepto el señor presidente y, en todo caso, el señor ministro de Economía. Ellos son las voces autorizadas para trabajar en estos temas y para dar las opiniones y las noticias que ocurran en el mercado. Cualquier otro que se ponga a dar opiniones y a anunciar noticias del mercado que tenga en forma privilegiada puede alterar el ritmo de la negociación, perturbarla y trabajar en contra de los intereses nacionales. Por eso, hacemos la siguiente recomendación: guardemos silencio y dejemos que el presidente de la Nación y el ministro de Economía sean las únicas voces autorizadas desde ahora y hasta que salgamos del default.
SR. PRESIDENTE(CAMAÑO)
Tiene la palabra el señor diputado por Córdoba.
SR. BOSSA, MAURICIO (CORDOBA):
Señor presidente: una de mis primeras lecturas fue la de El libro gordo de Petete, que tenía una excelente virtud: en la última página generalmente había alguna anécdota de los grandes momentos de la humanidad o de los grandes hombres que nos dio la humanidad; a través de un dibujo muy bien realizado por la editorial García Ferré se explicaba algún acontecimiento -por ejemplo, un descubrimiento- que con el devenir de los tiempos fue beneficioso para el hombre.
Siempre me acuerdo del dibujo en el que aparecía Newton con una manzana sobre su cabeza, que se había caído de un manzano. Allí se explicaba cómo, a raíz de la caída de la manzana, el señor Newton había podido enunciar su célebre ley de gravedad. Traigo a colación esta ley porque, al parecer, es la única que aún no ha violado la República Argentina en sus relaciones contractuales con el mundoy del Estado respecto de sus conciudadanos.
Hoy, a través de un mensaje del Poder Ejecutivo, se nos propone que el Congreso -ya entraremos en consideraciones relativas a la relación entre el Congreso y el Poder Ejecutivo- avale una ley que, a mi juicio, es innecesaria y cuyos efectos prácticos probablemente se desvanezcan al poco tiempo de ser sancionada.
Me temo que estamos frente a un proyecto de ley tan etéreo, impreciso y de difícil cumplimiento como lo fue la recordada ley de intangibilidad de los depósitos bancarios, que el partido representado por el señor diputado Breard tornó inmaterial al poco tiempo de haber sido sancionada. Lo mismo sucedió con la ley de déficit cero, que fue posible de cumplir solamente tras una devaluación salvaje del 300 por ciento que licuó los salarios que constituyen el insumo primario del gobierno nacional, y con otras tantas leyes como la del derecho de propiedad, que la Corte Suprema de Justicia de la Nación acaba de pulverizar mediante el referido fallo sobre la pesificación.
Estamos al borde de sancionar una ley que solamente está dejando a la República Argentina la potestad y el orgullo de decir que aún no hemos descubierto la forma de contradecir al señor Newton. Espero que no lo hagamos nunca.
Nosotros nos vamos a oponer a esta iniciativa por similares argumentos a los vertidos por el señor diputado Martini, por lo que no voy a sobreabundar en detalles, pero hay una figura muy gráfica que queremos dar desde la oposición. No queremos atar las manos del gobierno nacional en este punto, porque una negociación es un proceso bilateral o multilateral en donde las condiciones están dadas por entornos cambiantes y por actores -ya nos referiremos a ellos- que en sí mismos son impredecibles, y en función de los juegos del lenguaje cambian de posición y tratan de maximizar sus ganancias.
Dentro de este contexto, atar las manos del gobierno nacional sería la peor decisión que podría tomar el Congreso de la Nación. No estamos hablando de un panorama fácil.
Permítanme recordar que la Argentina tiene ciento cincuenta y dos bonos a reestructurar. Ha ofrecido tres bonos nuevos. La deuda en default abarca ocho legislaciones. Hay entre ochenta y un mil y cien mil millones de dólares sujetos a reestructuración, lo cual la convierte en la mayor deuda a reestructurar de la que haya noticias en el mundo. Lleva treinta y seis meses, o más, en default -no sé si a partir de hoy podemos considerar que no lo estamos. Establece una quita de por lo menos el 66 por ciento y tiene otras variables que tornan sumamente compleja y ardua la negociación argentina.
Quiero dejar públicamente aclarada mi posición y la del partido que represento. Nosotros deseamos éxito al ministro de Economía y al presidente Kirchner en estas circunstancias y, más allá de que debamos decir que el gobierno no ha negociado la deuda de la mejor manera también esperamos que, en la medida de lo posible y razonable, logre convencer a nuestros acreedores de que acepten una quita que en otro contexto nunca hubieran podido aceptar.
Hay otras consideraciones que es preciso hacer respecto de este proyecto de ley. Oportunamente, por medio de la ley 25.561 y de la prórroga de la ley 25.972, el Congreso de la Nación delegó, tal cual es la costumbre legislativa, el manejo de los asuntos concernientes a la deuda externa al Poder Ejecutivo.
En función de esa delegación el gobierno nacional elaboró la fallida oferta de Dubai, y luego la de Buenos Aires, que es la que hoy se encuentra en discusión, sin que el Parlamento haya tenido participación institucional en el mecanismo de oferta, diseño y lanzamiento de la oferta argentina.
Por lo tanto, no nos parece lógico que,si no hemos tenido participación en el proceso de reestructuración de la deuda externa, digamos ahora al gobierno "hasta acá llega, presidente, ya no puede hablar más del tema ni puede correrse del asunto."
Es necesario que el gobierno se haga responsable de los resultados de la reestructuración de la deuda externa; si sale bien seré uno de los primeros argentinos en aplaudir, pero si sale mal, uno de los primeros opositores leales en decir: "Señores, se han equivocado en demorar esta negociación tres años cuando quizás podríamos haber obtenido mejores condiciones de reestructuración allá por el año 2003, cuando todavía el mundo consideraba que la Argentina estaba en severas dificultades para honrar sus compromisos."
Esta es una cuestión prudencial, de opiniones, y repito que yo deseo el éxito a Lavagna y al presidente para terminar este tema porque, más allá de la mayor cantidad de puntos de descuento, de los diferentes tipos de bonos y de mi opinión profunda sobre el tratamiento de los derechos de propiedad correspondientes a los bonistas extranjeros, creo que el país debe salir del default.
Quiero hacer dos reflexiones sobre la oferta argentina: creo que la oferta es hostil, que no va a cosechar todo el éxito que debería y que los valores de aceptación estarán en niveles inferiores a los pronosticados por el ministro Lavagna.
Voy a recordar algunos conceptos vertidos por un célebre filósofo, Baruch de Spinoza, en un libro famoso llamado Etica demostrada según el orden geométrico por su proposición veintiséis, cuando decía: "Nos esforzamos en afirmar de una cosa que odiamos todo aquello que imaginamos la afecta de tristeza, y por contra, en negar aquello que imaginamos la afecta de alegría".
El gobierno, haciendo caso a Baruch de Spinoza, ha dicho y se ha convencido con soberbia de que el mundo tiene la obligación de aceptar nuestra propuesta y se enorgullece de infligir un daño que afecta a los ahorristas; basta ver la cara de Nicholas Stock y de los ahorristas italianos y alemanes. Este entendimiento demostrado según el orden geométrico va a producir reacciones sin misericordia hacia la oferta argentina.
Yo creo que a una propuesta hostil van a seguir respuestas hostiles. Ojalá que esté equivocado, porque deseo que la Argentina pague lo menos posible en un esquema de racionalidad, pero me parece que lo prudente hubiera sido quizás subir algunos puntos, bajar las tasas, cortar plazos y lograr una oferta y un acuerdo realista antes de que pasaran tres años del tema.
Agradezco la clase de docencia que nos ha dado el señor diputado Breard, pero le pido que en lo posible se abstenga de darlas porque no estoy de acuerdo con muchas de las cosas que ha dicho, como que la deuda externa -a pesar de que el proceso de reestructuración sea eficaz- va a quedar en el 75 o el 80 por ciento del PBI. En el año 1998 ascendía al 42 por ciento del PBI.
También quiero recordar al diputado preopinante que, así como el uno a uno pudo haber sido ficticio, también es ficticio el tres a uno, esquema macroeconómico que ha servido para licuar la deuda de grandes empresas nacionales y multinacionales radicadas en el país, para bajar sustancialmente los costos fijos del gobierno, que son salarios, y para pulverizar en más del 76 por ciento el salario de todos los argentinos.
También tengo que recordar que la convertibilidad que sostiene el señor diputado Breard fue tan ficticia, fue votada sin solución de continuidad, hasta incluso ungirlo presidente al doctor de la Rúa, quien que yo sepa es radical y ganó las elecciones diciendo "un peso - un dólar", en una gran acción mediática.
Por lo tanto, es muy fácil hacerse la Ludovica Squirru cuando los hechos han pasado y, llegado el momento, agitar las banderas de retorno al poder con tanta responsabilidad o irresponsabilidad como la de quienes sostuvieron el uno a uno durante tanto tiempo.
Sin ánimo de hacer pedagogía o teleología con este tema, quiero recordar a todos los presentes que la Argentina se endeudó no por maléficos designios del sionismo internacional; no por la conspiración de los pueblos del mundo con mala voluntad, que quisieron ver de rodillas a la Argentina; no por el afán imperialista de la Baring Brothers, ni por las profecías non sanctas del Fondo Monetario Internacional. Se endeudó porque desde hace mucho tiempo no puede solucionar el problema del déficit fiscal, que llevó al país a tomar deuda interna y externa para paliar las ineficiencias de sus sistemas gubernativos, sociales y empresariales.
Quiero decir, una vez más, que la Argentina no sólo necesita tener superávit fiscales basados en impuestos malos o distorsivos para pagar la deuda externa; también necesita crecer, lo que requiere ser confiable para atraer inversiones de los argentinos que tienen su plata en su casa o en el exterior y del mundo. Como se necesitan inversiones genuinas para crear fuentes de trabajo, se debe despertar confianza. Al paso que vamos en esta negociación no despertaremos confianza para la inversión en la Argentina.
Debemos aumentar la productividad para no pagar la deuda con hambre. No podemos mentirle a la gente: un dos por ciento más o menos para el pago de la deuda externa no significará más o menos hambre para los argentinos, pero sí serían baldones imperdonables para una Argentina que en los últimos veinte años sólo ha logrado crecer un uno por ciento anual, midiendo su producto bruto desestacionalizado.
Necesitamos inversiones y respetar la Constitución Nacional, que dice que la Argentina está abierta a todos los ciudadanos del mundo que quieran habitar su suelo. Podríamos parafrasear el texto y hablar de todos los ciudadanos que deseen "invertir" en su suelo.
No necesitamos editoriales como el de la revista "Forbes" que, seguramente sin haber leído a Spinoza, dice que después de haber sido rígido con los bonistas por más de tres años el gobierno argentino ahora hace una oferta que debería ser rechazada, pues pagará alrededor de 30 centavos por dólar.
En otras palabras, esta publicación -que podemos calificar de imperialista, pero mueve a los inversores a invertir o no en los distintos países- señala que la Argentina le muestra al resto del mundo su dedo medio.
Yo afirmo, aunque algunos no estén de acuerdo con mis palabras, que la Argentina debe ser global, pues necesita salir del default, para lo que seguramente no requiere que el Congreso le ate las manos al presidente. En realidad, al presidente debemos decirle que ha sido votado para, entre otras cosas, solucionar este problema con responsabilidad.
La Argentina debe ser global si quiere crecer. Nuestro país debe volver a integrarse al mundo si quiere dar de comer a su pueblo. La Argentina debe pensar que el mundo es un lugar lleno de oportunidades y no de enemigos, si quiere ser uno de los grandes países de la tierra.
Si queremos ver un 42 por ciento de índice de pobreza y un 23 de indigencia, sigamos así. Si queremos seguir con salarios asiáticos -pese a que la China no ha invertido ningún peso en nuestro país, aunque sí lo ha hecho en Chile, Brasil y Uruguay-, sigamos de esta forma.
Yo no quiero a esta Argentina. Por eso mi mayor deseo reside en que la Argentina triunfe en esta negociación, aunque tengo serias dudas sobre si esta oferta es la mejor dentro de un contexto de equilibrio que signifique una negociación exitosa.
Sólo rechazando este mensaje y proyecto de ley del Poder Ejecutivo el Congreso dará un paso para que el pueblo de la Nación considere una iniciativa tan imperturbable y constante como la caída de la manzana de Newton.
SR. PRESIDENTE(ARNOLD)
Tiene la palabra el señor diputado por Santa Fe, quien dispone de ocho minutos para compartir con el señor diputado Llano.
SR. NATALE, ALBERTO A. (SANTA FE):
Espero que la Presidencia tenga conmigo la tolerancia que tuvo con el señor diputado Breard.
SR. PRESIDENTE(ARNOLD)
La Presidencia aclara al señor diputado que el señor diputado Breard sólo habló dos minutos de más.
SR. NATALE, ALBERTO A. (SANTA FE):
Gracias, señor presidente.
Yo he hablado mucho del tema de la deuda en la Cámara, no para analizar la historia sino para prevenirlo que habría de ocurrir en el país con el creciente endeudamiento que estábamos teniendo. Se trataba ya no del stock de capital adeudado, sino básicamente del incremento de la tasa de interés.
En 1993, después del plan Brady, la Argentina pagaba una tasa de interés promedio del 3 por ciento de su deuda. En 2000 y 2001 pagamos casi el 11 por ciento de interés promedio; incluso llegamos a tomar algunos créditos al 14 y 16 por ciento, pero la tasa promedio era del 11 por ciento. La tasa de interés prácticamente se había cuadruplicado, y esto era una bola de nieve.
Allá por el año 1998 llegué a proponer en este recinto que se renegociara con el FMI una reprogramación ordenada del servicio de la deuda, porque ese era el único camino que teníamos para encauzar algo que inexorablemente habría de producirse. Fatalmente se produjo cuando se cerraron los mercados de capital y hubo negativa para renegociar la deuda.
Cuando el FMI, el Banco Mundial, el BID y el gobierno de España -más los bancos y AFJP locales- presionados por la situación armaron el famoso blindaje, propuse al presidente de la Nación un mecanismo distinto al que finalmente se adoptó; se trataba de destinar parte de esa disponibilidad de cuarenta mil millones de dólares para atender anualmente parte del servicio de la deuda. Así se habría podido refinanciar la deuda de capital sin llegar a la situación de proclamación del default que en este mismo recinto el 80 por ciento de los legisladores argentinos aplaudió sin advertir que se aplaudía la declaración de la quiebra de la Nación Argentina.
Después llegamos a la devaluación, que también el 80 por ciento de los legisladores del Congreso aprobó y muy pocos criticamos con acerbo, que nos llevó a los niveles de pobreza y de indigencia que hacía décadas no conocía la Argentina. Los espantosos niveles de pobreza e indigencia que tenemos son consecuencia directa e inmediata de la tremenda devaluación hecha a principios de 2002.
Ahora la situación se mantiene, porque artificialmente se sostiene un tipo de cambio alto para resolver los problemas de la Tesorería, que de otra forma tendría serios inconvenientes. Pero hay que advertir otra cosa. Todos deseamos que el canje resulte exitoso, porque somos conscientes de que en esto va la suerte de nuestro futuro como país. Sin embargo, también debemos tener conciencia de que se están generando nuevos endeudamientos que comienzan a tener una importante significación.
La nueva deuda, que eufemísticamente el gobierno llama "no voluntaria e inercial" -como si no hubiera sido voluntaria la decisión de devaluar y consiguientemente recurrir a todos los mecanismos que generaron la emisión de bodenes de muy dispares series-, según informaciones del propio Ministerio de Economía, ya está superando los 34.368 millones de dólares; y aún falta actualización de esta información respecto de la deuda generada entre el 31 de diciembre de 2001 y el 31 de diciembre de 2003. Habrá que ver la que corrió en 2004, que fue inferior pero que también la hubo. También debemos darnos cuenta de qué incidencia tiene la nueva deuda sobre el presupuesto nacional.
Así como en 1996 y 1997 yo advertía que debíamos tener cuidado con la deuda, ahora en el año 2005 lo repito, y espero que alguien me escuche: cuidado con la nueva deuda que estamos emitiendo. Esta nueva deuda, multiplicada por tres -en razón de la cotización-, asciende a cien mil millones de pesos, y ya está insumiendo más que el presupuesto de un año. Y en 2005 tenemos que afrontar vencimientos por bodenes con renta y amortización de capital, pero no hay previsión presupuestaria suficiente para atenderlos porque está la especulación de la Secretaría de Hacienda en renovar parte de la deuda, es decir, empezar nuevamente el circuito clásico de que pagamos un poco y otro tanto lo renovamos. Esta es la vieja historia de la República Argentina, de la cual estamos empezando a intentar salir en parte, pero no sabemos o no nos damos cuenta de que nuevamente estamos metiéndonos en un camino que ya transitamos.
Nos costó cincuenta años darnos cuenta de que la inflación era negativa; al final la erradicamos, aunque ahora lentamente estamos volviendo a ella. Nos costó muchos años darnos cuenta de que el déficit de las cuentas públicas era negativo, y ahora exhibimos los superávit con orgullo, aunque ocultamos que los sostenemos con impuestos que no son normales, porque las retenciones a las exportaciones y el impuesto al cheque representan nada más y nada menos que el 25 por ciento de la recaudación impositiva.
Ahora nos damos cuenta de que debemos tener superávit fiscal. Enhorabuena, pero debemos considerar también que estamos generando nuevo endeudamiento que nos puede hacer transitar por el mismo camino erróneo que recorrimos anteriormente.
Queremos que el gobierno tenga éxito. Sabemos que estos instrumentos no son necesarios; tenemos clara conciencia de que constituyen un elemento más en el juego de disputas del ministro de Economía y Producción. No votaremos por la afirmativa ni por la negativa el proyecto en consideración, pues nos abstendremos.
No votaremos por la afirmativa porque no podemos convalidar con nuestro voto la gestión del Poder Ejecutivo, que ha actuado según sus propios criterios, utilizando facultades propias, delegadas, etcétera, pero evidentemente marginando absolutamente al Parlamento.
No votaremos por la negativa porque no queremos que se piense que esto implica de algún modo restar deseos de éxito. Sin perjuicio de las posiciones enunciadas por los señores diputados Martini y Bossa, tenemos distintos criterios, pero en el fondo todos compartimos el deseo de que esto termine bien.
En rigor, no sé a ciencia cierta qué significa "terminar bien". ¿El éxito es que se logre la adhesión del 50 por ciento, como dice el ministro Lavagna? Me parece que se está curando en salud. ¿Que se consiga el 80 por ciento del canje, como se dice por otros lados? En mi opinión, es más aproximado. No existe una legislación universal de concursos como en el orden privado, de modo que el éxito dependerá de la apreciación subjetiva. Yo creo que el éxito estaría en lograr el ciento por ciento de adhesión, aunque no creo que ello ocurra. Ignoro cuál será el número definitivo, pero ojalá que sea la mayor cantidad posible.
Van a quedar pendientes muchas cosas, como los juicios que tenemos ante el CIADI. Entre paréntesis, ahora el ministro de Justicia descubrió la inconstitucionalidad o ilegalidad de los acuerdos con el CIADI. Más de cincuenta tratados internacionales fueron votados por unanimidad por el Congreso de la Nación sin discrepancias de naturaleza alguna. Yo hice una observación a uno de ellos, aunque después me insistieron y la retiré. Todos esos tratados fueron ratificados por el Congreso tras su paso por la Comisión de Relaciones Exteriores y Culto, que fue presidida por diputados del oficialismo y de la oposición sucesivamente. Fueron más de cincuenta convenios internacionales. La Argentina es el país que más convenios de garantía de inversión extranjera ha firmado en el mundo, y los convenios se suscriben para cumplirse. Aunque nosotros creamos que las leyes no se sancionan para cumplirse, en el mundo saben que se hacen para que se apliquen. Este es uno de los puntos débiles de este proyecto de ley, porque es una norma que está sancionando el Congreso de la Nación, y por desgracia los argentinos tenemos mala tradición en cuanto al respeto de las leyes. Los argentinos debemos darnos cuenta de esto último, porque ya lo saben y lo han entendido los extranjeros.
De este modo dejo expresada la posición de la representación demócrata progresista. Asimismo, los señores diputados Vanossi, de Compromiso para el Cambio, y Alchouron, de Acción por la República, me han solicitado que exprese que ellos también tienen la misma posición.
Ojalá que todo termine bien, señor presidente, pero ¡cuidado! que quizás estemos resolviendo lo mejor que se puede un problema pero empezando a transitar por el peligroso camino que ya antes hemos recorrido y que nos condujo a lo que hoy estamos padeciendo.
SR. PRESIDENTE(ARNOLD)
Tiene la palabra el señor diputado por Mendoza.
SR. LLANO, GABRIEL JOAQUIN (MENDOZA):
Señor presidente: en honor a la brevedad y al respeto de los tiempos parlamentarios, simplemente deseo dejar constancia de que el bloque del Partido Demócrata de Mendoza, de la misma manera que la democracia progresista y los partidos a los que el señor diputado Natale ha hecho alusión -y por las razones esgrimidas por dicho legislador- va a solicitar autorización para abstenerse de votar.
SR. PRESIDENTE(ARNOLD)
Tiene la palabra el señor diputado por San Luis.
SR. POGGI, CLAUDIO JAVIER (SAN LUIS):
Señor presidente: en la reunión conjunta llevada a cabo en el día de ayer entre las comisiones de Finanzas y de Presupuesto y Hacienda con motivo de la discusión de esta iniciativa, los bloques mayoritarios que la acompañaron -el oficialista y el de la Unión Cívica Radical- argumentaron, entre otras cosas, que este es un tema de Estado; que estamos en medio de un partido y que debemos seguir jugando, acompañando al gobierno en esta instancia y poniéndonos la camiseta de la Argentina.
También se dijo que esta norma constituye un engranaje más de la estrategia de negociación que está llevando adelante el gobierno nacional y que no es momento de discutir el tema de fondo de la deuda sino acotar el debate a los artículos de la norma y votarla afirmativamente. Asimismo, se señaló que la delegación de facultades al Poder Ejecutivo para que negocie la deuda son correctas.
Desde el interbloque Provincias Unidas tenemos otra visión respecto del tema, que vamos a plantear con mucha prudencia. Coincidimos con que es un tema de Estado; cómo no vamos a coincidir si así lo señalamos la última semana del año 2001 durante la presidencia del doctor Rodríguez Saá, y la inmensa mayoría del Congreso Nacional acompañó en Asamblea Legislativa los lineamientos acerca de cómo abordar este tema de la deuda pública.
A fin de refrescar la memoria de muchos colegas diputados que hoy están en el recinto y que el 23 de diciembre del año 2001 festejaban y se entusiasmaban con un claro sentido de defensa del interés nacional, de la soberanía política y de la independencia económica, respecto de la nueva manera de encarar el tema de la deuda, con el permiso de la Presidencia me permitiré leer una parte de la versión taquigráfica del discurso de asunción pronunciado por el entonces presidente Rodríguez Saá ante la Asamblea Legislativa, y que en definitiva va a ser el fundamento principal de la postura que vamos a asumir como interbloque ante esta norma.
Dicho discurso en la parte pertinente al tema de la deuda externa dice textualmente: "Deuda externa: no siento que sea justo definir a la llamada deuda externa argentina como el endeudamiento contraído por el Estado argentino frente a los acreedores extranjeros que merezca definir nuestra posición con la frase 'debemos honrar los compromisos asumidos'. Siento que las cosas no son así. No podemos obviar con crudeza que algunos dicen que la llamada deuda externa, al menos parcialmente, es el más grande negociado económico que haya vivido la historia argentina." La versión taquigráfica agrega: "(Aplausos prolongados en las bancas y en las galerías.)" El discurso continúa diciendo: "Este concepto se agrava porque su tratamiento siempre se ha realizado en escenarios reducidos, en oficinas a puertas cerradas, con decisores desconocidos y a espaldas del interés general." A continuación en la versión taquigráfica se indica: "(Aplausos.)"
Continúa el discurso: "Y, lo que es más grave, se ha priorizado el pago de la llamada deuda externa frente a la deuda que este país tiene con sus propios compatriotas." La versión taquigráfica indica: "(Aplausos prolongados en las bancas y en las galerías.)"
Sigue el discurso: "Quiero ser muy claro: la deuda externa argentina se ha venido pagando sin cumplirse con el requisito constitucional que dice que es atributo del Congreso arreglar el pago de la deuda interior y exterior de la Nación." La versión taquigráfica indica: "(Aplausos prolongados en las bancas y en las galerías.)".
Continúa el discurso: "Vamos a tomar el toro por las astas. Vamos a hablar de la deuda externa.
"En primer lugar anuncio que el Estado argentino suspenderá el pago de la deuda externa." La versión taquigráfica indica: "(Aplausos prolongados en las bancas y en las galerías. Manifestaciones en las galerías. Muchos señores legisladores se ponen de pie.)"
Continúa: "Esto no significa el repudio de la deuda externa. Esto no significa una actitud fundamentalista. Muy por el contrario, se trata del primer acto de gobierno que tiene carácter racional para darle al tema de la deuda externa el tratamiento correcto.
"Nuestro gobierno abre las puertas a este Congreso para tomar conocimiento de todos los expedientes y los actos administrativos que estén vinculados con la deuda externa argentina, incluido este período gubernamental.
"¡La transparencia se hace, no se proclama! Señores: los libros estarán abiertos para ustedes." La versión taquigráfica indica: "(Aplausos en las bancas y en las galerías.)"
Finalmente leemos: "Todos los dineros que estén previstos en el presupuesto para pagar la deuda externa, mientras los pagos se encuentren suspendidos, serán utilizados, sin dudar y sin excepción, en los planes de creación de fuentes de trabajo y el progreso social. (Aplausos en las bancas y en las galerías.)"
Ese es el discurso sobre el cual fundamentamos nuestra postura en esta oportunidad. Y a quienes siguen repitiendo el versito de que en ese momento allí se creó la figura del default quiero decirles que es totalmente falso. Eso no es cierto y lo sabemos. A lo sumo, se sinceró la situación, porque en los hechos el default ya existía. ¿Acaso no recordamos el momento histórico que vivíamos en diciembre de 2001? Los ingresos fiscales estaban por el piso, tanto en la Nación como en las provincias había cuasimonedas -Lecor, Lecop, Patacones, etcétera-, el gasto público era creciente ante las necesidades básicas y había déficit fiscal. Lo que sí se hizo por primera vez con respecto a la deuda fue dejar de mirar para el otro lado e incluir ese punto como tema de política de Estado y proponer al Parlamento una forma de abordarla.
En consecuencia, nuestro interbloque quiere ser coherente con esa forma que se proponía de abordar el problema de la deuda, que es muy diferente a como se encaró a partir de 2002. De cualquier manera, nuestro interbloque ha decidido no obstaculizar el tratamiento de este proyecto de ley, siguiendo un criterio de prudencia, aunque quiere remarcar su visión del tema, que es diferente al que se siguió, por lo que va a abstenerse en la votación. (Aplausos.)
SR. PRESIDENTE(ARNOLD)
Tiene la palabra el señor diputado por Buenos Aires, quien comparte su tiempo con los señores diputados Juan Carlos Godoy y Macaluse.
SR. PEREZ, ADRIAN (BUENOS AIRES):
Señor presidente: verdaderamente está muy claro que de acuerdo con el mandato constitucional quien tiene la competencia de arreglar la deuda externa es el Congreso de la Nación.
Nosotros venimos bregando y sosteniendo desde hace mucho tiempo la necesidad de que sea este Parlamento el ámbito donde se discuta cuál es la deuda que se debe reconocer como legítima y a partir de allí cuál es la reestructuración que se debe llevar a cabo tanto con los acreedores privados como con los organismos multilaterales de crédito.
Esa fue siempre nuestra postura y nuestra solicitud, y la verdad es que el oficialismo eligió otro camino, si bien con las mayorías necesarias en el Congreso, que fue el de la delegación de la reestructuración de ladeuda en el Poder Ejecutivo nacional. Lo hizo obviando, insisto, el mandato constitucional, pero además el mandato natural de representación ciudadana y del debate público.
Se ha dicho en estos días que ante la magnitud y complejidad de la deuda externa es muy difícil que un órgano colegiado pueda renegociarla. Lo que resulta claro es que nunca podría haberse obviado que el Parlamento debía establecer los criterios y pautas respecto de cómo debía reestructurarse esa deuda.
La delegación de facultades a que se ha hecho referencia, contenida tanto en los presupuestos anteriores como en la ley de administración financiera, es amplísima. El miembro informante de la mayoría señaló que el Parlamento había establecido pautas muy claras. Sin embargo, lo único que no hace esa delegación es establecer pautas. Solamente señala que se debe renegociar buscando una quita en montos, intereses o plazos. Esta es la única pauta cierta de renegociación que se fija, pero la verdad es que no hay criterios concretos sobre cómo debía llevarse adelante esa renegociación, violando el artículo 76 de la Constitución Nacional.
De manera tal que se ha obviado el camino institucional y el debate parlamentario, y ahora se pretende que este Parlamento convalide la decisión absolutamente unilateral que ha tomado el Poder Ejecutivo.
Por otra parte, quiero señalar que esta no es la primera vez que se actúa de esta forma. En realidad, este es el rol que el oficialismo ha decidido que tenga el Parlamento, que claramente se ha convertido en un apéndice del Poder Ejecutivo, desempeñando una función absolutamente subalterna a aquel. Fíjense que hoy estamos tratando el tema de la deuda y el miembro informante expresó que cada vez venía con una carpeta más chica al recinto. Esto es cierto: el Parlamento ha pasado a ser la "carpeta chica" del Poder Ejecutivo.
Cuando analizamos lo que ocurrió durante el año 2004 nos encontramos con que las leyes más trascendentes solamente tenían delegación u otorgamiento de superpoderes al Poder Ejecutivo. El resto de las normas más importantes que sancionó este Parlamento, lamentablemente, no correspondió a iniciativas de legisladores sino que fueron convalidaciones de iniciativas del Poder Ejecutivo que se aprobaron sin ningún tipo de debate o sin modificación alguna a pesar del debate parlamentario.
Por lo tanto, para ser coherentes no vamos a convalidar una mecánica que lo único que hace -reitero- es convertir al Parlamento en un apéndice con la contracara de un Poder Ejecutivo omnipresente para la toma de las decisiones públicas.
Realmente, nos habría gustado que se diera un debate sobre el tema de la deuda, porque hay muchas cosas para decir. En primer lugar, creemos que es desacertado considerar válida la totalidad de la deuda de los organismos multilaterales de crédito; este otorgamiento de la condición de acreedor privilegiado a quienes en la retórica el mismo presidente de la Nación sindica como responsables de la hecatombe económica, financiera y social que sufre la Argentina.
De hecho, varias veces en sus discursos ha remarcado que han sido las directivas de esos organismos -ciertamente convalidadas por gobiernos nacionales- las que produjeron el grave deterioro nacional. Incluso, señaló algunas de esas medidas, como los ajustes permanentes aun en contexto de recesión, la privatización del sistema previsional y la apertura comercial externa indiscriminada que generó una situación de extrema vulnerabilidad y destrucción de buena parte del aparato productivo. Es decir que mientras que en la retórica se los sindica como responsables, en los hechos concretos se les otorga el premio de calificarlos como acreedores privilegiadosreconociéndoles el ciento por ciento de la deuda. Esos organismos, por otra parte, han seguido condicionando el accionar de este gobierno.
¿Acaso no fue un condicionamiento del Fondo Monetario Internacional la ley de responsabilidad fiscal? ¿Acaso no fue un condicionamiento del FMI el superávit fiscal que este Parlamento aprobó en el año 2004 de tres puntos del PBI, un superávit altísimo, que se amplió aún más con la subestimación de recursos que el Poder Ejecutivo realizaba?
¿Qué fue si no un condicionamiento del FMI el superávit fiscal de cuatro puntos del PBI que aprobó este Parlamento, es cierto, con la oposición de algunos sectores minoritarios, para el presupuesto de 2005?
Cabe decir además, como bien se señaló aquí, que hubo un desembolso cercano a los diez mil millones de dólares desde el default hasta ahora para el pago de intereses y para la cancelación neta de deuda de estos organismos multilaterales de crédito.
Por lo tanto, resulta absolutamente incomprensible y además contradictorio el discurso del presidente de la Nación con la acción concreta en esta renegociación de la deuda pública.
Nos hubiese gustado también que discutiéramos estos temas, porque nosotros venimos sosteniendo la necesidad de que la reestructuración cuente con un período de gracia para atender primariamente la emergencia social y productiva, para mejorar fuertemente la situación fiscal y recomponer el tema de la reserva; a partir de ahí, de ese período de gracia y con la deuda reestructurada, se comenzarían a producir las cancelaciones de esa nueva deuda.
Asimismo, sosteníamos la necesidad de que en el marco de la negociación con los países centrales se estableciera una cláusula de reciprocidad tributaria que permitiera el efectivo cobro de un impuesto especial a los capitales argentinos en el extranjero, que representan más de ciento veinte mil millones de dólares.
Hemos participado en algunas sesiones en minoría, convocadas por el señor diputado Mario Cafiero y otros señores diputados a quienes hemos acompañado, donde se planteó la imperiosa necesidad que tenía este Parlamento de efectuar una revisión integral de la deuda para determinar qué parte de ella era legítima y qué parte ilegítima u odiosa, tal como incluso se había manifestado primariamente en la causa llevada adelante por el juez Ballestero.
Además, debían tenerse en cuenta los antecedentes que se han dado en este Parlamento respecto de la calificación de la deuda odiosa efectuada por el gobierno de Estados Unidos en cuanto a deudas contraídas por otros países conducidos por gobiernos dictatoriales.
Así sucedió con la deuda cubana de 1898, la de Costa Rica de 1917 y, más recientemente, con la deuda contraída por el gobierno de Irak.
De la misma forma, parecía imprescindible realizar un análisis de las últimas operaciones relacionadas con la deuda, como fueron el megacanje, que fue cuestionado judicialmente, con excesiva ganancia para los intermediarios y con actos sospechados de corrupción.
Debía efectuarse un análisis de la enorme licuación de pasivos de las grandes corporaciones producida durante el gobierno del doctor Duhalde. En realidad, nos parecía que todas estas cuestiones debían encontrar su ámbito natural de análisis en este Congreso. Aquí debían discutirse estas cuestiones; sin embargo, fue el oficialismo el que eligió otro camino. Fue el oficialismo el que eligió unilateralmente que fuera el Poder Ejecutivo el que definiera cómo y qué parte de la deuda se iba a reestructurar.
Ahora vienen a pedirnos una convalidación de una negociación respecto de la que nos hallamos, no por voluntad propia sino por decisión del oficialismo, absolutamente ausentes.
Quiero decir que a pesar de todas estas diferencias con respecto al camino institucional que se ha tomado y a cuestiones de fondo sobre cómo se ha reestructurado la deuda por parte de este gobierno, en todo este tiempo hemos asumido una posición pública absolutamente responsable para no perjudicar los intereses de la Nación, sobre todo en vista de que en los últimos tiempos afloraron fuertemente las presiones de los fondos buitres, de los consultores internacionales y nacionales -que volvían a expresarse y a conspirar para el fracaso de esta reestructuración- y de los mismos organismos multilaterales, que a pesar -insisto- de su condición de acreedores privilegiados presionaron durante todo este tiempo para que hubiera un mejoramiento de la oferta de los acreedores privados.
Teniendo en cuenta esta situación hemos sido absolutamente prudentes, y es en esa prudencia y con una actitud responsable que hoy optamos por abstenernos de votar este proyecto enviado por el Poder Ejecutivo.
SR. PRESIDENTE(ARNOLD)
Tiene la palabra el señor diputado por Entre Ríos.
SR. GODOY, JUAN CARLOS LUCIO (ENTRE RIOS):
Señor presidente: este fin de semana fue desencadenante para venir a este debate con la intención de dar una opinión, porque durante esos días pasaron algunas cosas singulares. Por suerte, en una brillante exposición el señor diputado Damiani dejó en claro algunos aspectos necesarios en defensa de la Comisión de Legislación Penal. Quizás esos errores -hablando con mucha generosidad- que se produjeron por parte de un diario nos hicieron ver también lo importante que es que en el recinto se produzcan debates que esclarezcan al ciudadano, como decía el señor diputado.
En definitiva, creo que la cuestión más trascendente que nosotros cada tanto tenemos que repasar es que vivimos en una República, que somos republicanos y que la esencia de la República es la división de los poderes. Precisamente, no se puede confundir a un gobernante con un soberano. El soberano es el pueblo, al que tenemos que rendir cuentas permanentemente, y si hay algo que se debe hacer para que realmente existan soberanía y República es cumplir a rajatabla con la Constitución Nacional. Creo que cualquier incumplimiento de esta última es el facto, y ni qué hablar de la experiencia que la Argentina tiene en ese sentido.
Entonces, por responsabilidad institucional y por formación profesional en ciencias económicas es que uno se ve compelido realmente a decir algo pero que tenga fundamento y que esté basado no sólo en la historia -como se decía hace un momento- sino, fundamentalmente, mirando hacia delante.
Si hubiese habido elecciones en segunda vuelta, yo hubiera votado por Kirchner, porque desde mi punto de vista era la opción más clara. Digo esto para que se entienda que uno está aquí -y debemos estar todos en la misma situación- cumpliendo el rol de diputado nacional por sobre todas las cosas, y recién después ubicarse como opositor o como oficialista. Y más aún: antes que nada somos ciudadanos argentinos.
De manera que no creo que alguien que esté en este ambiente esté boicoteando un proceso ni el bienestar de los argentinos. No coincido con lo expresado por el señor diputado Breard cuando hablaba de titulares y suplentes. Acá somos todos titulares con diferentes ideas. Podemos tener diferencias, y las tenemos que manifestar en el debate. También las podemos manifestar en la votación, pero lo más importante es manifestarlas en el debate. Sobre esa base es que uno se pone a analizar el futuro, y con todo respeto voy a decir algo que constituye una necesidad para mí. Se trata de sacar la verdad que uno siente adentro.
El peronismo es sin dudas el partido cuantitativamente más importante de la Argentina e incluso en la última elección quedó demostrado con sus distintos candidatos cuál era el porcentaje que sumó. Pero a veces, como no soy peronista, no alcanzo a entender exactamente lo que sucede, y por eso es necesario explicar nuestro pensamiento a propios y extraños.
Hay casos en que, para mayor prudencia, es mejor recurrir al pensamiento de la gente del propio partido para ver el futuro, para ver cómo seguimos trabajando en este ámbito y cómo acompañamos al gobierno.
El sábado pasado, en una entrevista que le hicieron al filósofo del peronismo Silvio Maresca, le preguntaron qué opinaba sobre el presidente Kirchner y su gobierno. Contestó lo siguiente: "Es un gobierno que no tiene un proyecto, que va a los tumbos, que no tiene visión estratégica. La propensión de volver a los 70 que tiene gran parte de este gobierno me parece nefasta, y su política cultural y educativa es un desastre. No hay un respeto por la división de los poderes y la renuncia del Poder Legislativo a sus derechos es escandalosa".
Silvio Maresca fue funcionario del doctor Duhalde durante su gestión, a partir del año 2002. Pero es necesario -por eso hablaba del debate- decir esa verdad que uno tiene adentro y acudir a estas herramientas para poder seguir esclareciendo al soberano, como dijo el señor diputado Damiani, porque precisamente mi problema -lo tengo desde que conocí la propuesta de Dubai- es que la propuesta no iba a ser cumplible, que iba a ser imposible llevarla a cabo.
Entonces, uno se ha dedicado a seguir paso a paso cada uno de esos acontecimientos para ver hasta dónde vamos.
Le decía ayer al presidente de esta Cámara que ésta es la primera vez que no me gusta la actuación del doctor Lavagna, porque vi por televisión la conferencia de prensa del miércoles pasado, donde dijo que el Congreso, que es el encargado de tratar la deuda pública interna y externa, era el que tenía que considerar este tema.
Esto me pareció una deshonestidad intelectual: ¿quién más que Lavagna sabe que este Congreso debía tratar todo este asunto y no un apéndice? Esto que estamos analizando es como la última parte de un libro, donde hay algunas anotaciones.
Más que una estrategia, diría que esta es una jugarreta, y eso me duele porque respeto al presidente de la República, deseo el bien de mi país como ciudadano y como diputado de la Nación, y también respeto al ministro de Economía pero, lamentablemente, nos lleva a una situación donde hay que decir lo que pensamos.
Además, hay otra cosa que me preocupó haber escuchado en el Senado y también aquí. Se habla de no atar las manos del presidente. ¿Cómo? Si encuentro que hombres de su mismo palo tienen dudas del rumbo, ¿se puede decir desde el Congreso de la Nación, donde juramos por la Constitución Nacional, que no vamos a tratar de poner nuestras condiciones nada menos que en el tema de la deuda externa, el de su artículo 75? ¿Qué república es ésta,entonces?
Nosotros necesitamos, como órgano, como institución de la República, debatir y fijar posiciones, porque esto no es un almacén de ramos generales; es mucho más que eso. Hay una sociedad a la que hay que gobernar y por eso hay que hacer todos los debates necesarios entre los representantes del pueblo, que no somos soberanos porque la soberanía radica allí.
También me preocupó algo que dijo el vicepresidente de la República; en verdad me preocupa siempre lo que dice, pero esto me preocupó más. En Estados Unidos, después de haberse entrevistado con el vicepresidente Cheney, dijo que sabía que las cosas iban a andar muy bien -lo cual deseo-, porque todo este tema se estaba manejando con muy buenos profesionales. ¿Cuándo no hubo buenos profesionales en el medio de la discusión de un tema de esta naturaleza? Más vale que son buenos profesionales, lo que no sé es si son buenos para el país. Más vale que la discusión de los temas financieros en el mundo tiene mucho expertismo.
En esto sí voy a coincidir con el señor diputado Breard, y me alegra que haya leído el mismo libro que yo, el de Jacques Sapir, Economistas contra la Democracia. Precisamente, estos personajes del tecnicismo económico manejan a la perfección el mundo de las finanzas en cualquier lugar del planeta, pero defendiendo los intereses de las elites gobernantes y del mundo financiero, no de los pueblos de los países; ni les interesan esos pueblos; les interesa que a ellos les cierren los números.
Por eso es que uno viene con preocupación a manifestar que no queremos perder soberanía, que uno tiene el dolor de no estar tratando toda la deuda externa, y que -con todo respeto, señor diputado Díaz Bancalari- el oficialismo tiene por delante una tarea muy grande con el control de la deuda. Esto lo digo porque en el Congreso no se podrá hacer debido a todos los pasos que siguen.
Aquí tengo la propuesta de Dubai. La tengo impresa desde el día en que se publicó en la página del Ministerio en Internet; el jefe de Gabinete de Ministros nos recomendó que la leyéramos para conocer el tema de la deuda.
En las páginas 32 y 34 hay dos cuestiones cruciales. En la 32 se dice "¿En qué consiste el manejo de la deuda externa?" En lo que hace a los organismos internacionales, en una renovación de los vencimientos del ciento por ciento con dichos organismos, para el período 2004-2013. No se cumplió; se ha pagado como nunca al Fondo Monetario Internacional.
Y cuando vamos a la reducción de la deuda, dice en la página 34 -Lavagna no estuvo, fue Nielsen el que la explicó- que el menú de opciones hará la reducción del 75 por ciento. Pero hoy no es así. No se cumple, pero lo que yo quiero remarcar...
SR. PRESIDENTE(ARNOLD)
Le está dejando muy poco tiempo al señor diputado Macalusse, señor diputado.
SR. GODOY, JUAN CARLOS LUCIO (ENTRE RIOS):
Ya termino, señor presidente. Le pido su generosidad en un tema que es muy importante para el país. Quiero mencionar dos párrafos del presidente Kirchner. El 11 de diciembre de 2004, después de entrevistarse con Köhler, dijo: "El viernes mi diálogo con Köhler fue cordial pero muy firme en el sentido de que somos inflexibles y no vamos a revisar la propuesta de la deuda externa".
Y el 1° de marzo de 2004 en este recinto, en la Asamblea Legislativa, dijo el presidente: "La propuesta a los acreedores explicitada en Dubai parte de la más absoluta racionalidad y se cimenta...", y fue justificándola.
En otro párrafo, en la página cuatro dice: "Queda claro que no existe margen para recurrir a ajustes ni al incremento del endeudamiento; no pagaremos deuda a costa del hambre y la exclusión de millones de argentinos."
Yo digo que esto es un sofisma. El sofista es alguien que tiene el ingenio para demostrar que lo falso es verdadero. Yo quiero que sepamos todo acá adentro. Yo no vengo a boicotear, a estar en contra; en todo caso vengo a defender a este gobierno, pero necesito que sepamos lo que está sucediendo, y que el periodismo no se equivoque como el domingo pasado, porque no hubo discusión en el recinto y porque nadie lo dijo.
Yo no quiero quedar enganchado en una nota, como me pasó precisamente los otros días. Solamente quiero decir dos cosas más. Este es un tema delicado, por lo quesolicito que se me interprete bien, aunque no sé si decir correctamente, porque ello es subjetivo.
He escuchado con atención al señor diputado Poggi, y coincido en gran parte con lo que dijo. No quiero hacer anacronismos en el análisis, pero en verdad la Argentina de hoy no se puede medir exactamente como la Argentina del año 2001.
Por eso no me gustó cuando el presidente dijo el otro día que esta no es la Argentina del default, de la convertibilidad y de la devaluación. Me pregunto con qué se pagó al Fondo Monetario Internacional. ¿De dónde salen los recursos para comprar esas reservas que hace que el presidente y el ministro se frieguen las manos? Surgen del default, la devaluación y las retenciones, y ninguna de estas tres cosas las concretó el gobierno de Kirchner.
Es cierto lo que se dijo sobre el default. La devaluación no se mencionó, pero otorgó al presupuesto argentino una situación saludable, que junto con las retenciones permitieron hacer todo lo que se hizo.
Yo, que no pertenezco al peronismo, señalo que esa es la causa por la cual hoy tenemos reservas de este nivel. Por eso me pareció un blooper lo de China. Realmente, no estoy de acuerdo con que se pretenda pagar la deuda en forma anticipada. Yo pretendo la quita y la espera para todos, sin privilegios.
Desde hace muchísimos años, cuando daba clases en la facultad, vengo pensando que no es sólo el problema de la deuda lo que detiene a un país, sino la falta de una estrategia para el desarrollo.
Aquí deberíamos discutir la deuda como una parte del problema. Este año los Estados Unidos tienen un déficit de cuatrocientos mil millones de dólares, y otros países también presentan endeudamientos.
El asunto es que el pueblo argentino y su dirigencia tengan una unidad de criterio, una estrategia para el desarrollo y la continuidad de aplicarla en el tiempo. De lo contrario, no tenemos destino como país.
SR. PRESIDENTE(ARNOLD)
Tiene la palabra el señor diputado por Buenos Aires.
SR. MACALUSE, EDUARDO GABRIEL (BUENOS AIRES):
Señor presidente: esta iniciativa se va a votar bajo el supuesto de que si el Congreso establece la imposibilidad de que el gobierno cambie la propuesta elevada a los bonistas, los tenedores de títulos saldrán corriendo a adherir a la reestructuración en virtud de creer que la ley se va a cumplir.
Creo que esta norma va a tener algunos problemas para alcanzar ese objetivo. En primer lugar, el artículo 75 de la Constitución Nacional es claro y taxativo: el Congreso debe arreglar la deuda interior y exterior del país.
Ello implica revisar hacia atrás el origen y legitimidad de la deuda para saber qué proporción de ella se debería pagar. En segundo lugar, está implícito el control de las negociaciones hacia el futuro, a fin de que sea el Congreso, y no los organismos financieros internacionales, los que monitoreen la forma en que se negocia la deuda.
A pesar de que la Constitución es absolutamente clara, esto no se hizo. Ello no sólo lo señala la Carta Magna, sino que lo plantea el juez Ballestero en un fallo que es consecuencia de la investigación de años de Alejandro Olmos. Allí se muestra taxativamente la suma de irregularidades que originaron la deuda externa, de la cual debieron hacerse cargo gobiernos constitucionales, los que lamentablemente la convalidaron y consintieron.
Lo dicen proyectos de ley de numerosos diputados -algunos del oficialismo-, que concuerdan con propuestas que hemos hecho nosotros, en el sentido de revisar la deuda externa antes de continuar con las negociaciones parasaber qué porción es legítima, para pagarla, y qué parte es ilegítima, para no pagarla. Muchísimos diputados así lo hemos planteado en distintas sesiones especiales.
Hoy, venimos a debatir pero no en torno del tema de fondo; venimos a discutir una jugarreta que el gobierno intenta hacer respecto de los acreedores, pensando que estos van a creer en ella. Formulo la siguiente pregunta: si no se respeta lo que explícitamente dice la Constitución, ¿qué acreedor será tan imbécil de creer que nosotros vamos a cumplir con una ley? Esta es la pregunta que es necesario responder para saber si tiene sentido venir acá con el fin de votar esta ley. ¿Surtirá efecto sobre los acreedores o se trata de una movida "para la gilada" -que aparecerá en los titulares de los diarios-, para que se crea que el presidente está luchando contra los acreedores privados cuando en realidad está negociando y haciendo otras cosas?
Cuando preguntaron a Domenico Siniscalco, ministro de economía de Italia, qué efectos podría tener esta ley sobre las acreencias de los italianos, contestó con un implacable grado de austeridad y sorna. Dijo que no le preocupaba, porque toda ley se modifica con otra ley. Creo que lo dijo de esa forma en razón de que la cortesía diplomática le impedía decir que toda ley puede ser modificada con un decreto de necesidad y urgencia, pues tanto los acreedores como el ministro italiano saben que el presidente de nuestra Nación es proclive a ese instrumento. Pero a pesar de la cortesía que tuvo queda claro y denuncia el carácter infantil de la medida que aquí se va a tomar.
Si el Poder Ejecutivo asumió esta renegociación y el presidente dijo que no habrá una nueva propuesta ni se moverá de la adoptada, ¿por qué ahora necesita que su palabra sea reforzada por el Congreso? Necesita que su palabra sea reforzada por el Congreso porque con anterioridad respecto de la deuda externa formuló promesas que luego no cumplió. Por eso, al decir en esta negociación "me planto y no me muevo" no es creíble para los acreedores con quienes supuestamente confronta.
Cuando asumió, el presidente comenzó diciendo en la Asamblea Legislativa que la deuda externa era impagable. Después mandó a su ministro a Dubai, donde dijo que iba a haber una quita del 75 por ciento. Más tarde, su jefe de Gabinete vino a decir acá que eso era piso y techo, y que de ahí no habrían de moverse. Sin embargo, luego se movieron y generaron la propuesta que actualmente se está considerando.
En el mes de febrero del año pasado el presidente de la Nación también dijo que no iba a pagar al FMI la deuda que vencía en marzo, pero finalmente pagó. El presidente necesita que el Congreso refrende a los fines de reforzar la negociación porque su palabra no tiene suficiente respaldo y está devaluada también para los acreedores, que son mucho menos inadvertidos que gran parte de los ciudadanos argentinos.
¿Por qué el Congreso tiene que actuar como taparrabos de los recules y las bravuconadas del presidente de la Nación? ¿Por qué el Parlamento no asume la responsabilidad histórica de cumplir con lo que establece el artículo 75 de la Constitución, al que constantemente se está esquivando el bulto?
Por otro lado, ¿el Congreso tiene respaldo suficiente para avalar la palabra presidencial? Acá no sólo se devaluó la moneda sino también la palabra de la política y el valor simbólico, político y jurídico de las leyes. Y se los devaluó precisamente votando leyes como ésta, que debilitan a la institución; pero también se corre elriesgo de que se debilite la negociación que la Argentina está llevando a cabo con los acreedores cantando envido con veinte. Los acreedores conocen la situación de nuestro país mejor que nadie porque la monitorean de modo permanente.
¿Acaso este Congreso no ha sancionado leyes de las cuales se desdijo pocos meses después? Por ejemplo, se sancionó la ley de responsabilidad fiscal y dos meses después el gobierno remitió un presupuesto diciendo que no la iba a cumplir, cuando dos meses antes sostenía que el país se caía a pedazos si esa ley no se sancionaba.
Cabe recordar también que se sancionó la ley de intangibilidad de los depósitos, sabiendo que un mes después se iba a imponer un corralito que impediría a millones de argentinos tomar sus propios depósitos.
Con este tipo de medidas se está disminuyendo el valor intrínseco que tienen las instituciones y eso no genera fortaleza en las negociaciones sino debilidades, porque no hay credibilidad interna.
Nosotros no estamos de acuerdo con la estrategia que asumió el gobierno en la deuda externa porque parte de la premisa de que si se tomaba como acreedores privilegiados a los organismos financieros internacionales, estos no iban a intervenir en la negociación con los acreedores privados. Esto implica suponer que los intereses de los organismos financieros internacionales y los de los grandes bancos no son los mismos, y este es un tremendo error, en el caso de que lo haya sido.
Esa estrategia importó no tratar en el Congreso iniciativas sobre el origen y legitimidad de la deuda, no investigarla. Se denunció en todos los foros al Fondo Monetario Internacional pero se lo asumió como acreedor privilegiado. Tanto es así que de nuestros últimos gobiernos este ha sido el que más ha pagado a los organismos crediticios. A pesar de ello, el FMI no hizo los reembolsos a los que estaba comprometido, presionó sobre la deuda privada y sigue haciéndolo, aunque además ahora pide reformas estructurales de segunda y tercera generación. Esto significa que la premisa de la que partía el gobierno no se dio en esta negociación, sin contar por otra parte que en el medio de ella se convalidaron desmanejos y exacciones, como por ejemplo los de la AFJP contra los intereses de sus aportantes.
Cada reestructuración sin revisión de la legitimidad y el origen de la deuda implica consentimiento y convalidación de una de las mayores estafas económicas y políticas que se han realizado en nuestro país en contra de los intereses del conjunto de la población.
Solicitamos que la votación sea nominal. No convalidaremos con nuestro voto la estrategia del gobierno ni el uso de las instituciones ni el escamoteo de la discusión del origen de la deuda. En este punto solicito la inserción en el Diario de Sesiones de una síntesis de los fundamentos que Alejandro Olmos plantea en su trabajo sobre la deuda externa.
Tampoco queremos ser instrumentos involuntarios de las presiones que generarán los acreedores internacionales, a los que no les asiste ningún derecho, porque si compraron los bonos argentinos, con las tasas enormes que tenían, era precisamente porque asumían el riesgo en la "timba" de la compra. Por eso, no votaremos por la negativa y nos abstendremos: no queremos que Argentina termine pagando más de lo que ya excesivamente va a pagar.
Nuestra posición es prudente, pero no quisiera finalizar mi exposición sin hacer alusión a una pregunta que un acreedor alemán le hizo a Alejandro Olmos cuando fue al Congreso de Alemania a defender el planteo de legitimidad de la deuda. Este acreedor le pregunta: "¿Ustedestá en condiciones de asegurar que esta deuda es ilegítima?" Cuando Alejandro Olmos le dice que sí, el acreedor le contesta: "Entonces, ¿por qué la están pagando?" Esta respuesta la conoce cualquier ciudadano argentino de a pie; sin embargo, el Congreso todavía no ha asumido la voluntad política de brindarla para la historia, el presente y el futuro de nuestro país.
La deuda externa es ilegal, ilegítima, fraudulenta e impagable. Ha llegado la hora y el momento de que el Congreso asuma la responsabilidad, previa a cualquier negociación, de dirimir cuáles son los aspectos legítimos y cuáles no de la deuda externa.
SR. PRESIDENTE(ARNOLD)
Tiene la palabra el señor diputado por la Capital.
SR. POLINO, HECTOR TEODORO (CAP FEDERAL):
Señor presidente: estamos discutiendo un proyecto de canje de la deuda sin haber debatido previamente el origen de dicha deuda; su legitimidad o ilegitimidad, su evolución en el transcurso del tiempo y su monto real actual.
Sería interesante tener hoy una radiografía de la evolución de la deuda, desde Martínez de Hoz hasta la actualidad, pasando por el megacanje, el plan Brady, el blindaje, etcétera.
También hubiera sido útil haber tenido en cuenta la ley 23.854 del año 1990, que fuera aprobada por este Congreso y que rechazó la cuenta de inversión de los años 1976, 1977, 1978, 1979, 1980, 1981, 1982 y 1983. Sin duda, ello constituye un antecedente explícito valioso e indiscutible a la hora de establecer si actos posteriores de gobiernos democráticos han reconocido o no la legitimidad de la deuda contraída durante el período de la dictadura militar. Este es un tema central que nadie ha tenido en cuenta: ni este Congreso ni el Poder Ejecutivo nacional. No olvidemos que se trata de una ley que está vigente y que fue sancionada por este Congreso.
Otro antecedente valioso es el señalado recurrentemente aquí: el fallo del juez Ballestero en el juicio entablado por el doctor Alejandro Olmos y que después de dieciocho años le encomienda a este Congreso la investigación de la deuda.
Cabe señalar que de manera reiterada, a través de distintos gobiernos, el Parlamento se negó a constituir la Comisión Bicameral Investigadora sobre el Origen de la Deuda Externa. Todos, opositores y oficialistas, tenemos hoy la sospecha y la convicción de que buena parte de la deuda pública es ilegítima. Sin embargo, no se la cuestiona en el momento de las negociaciones.
La crisis de la deuda pública argentina es un tema por demás complejo; es un tema central que tiene hoy el país, por lo que resulta necesario, en primer término, determinar las partes que han tenido responsabilidades en dicho asunto.
A manera de aproximación permítanme decir que
yo considero que en esta materia de la deuda tienen responsabilidad el Estado argentino, los sucesivos gobiernos argentinos, los bancos prestamistas privados, los bancos extranjeros, las agencias cotizadoras de riesgo, el Fondo Monetario Internacional, el Banco Mundial y el BID.
¡Fíjense hasta dónde llegamos! El 30 de diciembre de 2004 se dicta la resolución ministerial 768 y el gobierno argentino paga un crédito que contrajo Aguas Argentinas con el Banco Interamericano de Desarrollo. ¡Fíjense en qué contradicción estamos incurriendo! Por un lado vamos a París y amenazamos al presidente Chirac con que hasta podríamos llegar a rescindir el contrato a Aguas Argentinas por los grandes incumplimientos, y el ministro de Economía casi aparece amonestado cuando dijo que se le iba a otorgar un incremento en las tarifas del 16 por ciento. Resulta que casi simultáneamente el jefe de Gabinete de Ministros y el ministro de Economía firman esa resolución ministerial por la cual se sacan treinta y dos millones de dólares del Tesoro nacional para pagar una deuda que no es de la Nación Argentina sino de Aguas Argentinas, empresa a la que ya debimos rescindir el contrato hace tiempo.
Veamos por qué digo que teníamos que haber determinado cuáles son todas las partes involucradas en este problema. No sólo la Nación Argentina tiene la responsabilidad en el origen de la deuda pública argentina sino que la tienen todos los actores que acabo de señalar. Entonces, si somos varios los partícipes en este asunto, ¿por qué sólo el Estado argentino tiene que asumir la responsabilidad, y ahora también parte de los bonistas privados? ¿Por qué se les paga puntualmente el ciento por ciento de sus acreencias al Fondo Monetario Internacional, al BID y al Banco Mundial, que también tienen corresponsabilidad?
En la sección Cultura del diario "La Nación" del 20 de octubre de 2004 se publicó una entrevista a Ferruccio de Bortoli, ex director del diario "Corriere della Sera", de Italia. Allí reconoce que la culpa no ha sido solamente de la Argentina sino también de los bancos italianos que han colocado títulos muy riesgosos de un Estado soberano que después cayó en default. Luego, dijo que así como no nos podemos enojar con las personas que trabajan en las empresas que caen en default no debemos enojarnos con los argentinos.
Nosotros aparecemos como más papistas que el Papa. La especulación, los intereses usurarios que hemos estado pagando, la fuga de capitales, los seguros de cambio, los autopréstamos, han quedado legitimados porque no llevamos a cabo la investigación. Hemos perdido una magnífica oportunidad, una oportunidad histórica.
Este es el cuestionamiento de fondo que nosotros hacemos: el no haber discutido previamente, no haber investigado, no haber determinado qué es lo que realmente debemos y qué es lo que hemos pagado.
Incluso, hay estudios que dicen que por los intereses usurarios ya hemos pagado varias veces la deuda contraída por el país.
Por otra parte, no hemos tenido en cuenta conferencias internacionales que se llevaron a cabo en la década del 80, cuando los países de América Latina comenzaron a vivir procesos democráticos. Me refiero a la conferencia de Santo Domingo o a la realizada en Mar del Plata, en las que se llegaron a establecer dos principios fundamentales en el derecho internacional. Uno de ellos establece que por sus montos, las deudas externas de nuestros países son impagables e incobrables; el otro principio determina la existencia de una corresponsabilidad entre los acreedores y los deudores, ya que hubo acreedores que prestaron dinero a gobiernos ilegítimos que habían usurpado la voluntad popular más allá de la capacidad de pago de esos países. Por esta razón, tienen que asumir su parte de responsabilidad en esta cuestión.
- Ocupa la Presidencia el señor presidente de la Honorable Cámara, don Eduardo Oscar Camaño.
SR. POLINO, HECTOR TEODORO (CAP FEDERAL):
El otro tema que cuestionamos es que no se ha seguido lo que establece la Constitución Nacional. Es claro el artículo 75, inciso 7, cuando dice que corresponde al Congreso arreglar el pago de la deuda interior y exterior de la Nación.
El miembro informante de la mayoría dice que el Poder Ejecutivo ha intervenido, no en virtud de facultades delegadas sino de autorizaciones otorgadas por el Congreso a través de las distintas leyes de presupuesto -que, por otra parte, no fueron votadas por unanimidad sino que tanto nuestro bloque como otros votamos en contra. En todo caso, lo que el Congreso encomienda al Poder Ejecutivo es materializar los actos administrativos, es decir, llevar a cabo la negociación. Pero la fijación de la política de arreglo de la deuda es una cláusula constitucional que no puede delegar este Congreso, porque si se produce esa delegación ella sería ilegal e inconstitucional.
Es cierto que ayer algunos miembros del oficialismo en el seno de la reunión conjunta de las comisiones de Presupuesto y Hacienda y de Finanzas dijeron casi en forma burlona: "¡Cómo doscientos cincuenta y siete diputados van a manejar el tema de la negociación de la deuda!" ¿Quién pretende acaso eso? Obviamente, no vamos a salir por el mundo los doscientos cincuenta y siete diputados y los setenta y dos senadores a negociar con los acreedores. No es eso lo que pretendemos cuando decimos que se ha violado la cláusula constitucional.
El Congreso debe fijar la política relacionada con el tema de la deuda externa y luego le encomienda esapolítica al Poder Ejecutivo para que la materialice y la haga posible.
De modo que el argumento esgrimido ayer en el seno de la comisión al finalizar el debate, donde no hubo posibilidad de réplica, yo lo contradigo totalmente, porque no somos tan ingenuos como para pensar que vamos a ser todos nosotros los que iremos en tropel a sentarnos con los acreedores para ver cómo arreglamos las diferencias respecto de la deuda.
Lo que la Constitución Nacional ha querido decir es que es el Congreso el que fija la política, y el Congreso le delegó al Poder Ejecutivo no sólo los actos administrativos sino fijar la política. Cuando la política está fijada como en este caso, a pocos días del vencimiento del plazo del 25 de febrero, se dirige a este Congreso para que nosotros avalemos lo que hizo el Poder Ejecutivo.
Ayer también, al finalizar el debate en las comisiones, se dijo -y por eso lo rescato hoy- que con el anuncio del envío de este proyecto al Congreso muchos más acreedores adhirieron al canje.
Como si fuésemos un conjunto de ingenuos se nos quiso hacer creer que a partir del envío de este proyecto, sabiendo los acreedores que no habrá otra oportunidad, han salido corriendo a adherir al canje.
Todos sabemos que si hay un plazo todos los días, todas las horas, y a medida que va transcurriendo el plazo, mayor cantidad de acreedores va a ir adhiriendo. De modo que el incremento de acreedores que adhieren al canje no es por un efecto mágico que supuestamente tendría este proyecto de ley sino que es el producto de una tramitación normal. Se fija un plazo, y no todos van a ir a adherir en el último minuto. Durante ese lapso se van a ir produciendo las adhesiones progresivamente.
Ayer, en la comisión se suscitó una discusión sobre el artículo 2° del proyecto del Poder Ejecutivo acerca del significado de la palabra "reabrir", que no quedó claro. Cada uno puede interpretar lo que significa la palabra "reabrir" de acuerdo con su leal saber y entender, porque el proyecto no especifica el significado y el alcance que se le da al hecho de que no se puede volver a abrir la negociación.
Yo puedo entender, como muchos, que el proyecto no le impide al Poder Ejecutivo prorrogar el plazo. Tampoco le impide modificar la propuesta durante la vigencia del plazo. Lo que en todo caso el artículo 2° impide al Poder Ejecutivo es la reapertura del proceso del canje, si éste concluyó. Esta es una interpretación que se puede dar a ese término. Los diputados del oficialismo le daban otra interpretación.
¿Por qué surgen varias interpretaciones? Porque el texto de la ley es ambiguo. ¿Por qué no lo aclaramos en la ley y entonces nadie tendrá dudas de si el plazo puede ser prorrogado o no a partir del 25 de febrero, y si durante la vigencia del plazo se pueden modificar las condiciones de la oferta?
El artículo 3° del proyecto dice que se le prohíbe al Estado nacional efectuar cualquier tipo de transacción judicial, extrajudicial o privada respecto de los bonos a los que se refiere el artículo 1° de la presente ley. ¿Por qué tenemos que atarnos las manos de esta manera? ¿Qué pasa si hay una condena judicial contraria a la Argentina? ¿Y si el Poder Ejecutivo puede efectuar una transacción judicial más favorable a los intereses de la Argentina, por qué se lo impedimos a través de este proyecto?
Ayer propuse, sin recibir ningún comentario por parte del oficialismo, hacer un agregado al artículo 5°, cuyo texto actual dice que "El Poder Ejecutivo nacional remitirá al Honorable Congreso de la Nación un informe que refleje los efectos del canje y los nuevos niveles de deuda y reducción de la misma." En primer término, quiero decir que esto es totalmente superfluo, porque se sobreentiende que el Poder Ejecutivo va a enviar un informe al Congreso; todos los días pedimos informes al Poder Ejecutivo, ya sean verbales o en forma escrita. Entonces, ¿cómo presentamos esto en un proyecto de ley y lo damos como una garantía? Se sobreentiende que es una obligación del Poder Ejecutivo enviar informes.
Mi propuesta consiste en agregar al final del artículo 5° lo siguiente: "y a partir de este momento el Congreso reasume plenamente todas las facultades constitucionales establecidas en el artículo 75, inciso 7, de la Constitución. Ello implica el obligatorio control del proceso de canje y la debida autorización para la emisión en el futuro de títulos públicos nacionales; las directivas para la negociación con los organismos multilaterales de financiamiento: Fondo Monetario, Banco Mundial, BID, Club de París. Además, se deberá constituir en un plazo no mayor de treinta días la Comisión Bicameral Investigadora de la Deuda Pública." Esto sí es importante que sea consignado en el texto del proyecto de ley. Sin embargo, no hay ningún comentario sobre este tema.
A nuestro juicio, el Congreso no puede ser un testigo más -o un testigo calificado, si se quiere- del proceso de canje. Tampoco puede ser, como tantas veces lo dijimos, una escribanía que protocolice actos del Poder Ejecutivo. Estamos hablando de una operación de canje por ochenta y un mil seiscientos millones de pesos. Es la operación más grande realizada en el mundo, y con los intereses la cifra asciende a ciento un mil millones de pesos.
Por supuesto que los diputados socialistas estamos de acuerdo con que el país desembolse la menor cantidad de dinero posible en los pagos de esos bonos, pero también hubiésemos deseado que esa misma quita que se hace a los acreedores privados se les hubiera hecho a los responsables y culpables calificados, que son los organismos financieros internacionales, como el Fondo Monetario Internacional, el Banco Mundial y el Banco Interamericano de Desarrollo.
La reestructuración de la deuda se hace a plazos de 30, 35 y 42 años, es decir que se está comprometiendo el futuro de varias generaciones. Debimos haber discutido este tema desde el comienzo. Suponiendo que el diputado más joven de esta Cámara tuviera cuarenta años de edad, cuando termine de pagarse el último bono va a tener ochenta y cinco años, y seguramente la mayoría de nosotros no va a tener la satisfacción de ver la cancelación de los bonos que ha suscripto la República Argentina.
SR. PRESIDENTE(CAMAÑO)
Su tiempo se ha agotado, señor diputado.
SR. POLINO, HECTOR TEODORO (CAP FEDERAL):
Ya termino, señor presidente.
Consideramos que la quita es sólo el comienzo de esta etapa. Debemos ir por más. Debemos debatir a fondo esta cuestión. ¿Es deuda o es un gran fraude y una exacción compulsiva que se nos impone? Tenemos que investigar, y para ello debemos recuperar plenamente las facultades establecidas en la Constitución Nacional.
SR. PRESIDENTE(CAMAÑO)
Tiene la palabra la señora diputada por la Capital. La Presidencia aclara que, teniendo en cuenta que el señor diputado Polino comparte su tiempo con usted, le restan solamente cinco minutos.
SRA. BARBAGELATA, MARIA ELENA (CAP FEDERAL):
Señor presidente: en primer lugar, como señaló el señor diputado Polino en nombre del bloque Socialista, quiero recordar algunos párrafos fundamentales de la causa Olmos, que fue citada en esta sesión.
No creo que podamos abordar el tema de la deuda externa desde un punto de vista económico y financiero como en general se pretende. Ineludiblemente tenemos que hacer un análisis político, porque además somos el Poder Legislativo y, como señalamos, tenemos la responsabilidad de la negociación de la deuda externa, tal como lo dispone el artículo 75 de la Constitución.
La deuda externa tiene una profunda ilegitimidad y no se puede plantear ninguna negociación si no partimos de la realidad de dicha ilegitimidad y fraude que vicia de nulidad a nuestra deuda. Necesitamos hacer estos planteos no sólo en este Parlamento sino en todos los foros internacionales.
Me alegro de que hoy podamos debatir con quórum la cuestión de la deuda externa. Lamentablemente, ha pasado mucho tiempo -hemos perdido mucho tiempo y espero que no lo volvamos a perder en el futuro- y aspiro a que este sea el inicio de un debate responsable, republicano y democrático del tema de la deuda externa.
Hemos convocado dos sesiones especiales en los años 2003 y 2004 pero, lamentablemente, fracasaron por falta de quórum. No obstante, un puñado de diputados formulamos manifestaciones en minoría de las que quedaron constancia en la versión taquigráfica, pero que ha pasado a ser una cuestión meramente testimonial.
Creo que hoy el Parlamento está dando un paso muy importante al constituirse con quórum para tratar el tema de la deuda externa y reitero que no puede ser un análisis sesgado en lo financiero y económico. Este es un tema mucho más profundo: se trata de un análisis constitucional, jurídico, ético y moral, y también constituye un análisis de derechos humanos porque, como aquí planteábamos, están comprometidas varias generaciones y el futuro de nuestro país.
Voy a hacer referencia a dos párrafos de la causa Olmos. En primer lugar, el fallo dice: "Ha quedado evidenciado en el trasuntar de la causa la manifiesta arbitrariedad con que se conducían los máximos responsables políticos y económicos de la Nación en aquellos períodos analizados." Este análisis se inicia en la época de la dictadura militar.
Continúa diciendo: "Así también se comportaron directivos y gerentes de determinadas empresas y organismos públicos y privados; no se tuvo reparos en incumplir la Carta Orgánica del Banco Central de la República Argentina; se facilitó y promulgó la modificación de instrumentos legales a fin de prorrogar a favor de jueces extranjeros la jurisdicción de los tribunales nacionales; inexistentes resultaban los registros contables de la deuda externa..." Hago una especial mención de esto. Fíjense la gravedad del tema: se trata de millones de dólares, pero se dice que resultaban inexistentes los registros contables de la deuda externa.
El párrafo continúa diciendo: "... las empresas públicas, con el objeto de sostener una política económica, eran obligadas a endeudarse para obtener divisas que quedaban en el Banco Central para luego ser volcadas al mercado de cambios; se ha advertido también la falta de control sobre la deuda contraída con avales del Estado por las empresas del Estado. Todo ello se advirtió en no menos de 477 oportunidades."
El fallo, en otro párrafo, sigue diciendo: "La existencia de un vínculo explícito entre la deuda externa, la entrada de capital externo de corto plazo y altas tasas
de interés en el mercado interno y el sacrifico correspondiente del presupuesto nacional desde el año 1976 no podían pasar desapercibidos en autoridades del Fondo Monetario Internacional que supervisaban las negociaciones económicas."
Esto está absolutamente probado y está en la sentencia de la causa Olmos, que fue remitida a este Parlamento para su tratamiento jurídico, político y constitucional, cosa que no hemos hecho hasta ahora.
Es importantísimo señalar que la deuda externa es ilegítima y fraudulenta, y que por más que se hayan inventado nuevos planes para tratar de sanear su profunda ilegitimidad y nulidad, la verdad es que son intentos fraudulentos porque no se puede convertir en existente lo que es inexistente. Inexistentes son los propios supuestos registros de la deuda externa.
Entonces, no se puede crear a través de novaciones inventadas lo que nunca existió. Y es responsabilidad nuestra y del Estado nacional bregar y demostrar en todos los foros la profunda ilegitimidad de esta deuda externa.
Por eso, en una resolución de esta Cámara de 1996, aprobada por unanimidad, se planteó la necesidad de que el gobierno nacional lleve la discusión de la ilegitimidad de nuestra deuda externa a los foros internacionales, al tribunal de las Naciones Unidas, al Tribunal de La Haya, para solicitar una opinión consultiva.
Hay muchísimos pronunciamientos en este sentido, como los del Consejo Universitario de diciembre del año pasado, o el de la Federación Argentina de Colegios de Abogados, e incluso hasta de gobiernos extranjeros. El propio gobierno de Italia sancionó hace pocos años una ley, la 209, imponiendo la necesidad de llevar en consulta el tema de la ilegitimidad de la deuda externa de los países endeudados.
Nosotros somos el país más endeudado del mundo; tenemos una deuda inédita, por su monto y por su ilegitimidad, que todos soslayan mirando para otro lado. Esta ilegitimidad fulmina de nulidad a la deuda externa. Después podemos seguir considerando que, encima, ya está paga. Por supuesto que está paga, porque los intereses usurarios constituyen otro delito más que anula la legitimidad del reclamo. En ningún lado, ningún deudor acepta pagar una deuda usuraria. La condena a la usura data de las primeras codificaciones y de las primeras leyes de la humanidad, y la Argentina no la sostiene en ningún foro, en ningún tribunal.
En cuanto a las defensas opuestas en los juicios, nadie sabe cuáles son con certeza. En este Congreso hay un una gran cantidad de pedidos de informes acerca de cuáles son las defensas que se están oponiendo. Estimamos no se opone ninguna, porque pretenden que sean títulos ejecutivos, como si fuera un cheque al portador. No es un cheque, el Estado no da cheques. El Estado es una persona de derecho público y acá está en juego la soberanía nacional; no es una empresa privada ni un particular, es un país con treinta y siete millones de habitantes que dependen de esa deuda externa.
Entonces tenemos que rechazar, a su vez, esa concepción ius privatista del derecho internacional, sostenida desde el punto de vista de los acreedores. Y esto lo saben muy bien los jueces de Nueva York -por eso se extiende la jurisdicción a los tribunales de Nueva York- que defienden muy bien los intereses de los acreedores y sostienen que esto es un contrato más.
Por un lado, no es un contrato más; acá hay una persona de derecho público y está de por medio la vida de las generaciones presentes y futuras de nuestro país. Pero, a su vez, ni siquiera se toman en cuenta principios generales del derecho, no sólo internacionales, que figurarían en cualquier contrato. Se violan los más elementales principios generales del derecho.
Eso lo hemos planteado en numerosos proyectos que este año reiteramos y para los cuales vamos a pedir preferencia. Espero que esta no sea la última sesión en la que tratemos este tema, porque así como hoy el Poder Ejecutivo está necesitando esta discusión del Parlamento, no dudo de que si avanzamos en la discusión de todos estos temas en el Parlamento, el Poder Ejecutivo se va a sentir mucho más reconfortado y avalado por la discusión y las resoluciones que adopte este cuerpo democrático. Indudablemente, todos vamos a tirar para el mismo lado, que es la defensa de los intereses del país, de la legitimidad, de la ética en la contratación y de los principios generales del derecho, que han sido desconocidos y cuyo cumplimiento debemos exigir.
Quería completar lo expuesto por el señor diputado Polino en el sentido de reforzar la discusión, para que ella no quede en el marco superficial de un debate financiero y económico.
Esta es una discusión jurídica, constitucional, política, social y también de derechos humanos. Por eso, debemos dar a la discusión la integralidad que merece, empezando una nueva etapa para que esta no sea la última sesión que se convoque por estos temas. Tenemos que evitar las sesiones en minoría, a las que suele concurrir un puñado de treinta y cinco diputados.
Debemos estar a la altura de la responsabilidad que nos impone la Constitución. La delegación que ha hecho el Congreso en el Poder Ejecutivo sobre el manejo de la deuda externa es profundamente inconstitucional, porque la Carta Magna determina en su artículo 75 las atribuciones del Poder Legislativo, que no son las mismas que las del Poder Ejecutivo.
La negociación del crédito externo es una atribución indelegable del Poder Legislativo. Tampoco sería una atribución delegable la jurisdicción, la prórroga de jurisdicción y el sometimiento de nuestro país a tribunales y leyes extranjeras, como se introduce en lo contratos de deuda externa.
Esta es otra vergüenza, y debemos asumir la denuncia de los contratos y convenios suscritos por nuestro país en los que la Argentina acepta renunciar a su soberanía en materia de jurisdicción y someterse a los tribunales extranjeros.
Por eso, quiero reiterar mi apoyo a la discusión pública de esta cuestión, exhortando a que esta ocasión sea el comienzo de una nueva etapa en la que podamos discutir con responsabilidad, amplitud y democráticamente los alcances de la negociación de la deuda externa de nuestro país.
SR. PRESIDENTE(CAMAÑO)
Tiene la palabra la señora diputada por Neuquén, quien dispone de diez minutos.
Como hay diecinueve oradores anotados, la Presidencia solicita que cada legislador respete el tiempo de que dispone.
SRA. COMELLI, ALICIA MARCELA (NEUQUEN):
Señor presidente: después de esta discusión está claro que no debatimos sólo una iniciativa de ocho artículos o un régimen que regulará las normas a las que quedarán sujetos los bonos emitidos por el Estado nacional.
Se trata de mucho más, porque en buen romance significa hablar de la deuda externa, que más que externa es eterna. Es necesario lograr que nuestros acreedores acepten una quita de más del 50 por ciento. Si ello ocurre, sólo Dios sabe lo que pasará; si ello no sucede, sólo Dios conoce cómo la pagaremos.
El proyecto de ley pretende establecer reglas supuestamente inalterables a los sujetos vinculados con los bonos emitidos por el decreto 1.735. Sin embargo, creo que debemos recordar que también pretendió ser inalterable la ley de intangibilidad de los depósitos bancarios, la 25.466.
Quiero adelantar que nuestro bloque se va a abstener de votar, para lo que solicito autorización a la Cámara. Entendemos que es un hecho consumado que la deuda externa está en camino de reestructurarse, y ese cometido ha sido llevado adelante por el Poder Ejecutivo, pese a que el inciso 7 del artículo 75 de nuestra Constitución es muy claro. Van a decirnos que se ha obrado a través de delegaciones legislativas; el mismo proyecto hoy parece pretender decir que, para este acto, de repente se restituyen las facultades del Congreso. En realidad, fue el Parlamento el que aprobó el artículo 65 de la ley para que el Poder Ejecutivo realizara la oferta del canje.
El proyecto prohíbe expresamente que se produzca algún proceso de reapertura. Aquí quedó en claro que ello no significa que luego no pueda hablarse de una prórroga. También prohíbe al Estado nacional que se fije o formule algún tipo de acuerdo judicial o extrajudicial. Más que una obra jurídica, se pretende desde el Congreso enviar un claro mensaje político, urbi et orbi, para sustentar el proceso de renegociación de la deuda. Alguien dijo que se trata de una medida "para la gilada", y en verdad así parece.
No podemos dejar de compartir la necesidad de que el Congreso Nacional sea informado, por la sencilla razón de que este Parlamento, que representa a la sociedad, viene a cumplir con lo que la propia Constitución manda hacer.
De todas formas, me pregunto si tal vez el Poder Ejecutivo no se ha acordado un poco tarde del Congreso en lo relativo a esta discusión; si acaso no somos convidados cuando la mesa ya está siendo levantada. Ojalá me equivoque y el Poder Ejecutivo no nos defraude una vez más o no nos estafe.
Todos tenemos que defender el país para que realmente pueda despegar y no sigamos con esa condena que significa una deuda impagable, que hipoteca la vida de cada argentino desde que nace hasta que muere. Sin embargo, entendemos que estas medidas no pueden ser hechas a espaldas del legítimo representante del pueblo -el Congreso-, que no debe delegar facultades que son indelegables.
No creo que sean muchos, tanto en el Congreso como fuera de él, quienes conozcan las particularidades que rodean el proceso de renegociación de la deuda, más allá de la publicidad a la que aquí se aludió. Tampoco se conocen las distintas alternativas que se rumorean. Algunos hablaron de canje por educación. Aunque haya quienes no escucharon esto en los medios, al respecto son conocidas las presentaciones del ministro del ramo, así como las conversaciones mantenidas en ámbitos internacionales en relación con estos temas. Pero los legisladores somos los únicos que decimos: "No, bien, gracias".
No vamos a obstaculizar el camino que ya emprendió el país mediante la propuesta de quita de la deuda por la vía del canje del bono; pero esto no significa que no llamemos a la reflexión a nuestros pares y a la sociedad para que no sigamos equivocándonos. El Congreso es el órgano central de la democracia representativa, donde anida el pueblo más que en cualquier otro ámbito institucional, y por ello debe ser inclaudicable al reivindicar sus potestades constitucionales de revisión de la deuda pública externa, llevando adelante todos los pasos necesarios a los fines del análisis de su legitimidad. Nos debemos esta verdad; se la debemos al pueblo.
Es necesario pugnar para que se forme y actúe la comisión investigadora que solicitara por oficio el juez Ballestero en sus fallos, planteando que el Congresose involucre en el análisis de la génesis de la deuda externa.
No reiteraré la cita de ese fallo porque en esta sesión ya se han leído partes destacadas del mismo, pero siempre recuerdo de él las expresiones "Registro de entradas y salidas del dinero: no se llevan registros", o "libreta de almacenero". La libreta se la llevó Martínez de Hoz, y eso figura en las declaraciones de quienes estuvieron imputados en la causa.
Somos conscientes de que en este mes de febrero demostraremos al mundo si somos capaces o no de salir del default; si la aceptación de los tenedores de bonos puede posibilitar al país una salida honorable de una de las mayores encrucijadas de su historia, y tal vez el retorno a una senda de inversión y crecimiento.
Sabemos que hay fuertes lobbies que pretenden que los tenedores de bonos no entren en el proceso de cambio y que el canje fracase, sin importarles absolutamente nada las consecuencias para el país.
Es conocido por todos que hay dos bandos: los que apuestan al fracaso y los que estamos por el éxito del canje para el gobierno nacional. En la vereda de los que apuestan al fracaso no están solamente los fondos buitres. Entre los que apuestan a ese fracaso y juegan históricamente contra los intereses de la Argentina están también los lacayos que hoy hablan como especialistas de consultoras nacionales o internacionales y que, cuanto menos, fueron cómplices de la devastación nacional en que nos encontramos.
Para no entorpecer esta gestión, el bloque al que pertenezco se abstendrá en la votación, pero solicitando que se haga realidad la comisión investigadora y recordando lo que enseñaba Scalabrini Ortiz cuando decía que cualquiera que supiera sumar y restar podía entender los problemas económicos y financieros; que si podía preguntar y después de que le respondieran seguía sin entender, es porque lo estaban robando. Creo que esto es lo que ha venido ocurriendo con los sucesivos discursos de los ministros de Economía que hemos tenido en nuestro país: hablar en difícil y poner las cosas en forma bastante complicada, como para que uno diga: "Bueno, tendrá razón, esperemos, démosle otro tiempito." Lo cierto es que entre tiempito y tiempito pasaron varios ministros y gobiernos de facto y democráticos, las deudas y los problemas se fueron sumando y todo eclosionó en 2001.
Las consecuencias de la obra de esa gente de hablar difícil las tenemos hoy mejor expuestas en los hijos de la Escuela de Chicago, como resulta palpable cuando salimos de este Congreso y nos encontramos con miseria y desocupación.
Como decía al principio, creo que este no es un proyecto de ley de ocho artículos que tiene por objeto determinar un marco regulatorio. Espero que sea el principio de la discusión de un tema que estamos obligados a dar. En ese sentido, cabe recordar que cuando algunos diputados vinimos al recinto a discutir este tema estuvimos reunidos en minoría, sin siquiera la posibilidad de estar en los medios para una discusión más amplia frente a toda la sociedad.
SR. PRESIDENTE(CAMAÑO)
La Presidencia recuerda a los señores diputados que pueden solicitar la inserción de sus discursos en el Diario de Sesiones. No es una sugerencia, sí una manifestación de deseos para que todo el mundo pueda participar en este debate. (Risas.)
Tiene la palabra la señora diputada por la Capital.
SRA. MARINO, JULIANA ISABEL (CAP FEDERAL):
Señor presidente: adelanto el voto afirmativo de nuestro bloque por las razones que paso a enunciar.
Muchos de nosotros tenemos experiencia de gobierno y de toma de decisiones políticas en gobiernos locales e incluso a nivel nacional. Por lo tanto, creo que ninguno ignora las diferentes presiones que se tienen almomento de la toma de decisiones y las que tenemos nosotros aquí, haciendo nuestros discursos desde la tranquilidad de nuestras bancas. Esto se vincula con una de las diferencias que quiero señalar para luego plantear una propuesta positiva en relación con un reclamo al que adherimos, que es de participación por parte de este Parlamento.
En algún momento se habló aquí como si estuviéramos frente al primer tratamiento de reestructuración de la deuda en los últimos tiempos. He tenido la experiencia de la reestructuración de la deuda en mi distrito, en la Ciudad de Buenos Aires. Mientras hablaban los diferentes señores diputados recordaba esa negociación, que evidentemente fue ardua porque se trató de una toma de decisión difícil en ese momento, ya que no se consideraba oportuno abordarla y se esperaba que la Nación ofreciera mejores condiciones. Sin embargo, la Ciudad de Buenos Aires decidió reestructurar su deuda, cosa de la cual no se arrepintió.
La toma de decisiones siguió casi el mismo camino que se está transitando aquí. El gobierno de la ciudad decidió plantear el tema y lo envió a la Legislatura, donde se llevaron adelante los debates correspondientes.
Que yo haya participado de este proceso no me ha impedido darme cuenta de que las dificultades por parte de los Parlamentos para la toma de decisiones y la fijación de las políticas, sobre todo en el caso de la deuda externa, no es algo que le suceda exclusivamente a este Congreso. Es una dinámica, una cuestión política que se vincula con la madurez política y con los procedimientos, materia sobre la que nosotros debemos resolver a fin de ofrecer algún mecanismo de apropiación de la toma de decisión con el objeto de avanzar, en lugar de señalar permanentemente el hecho de que se nos desapodera de dicha determinación.
Seguí atentamente el debate y debo decir que me han resultado muy interesantes muchísimas posturas, pero creo que seguimos bastante apegados a una mecánica de reproches cruzados y al recuerdo -que no viene mal- de las cifras y de las circunstancias políticas, lo que a veces enmascara u oculta dos o tres cuestiones que creo debemos señalar.
Es cierto, y aquí se ha dicho, que nuestra deuda es, si no la más grande, la más importante por su magnitud en el mundo. También se ha manifestado que este es uno de los canjes más elevados que se está llevando adelante; pero lo que no recuerdo es que se haya afirmado que la quita que se está proponiendo es una de las más grandes que se está planteando y negociando en estos tiempos.
Es verdad que se habló de un 75 por ciento y ahora se está planteando alrededor de un 60 por ciento, pero me parece que este tipo de señalamiento no está a la altura de un debate de esta naturaleza. Nosotros consideramos que en el mundo que nos toca vivir, con las urgencias del frente externo y con la dinámica internacional, en el futuro tendremos que pedir a nuestros gobernantes ser más cuidadosos con nuestras promesas. No obstante, considero que sigue siendo una quita muy importante de la que no debemos olvidarnos. No me refiero a aquellos que estamos incluidos en el espacio de los que no quieren tratar la deuda con la lógica y los valores de la década del 90, sino a quienes estiman que la deuda debe ser reestructurada, independientemente de la posibilidad de avanzar en investigaciones acerca de su legitimidad.
Dentro de los tiempos políticos y de las decisiones de nuestro país es muy difícil avanzar de esta manera, ya que no parece que ninguna de las fuerzas políticas, ni solas ni en conjunto, hayamos logrado que nuestra sociedad quiera sostener un proceso tan difícil como lo sería de no decidir una reestructuración de la deuda, independientemente de que reconozco que muchos diputados y sectores plantearían esquemas diferentes.
Aquí se ha dicho que este proyecto significa atar las manos del presidente. Creo que éste es un refinamiento político, y elogio la inteligencia de quien lo ha expresado. También se ha dicho que no es una estrategia sino una jugarreta. Yo soy respetuosa de las opiniones de los diputados, pero si esto es así -y se ha dicho en muchos medios de comunicación-, si esta decisión o este recurso político es para acelerar el ingreso de más bonos al canje, les quiero proponer que modifiquemos esta concepción de jugarreta, porque cuando un asunto pasa por el Parlamento automáticamente se convierte en una cuestión de Estado.
Me parece muy bien que distintas fuerzas políticas hayan decidido abstenerse en la votación, porque lo han asentado y argumentado, a fin de no obstaculizar un proceso que ya está decidido y ha comenzado.
Por ello, propongo que tomemos este proyecto que ha llegado del Poder Ejecutivo como un inicio auspicioso de un deseo al cual quiero adherir, para que de ahora en más este Parlamento verdaderamente tenga mayor injerencia en el seguimiento del canje y con respecto al resto de la deuda. Pienso que el asunto se convierte en una cuestión de Estado luego de ser tratado por el Congreso.
Todos nosotros -quienes votamos afirmativamente, los que se abstienen y aquellos que quieren seguir adelante con este proceso- estamos diciendo que la Argentina ha decidido pagar, pero que ello no se puede hacer si no hay capacidad de pago. Asimismo, estamos planteando que no puede haber capacidad de pago si, además de la deuda externa, no se paga la deuda interna de este país. Esto también ha sido expresado por distintos compañeros y colegas.
Para finalizar, quiero decir que nuestro bloque adhiere a la posibilidad de que sigamos discutiendo mecanismos de diálogo en las comisiones de trabajo, entre ellas, la comisión investigadora aquí mencionada.
Aprovecho la oportunidad para pedirle, señor presidente, que todos los bloques tengan representación en la Comisión de Presupuesto y Hacienda. Formulo esta solicitud porque no la tenemos y por ello muchas veces nos resulta más difícil acceder a algunos datos, más allá de que estén en Internet.
Pienso que lo que tenemos que resolver son los mecanismos y los ámbitos para que el Congreso pueda discutir y fijar políticas y elevarlas al Poder Ejecutivo, respetando los tiempos parlamentarios pero sin descuidar los de la sociedad en relación con las exigencias del frente externo.
SR. PRESIDENTE(CAMAÑO)
Tiene la palabra la señora diputada por Corrientes.
SRA. MENDEZ DE FERREYRA, ARACELI ESTELA (CORRIENTES):
Señor presidente: el interbloque Convergencia adelanta su voto afirmativo al proyecto en consideración. Tenemos el convencimiento de que este proyecto de ley termina con la especulación de una nueva oferta y obliga a entrar al canje a quienes aún no lo hicieron. Para ello se han arbitrado ciertos mecanismos: prohibir la reapertura del proceso de cambio una vez finalizado; impedir que se efectúe cualquier transacción judicial, extrajudicial o privada con quienes no hayan ingresado al canje; instruir al Poder Ejecutivo para que retire de la oferta pública los bonos en default que no hayan accedido a dicho canje, y también -esto es fundamental- retirar estos bonos de las cotizaciones de todas las bolsas y mercados nacionales e internacionales. Aquel que no entre en el canje debe tener bien en claro que va a recibir bonos basura.
Asimismo, en los casos de bonos sobre los que se estuviera litigando en cualquier tribunal del país, pertenecientes a bonistas que no hayan accedido al canje, automáticamente se entregarán bonos par.
Podemos tener diversas posiciones acerca de si la deuda es legítima o no. En la Argentina estamos viviendo un modelo de recuperación económica que se ha iniciado no con la presidencia de Kirchner sino con el esfuerzo de los argentinos para salir del infierno. Digo esto porque según las intervenciones de algunos señores diputados, por quienes siento un gran respeto y con quienes realizo un trabajo en común en algunas comisiones, parecería que acá hubiera una cruzada para favorecer intereses antinacionales.
Creo que nos olvidamos de las condiciones en que se encontraba nuestro país cuando asumió este gobierno. Vivíamos un infierno, un proceso de una Argentina destrozada, desangrada, un país donde en los últimos días de diciembre del año 2001 los diputados no podíamos entrar a este Congreso ni salir.
Hoy, con este gobierno y con esta política que se empieza a aplicar, la situación es muy diferente. Por ejemplo, se ha reunido el Consejo del Empleo. Por primera vez -aunque sea por decreto- empiezan a darse aumentos de sueldo y comienza la reactivación económica. Es decir, pensamos que otro país es posible. Los gurúes del sistema, los representantes del establishment, quieren que paguemos mucho más a costa del hambre, la miseria y la desocupación de nuestro pueblo.
Néstor Kirchner dijo bien claramente que no se pagaría la deuda externa a costa del hambre, la miseria y la desocupación, porque ha llegado el momento de pensar también en cancelar la deuda interna que tenemos los argentinos, de la que se habla mucho. Este gobierno y este presidente han dado una muestra de dignidad al no pagar más del 3 por ciento de superávit fiscal con relación al producto bruto interno.
¿Acaso nos olvidamos de las relaciones carnales que teníamos con Estados Unidos, y de que nuestros ministros solucionaban todo con ese país? Algunos que decían que era bueno lo que hacía el presidente en Francia hoy sostienen que debe darse la discusión sobre la legitimidad de la deuda. Yo creo que este Parlamento debería haber dado ese debate; es una deuda con la sociedad. Si esta cuestión se hubiese considerado como una política de Estado y hubiéramos logrado los consensos necesarios, posiblemente habríamos logrado que en todo el mundo se discutiera lo que fueron nuestros pases contables de la dictadura militar. Pero hoy esta es la situación de nuestro país y debemos salir adelante. Tenemos una crisis energética, problemas de desnutrición y muchos otros que requieren solución.
Por eso, voy a ser breve, aclarando que el bloque Convergencia va a insertar el resto de la intervención. De todas maneras, llamo a los colegas a la reflexión, incluso a aquellos que hoy tienen oposición a esta norma, asumiendo que entiendo su propuesta y respeto su opinión.
Valoro que, pese a las objeciones, muchos bloques hayan dispuesto abstenerse para permitir que el proyecto sea aprobado. Pienso que una nueva Argentina es posible. Salir del canje y poder insertarnos en el mundo desde un país con dignidad nos va a permitir una Argentina mejor para todos.
SR. PRESIDENTE(CAMAÑO)
Tiene la palabra el señor diputado por Buenos Aires.
SR. GUTIERREZ, FRANCISCO VIRGILIO (BUENOS AIRES):
Señor presidente: como dijo la compañera Méndez de Ferreyra, desde los bloques Convergencia y Polo Social adelantamos nuestro voto positivo a este proyecto del Poder Ejecutivo nacional. Lo hacemos porque entendemos que ésta es la propuesta viable, que ratifica lo que el presidente de la Nación ha venido expresando en cada una de sus manifestaciones públicas y ante este Congreso de la Nación, en el sentido de que no se va a pagar la deuda externa con el hambre de nuestro pueblo, y que se va a pagar en la medida en que haya crecimiento, estabilidad, mejor distribución del ingreso y esto nos permita generar el superávit primario que se ha acordado para hacer la oferta de pago de la deuda.
Es cierto, como bien se dijo aquí, que se trata de una deuda que tiene vicios de nulidad en muchos casos, pero es un déficit político que engloba a todas las fuerzas políticas del país, y particularmente al Congreso de la Nación, que debería haber tratado hace muchos años este tema, teniendo una política de Estado en función de esa situación.
Queremos decir que la deuda externa no ha sido producto exclusivamente del déficit fiscal o de cualquier otra situación interna del país sino que fue el resultado de un proyecto impuesto a través de los golpes de Estado, particularmente a partir del año 1976. No olvidemos que el gobierno constitucional de 1976, del general Perón y de Isabel Martínez de Perón, dejó una deuda externa de seis mil millones, que al final se cuatriplicó y se multiplicó exponencialmente con los sucesivos gobiernos que adoptaron un modelo económico basado en el Consenso de Washington, que destruía el aparato productivo, desapareciendo el rol del Estado y generándose en consecuencia cada vez más endeudamiento.
No fue producto de la casualidad sino que fue un plan orquestado y deliberado, impuesto a través de sangre y fuego, que costó treinta mil compañeros muertos y desaparecidos en la Argentina, con cientos y millones de trabajadores desocupados que todavía hoy bregan por conseguir trabajo.
No ha sido una cuestión casual sino que fue un modelo impuesto por el poder imperial de los Estados Unidos y por el modelo de globalización económica que hoy sigue sometiendo y dominando a los países en vías de desarrollo.
Esta deuda externa tiene diferentes aspectos: uno referido a los organismos financieros internacionales que integran los organismos multilaterales de crédito como parte del funcionamiento de la política internacional con las Naciones Unidas, la Organización Mundial del Comercio, el Fondo Monetario Internacional, el Banco Mundial y el BID, los que han decidido y determinado estas políticas que en algún momento fueron tomadas como la única alternativa posible o como el único camino de desarrollo.
Quedó absolutamente claro que no significó el camino del desarrollo sino justamente todo lo contrario, por la situación en que dejó a nuestro país. Estas políticas no se modifican con sólo la actitud de un país de decir que no se va a pagar a los organismos financieros internacionales, como se planteó en algunos casos. Se modifica con una política consensuada en el ámbito internacional, y particularmente en las Naciones Unidas, junto con los países que en el mundo están absolutamente endeudados, principalmente los países en vías de desarrollo, ya sea los de América Latina, Asia o Africa.
Ha sido el presidente de la Nación, nuestro presidente, quien en retiradas oportunidades ha venido señalando y denunciando las erróneas y equivocadas políticas que estos organismos financieros impusieron a los países en vías de desarrollo.
El año pasado el presidente de la Nación cuestionó el papel que jugó el Fondo Monetario Internacional en los procesos económicos neoliberales y en los procesos de endeudamiento de los países de América Latina en las décadas del 80 y del 90.
En ese terreno y en ese ámbito es donde se va a discutir en los próximos tiempos este endeudamiento, porque es cierto que quizás la Argentina pueda pagarle al Fondo, pero hay otros países -como Bolivia, Haití y Jamaica- que no están en condiciones de pagar su deuda, con lo cual estarían condenados a ser eternamente subdesarrollados.
Este es un tema que las Naciones Unidas en su conjunto deberán discutir y para el cual deberán encontrar una salida, a fin de que el mundo pueda avanzar no hacia un mundo globalizado sin justicia sino, como señalaba el general Perón, hacia un mundo universal donde los pueblos puedan compartir la producción, el trabajo y la justicia social.
El otro ámbito es el de los bonistas o acreedores privados, muchos de los cuales compraron de buena fe o invirtieron de buena fe sus recursos en los bancos internacionales, que son los responsables de dar cuenta por el consejo que daban a esos inversionistas de comprar títulos del gobierno argentino, cuando sabían que no había posibilidad de seguir financiando, a través de ese mecanismo de endeudamiento público, un modelo que en las bases estructurales de producción estaba absolutamente agotado.
De esa forma se obtuvieron pingües ganancias que permitieron acrecentar el poder de los bancos. Además, muchos acreedores también cobraron los intereses de esos títulos, y en la mayoría de los casos cobraron por encima del capital invertido. Por eso, la propuesta de la quita es absolutamente viable y legítima, y no va a generar ninguna situación de desinversión en la Argentina sino que va a generar un sentido de seguridad y de confianza.
También queremos decir, señor presidente, que es importante que el Congreso de la Nación ratifique plenamente la posición del gobierno nacional, ya que no sólo debe ser una posición asumida por el Poder Ejecutivo sino también por el Poder Legislativo de la Nación, que es en definitiva el depositario de la soberanía de nuestro pueblo. En este momento nuestro pueblo necesita tener una negociación cierta, segura y definitiva del tratamiento de la deuda para llevar certidumbre a aquellos que permanentemente hacen trascender la versión de que esta negociación podría fracasar y que con ese fracaso se derrumbaría este proceso de recuperación nacional en lo económico, en lo político, en lo social, en lo jurídico y en lo que se refiere al tema de los derechos humanos.
Creemos que al fijar estos límites que está reclamando el Poder Ejecutivo, el Congreso de ninguna manera le ata las manos al presidente de la Nación sino todo lo contrario: le da más seguridad y refuerza la posición del Poder Ejecutivo, porque también va a ser la posición del Congreso de la Nación que, en definitiva, es la posición del pueblo al que nosotros estamos sometidos a través de nuestra representación.
Por lo expuesto, señor presidente, adelantamos nuestro voto por la afirmativa y consideramos que este Congreso debería aprobar la norma por unanimidad.
SR. PRESIDENTE(CAMAÑO)
Tiene la palabra el señor diputado por la Capital.
SR. LOZANO, CLAUDIO (CAP FEDERAL):
Señor presidente: voy a acompañar la decisión planteada por otros señores diputados y me voy a abstener de votar. Lo voy a hacer por tres razones que trataré de explicar.
La primera de ellas es que me parece que esta iniciativa es claramente extemporánea. En segundo término, creo que es un proyecto absolutamente inocuo por cuanto no tiene efecto alguno. En tercer lugar, no comparto el enfoque que hasta el momento ha adoptado la negociación ni los resultados que la misma supuestamente va a traernos.
Voy a tratar de aclarar estos tres puntos resumiendo aquellos que ya han sido planteados por otros señores diputados. Hablo de extemporáneo o de fuera detiempo porque la verdad es que si el gobierno nacional entendía que el apoyo del Parlamento, la discusión en su ámbito y la politización del tema de la deuda era en todo caso algo que podía fortalecerlo frente a las innumerables presiones que supone tratar de replantear este tema -es decir, si el gobierno nacional hubiese sido fiel al planteo que el presidente Kirchner hizo respecto de la necesidad de transformar la deuda en una causa nacional- indudablemente este Congreso debería haber comenzado a debatir este tema al inicio del proceso de negociación.
Ya se ha dicho que esto no fue así. El Parlamento tuvo la misma información, a veces después que los medios de comunicación. Y nuestras reuniones formales con el Ministerio de Economía estuvieron acompañadas de indicaciones precisas en el sentido de que el tema era informativo, no de discusión y prácticamente ni se dio la oportunidad de formular preguntas.
Esta es la primera razón por la cual me voy a abstener. Parece absurdo -casi caricaturesco, diría yo- venir a buscar apoyo parlamentario para una estrategia que deliberadamente y violando la Constitución excluyó al Congreso Nacional de esta problemática. No hemos tenido arte ni parte en esta historia. Por lo tanto, nos parece que lo lógico sería que el Poder Ejecutivo finalice la negociación que está llevando adelante.
Y la verdad es que me pareció un acierto el planteo que hizo recién el señor diputado Polino, porque realmente hay algunos argumentos que ya ni siquiera se tendrían que escuchar en esta Cámara. Es decir, no es cierto que aquí se hayan cedido facultades. Ceder facultades implicaba haber establecido pautas y plazos concretos para hacerlo. Consecuentemente, como esto no se cumplió la cesión de facultades es abiertamente inconstitucional. Esto lo sabemos todos.
Entonces, no apelemos más a ese argumento. Y tampoco al argumento casi tonto que pretende transformar el hecho de decir que el Parlamento debe participar en el debate en una cuestión en la que 257 diputados y una determinada cantidad de senadores deberían estar discutiendo.
Aquí, el hecho de que el Parlamento participe supone que el Poder Ejecutivo es el agente de un proceso de negociación que se resuelve en el ámbito del conjunto de la representación política institucional que tiene sede en el Congreso Nacional. Esto es lo que está disponiendo la Constitución. Y por lo tanto supone que aquí había que definir la creación de una comisión de investigación referida al tema de la deuda y, a partir de ella, las pautas, las recomendaciones y los plazos en el marco de los cuales debía desenvolverse el accionar del Poder Ejecutivo gobernante. Además, obviamente, el Poder Ejecutivo no tendría por qué haber tenido ningún problema, dado que cuenta con mayoría dentro del propio Parlamento.
No se entiende por qué razón no se puede establecer un debate que haga pública y fortalezca adecuadamente la estrategia de negociación de la Argentina, si ese es el criterio que efectivamente se tenía. Por lo tanto, como nada de esto ha ocurrido, este es el primer argumento por el cual me voy abstener.
El segundo tiene que ver con lo que dije recién: estamos en presencia de un proyecto que no tiene prácticamente efectos, es impreciso, poco claro y revela hasta el hartazgo el casi desdén con que fue elaborado por el Ministerio de Economía, a punto tal que llegó con una barbaridad, ya que en el mensaje los bonos que están en sede judicial son reemplazados por el bono de descuento, que en el articulado era sustituido por el bono par.
Es decir que el nivel de lo que se ha presentado no solamente es poco claro, sino también contradictorio en muchos casos y no tiene efectos de ningún tipo. Es más, en el mensaje se enuncian cuestiones mucho más relevantes que las que luego el articulado presenta.
En el mensaje se dice que con esto se está apelando a que el Congreso resuelva el tema de la deuda, invocando el artículo correspondiente de la Constitución.
Seguidamente, el artículo 1° del proyecto nos hace saber -más allá de que obviamente todos compartiríamos la decisión de estimular la intervención del Parlamento en el debate sobre el endeudamiento argentino- estrictamente que sobre el arreglo de la deuda no tenemos nada que ver. En realidad, lo único que nos piden es que establezcamos qué va a pasar con aquel stock de bonos que quede fuera del arreglo de la deuda. El arreglo, sus condiciones y sus características están fuera de discusión.
El artículo 2°, que es al que simbólicamente se ha apelado para decir por qué razón hay que respaldar esto, parece en realidad querer decirnos que no va a haber mejoras para los acreedores. La verdad es que si lo dijera yo lo acompañaría gustoso, pero no lo dice.
¿Cómo voy a dejar de compartir que el ministro Roberto Lavagna deje de hacer concesiones como vino haciendo desde Dubai para acá? Está bien que en algún momento diga "basta", parecería correcto que lo hiciese, pero no lo dice. El artículo 2° se esconde detrás de un eufemismo abierto a múltiples interpretaciones respecto del significado de "no reabrir el proceso de canje".
¿Por qué no lo hacemos más simple, por qué no decimos que el Ejecutivo no podrá mejorar la oferta realizada a través de decreto 1.735? ¿No es más sencillo decirlo así? ¿No sería más lógico? ¿Por qué en realidad se elige el camino de ocultarlo si se supone que es una decisión?
El artículo 4°, que en todo caso indica una actitud de fuerza que recién ha sido destacada por algún bloque, dice que aquellos bonos que no ingresen al canje serán retirados de las plazas financieras, como decía bien el miembro informante del bloque de la mayoría. Es una indicación de algo que en realidad el Ejecutivo no puede hacer.
En realidad, si yo quiero sacar los bonos de circulación de Nueva York tengo que tener el 66 por ciento de adhesión de los acreedores, y si tengo esta mayoría es que entraron al canje; por lo tanto es formal. Y si entraron al canje estoy obligado a retirar los bonos de circulación de Nueva York.
En Alemania se necesita el ciento por ciento, y si se lo tiene es porque entraron al canje. Si entraron al canje estoy obligado a retirar los bonos de circulación, y no estamos diciendo nada nuevo. En el caso argentino ya el porcentaje de adhesión supera las regulaciones internas. Por lo tanto, habrá que deslistar los bonos del mercado argentino, y por ende este artículo es absolutamente formal.
Este cúmulo de cuestiones absolutamente inocuas e imprecisas, con el agregado de estos errores que en todo caso tuvo que salvar el Senado entre el mensaje y el artículo 6°, correspondientes a cómo se reemplazan los bonos en sede judicial, está indicando que en realidad estamos en presencia de una sobreactuación del ministro Lavagna tendiente a buscar legitimidad para la estrategia que lleva adelante; no hay otra interpretación.
Y aquí viene el tercer argumento por el cual no acompaño esto. Desde mi punto de vista hay dos alternativas para encarar el problema de la deuda. Una es politizando el tema, es decir gestando -y obviamente el Parlamento nacional es una de las sedes privilegiadas para esto- el acuerdo en torno a un proyecto de desarrollo, construyendo las coaliciones necesarias y parándose ahí como país para discutir este tema.
Hacer esto requiere poner en primer lugar la cuestión de la investigación sobre qué deuda estamos pagando. La otra opción es la de la reingeniería financiera: es el tema de que el endeudamiento siempre es una cuestión de reingeniería financiera. Y más allá del discurso político, muchas veces correcto -y que comparto- del propio presidente Kirchner, lo cierto es que por detrás de ese discurso político transita una estrategia de negociación que sitúa el tema en un terreno exclusivamente financiero. Incluso, el punto extremo donde aparece la contradicción se ubica en un discurso presidencial que recorre el mundo y que se refiere a la corresponsabilidad de los organismos multilaterales de crédito, sin que se observe ningún efecto concreto de ese discurso en la estrategia de negociación. No estoy de acuerdo con este enfoque de que la deuda debe limitarse simplemente a un debate de carácter financiero.
El enfoque de la politización -no en el sentido de transformar la deuda en un debate entre partidos, sino en una política de Estado para resolver los problemas de la sociedad argentina y sus perspectivas de futuro- se funda en la idea de que tenemos la obligación de minimizar los pagos mediante el proceso de negociación y maximizar la autonomía en la definición de nuestra política económica.
El segundo enfoque se basa en la lógica financiera y está gobernado por el criterio de pagar lo más que se pueda. En este criterio se rifan condiciones básicas de la estrategia de política económica.
¿Qué significa lo que acabo de expresar? Si acá se hubiese decidido la investigación como requisito inicial, podríamos haber analizado qué hacer en términos políticos y jurídicos con las más de cuatrocientos setenta irregularidades que encontró el juez Ballestero y que envió al Parlamento nacional.
Algunos, quienes parecen viudas de la convertibilidad, tratan de colocar el tema del origen de la deuda en el desfalco de las cuentas públicas, olvidando que la lógica y características del endeudamiento argentino está gobernado por el capital privado más concentrado del país.
Se trató de endeudamiento privado que luego fue estatizado; se trató de endeudamiento estatal para financiar la fuga de capital privado, y lo que produjo el endeudamiento argentino fue la cobertura estatal de los negocios privados.
Por ende, como la deuda sería el resultado del mágico proceso de mistificar conversiones, existen muchas irregularidades para analizar. Podríamos discutir más a fondo los efectos concretos de los planteos judiciales sobre el megacanje.
Podríamos haber reparado en la tesis de la deuda odiosa, que ya presentaron varios señores diputados. Podríamos haber apelado a la carta constitutiva del propio Fondo Monetario Internacional, que señala que son ilegales aquellos créditos otorgados por el organismo para financiar fugas de capitales; además, tras cartón, el organismo sostiene que en la Argentina ocurrió eso.
Podríamos haber aprovechado algo que hizo el Parlamento. Bajo la conducción del ex diputado Di Cola, la comisión vinculada con la fuga de capitales demostró que había veintinueve mil millones de dólares fugados, y acompañó el respectivo listado de empresas y particulares, circunstancia que nos permitiría establecer criterios de reparación y obtención de recursos por vía tributaria, ya que una gran proporción se corresponde con un capital que se fugó de manera ilegal y sin declarar.
Por lo tanto, existe un conjunto de elementos que nos hubiesen permitido alcanzar dos objetivos. En primer lugar, dar de baja a parte de la deuda, lo que haría que, aun con la misma quita actual, la deuda fuese menor. En segundo lugar, habríamos recuperado recursos para que el peso de los pagos presione menos sobre el conjunto de la estrategia de desarrollo de la Argentina.
Se eligió otro camino: el de seguir apelando a la reingeniería financiera, pese al discurso político presidencial. Aquí se ha dicho que se pagó todo y más a los organismos multilaterales de crédito. Entre 2002 y 2004 se abonaron 10.619 millones de dólares; al Fondo Monetario Internacional, 5.100 millones de dólares. Se establecieron las compensaciones a los bancos: 14.600 millones de dólares.
No se puso en discusión la fuga, ni la declaradapor la correspondiente comisión de este Parlamento ni los 19.381 millones de dólares fugados de la Argentina ente los años 2002 y 2004. No se ha planteado un debate a fondo sobre una reforma impositiva que haga recaer el peso de los pagos sobre quienes hicieron ganancias con la deuda, e incluso esa discusión se sigue posponiendo.
Además, en el altar de la negociación de la deuda se ha hipotecado el futuro del régimen privado de fondos de pensión. Hemos dejado de recomponer las arcas públicas y construir un sistema de seguridad social como corresponde para garantizar el futuro y el mantenimiento de un régimen que, como todos sabemos, prácticamente ha configurado un "curro" institucionalizado.
El ejemplo de las restricciones en materia de política económica no termina ahí. La definición de "acreedor privilegiado", que otorga permanentemente la posibilidad de que el FMI discuta la política económica de nuestro país, tiene sus efectos. Si nosotros debemos mantener abierta la cuenta de capitales no podemos manejar al mismo tiempo el dólar y la tasa de interés. No tenemos herramientas para una estrategia de desarrollo.
Esta opción, que resuelve la vida de los bancos, de los grandes grupos empresarios del país, de los organismos multilaterales de crédito, del régimen privado de fondos de pensión, tiene consecuencias. Primer efecto: la quita no fue ni es del 75 por ciento. Sobre el monto total de la deuda, en caso de que el canje sea exitoso, la quita es del 30 por ciento.
Está bien que haya quita; pero si hubiéramos hecho otra cosa tal quita habría sido menor pero nos hubiese ido mejor porque la deuda que quedará luego de esto seguirá siendo alta, más allá de la discusión sobre la relación con el producto, que es un indicador que poco tiene que ver con la capacidad de pago; por lo tanto, no es ese el indicador que hay que mirar. La Argentina seguirá teniendo una deuda monstruosa luego de toda esta alquimia financiera.
En cuanto a los pagos comprometidos, el supuesto 3 por ciento del producto que año a año vamos a garantizar es necesario ponerlo en su justo lugar: la transferencia del 3 por ciento del producto es más que lo que la Argentina transfirió en promedio durante los años noventa en un contexto en el que las transferencias no eran netas porque había financiamiento para cubrirlas. El peso neto de estas transferencias sobre la perspectiva de la economía es mucho mayor.
No es cierto que reducimos los pagos. Es más, haciendo una rápida cuenta, en términos concretos ese 3 por ciento del producto significa -respecto del presupuesto que aprobó esta Cámara para el año 2005- la suma de todo el gasto en educación, cultura, ciencia y técnica, trabajo, vivienda y agua potable.
Si se cierra el acuerdo para bajar la deuda con los organismos multilaterales de crédito y se compensa a los bancos locales y transnacionales que operan en nuestra plaza financiera, no habiéndose puesto en discusión la fuga de capitales y no existiendo reforma impositiva que penalice a los sectores con mayor capacidad contributiva que han hecho ganancias con la deuda, es razonable entender que el canje será exitoso. No hay posibilidad alguna de fracaso porque no existe ningún factor de poder local o internacional que esté conspirando contra el canje. Es mentira que lo haya; por eso observamos sobreactuación.
Lo único que sucede es que a los acuerdos económicos que ya se cerraron se está agregando una maniobra de mercado: se están vendiendo los bonos de los minoristas, cae su precio, compran los grandes a 28 y van a vender a 38 los nuevos bonos. Al negocio económico van a agregar un brutal negocio financiero. No hay presiones; no es cierto que esté en discusión el canje. Sí es verdad que hay quejas de los acreedores, que como tienen menor capacidad de presión respecto de los que acabo de mencionar quedaron afuera y son los que pagan el grueso de la quita.
SR. PRESIDENTE(CAMAÑO)
La Presidencia solicita al señor diputado que redondee su exposición.
SR. LOZANO, CLAUDIO (CAP FEDERAL):
Ya finalizo mi intervención, señor presidente.
No votaré por la negativa porque comparto la idea, por lo menos simbólica aunque no sea clara -sugeriría que el Parlamento la aclare-, de que Lavagna no haga más concesiones. Tampoco votaré por la afirmativa porque no estoy de acuerdo con el enfoque ni los resultados de esta estrategia, que en verdad no creo que pueda fundamentar ningún acuerdo que sostenga una estrategia para un proyecto nacional. En todo caso es un paso más de algo que tendremos que seguir discutiendo y mejorando de manera sustancial.
Algunos dirán -de hecho ya se ha escuchado- que este es el resultado lógico de la relación de fuerzas, lo que se puede hacer, lo posible. En ese sentido, quiero señalar que ese argumento de que es lo posible ha sido el discurso en el que en los últimos años se inmolaron todas las utopías del sistema democrático argentino. Consecuentemente, desde mi punto de vista, la tarea política no es hacer lo posible sino hacer posible lo necesario, y lo necesario es resolver los problemas de la sociedad argentina.
Las relaciones de fuerza que un gobierno tiene de origen están hechas para modificarlas con estrategias, convocatorias, discursos e instrumentos de todo tipo. Me abstendré en la votación a fin de que este Parlamento recupere en un futuro próximo la posibilidad de discutir en serio y resolver el problema de la deuda externa. (Aplausos.)
SR. PRESIDENTE(CAMAÑO)
Tiene la palabra el señor diputado por Buenos Aires.
SR. CAFIERO, MARIO ALEJANDRO (BUENOS AIRES):
Señor presidente: el proyecto de ley en consideración implica una decisión difícil en el contexto en que está planteado. Nuevamente nos envuelve una ola comunicacional según la cual la suerte del país pareciera depender del éxito de este canje.
Hoy, con un periodista de Radio Mitre hablábamos sobre el éxito del canje y la salida del default. Cabe recordar que salir del default significa que empezamos a pagar la deuda que hasta ahora no estamos pagando. Conseguir que empecemos a pagar una deuda que no podíamos enfrentar es un éxito para los acreedores. Hasta en lo comunicacional estamos envueltos en la lógica de los acreedores y no en la de los deudores.
- Ocupa la Presidencia el señor presidente de la Comisión de Finanzas, licenciado Rodolfo Aníbal Frigeri.
SR. CAFIERO, MARIO ALEJANDRO (BUENOS AIRES):
Este debate debería ser importante para la sociedad, pero las galerías están vacías. Ciertamente es un tema complejo y difícil; la gente escucha a los especialistas de la city hablar de los bonos par, los discount, el valor residual, el valor presente, etcétera, y en rigor escucha un montón de voces pero ninguna palabra.
Además de que se trata de un tema complejo y difícil en el que la gente no sabe de qué se trata, creo que muchos de los que estamos en este recinto también ignoramos de qué se trata. Es difícil tomarse el trabajo de leer las 1.500 fojas que comprenden los anexos de los decretos 1.735 y 1.911, en las que figura la propuesta del canje. Pero además de ser muy complicado leer, interpretar y entender esto, el propio artículo 5° del proyecto de ley en consideración dice que la información no está y que el Poder Ejecutivo la va a remitir. Si nos va a mandar la información quiere decir que no la tenemos; por lo tanto, estamos decidiendo sobre algo que desconocemos. Nos dicen "firmen acá y después les explico".
Estuve meditando muy profundamente cómo iba a votar, y no quiero ser parte de una cadena deirresponsabilidades; ¿y saben por qué? Porque la cadena de irresponsabilidades lleva a tragedias, a desastres, a veces no naturales, como el de República de Cromagnon. Si el inspector hubiera dicho "no"; si bomberos hubiera dicho "no"; si desde el jefe de Gobierno hasta el último de los que participaron con responsabilidades hubieran dicho "no", quizás hubiésemos evitado la tragedia. Yo no quiero que esta sea la deuda externa de la República de Cromagnon.
Por las razones expuestas, adelanto que voy a votar en contra de esta iniciativa. Por supuesto que no me une absolutamente nada con los intereses de los acreedores; y creo que esto lo he demostrado con mi testimonio. Lamentablemente, debo decir que hubiera comprendido más si hubiese tenido mayor información. No está claro lo que se va a votar.
En los fundamentos de la norma se dice que esta es una propuesta que se compadece con la capacidad de pago, creación de empleo y reducción de la pobreza. ¿Ustedes vieron ese plan; vieron los números de esta propuesta de capacidad de pago, creación de empleo y reducción de la pobreza? Yo no los vi; no sé si los señores diputados que estuvieron ayer con el ministro Lavagna, además de comer, tuvieron alguna información. ¿Cuáles son los efectos del canje? ¿En qué nivel queda la deuda? No lo sabemos.
Me parece importante que en este debate se haya dicho que hay que aclarar el concepto de "reabrir" y no el de "no mejorar". Es decir, la ley debería decir que no se va a mejorar la oferta; de esta manera sería más clara.
Un tema que no he escuchado y que verdaderamente estoy sorprendido de que se haya planteado aquí -lo advirtió el señor diputado Snopek- es que los bonos que no entren en el canje no tienen valor. ¿Esto quiere decir que si alguien no entra en el canje se repudia su deuda y no va a pagarse? Me gustaría que se analizara este aspecto, porque es un cambio importante, ya que el enfoque que se había pensado respecto de la reestructuración es diferente.
¿Qué es lo que dice el señor ministro Lavagna? Que es una solución de mercado y que los mercados hablen. Si algunos dicen que no entran en el canje y entonces no les pagamos, esta no es una solución de mercado sino de un Estado soberano que sostiene que la deuda no va a pagarse.
Evidentemente, este es un cambio cualitativo muy importante que deberíamos analizar con más detalle y profundidad. Sería útil saber qué efecto tiene, qué nos va a pasar. En el prospecto la propia República Argentina avisa a los bonistas que entren que hay acciones contra la Argentina en Estados Unidos, Italia y Alemania, y en algunos casos se han dictado sentencias adversas a nuestro país. No es posible asegurar que un acreedor no podrá interferir con los pagos efectuados en relación con la oferta o, posteriormente, en virtud de los títulos nuevos, mediante un embargo de activos, prohibición judicial, una medida cautelar temporaria o de otro modo.
¿Qué es lo que va a pasar? ¿Estamos tomando una decisión soberana de repudiar esa deuda? ¿La hemos analizado, tenemos los fundamentos, la podemos sostener?
El señor diputado Lozano planteó qué sucederá con los bonos deslistados, ¿esto será posible o es sólo una intención? ¿Qué se ha informado a la CONSOP? El señor secretario Nielsen ha dicho que efectuó aclaraciones a la CONSOP acerca del alcance de esta norma. Nosotros no las conocemos.
Todas estas son incertidumbres a las que yo agregué ayer, luego de haber revisado los anexos, que no figura el contrato de fideicomiso. El señor diputado Snopek, gentilmente, aclaró que sí existe dicho contrato y que me lo iba a mandar. Dado que mi vocación es la de colaborar en todo lo que sea posible, solicité al señor diputado que me hiciera llegar dicho contrato. Ahora, me informan que el contrato de fideicomiso es el que figura en el decreto 1.735.
Perdonen que haga hincapié en esto, pero tiene una importancia que les voy a anticipar para que no parezca que me estoy apartando del tema. El contrato de fideicomiso es fundamental porque estos bonos que se canjean van a un fideicomiso. Hay un banco, el de Nueva York, que es el agente de fideicomiso, que va a ser el que canjee estos bonos a los tenedores de los viejos títulos. Es muy importante conocer el contrato de fideicomiso porque en el que firmó Cavallo con los préstamos garantizados se estableció que ese canje no era definitivo sino provisorio y que podían renacer las obligaciones en caso de incumplimiento. Por eso, me parece que es necesario que sepamos si en el contrato de fideicomiso figura o no esta cláusula.
Como el señor diputado Snopek me dijo que el contrato era el anterior, me comuniqué con el secretario Madcur a efectos de saber si ése era el contrato y me dijo que sí pero que no estaba firmado. Entonces, estamos en un proceso de canje difícil donde en realidad no sabemos si es un canje definitivo o no, pero lo que más me preocupa es que al final de las mil quinientas páginas de los anexos figura un Anexo VI que dice que en el caso de que al momento de la finalización de la recepción de las ofertas no se haya registrado el contrato de fideicomiso los bonos que se van a emitir se regirán por las normas de la República Argentina.
Estas cuestiones generan una enorme incertidumbre. Es necesario que tengamos información, porque yo no quiero ser parte de algo donde no están claras las cosas. Es responsabilidad nuestra que se aclaren, porque podemos delegar facultades pero no responsabilidades, y lo que surja de esta reestructuración es responsabilidad de este Parlamento, ya sea por acción o por omisión.
Yo no compartí esta estrategia de reestructuración de la deuda porque me parecía que en un punto esto tendría alguna dificultad importante, y éste es el punto. Cuando Lavagna habla de una solución de mercado mientras el país tiene una deuda monstruosa, es más o menos como pensar que podemos meter a un elefante en un "Fitito" si tenemos la voluntad de hacerlo. Lavagna pensó que al elefante había que adelgazarlo, hacerle una quita, para poder ponerlo adentro del "Fitito". Pero como parece que el elefante no adelgazó tanto, una parte quedó adentro y otra afuera. ¿Qué hacemos con esa parte? ¿Le cortamos una pata al elefante? ¿Decimos que esa pata no existe? ¿Cómo se resuelve esta situación en la que hay una parte de la deuda en el canje y otra parte afuera?
Todo arrancó en esa ambigüedad del anuncio de Dubai, cuando se habló de una quita del 75 por ciento. Ese anuncio político obviamente condicionó la forma en que se hizo la oferta, que es algo que uno no entiende bien. Se habló de bono par -que no tiene quita-, de un bono discount -que tiene una quita del 66 por ciento- y de un bono cuasipar -que tiene una quita del 30 por ciento-; ni la gente en general ni nosotros entendemos bien por qué hay tres bonos.
¿Saben lo que hicieron los financistas que asesoran a la Argentina? Nosotros delegamos facultades en el Ejecutivo pero éste después contrata a los bancos, que hacen estas operaciones. Es decir, como nosotros no tenemos la especialidad, se la damos al Ejecutivo, y como éste tampoco la tiene, contrata a los bancos extranjeros, que son los que dibujan esta quita. Es una simulación: no hay quita de capital.
Cuando uno hace la cuenta estadeuda no tiene quita de capital y queda con una tasa de interés muy importante. ¿Cómo disfrazan la quita? El bono par tiene una tasa del 3 por ciento y el discount, del 8,28 por ciento en dólares o del 5,83 por ciento en pesos más CER. ¿Por qué creen que los primeros bonos que compraron los acreedores fueron los discount? Buscaron justo los bonos que tenían más quita; se anotaron primero. No debe ser tan inconveniente si el primero que demandan es al que más quita tiene. Aquí se preguntarán por qué no entran todos, si es tan conveniente. Ello se debe a que hay distintas situaciones y también acreedores diferentes; por ejemplo, algunos no quieren cobrar a cuarenta años. Si hubiéramos realizado un registro de acreedores para determinar a quién y cuánto debemos y a cuánto compró el bono, seguramente habríamos conocido mucho mejor la situación de nuestros acreedores a fin de hacer una propuesta. Pero esto no se hizo.
Aquí nos metemos en un tema muy serio: ¿de dónde vienen todos estos fondos, todas estas inversiones? ¿De qué capitales provienen? ¿Quiénes están detrás de todo esto? Hubiéramos corrido el velo de la deuda, pero esto no se quiso hacer. Lavagna amenazó, pero al rato volvió para atrás.
¿Por qué se dice que esta es una quita histórica, que el bono cuesta un 30 por ciento del valor presente? Este es un tema técnico que a veces resulta difícil de explicar, pero acá hay un error de concepto fundamental. El tema del valor presente es un análisis que puede realizar un acreedor que puede decidir la compra de uno u otro bono o bien invertir en otro lado. Entonces, se utiliza un descuento para los compromisos que tiene ese bono, para el flujo de pagos que tiene. De este modo se descuenta del futuro y se llega al valor presente. Pero nosotros, los deudores, vamos a tener que pagar ese flujo de fondos más allá del artilugio financiero que haga el financista.
Cuando se registra la deuda, las cuentas nacionales nunca hablan de valor presente porque lo que tenemos que pagar es la deuda, el valor nominal y los intereses comprometidos al momento del vencimiento. Con esta técnica del valor presente, Cavallo justificó que en el megacanje, por canjear 30.000 millones de dólares de unos bonos por otros nuevos y aumentar en 55.000 millones de dólares los intereses de la deuda, el valor presente neto fuera cero. Dijo que no había aumento de deuda. Sin embargo, cuando se hace una quita, da un valor presente menor, o sea del 30 por ciento. Pero ni siquiera hemos destinado una parte de nuestro tiempo a entender esos artilugios que son los que nos han saqueado, porque la deuda no es producto del déficit fiscal ni del déficit comercial. ¡Por favor, señor diputado, revise las cuentas fiscales! La deuda es una burbuja que creció por estos negocios, y si no le ponemos fin esto va a seguir.
En su momento yo hice un aporte que sirvió. Me refiero a cuando anuncié el disparate de este bono atado al crecimiento. Y dije que si crecemos como China vamos a pagar una monstruosidad. Después de eso, el Poder Ejecutivo hizo la corrección y puso un límite: hasta el 48 por ciento del valor del bono.
De todas maneras, vamos a pagar prácticamente el mismo valor nominal que teníamos de la deuda. Lo que le hemos quitado son esos intereses usurarios brutales. No vamos a hacer daño al no devolver el capital, y esta es la realidad de los números de esta supuesta quita.
Cuando uno revisa cómo queda la deuda se vuelve a encontrar con otro truco, es decir, cómo demuestra la Argentina que puede pagar esta deuda. Muy sencillo, y les pido que lean el plan financiero que está en la página web del Ministerio de Economía. Fíjense a qué tipo de cambio real calculó el Ministerio de Economía el producto bruto interno de los próximos cuarenta años: a 1,40.
Como lo explicó muy bien el señor diputado Breard, en la convertibilidad el dibujo era el uno a uno. Ahí el producto bruto interno era muy superior al real y la deuda parecía como una deuda sostenible. Acá volvemos a hacer lo mismo, con una convertibilidad donde figura un dólar a tres pesos, pero en definitiva hacemos crecer el producto bruto en pesos pero dejamos el dólar congelado. Entonces, aparece un producto bruto interno de mucha mayor capacidad de pago y decimos que la deuda la podemos pagar. Se trata de una ilusión.
Si hacemos las cuentas de cómo queda la Argentina, la deuda resulta absolutamente no impagable, porque se va a pagar con el sacrificio del pueblo. En función de los números que están en el informe que le pedimos al ministro de Economía para que nos dijera cuál es el nivel de actividad, el nivel de pobreza y el de desempleo, se puede inferir que recién en el año 2039 vamos a alcanzar el PBI de 1998. Con esta distribución del ingreso, el desempleo no va a caer a menos de 6 por ciento hasta dentro de treinta años, y la pobreza recién va a bajar a menos de la mitad en el año 2021.
Estas son las cosas que tendríamos que tener en la mesa. Estas son las discusiones que deberíamos haber tenido. No las hemos podido hacer ni tampoco fuimos capaces de hacerlas, pero es nuestra responsabilidad.
Señor diputado Díaz Bancalari: como presidente del bloque de la mayoría de la Cámara creo que usted tiene una enorme responsabilidad. Conversé con usted cuando empezó el gobierno del presidente Kirchner y le dije que a mi entender era el momento de investigar la deuda. Le dejé un proyecto que contemplaba la creación de una comisión investigadora de ilícitos e irregularidades de la deuda.
No se trataba de hacer una discusión ideológica en cuanto a pagar o no la deuda, pero sí una discusión en cuanto a la legalidad y a la legitimidad. Estoy seguro de que no hubo luz verde, pero le recuerdo que es también su responsabilidad y la responsabilidad de todos.
Para asumir esta responsabilidad no hay que partir de ilusiones ni de preconceptos sino de convicciones. Estoy convencido de que si no resolvemos este problema la Argentina no sale adelante. Y no lo estamos resolviendo, porque este plan financiero supone que después del canje, donde supuestamente vamos a tener éxito, cuando tengamos que empezar a pagar, tendremos que volver a renegociar con el Fondo. Como el Fondo nos va a imponer condicionamientos, vamos a hacer lo que no tenemos o no queremos hacer, con lo que vamos a concluir en la misma política que criticamos en los 90.
Esta ley puede sentar un antecedente que tenemos que profundizar. Tenemos que salir, no por la solución de mercado sino por la solución integral de la deuda, la solución de Estado. Se trata de declarar un default soberano explicando al mundo y al pueblo argentino por qué se llegó a la situación de esta deuda, cuál fue su naturaleza, cuáles son las causas, no sólo la ilegitimidad de origen sino la que comprende del 2001 al 2004, en que la deuda aumentó 40.000 millones de dólares y el pueblo no recibió absolutamente nada. También sigue siendo ilegítima esta manera de endeudarse, y no sólo esa deuda manchada de sangre por la dictadura. ¿Cómo podemos sostener un discurso duro en materia de derechos humanos y no cuestionar y pagar la deuda de la dictadura?
Investigar la deuda no significa hacer una tarea detectivesca, sino que quiere decir que a partir de la investigación se llega a la corresponsabilidad; y a partir de la corresponsabilidad del Fondo Monetario y de los bancos llegamos a una solución compartida, a un esfuerzo compartido en la solución.
Ese es el camino que deberíamos transitar: el camino de la verdad. Pero tenemos que estar convencidos, tenemos que tener la decisión. Cuando tengamos esa decisión, algo va a cambiar. Lamentablemente, acá las decisiones las tomamos por obligación. Algún día deberíamos tomarlas por convicción.
SR. PRESIDENTE(FRIGERI)
Tiene la palabra la señora diputada por Buenos Aires.
SRA. MANSUR, NELIDA MABEL (BUENOS AIRES):
Señor presidente: adelanto el voto negativo de mi bloque al proyecto en consideración. Simplemente, voy a hablar de lo que nos han manifestado aquellos vecinos que pareciera que no se interesaran por el tema en cuestión.
Un anciano de un club de la tercera edad me decía: "Esto del canje de la deuda me hace acordar a aquel viejo cartel que había en los almacenes de ramos generales de los pueblos que decía 'Se fía al mayor de 80 años que venga acompañado por sus padres'." Y esto es así. Ese anciano me decía: "Nos dijeron que si no cambiamos ahora este papel que nos dieron por nuestro dinero, a fin de mes no nos va a servir para nada y nos van a cambiar este papel por otro que dicen que sí va a servir, ¿pero qué seguridad tenemos?"
Una maestra de grado me dijo: "Esto de los bonos y de la deuda me recuerda cuando los chicos salen del colegio y se pelean y el que pierde le advierte al otro que al día siguiente va a venir con su hermano mayor y que ya va a ver." Me parece que el Poder Ejecutivo y el Ministerio de Economía están tratando de que el Congreso sea el hermano mayor, ya que nos dicen: "Ayúdennos porque por ahí nos ponemos generosos y cambiamos la oferta." Primero, le dimos al Poder Ejecutivo la facultad para que maneje esto juntamente con el Ministerio de Economía y ahora nos dicen: "Mejor átennos las manos porque podemos ser tan generosos que empeñemos más dinero del que debemos empeñar."
Cuando veo a las mujeres embarazadas pienso que esos niños por nacer se van a encontrar con una linda hipoteca. También están pagando la deuda los chiquitos que no tienen agua potable y que como consecuencia de ello tienen la panza llena de parásitos. Mientras seguimos tratando de cumplir con otros, les sacamos los privilegios a muchos.
Nosotros queremos el éxito de esta transacción porque la camiseta que llevamos es la azul y blanca, que es la misma que llevan todos los que están en este recinto. Esta negociación que confiamos en las manos del Poder Ejecutivo y del equipo económico tiene que concretarse con éxito y de la mejor manera posible para el bienestar de todos.
Al decir "no" a esta norma, que sobreabunda porque el gobierno no la necesita ya que tiene las facultades para hacer lo que quiera con la deuda, les dejamos -como dijeron aquí otros señores diputados- las manos libres, es decir, los dejamos en libertad. Haciéndome
eco de lo que el presidente ni bien asumió manifestara en un acto de gobierno, quiero señalar que con la deuda interna, la que tenemos con los chicos que se anotaron con sus primeros trabajos en las AFJP -vamos a tener que explicarles cómo y con cuánto se van a jubilar- vamos a tener que utilizar la misma palabra que una vez empleó el señor presidente Kirchner: "Proceda".
- Ocupa la Presidencia el señor presidente de la Honorable Cámara, don Eduardo Oscar Camaño.
SR. PRESIDENTE(CAMAÑO)
Tiene la palabra el señor diputado por Mendoza.
SR. ESAIN, DANIEL (MENDOZA):
Señor presidente: seré muy breve.
Esta operación de canje se viene desarrollando dentro de los parámetros que quedaron determinados desde el 25 de mayo de 2003. Se podrá estar a favor o en contra de la estrategia del Estado nacional, pero aquí hubo un objetivo, una estrategia, presiones internacionales de todo tipo, de gobiernos, de grupos económicos, del Fondo Monetario Internacional, y realmente el proceso siguió adelante y estamos en la etapa final.
¿Qué es este proyecto de ley, en mi modesto criterio? Es la ratificación política del órgano más importante en el tema de la deuda externa del Estado argentino. Es la ratificación política de ese proceso de renegociación y de la forma de culminarlo.
Por eso voy a acompañar esta iniciativa porque, en general, estoy de acuerdo con la forma en que se ha llevado adelante el proceso a mediados del año 2003, cuando desde el oficialismo y algunos sectores se sostenía la renegociación en estos términos, y todo el mundo suponía que era una fantasía de imposible realización.
De alguna manera, lo que me llama la atención es que algunos que entraron a la cancha dejaron los arcos redondos, la pelota ovalada y el campo de juego como un triángulo. Hoy escuchamos algunos discursos donde vienen con el manual del fútbol a ver por qué la pelota está un poquito ovalada y por qué el arco no se terminó de enderezar.
Si tengo que rescatar algo de esta noche es que salvo algún voto negativo, que ya ha sido anticipado, aún teniendo en cuenta la posición de las bancadas que se han pronunciado por la abstención, aquí existe un acuerdo generalizado: los que vamos a votar a favor, porque creemos que esto es lo mejor que se puede hacer por el interés del país en esta etapa de la renegociación, y los que se van a abstener porque creen que es el mal menor. Pero, en todo caso, al cierre de este debate va a haber una coincidencia de la inmensa mayoría de los legisladores en el sentido de que este proceso y propuesta políticos deben ser acompañados por el voto del Congreso.
SR. PRESIDENTE(CAMAÑO)
Tiene la palabra el señor diputado por Buenos Aires.
SR. FRIGERI, RODOLFO ANIBAL (BUENOS AIRES):
Señor presidente: creo que nos vamos a equivocar si pensamos que, resuelto este tema del canje, no vamos a seguir hablando de la deuda externa.
El tema de la deuda va a estar presente porque en este recinto se dijo que también más allá del año 2040 va a estar vigente esta cuestión.
También expresamos, y quizás valga la pena repetirlo, que estamos negociando la deuda en default más
grande del mundo en estos momentos y quizás de la historia. Esto no es poca cosa. Tenemos toda suerte de ataques, no solamente del acreedor, que tiene la posibilidad genuina de reclamar, sino de aquellos que se metieron en el camino, como los fondos buitres, intereses económicos que presionaron sobre el presidente de Brasil preguntándole cómo veía que el pueblo brasilero tuviera que pagar la deuda mientras que el argentino, su socio en el Mercosur, estaba haciendo quitas importantes. Es decir, las presiones son de todo tipo.
Esa deuda tenía en un momento más de once monedas, 150 bonos distintos. La deuda en default era de 81.000 millones, pero si le sumamos los intereses llega a los 105.000 millones. Y no es toda la deuda, porque parte de ésta la estamos pagando. La deuda que no está en default la estamos pagando, y se lo hizo en el año 2004 con el superávit fiscal, pero de la deuda que está en default no estamos pagando nada.
Lo que estamos proponiendo es una quita importante, mejorando los plazos y las tasas de interés, que no es poca cosa. No todo el mundo quiere cedernos esa facultad; algunos nos quieren castigar duramente.
Creo que el debate de la deuda va a estar presente. Sería interesante debatir cómo nos endeudamos para sacar experiencia y no cometer los mismos errores. Se habla de deuda legítima e ilegítima, y quizás a una deuda asumida por una empresa del Estado para luego ser transferida y quedarse con pesos, podemos catalogarla de ilegítima, pero estas deudas luego en los presupuestos fueron convertidas en bonos que compraron los ahorristas en Italia o en Alemania, y esta deuda es argentina.
Cuando hablamos de la deuda que estamos pagando, que es genuina y no de la que está en este canje, estamos refiriéndonos a los bonos de las provincias que asumió el Estado nacional. Estamos hablando de los BODEN, y para algunos en este recinto no había que pagar nada a los bancos por la pesificación asimétrica, lo cual es un tema a discutir.
La Argentina hizo el reconocimiento; están los préstamos garantizados, y dentro de esos 78.000 millones están los 32.000 millones de los organismos internacionales, que es deuda que está registrada, no está en papeles, y que la Argentina asumió. Ésta podemos discutirla porque el pago de la deuda con el Fondo Monetario se va a reiniciar apenas termine el canje, porque está pendiente.
¿Qué importancia tiene que este canje tenga éxito? Tiene una importancia total para la Argentina. Si no hubiéramos tenido la posibilidad del default y de gestionar este canje para ver cómo se acomoda en el futuro la deuda, los vencimientos en este año serían de 27.000 millones de dólares, 25.000 millones por interés y capital y dos mil por los adelantos del Banco Central. Esta cifra representa el 70 por ciento del presupuesto nacional. Esta es una cifra imposible de afrontar porque si no pagáramos las jubilaciones y los sueldos a los empleados públicos, y no hiciéramos obras públicas, se cubriría sólo el 60 por ciento de lo que deberíamos pagar.
Por eso, es fundamental que este canje tenga éxito, y es importante porque no solamente estamos pagando una parte importante de la deuda, 81.000 o 105.000 millones; estamos pagando la otra parte. ¿En qué situación quedaría la Argentina con un canje fracasado y pagando parte de la deuda? En la peor posición que pueda tener, porque tampoco es razonable decir que la Argentina no paga nada a nadie.
Este proyecto de ley que llega al Congreso refuerza la posición del presidente en el sentido de que no va a haber mejoras en la propuesta y por eso la acompaño, porque estamos a días de terminar con el canje.
Con esta ley no definimos la política de endeudamiento; este es un tema que vamos a tener que dilucidar y sería bueno que lo hagamos. ¿Saben por qué sería bueno que lo hiciéramos? Porque es la deuda más importante de la historia del mundo. Si no lo hacemosnosotros, la historia lo hará por nosotros. Así se escribirán otras cosas, porque no fuimos capaces de señalar qué nos ocurrió y qué hicimos. Debemos tener cuidado cuando decimos que no sabemos si vamos a reconocer la deuda, porque cuando la Argentina emitió bonos y se los entregó a inversores extranjeros, la deuda la originó la Argentina, por más que el origen sea discutible.
Entonces, debemos trabajar con mucho cuidado. Podríamos discutir con el Fondo Monetario Internacional si se equivocó o fue copartícipe. Lo mismo ocurriría con los bancos italianos, donde los propios italianos discutirían con ellos a partir de decir que ellos los aconsejaron para comprar estos bonos.
Entonces, todos los esfuerzos que hagamos deben estar dirigidos a que el canje tenga éxito. Quien más se opuso en este recinto apostó al éxito del canje. El debate de la deuda seguirá abierto, porque forma parte de la historia presente de los argentinos y superará cuarenta años en el futuro. Nunca será un tema menor.
Lo más práctico que podríamos hacer es analizar en qué nos hemos equivocado para no volver a cometer dichos errores. Mientras tanto, la Argentina debe salir hoy del default.
Quizás esta no sea la mejor propuesta, pero es la que estamos analizando y es buena. Tal vez lo mejor sería no pagar absolutamente nada, pero ello es inviable. Quien está en el gobierno debe tener respuestas más contundentes que quien está en la oposición y trata de convencer a todo el mundo.
Hoy estamos en esta etapa, que creo que no es menor. Por eso es importante dar todas las herramientas al gobierno nacional para que tenga éxito en la propuesta de canje. Por eso mi bloque dará el voto afirmativo, junto con muchos otros legisladores que nos acompañan.
Estamos haciendo una tarea razonable para un nuevo punto de partida de la Argentina. Repito que estamos negociando la deuda en default más grande del mundo. Incluso, triplicando la cantidad de meses que estuvo Rusia en default, que permaneció dieciocho meses en ese estado.
SR. PRESIDENTE(CAMAÑO)
Tiene la palabra el señor diputado por la Capital.
SR. TINNIRELLO, CARLOS ALBERTO (CAP FEDERAL):
Señor presidente: varios señores diputados dijeron que no se va a pagar la deuda externa argentina con el hambre del pueblo.
Desde todos los bloques eso se manifiesta como una certeza y como una actitud asumida, sabiendo la situación de crisis en la que se encuentran millones de ciudadanos de nuestro país.
También se dijo que el valor de la palabra está devaluado. Incluso, algún representante del ARI mencionó que el presidente no es confiable porque asumió compromisos ante la población y no los cumplió, lo que es cierto.
También creo que el riesgo de devaluar la palabra se encuentra en lo que decimos aquí en relación con el voto que luego emitimos. Desde los distintos bloques he escuchado fuertes críticas a la actitud del Fondo Monetario Internacional, a la situación de dependencia que vive el país y al muy mal manejo de esta situación financiera, que llevó a un endeudamiento con un crecimiento geométrico en los últimos treinta años.
Sin embargo, votan por la afirmativa o, en el mejor de los casos, se abstienen, cuando en realidad se está discutiendo cuánto vamos a pagar. Creo que es una falacia decir que estamos debatiendo no pagar. Esto es más notorio si de alguna manera nos postulamos para solucionar el hambre y la miseria del pueblo.
Se señala que el único camino es el pago de la deuda externa, y que no existen otros. También se diceque nos hemos plantado en una negociación que es histórica, extraordinaria y única en el mundo. Sin embargo, también deberíamos señalar que en la Argentina se resolvió un default muy particular, declarado por quien en ese momento gobernaba el país, uno de los referentes del representante puntano que hizo uso de la palabra. En esa ocasión se declaró un default mentiroso, porque en verdad se estaba pagando y se aumentaba la deuda en forma abismal en cada una de las renegociaciones. Además, fue un default mentiroso porque desde esa fecha se pagaron más de 10.000 millones de dólares. Entonces, ¿de qué hablábamos cuando decíamos estar en default?
Por otro lado, como parte de un acuerdo entre Bush y Kirchner -los anteriores también venían pagando-, se pagó al Fondo Monetario Internacional y al Banco Mundial. Siguieron haciendo negocios los acreedores más importantes de la Argentina, que en realidad son los responsables de la explotación, la miseria y el saqueo que nuestro país está sufriendo. Esto, por supuesto, con el beneplácito de los distintos gobiernos que así lo han permitido.
Advertirán los señores diputados que no conozco mucho de economía, pero he intentado investigar sobre el tema durante todo este tiempo. Pienso que más que una quita esto vuelve a ser una gran bicicleta financiera. Algunas cosas me resultan sorprendentes.
Hace unos días el diario "Página 12" publicó un artículo donde se dice que vuelven algunas entidades financieras que se habían retirado del país, como el Credit Suisse, el First Boston Bank, el alemán Dresdner Bank, el Royal Bank de Canadá, el JP Morgan y el Citibank, quienes repotenciarían su accionar después de haber estado devaluados durante varios años a partir de 2001 y 2002.
¿A qué vienen? Evidentemente, a hacer un gran negocio financiero al igual que las gerenciadoras de las AFJP a las que se entregó la plata de los trabajadores argentinos y ahora van a entrar en el canje para hacer un negocio impresionante. En realidad, tendríamos que estar discutiendo si no se termina con esa estafa que todo el mundo reconoce que fue la constitución de las AFJP en la época Menem-Cavallo, o sea, el robo del dinero de los trabajadores.
Evidentemente, a partir del canje que se va a producir esas administradoras tendrán muchos más beneficios, en perjuicio de los jubilados y de los trabajadores que, en definitiva, serán quienes perderán el porcentaje que hoy se pretende quitar.
En todas partes se habla de la legitimidad e ilegitimidad de la deuda externa, pero acá nos peleamos para ver cómo pagamos. La discusión de fondo pasa por el hecho de que no se va a poder seguir pagando la deuda si en realidad se pretenden solucionar los problemas de la población. Lo que se habrá de votar acá es la profundización de la miseria del pueblo argentino, y no creo que haya otra lectura de esto. Con el cuento de que no podemos quedar afuera del sistema financiero internacional nos han llevado a integrarnos al mundo de la manera más deplorable: pagando una deuda externa declarada ilegítima. Además, ese pago de la deuda no significó inversiones ni mucho menos mejoras; por el contrario, en nuestro país los trabajadores y en general el pueblo argentino se vienen deteriorando en forma permanente. Por eso hoy se habla de un 50 por ciento de pobres; de una desocupación que ronda el 17 por ciento; de un millón de personas que siendo mayores de 65 años están en condiciones de jubilarse pero no pueden percibir sus haberes porque están fuera del sistema previsional; de millones de trabajadores que están cobrando un subsidio, como los planes Trabajar o los Programas Jefes de Hogar, que cada vez más constituyen un salario absolutamente precarizado y no un subsidio al desocupado.
Al recorrer hoy nuestras provincias vemos que los beneficiarios de esos planes están trabajando de seis a ocho horas por 150 pesos, sin beneficio social alguno. Los mismos que pretenden demostrar preocupación por los derechos sociales de los trabajadores, atribuyéndose ser los únicos responsables de conquistas -lo que no es verdad porque ellas se deben a la lucha del pueblo argentino-, hoy avalan la precarización más absoluta del salario que significan los planes Trabajar y Jefes de Hogar.
Mi padre fue un trabajador municipal de la ciudad de Buenos Aires y cobraba un sueldo, salario familiar por hijo y esposa, aguinaldo y vacaciones. Era electricista, y como otros trabajadores municipales que limpiaban las plazas y las calles tenía derechos sociales y un salario con todos los beneficios correspondientes. Hoy los beneficiarios de los planes Trabajar o Jefes de Hogar están obligados a trabajar de seis a ocho horas en la Ciudad de Buenos Aires, en la provincia de Buenos Aires y en el resto del país, realizando las mismas tareas que hacían los municipales en la época de mi padre: limpiar plazas, arreglar caminos, trabajar en los hospitales y en las clínicas como enfermeros o en las escuelas como porteros.
Esta precarización se debe a que, según mis pocos conocimientos en economía, la única forma de que haya superávit fiscal es por medio del aumento de la explotación y la reducción de los gastos en la asistencia pública. No hay otra forma: mayor recaudación, menor gasto en la asistencia social a los trabajadores y a la población. Además, la mayor recaudación corresponde esencialmente a la clase media; los recursos siempre salen del mismo bolsillo.
La deuda externa se siguió pagando a partir de ese superávit fiscal, de lo que se sacó a los trabajadores y al pueblo argentino. Los acreedores externos fueron los únicos que cobraron, salvo esta parte en default que recién se va a cobrar ahora. Seguramente, los bancos y las financieras que van a venir rápidamente harán un gran negocio.
América Latina pagó siete veces la deuda desde los 80 hasta ahora. Sin embargo, la deuda siguió aumentando; se pagaron alrededor de un millón dedólares. La deuda en ese entonces era de 157.000 millones y hoy es superior a los 850.000 millones. ¿Cuál es el beneficio de pagar? ¿Cuál es el beneficio de seguir exprimiendo al pueblo y a los trabajadores argentinos? ¿Cuál es el beneficio de que los niños sigan muriendo por desnutrición?
No estamos hablando solamente de un aspecto económico en el sentido de si conviene o no seguir pagando, o si pagar más o menos; estamos hablando de que el superávit que ronda los 18.000 millones de pesos podría salvar la vida de millones de argentinos; cientos y miles de chicos podrían ir a la escuela; habría medicamentos para salvar vidas en los hospitales. En definitiva, estamos hablando de que cada habitante de nuestro país tenga un futuro. Aquí los únicos que tienen futuro son los que están en la corrupción, en la especulación, los que hacen los acuerdos políticos y económicos.
Siento que aquí somos absolutamente responsables por esta realidad y no podemos evadirla. Cada uno de los que hoy están por votar esta iniciativa se ha negado a discutir la legitimidad de la deuda, porque en definitiva quieren seguir pagándola, que los trabajadores y el pueblo argentinos continúen sumidos en la pobreza y que los chicos sigan padeciendo la desnutrición, que tanto nos alarma cuando la vemos por televisión. Creo que hay un dejo de hipocresía muy fuerte, y esto lo digo sinceramente.
No se puede seguir hablando de derechos sociales o intentar mejorar las condiciones de vida cuando, en realidad, nosotros somos los responsables; y me incluyo, porque formo parte de esta Cámara, aunque no me sienta de ese modo. Desde aquí seguiré luchando para que esto cambie.
En este sentido, desde hace muchos años, desde la época de la dictadura, hemos denunciado que uno de los graves problemas de este país iba a ser el pago de la deuda externa. A los que trabajábamos en ese proyecto nos llamaban "los locos de la deuda externa"; y sí, ahora están todos locos, pero por pagar la deuda externa, con un discurso nuevo.
El que tiene cierta trayectoria y ha pensado en su momento que el problema de seguir pagando la deuda externa era gravísimo, seguirá manteniendo la misma opinión y será consecuente con esa actitud. Si bien considero que hay que formar una comisión investigadora bicameral, realmente no confío en que llegue a concretarse; y mucho menos que, de llegar a constituirse, plantee seriamente la posibilidad de dejar de pagar este fraude, esta estafa y este saqueo.
Por lo tanto, considero que es fundamental que esta discusión se lleve a la población, para que ella elija si desea prolongar la crítica situación de vida de los argentinos para seguir enriqueciendo las arcas de los especuladores financieros a nivel mundial, o se dispone a transformar este país a partir de una sociedad absolutamente distinta que se plante independiente ante los poderes políticos y económicos mundiales, e incluso tenga la suficiente autoridad para plantarse independiente de los poderes políticos y económicos de nuestro país que son cómplices de esos poderes internacionales.
Por lo expuesto, adelanto mi voto negativo al proyecto en consideración. Pienso que aquí no se trata de limitar el pago de la deuda externa sino, categóricamente, de asumir la responsabilidad de su pago, actitud que considero que es la culpable de todo lo que estamos padeciendo en el país.
En cuanto a la abstención, creo que tiene que ver con el mismo objetivo. Si verdaderamente no queremos pagar la deuda o pretendemos que se abra una fuerte discusión, debemos votar por la negativa este proyecto de ley y plantear, consecuentemente, que sea la población la que decida el futuro en relación con este tema tan importante.
SR. PRESIDENTE(CAMAÑO)
Tiene la palabra la señora diputada por la Capital.
SRA. WALSH, PATRICIA (CAP FEDERAL):
Señor presidente: solicito que la votación de este proyecto sea nominal.
SR. PRESIDENTE(CAMAÑO)
Ya se ha pedido que la votación sea nominal, señora diputada.
SRA. WALSH, PATRICIA (CAP FEDERAL):
Entonces me sumo a esa solicitud, señor presidente.
Entre todos los temas que puede debatir el Congreso de la Nación, el de la deuda externa, que le compete porque la Constitución Nacional así lo establece, es el más grave. Digo esto aún considerando todo lo concerniente a la defensa de los derechos humanos en un país como el nuestro, donde la mitad de la población está por debajo de la línea de pobreza.
Llevo muchas horas sentada en esta banca escuchando todas las intervenciones, algunas de las cuales han sido excelentes. En muy pocas se ha hecho referencia a la pobreza, la miseria, la desnutrición, la falta de educación, la inexistencia de salud, la exclusión social, la desocupación y la marginación, que son cuestiones estructuralmente vinculadas a la deuda externa pues son su consecuencia.
Hay que elogiar las escasas voces que expresaron que esto tiene que ver con el drama más terrible que padecemos los argentinos, un drama de naturaleza política cuyas respuestas tienen que ser políticas.
Aquí se habló de los aspectos técnicos, económicos, financieros y jurídicos, pero ésta es una causa política. El hecho de que se insista en que este proyecto fue enviado por el Poder Ejecutivo y que incluso se aclare que estamos en sesiones extraordinarias -donde solamente discutimos los proyectos que remite el Poder Ejecutivo- no nos va a amparar bajo ninguna consideración, porque los diputados nacionales que ocupamos las bancas somos dueños de nuestro voto. El Poder Ejecutivo envía el proyecto; nosotros, los que pedimos la palabra en este recinto, somos dueños de nuestros discursos, y a la hora de votar también decidimos cómo lo hacemos. Para eso está la votación nominal.
En este sentido, coincido con el diputado Mario Cafiero en que si uno piensa que esta es la deuda externa de la Nación Cromagnon, entonces es bueno que quede registrado el voto. También es bueno decir con toda honestidad en este debate que no me conforma en absoluto la abstención.
Después de pronunciar tan excelentes discursos, denunciar tan bien, nombrar insistentemente a Alejandro Olmos, leer párrafos enteros de la sentencia de Jorge Ballestero, ¿cómo vamos a optar por la abstención a la hora de votar? ¿Cómo me voy a abstener si, como otros tantos diputados nacionales, traje una vez más a la banca la Constitución Nacional? ¿Cómo me voy a abstener si en el texto constitucional tengo subrayado y resaltado el capítulo IV, referido a las atribuciones del Congreso, el artículo 75, que dice: "Corresponde al Congreso..." y el inciso 7), que dice: "Arreglar el pago de la deuda interior y exterior de la Nación." Esto es lo que nos corresponde a nosotros.
Si alguien no está de acuerdo con el texto de la Constitución Nacional, si considera que puede y debe ser reformulada, entonces debe presentar un proyecto parlamentario con el fin de realizar el llamado a una Convención Constituyente, que es exactamente lo que hizo mi bloque en su momento; ese proyecto sigue teniendo estado parlamentario. Entonces podremos discutir nuevamente la Constitución Nacional, como evidentemente habría que hacer.
Si uno no ha hecho esto, si no lo comparte, si no lo hace ni lo hará, entonces se está ejerciendo una práctica que está instalada en esta casa política: no queremos cambiar la Constitución, no proponemos hacerlo, pero venimos otra vez a violarla. Y ya van muchas veces. Esta denominada delegación de poderes es inconstitucional y, por lo tanto, resulta nula. Todo lo que se le vaya agregando sigue siendo nulo e inconstitucional.
Se ha dicho acá -lo repito porque es por esto que voy a votar en contra- que la deuda que tenemos es inmoral, ilegítima, ilegal y fraudulenta. Entonces, si esfraudulenta, si es inmoral, si es ilegal y es ilegítima, naturalmente no voy a votar a favor, pero también naturalmente no me voy a abstener, porque eso significa dar convalidación.
Como no dudo de la honestidad, la trayectoria y el trabajo de algunos señores diputados nacionales que se están absteniendo, pero que han firmado proyectos con estado parlamentario que plantean otra cosa y otra posibilidad, es que voy a lamentar esa abstención, pero también voy a llamarlos a que rectifiquen su actuación; si no es en esta sesión tendrá que ser en algún otro momento.
Quien fuera elegido en función de una campaña electoral por el voto popular propuso precisamente, en la campaña, impulsar algunas cuestiones, y parece ser que algunos hasta olvidan eso, en un año electoral como es el 2005, en el que vamos a tener que pensar cómo resultará la nueva composición de esta Cámara y a quiénes quieren tener los argentinos como diputados nacionales.
Llegué a esta banca haciendo campaña por el bloque de Izquierda Unida, cuya única diputada nacional es, precisamente, quien está hablando ahora, comprometiéndome políticamente a luchar contra algunas cuestiones y a plantear la salida en relación con esos temas.
En la campaña proponía el no pago de la deuda externa y llegué a la banca con 120.000 votos de la Ciudad de Buenos Aires por el no pago de la deuda externa, principal consigna de mi campaña electoral.
Esto es lo que hice desde que ingresé en diciembre de 2001 hasta el día de hoy. Hoy, no es un día cualquiera en la memoria de los argentinos con memoria. Hoy es, precisamente, un aniversario para los que pueden y quieren tener memoria, porque se cumplen treinta años del comienzo del nefasto Operativo Independencia.
Hoy, algunos hicieron historia desde las bancas, pero fue una historia fragmentada y sujeta a debate. Habría que recordar que ese Operativo Independencia abrió las puertas al 24 de marzo de 1976, y ese 24 de marzo de 1976 abrió las puertas a lo que estamos discutiendo hoy: la deuda, esa deuda inmoral, ilegítima, fraudulenta e ilegal, negociada, renegociada, vuelta a negociar, blindada, megacanjeada. Y ahora de nuevo canjeada otra vez, y resulta que cada vez debemos más y cada vez estamos más esclavos.
Por eso, mi voto es en contra, pero no basta solamente con votar en contra sino que, además, a los que dicen que quienes estamos en contra no tenemos propuestas queremos demostrarles que esa es una idea falsa de toda falsedad.
Efectivamente, más allá de que un grupo importante de diputados hoy podamos votar en forma negativa este proyecto de ley, hay otras iniciativas que siguen teniendo estado parlamentario. Por si alguno quiere tomar nota, porque le interesa tener otra posición en relación con este tema, voy a especificar los proyectos a los que me refiero.
Uno de ellos es el contenido en el expediente 4264-d-2003, que propone la constitución de la Comisión Parlamentaria Bicameral Investigadora de la Deuda. Este proyecto propone, además, la cesación de pagos, es decir que, mientras investigamos la deuda no la pagamos, porque partimos de la definición de que es ilegal, fraudulenta, ilegítima e inmoral. Esto lo podemos probar; para ello se constituye la comisión investigadora. Este proyecto tiene estado parlamentario pero hasta el día de hoy, 9 de febrero -nefasto aniversario que acabo de mencionar-, no existe la voluntad popular necesaria para formar esa comisión.
También existe otro proyecto, acompañado por un grupo aún más importante de diputados, que tiene estado parlamentario pero que está durmiendo el sueño de los justos, cajoneado en esta Cámara. Se trata del proyecto contenido en el expediente 6943-d-2004, que declara deuda odiosa la deuda contraída por la dictadura militar genocida, inicio de todo el mecanismo de dominación que conlleva la deuda externa. Hasta el día de hoy no hemos tenido en esta Cámara ni siquiera la voluntad popular de discutir la deuda contraída por la dictadura militar genocida. Ni siquiera hemos tenido esa capacidad.
Conviene recordar esto al momento de empezar nuestras campañas electorales para decir, por ejemplo: "Yo propongo pagar toda la deuda contraía por la última dictadura militar", o: "Yo propongo hacer una quita o pagar una parte." Pero, pregunto: ¿una quita de qué? ¿Una parte de qué? ¿De una deuda fraudulenta? ¿De una deuda ilegal? Eso no es una quita. Eso es lo que se paga con el hambre, con la pobreza, con la desnutrición, con el desempleo, con una futura República de Cromagnon.
Además, que nos digan que el tema pasa por el éxito o el fracaso es como decía hace unas horas el señor diputado Breard: premisa falsa, conclusión falsa. Yo diría que es una contradicción falsa. Pedí especialmente algunos datos al señor diputado Cafiero porque me parecieron tremendos. Si este proceso tiene éxito, el PBI per cápita en dólares del año 1998 se volverá a alcanzar en el año 2039. Si esto tiene éxito, la tasa de desempleo menor al 6 por ciento histórico se alcanzará en el año 2046. ¿A esto llaman éxito?
Me acordaba entonces de la carta abierta que mi padre, Rodolfo Walsh, enviara a la Junta Militar, a la dictadura militar genocida, donde decía: "Pero peor aún que las horrorosas violaciones a los derechos humanos, en las cuales ustedes incurren, es la miseria planificada de millones de argentinos."
Esto es lo que hoy algunos votan a favor. Por supuesto, sé que algunos diputados nacionales creen que esto es lo posible, lo razonable y lo sensato, e incluso lo apoyan sin ninguna mala intención, pero en realidad constituye la miseria planificada para millones de personas al no denunciar una deuda que es inmoral, ilegítima, ilegal y fraudulenta. Además, como diputados nacionales, estamos obligados a no delegar, porque hacerlo es, por lo menos, inconstitucional.
SR. PRESIDENTE(CAMAÑO)
La Presidencia ruega a la señora diputada que vaya redondeando su exposición.
SRA. WALSH, PATRICIA (CAP FEDERAL):
De acuerdo, señor presidente.
Me parece importante ir valorando este tema y ver si se puede hacer algo al respecto. Por lo pronto, se puede votar en contra, que es lo que vamos a hacer.
El señor diputado Cafiero me comentó acerca de una consideración que él no pudo hacer durante su intervención por falta de tiempo, que me parece muy interesante para ayudarnos a pensar qué hacemos desde estas bancas.
El proyecto de declaración de deuda odiosa que acompañamos 65 diputados nacionales, entre ellos los del bloque de Izquierda Unida, fue presentado por el señor diputado Cafiero ante la Corte Constitucional alemana, la que respondió oficialmente a la presentación hecha por un diputado nacional de esta Cámara. ¿Qué respondió la Corte? Que está analizando la realización de una audiencia pública para considerar la legitimidad de la deuda.
Los alemanes van a considerar la legitimidad de la deuda y nosotros, en esta Cámara, todavía no pudimos hacerlo porque no hay voluntad. Entonces, cuando los integrantes de esta Cámara quieran renovar sus bancas, deberán decir con claridad por qué hay que votarlos, qué van a hacer una vez que se sienten en ellas, qué es lo que van a votar y, en todo caso, si alguien tiene voluntad de ayudar al Poder Ejecutivo, sea éste o el próximo, que lo diga.
SR. CAFIERO, MARIO ALEJANDRO (BUENOS AIRES):
¿Me permite una interrupción, señora diputada, con la venia de la Presidencia?
SRA. WALSH, PATRICIA (CAP FEDERAL):
Sí, señor diputado.
SR. PRESIDENTE(CAMAÑO)
Para una interrupción tiene la palabra el señor diputado por Buenos Aires.
SR. CAFIERO, MARIO ALEJANDRO (BUENOS AIRES):
Señor presidente: he pedido esta interrupción para acercar a la señora diputada Walsh la copia del documento de la Corte Constitucional alemana que dice que está analizando organizar una audiencia pública para tratar el caso argentino de la ilegitimidad de la deuda.
SR. PRESIDENTE(CAMAÑO)
Continúa en el uso de la palabra la señora diputada por la Capital.
SRA. WALSH, PATRICIA (CAP FEDERAL):
Señor presidente: ¡qué vergüenza tendría que darnos si se hiciera una audiencia en Alemania para discutir este tema! Como nos habría tenido que dar vergüenza en el caso de que no hubiéramos luchado tanto para que la realidad fuera diferente. Muchos defendemos y tenemos un compromiso con la lucha por los derechos humanos en este país, y debemos juzgar y condenar a los genocidas en nuestra propia patria.
Hay temas que son de los argentinos. Estos palcos tendrían que estar llenos de personas legítimamente interesadas en escuchar este debate, para ver cómo votan sus diputados nacionales, si a favor -con buenas razones, por supuesto-, si se abstienen o votan en contra. Esto es lo que yo creo que nos falta: que estos debates se transmitan, sean conocidos, que no se hagan en un lugar que cada vez se cierra más y con contenidos cada vez menos difundidos. Esto sería realmente decir que estamos rindiendo cuentas a la gente que nos votó para ocupar estas bancas.
A mí me han votado para denunciar esta deuda, y esto es lo que hago y además con muchísima convicción. Aquí se habló de que solamente un grupo muy reducido, aislado, unos pocos van a votar en contra. A Alejandro Olmos le decían el loco de la deuda. Ahora falta que digan algo parecido a este grupo de diputados que vamos a votar en contra, me refiero a los que tienen buenas razones, los que estamos planteando el no pago; a no confundir este voto en contra con otros votos en contra, porque a lo mejor lo que quieren estos últimos es pagar todavía más. Este voto en contra por el no pago no se puede confundir; no es un voto aislado, será de unos pocos pero este voto expresa una voluntad realmente muy mayoritaria del pueblo argentino de seguir considerando a esta deuda inmoral, fraudulenta, ilegítima e ilegal.
SR. PRESIDENTE(CAMAÑO)
Tiene la palabra la señora diputada por Buenos Aires.
SRA. MONTEAGUDO, MARIA LUCRECIA (BUENOS AIRES):
Señor presidente: venía conversando con los compañeros del interbloque que integro, que ya hicieron uso de la palabra, y aparte de todo lo que me dijeron me aclararon que, en realidad, la misión del Congreso es decidir sobre la legitimidad de la deuda. La misión del Congreso es justamente decidir sobre las deudas que se contraen.
Acá la cuestión pasa porque nos están invitando a definir la forma de pago, cuando todo lo demás constituyen hechos consumados. Este es el problema. Ahora nos están dejando, entre comillas, incidir en una decisión cuando la real determinación se tomó hace mucho y fuera de acá. El planteo del interbloque ha sido que la definición se tiene que tomar en este recinto porque así lo marca la Constitución.
Durante toda la jornada de hoy se mencionó al compañero Alejandro Olmos y me preocupa no poder dejar sentado un trabajo que tengo en mi poder, que me parece importantísimo, por lo cual voy a pedir su inserción en el Diario de Sesiones. Es de otro Olmos, el hijo de Alejandro Olmos.
El día martes 28 de diciembre de 2004, Alejandro Enrique Olmos y Ricardo Daniel Marcos presentan ante el Juzgado en lo Contencioso Administrativo Federal N° 3 un amparo por el tema de la deuda externa, patrocinados por alguien tan importante como el doctor Salvador María Losada. Solicito autorización para insertar el texto de este amparo, porque me parece que resume muchos de los temas que se trataron esta noche.
El amparo tiene contenido histórico, político y jurídico. La señora diputada Walsh tenía razón cuando planteaba la fragmentación de la temática, y yo voy a explicar por qué me voy a abstener.
Esta sesión es histórica y muy importante. La bronca que algunos tenemos surge porque nos han invitado para acompañar. En este sentido, no estoy de acuerdo con un diputado de la Unión Cívica Radical, quien dijo que éramos algo así como jugadores suplentes. Sinceramente, no nos sentimos en esa situación; además, el diputado lo decía a partir de la racionalidad de acompañar la decisión del gobierno.
Yo señalo que me voy a abstener sin sentirme jugadora suplente por acompañar la estrategia del gobierno. Me abstengo porque no estoy de acuerdo con la estrategia adoptada. Lo dijo muy bien Alejandro Olmos hijo, y es muy importante que de ello quede registro histórico, porque después vamos a reivindicar a Alejandro Olmos al Senado, pero no cambiamos nuestra postura.
Otro legislador planteaba que el tema de la deuda se va a seguir tratando. Me pregunto dónde: ¿en un café, o en un boliche? Cuando nosotros hemos solicitado la consideración de la cuestión en sesiones especiales, la mayoría nunca concurrió a dar el debate. Hoy, nos solicitan que estemos presentes, pero no vamos a acompañar la decisión.
Alejandro Olmos hijo cita en el amparo a Joseph Stiglitz, señalando que alguien suficientemente conocido y con autoridad para desmenuzar el funcionamiento del Fondo Monetario Internacional ha expresado que los equipos que visitan los países para realizar auditorías son bien conocidos por preparar sus informes antes de la visita. Esto es lo que nos está pasando.
El amparo también se refiere a la delegación de facultades y menciona a un teórico argentino, quien expresa que la delegación legislativa no ha sido prevista en la Constitución; por principio, es contraria al sistema jurídico político de la Constitución. Luego agrega que el empréstito o más propiamente su ejecución en general implica, indirectamente al menos, nuevas cargas públicas, a veces más graves y onerosas que los impuestos.
Continúa diciendo que La atribución constitucional o competencia jurídica para emitirlo es del Poder Legislativo. Este poder del Congreso es exclusivo. Cuando el Congreso autoriza un empréstito realiza un acto que sólo es ley en el sentido formal, porque lo dominante en la decisión legislativa es la autorización para hacer uso del crédito de la Nación. No se trata entonces de que sea una ley financiera como el presupuesto, cuyo régimen constitucional es el de las leyes ordinarias. La competencia del Congreso es una de las mayores garantías establecidas en defensa del estatuto del contribuyente.
El experto es el doctor Rafael Bielsa, quien ha expresado lo señalado en su libro sobre Compendio de Derecho Público Constitucional, Administrativo y Fiscal, del año 1982.
Por lo tanto, me parece que es bueno definir algunas cuestiones. Seguramente, habrá algunos votos por la negativa, con los cuales yo me sentiría más identificada. Seguramente, habrá abstenciones, con las que yo no tendría ninguna simpatía, ya que también se va a abstener un ministro de Economía de quien declaró un default que nunca administró.
Me voy a abstener por convicción. Lo haré por lo que dijimos en un primer momento: no compartimos la forma en que se define estratégicamente la cuestión de la deuda externa. Como somos legisladores nacionales planteamos que la cuestión debe estar en el Congreso, como lo marca la Constitución. Nos asiste el derecho de abstención cuando se nos invita al final del juego y las reglas las fijan en otro lugar. Lo peligroso de todo esto es que el propio presidente de la Nación en más de una oportunidad ha deslegitimado lo que él mismo asume, pues hay distancia entre lo que dice y lo que hace. Recuerdo que hace muy poco tiempo, en La Matanza, el presidente de la República dijo "¡Minga que le vamos a autorizar un aumento a Aguas Argentinas!", pero al día siguiente planteó cómo habríamos de pagar la deuda que esa empresa tiene con el BID.
Estas cosas nos preocupan; de allí mi abstención. No pueden invitarnos al final de la fiesta, cuando las reglas las fijaron en otra mesa; pero, fundamentalmente, no podemos dejar pasar cuestiones tales como los dichos del presidente de la Nación, y no digo esto para poner palos en la rueda.
El presidente señaló que está defendiendo afuera el derecho del Estado argentino, y me parece perfecto. Lo que me preocupa es que los mismos actores políticos en este recinto son los que en el año 1995 aprobaron los convenios del CIADI, y ahora se hacen cruces porque pusieron al zorro al cuidado de las gallinas.
La abstención legitima la diferencia por la que estoy trabajando. Aquí, desde una banca, impulso la idea de que una comisión bicameral analice el tema de la deuda, pero no lo hago desde ahora. Así lo propusimos por primera vez en 1984, y en 1993 solicitamos el tratamiento sobre tablas de un proyecto tendiente a la creación de esa comisión. En ambos casos la respuesta fue la misma. Por ello, decir "no" es distinto a plantear que el tema sea tratado acá.
Seguramente mi abstención se parece mucho más a la negativa de los señores diputados Walsh o Cafiero, pero no paso por alto las diferencias que tengo respecto de los fundamentos de algunas abstenciones que escuché en este recinto.
Como dijo el señor diputado Frigeri, después de treinta años sería muy bueno que de una vez por todas pudiéramos decir que el debate de la deuda sigue abierto, aunque la cuestión es dónde. El general Perón, a mediados del siglo anterior, decía: "Muchachos, ¿quién vio un dólar?" Después entramos en el FMI. Yo diría hoy: "Muchachos, ¿qué sabemos del canje?" Se trata de una operatoria virtual respecto de la cual no nos dan los instrumentos para conocerla y lo único que nos queda es la duda.
Frente a ello reivindico la abstención con el fin de tratar de construir todos los instrumentos que en el Congreso, y bajo el amparo de la Constitución Nacional, me permitan definir lo que debemos y lo que no debemos.
SR. PRESIDENTE(CAMAÑO)
Tiene la palabra el señor diputado por Tucumán.
SR. LIX KLETT, ROBERTO IGNACIO (TUCUMAN):
Señor presidente: solicito autorización para insertar mi discurso en el Diario de Sesiones, adelantando que mi bloque va a abstenerse en la votación.
SR. PRESIDENTE(CAMAÑO)
De acuerdo con lo que indicara esta Presidencia, los pedidos de inserción serán autorizados oportunamente por la Honorable Cámara.
Tiene la palabra el señor diputado por el Chaco.
SR. GONZALEZ, RAFAEL ALFREDO (CHACO):
Señor presidente: en primer lugar, vaya mi respeto para quienes van a abstenerse y para quienes van a oponerse, y solicito respeto para quienes vamos a apoyar, porque estamos convencidos de que este proyecto de ley no es extemporáneo ni inocuo y forma parte de la estrategia del gobierno nacional en el proceso de renegociación de la deuda.
Creo que en este extenso debate se ha hablado mucho de la deuda externa y poco del proyecto en consideración. Si tomáramos esta iniciativa simplemente como un instrumento necesario en este momento para la estrategia del gobierno la observaríamos desde otro punto de vista.
En mi opinión este proyecto contribuye a dar certeza al proceso abierto de canje, que está previsto terminar en un tiempo cercano. No comparto el criterio de que porque sancionemos esta norma todos vendrán corriendo a aceptar o rechazar la propuesta de canje del gobierno, pero sí es cierto que a partir de su sanción -al ser el Congreso el que puede habilitar una futura apertura de la renegociación- aquellos acreedores que dudan acercan de qué actitud tomar, tendrán que empezar a pensar en serio qué harán de cara a la finalización de un proceso de apertura de propuestas.
En esta sesión se han dicho muchas cosas en relación con la deuda externa y no sé si vale rebatir las argumentaciones vertidas, porque formaría parte de un debate que no es el motivo de esta convocatoria. Sin embargo, cabe recordar que aludiendo a un juego nacional alguien dijo que no se puede cantar envido con veinte. En realidad, sí se puede, siempre y cuando uno tenga la entereza de mostrar que no tiene veinte. Lo que es verdad es que no se puede cantar envido con veinte si detrás nuestro hay uno que está haciendo seña al contrario indicando cuánto tenemos. En ese caso se torna totalmente inocua la estrategia de esa jugada. Pero esta no es una jugada sino una negociación de la deuda externa.
En cuanto a la propuesta de Dubai se ha dicho que el gobierno ha retrocedido, pero con una concepción quizás simplista yo nunca pensé que esa propuesta pudiera ser firme y cristalizada. Aquel que alguna vez haya negociado algo sabe que la negociación es un proceso en el que uno va adecuando a las circunstancias lo que propone. Sólo un ingenuo puede creer que en un proceso de negociación hay situaciones totalmente cristalizadas hasta su término. La finalización del proceso es lo que marca la posición de las partes. Concretamente, sabremos lo que sucedió el día que se cierre el proceso de negociación. En ese momento sabremos hasta dónde cedió el Estado a partir de su primera propuesta y también cuántos son los que nos estaban cantando envido con veinte al decir que no aceptarían la propuesta del gobierno argentino.
Entiendo que debemos ser prudentes. Como representante de una parte del pueblo de la Nación argentina quiero sumarme hoy a quienes con prudencia otorgan al gobierno nacional este instrumento que necesita en esta etapa de negociación de la deuda, y deduzco que lo necesita porque lo que estamos considerando es un proyecto remitido por el Poder Ejecutivo nacional. Adopto esta actitud sin perjuicio de que acepto las posiciones que desde la política puedan tener algunos de los sectores que integran esta Cámara, porque ello es parte de la democracia y del funcionamiento de este cuerpo colegiado.
En relación con la necesidad de sancionar esta norma, estoy convencido de que las facultades otorgadas al Poder Ejecutivo para negociar la deuda han sido necesarias y de que este gobierno ha llevado adelante con seriedad el proceso de dicha negociación. Ante esta instancia crucial de regularización de la deuda externa argentina, con esta iniciativa el Congreso está dando una muestra de acuerdo al otorgar al Poder Ejecutivo el instrumento que necesita en este momento. (Aplausos.)
SR. PRESIDENTE(CAMAÑO)
Tiene la palabra el señor diputado por el Chaco.
SR. ZIMMERMANN, VICTOR (CHACO):
Señor presidente: estamos en presencia de una jornada que seguramente se podrá considerar como histórica por varias razones. Primero, porque finalmente el Parlamento está ratificando los términos y las condiciones con los cuales la Argentina procederá a reestructurar la deuda externa caída en default; es decir, las obligaciones de varios millones de dólares distribuidas por todo el mundo y dentro del país. Debemos decir claramente que este asunto tiene varias aristas.
La primera de ellas es que se trata, nada más y nada menos, que de normalizar las relaciones financieras y económicas entre nuestro país y el resto del mundo, de forma tal que se recuperen las condiciones mínimas para restablecer los flujos crediticios y de inversiones. Por ello, debemos decir con claridad que estamos por votar un prerrequisito indispensable para abrir las puertas a un definitivo proceso que deberá ser de crecimiento, desarrollo y progreso.
Sin crédito e inversiones no hay desarrollo posible; pero bien miradas estas definiciones sobre el tratamiento de la deuda externa supone, antes que nada, una nueva oportunidad para crecer que no podemos desaprovechar.
También es histórica esta jornada, porque la sociedad argentina está haciendo un enorme y costosísimo esfuerzo común para sostener los pagos de la deuda a lo largo de los próximos veinte o treinta años, de manera tal de sanear nuestras finanzas y asegurar los flujos de fondos que nos permitan desarrollarnos. Es un esfuerzo que se suma al que ya viene realizando el país en su conjunto para atender las deudas del Fondo Monetario Internacional, por las que ya se pagó alrededor de diez mil millones de dólares. Ahora, asumimos un compromiso del 3 al 3,5 por ciento del PBI; es decir, cerca de cinco mil millones de dólares a lo largo de los próximos veinte o treinta años.
Esta sesión es histórica porque, como respuesta a esta sociedad que asume semejante esfuerzo y para que no caiga en vano, el Parlamento y la dirigencia deben sellar un compromiso nacional para marcar un antes y un después y cerrar definitivamente los ciclos recurrentes de endeudamiento, que tan graves consecuencias económicas y sociales han generado.
Al menos necesitamos hacer una reflexión relacionada con las recientes experiencias históricas a fin de que el colapso y la crisis no vuelvan a repetirse. Debemos reflexionar sobre lo que nos pasa a los argentinos y por qué no podemos despegar de esta situación.
Después de esta larga jornada de debate, no voy a hacer una reseña histórica sobre la evolución del endeudamiento argentino, porque varios colegas ya lo han hecho -como lo explicó brillantemente en su exposición el señor diputado Breard-, pero desearía que me permitan formular algunas precisiones y citar algunas fechas.
Entre los años 1975 y 1982 la deuda externa pasó de ocho mil millones de dólares a casi cincuenta mil millones. A raíz de esa deuda y del peso que sobre la economía ella suponía la Argentina perdió una década de crecimiento y conoció la hiperinflación y el desastre consiguiente.
En 1990, luego de alcanzar una trabajosa reestructuración, lamentablemente volvimos a endeudarnos de manera extraordinaria y en forma ininterrumpida. Así fue como a fines de 2001 la deuda trepaba a más de ciento cincuenta mil millones de dólares.
¿Cómo fue posible que en un lapso tan corto volviéramos a tropezar dos veces con el mismo problema en la Argentina? Es más, ¿cómo fue posible que en ambos momentos históricos hubiera políticas tendientes a mantener un dólar barato, lo que a algunos argentinos les abrió la puerta al mundo y luego hizo que fuéramos conocidos por el famoso "deme dos", mientras para muchas industrias significó su desaparición y para millones de argentinos, su desocupación y marginación social?
En los dos casos ese endeudamiento financió políticas salvajes de mercados liberales según las cuales la Argentina crecería en forma equilibrada y automática con la apertura y la privatización de las empresas. Posteriormente, todo esto se convirtió en una falacia.
Ese endeudamiento se dio en el marco de la asistencia de organismos financieros internacionales que no sólo alentaron esas falsas políticas de crecimiento sino que fueron especialmente funcionales a las condiciones del mercado financiero internacional. Cuando en el mundo sobraban los petrodólares, al Fondo Monetario Internacional, a pesar de sus responsabilidades institucionales, no le pareció importante el nivel de endeudamiento que alcanzó nuestro país y otras naciones del mundo. Con la globalización financiera y la enorme liquidez que siguió a la caída del muro de Berlín en 1989, el Fondo Monetario Internacional tuvo nuevamente una mirada desentendida mientras la deuda crecía en los países emergentes a velocidades insostenibles.
Cabe aclarar que ese endeudamiento financiero irresponsable sólo alimenta la especulación y los beneficios de los comisionistas y de los bancos que intervienen en estos procesos de colocación de préstamos y, en los últimos tiempos, de bonos.
No hay que escarbar mucho para darse cuenta de que la respetabilidad financiera del país no puede quedar en manos de estos operadores que no tienen solidez técnica ni cuidan la conducta del país emisor, sus valores y tampoco -como lo ha ratificado la justicia italiana- los patrimonios de los inversores.
Necesitamos entonces este compromiso nacional, porque queremos que esta renegociación de la deuda ponga fin a estos ciclos recurrentes y sea exitosa, y para esto debe incluir una serie de definiciones básicas.
Por eso le decimos al gobierno nacional que a partir de hoy necesitamos ante todo una planificación estratégica que comprenda un proyecto de desarrollo sustentable, coherente, basado en la ocupación, regionalmente equilibrado e integrado y con una conducta fiscal intachable; un proyecto que convoque al capital nacional y a todos los empresarios del mundo que quieran invertir en nuestro país, pero en condiciones de igualdad y sin privilegios.
Acompañamos la propuesta de reestructuración de la deuda pública planteada por el gobierno nacional porque estamos convencidos de que es necesaria para establecer el crédito y las inversiones, así como de que esta debe ser la propuesta última para que el esfuerzo de pago que se está ofreciendo se ubique en el máximo límite posible. Ir más allá significaría obligar a los ciudadanos argentinos a vivir en el infraconsumo y delegar la educación, la salud, la seguridad y los servicios públicos indispensables. Pero es nuestra obligación advertir al gobierno nacional que esta propuesta es un punto de partida, una condición necesaria pero no suficiente; no alcanza para romper con los ciclos de endeudamiento ni para establecer las bases de un sólido proyecto de desarrollo y progreso social y económico.
Necesitamos establecer una reforma tributaria profunda para que los compromisos que se estén asumiendo con el exterior sean sólidos y para que la carga que deriva de ellos se distribuya de manera equitativa.
Al respecto, cabe recordar que una parte sustantiva de la recaudación tributaria proviene de impuestos de emergencia como el que existe sobre el cheque, de las retenciones a las exportaciones y de impuestos al consumo, con tasas que continúan siendo elevadas.
También es nuestra obligación advertir que no se pueden dilapidar los recursos ni desaprovechar los esfuerzos, y que resulta más que imprescindible el cumplimiento de las obligaciones contraídas.
Estos recursos futuros y estos excedentes que vamos a tener deben servir para alentar a la producción en particular y, sobre todo, a las economías con menor grado de desarrollo relativo a fin de que tengan igualdad de oportunidades.
Debemos abandonar la idea de que si se nace pobre también se debe morir pobre, porque esto significa lisa y llanamente matar las expectativas de la gente y aniquilar los sueños y utopías, y las sociedades modernas no tienen por qué someterse a estas arbitrariedades. Es por eso que deben cumplirse las instancias organizativas y políticas a los efectos de desarrollar un plan federal de inversión que atienda, en primer lugar, las zonas más desfavorecidas de nuestro país.
Para terminar, quiero decir que a fin de que esta propuesta de reestructuración de deuda sea efectivamente la última se requiere elevar la calidad de la vida institucional argentina.
Estoy convencido de que de la emergencia no se sale con más emergencia sino con calidad institucional eficiente y eficaz. Tal como lo ha recordado el gobierno nacional, el Congreso tiene las facultades constitucionales para tratar todo lo atinente a la deuda externa. Entonces, de aquí en más debe jugar un rol activo en este sentido, y el Poder Ejecutivo debe regular, transparentar y consensuar las decisiones que se tomen en materia de deuda externa.
Como decía al comienzo, hoy estamos ante una sesión histórica ya que el Congreso retoma una facultad constitucional, y no dudamos de que si esto se mantiene en el tiempo, la responsabilidad del Parlamento y el control de las sociedades serán un obstáculo insalvable para aquellos que pretendan imponer irresponsables políticas de endeudamiento.
SR. PRESIDENTE(CAMAÑO)
Tiene la palabra la señora diputada por Tucumán.
SRA. CORDOBA, STELLA MARIS (TUCUMAN):
Señor presidente: el proyecto que estamos considerando es un instrumento que integra el proceso de reestructuración de la deuda pública implementado por el gobierno nacional. Algunos medios de comunicación han denominado a esta iniciativa "ley cerrojo" porque en rigor de verdad impone limitaciones a las facultades del Poder Ejecutivo para producir una reapertura sin la autorización de este Congreso o para realizar acuerdos judiciales, extrajudiciales o privados en el caso de los bonistas que no ingresen hasta el 25 de febrero.
No quiero referirme a los aspectos técnicos de este proyecto, que ya han sido abordados, sino a los políticos.
Durante el debate en el Senado, un senador del radicalismo expresó que este era un tema político. Y efectivamente considero que este es un gesto de apoyo del Parlamento argentino a la política de Estado diseñada por el presidente Kirchner para conducir la reestructuración de nuestra deuda pública.
Es cierto que en el decreto 1.735 se establece que el objetivo de la política económica actual es lograr la consolidación del crecimiento económico como asimismo la generación de empleo y la disminución de la pobreza, porque estos son algunos de los objetivos estratégicos que se ha propuesto el presidente.
No podemos negar, sería necio hacerlo, que el planteo de la quita del 75 por ciento ha sido un punto de inflexión en la manera de tratar la deuda pública argentina. Si no fuera así, no habríamos visto también que esta posición ha despertado la inquietud de los mismos organismos internacionales como para hacer una autocrítica sobre el rol que cumplieron en Latinoamérica en los últimos veinte años.
Por primera vez desde el Poder Ejecutivo se plantea la posibilidad de que la renegociación o la reestructuración de la deuda esté condicionada al crecimiento de la economía argentina. Esto no quiere decir que el presidente propone que en la medida que crezca la economía argentina será mayor el pago de la deuda. Por el contrario, cuando el presidente dijo que no íbamos a pagar la deuda con el hambre de los argentinos quiso decir sinceramente que los puntos de superávit de nuestro presupuesto y de nuestros ingresos no van a ser destinados a pagar la deuda externa sino a pagar la deuda interna que tenemos con los argentinos.
Este apoyo que hoy va a recibir este proyecto de ley tiene que ser un gesto contundente para adentro y para afuera de que esta es la última y definitiva oferta. Lo digo porque si bien no me gustan las simplificaciones es necesario que la sociedad argentina sepa que de un lado estamos los que apoyamos este plan de reestructuración de la deuda porque forma parte del camino a la consolidación del crecimiento económico y del otro lado están los que apuestan al fracaso de esta operatoria, que son los mismos que defienden a los fondos buitre y que son los mismos que son responsables del crecimiento de la deuda, que son los que contribuyeron al deterioro económico de la Argentina y que son los mismos que en los últimos días han aumentado los precios de los bienes de consumo masivo para nuestro pueblo, porque no quieren aceptar que estamos en la transición a un cambio de modelo que busca la redistribución de la riqueza. Asimismo esos son los que no quieren ceder ni un ápice de sus ganancias.
Por eso, me parece que es un gesto histórico que este Parlamento respalde la decisión política del presidente de la Nación en la reestructuración de la deuda. Aquí se habló de deuda legítima y de deuda ilegítima. No sé si esta es la oportunidad para debatir este tema. Seguramente es mucho más simpático sentarse en estas bancas y decir que no hay que pagar la deuda externa porque es ilegítima. Es ilegítima seguramente la deuda que contrajo la dictadura militar porque era un gobierno ilegítimo y no tenía capacidad para endeudarse.
Pero el escenario con el que se encontró el presidente Kirchner cuando asumió su mandato es el escenario que dejó la democracia argentina, que cuando retomó la conducción de nuestras instituciones no discutió la legitimidad de la deuda.
¿Qué hacemos con la deuda que se ha ido engrosando y consintiendo desde 1983 a esta parte? Nosotros no podemos desconocer que, más allá de la voluntad política de algunos dirigentes que permanentemente han cuestionado la legitimidad de la deuda, acá ha habido una continuidadinstitucional que ha reconocido permanentemente esa deuda.
Soy respetuosa de las opiniones que aquí se han emitido, pero me permito imaginar un escenario diferente al que tenemos. ¿Qué hubiera pasado si, como sostienen algunos, el presidente Kirchner en vez de dedicarse a gobernar y a diseñar un plan estratégico para la Argentina se hubiera sentado hace dos años y hubiera dicho a los argentinos: "No vamos a resolver nada sobre este tema porque tengo que esperar que el Parlamento investigue acerca de la legitimidad o ilegitimidad de la deuda externa?" No me quiero imaginar cuáles habrían sido las consecuencias de esa actitud. Es por eso que hoy, mediante el tratamiento afirmativo de este proyecto de ley, vengo a dar un voto de confianza a la iniciativa del presidente.
Aquí se ha hablado de devaluación de la palabra del presidente y también de sofismas. Yo quiero confrontar esos argumentos pero no con otros argumentos sino con hechos, porque como decía el general Perón, la única verdad es la realidad. Y la verdad es que hoy no estamos en aquel país en el que para pagar la deuda externa se descontaba a los trabajadores y a los jubilados el 13 por ciento de sus magros salarios. Hoy, estamos en un país en el que se ha empezado a implementar el aumento de los salarios para los trabajadores públicos y privados y el aumento de las jubilaciones en este camino de transición que iniciamos.
Quisiera que les preguntaran si la palabra del presidente está devaluada a los gobernadores que hoy reciben el doble de coparticipación que recibían en los últimos años, a los intendentes de aquellas ciudades del país que reciben muchísimos más ingresos que los que recibían en los últimos años, a cada uno de los trabajadores que lograron una recuperación de su salario, a aquellos mayores de 70 años que tenían un plan social y que hoy han accedido a una pensión no contributiva como un ingreso definitivo por su edad, y a aquellos que representamos a las provincias del Noroeste argentino, respecto de las cuales por primera vez se ha tomado la decisión política de que obtengan una reparación histórica con fondos que les va a proveer la Nación para obras de infraestructura y para poder resolver las asimetrías existentes entre esas provincias y las de las regiones centrales del país.
Por eso decía que, siendo respetuosa de las opiniones que aquí se han expresado, creo que estamos en el camino correcto.
Señor presidente: al igual que otros señores diputados, solicito que la votación sea nominal porque a veces pareciera que los que votan en contra de la posición del oficialismo son los únicos que actúan por convicción y que se responsabilizan por lo que hacen. Quienes desde el justicialismo vamos a apoyar esta iniciativa también lo hacemos por convicción, porque todos estos hechos que he mencionado son la evaluación de una gestión pública por sus resultados, y esos resultados que palpa el pueblo argentino son los que demuestran que el presidente Kirchner no mentía cuando decía que no iba a dejar sus convicciones en la puerta de la Casa de Gobierno.
En virtud del enorme consenso que hoy ha tenido el tratamiento de esta iniciativa pido que demos un voto de confianza, pero no como peronistas, radicales o miembros de alguna de las fuerzas políticas representadas en esta Cámara sino como argentinos, porque el éxito de esta operatoria forma parte del camino hacia la consolidación del crecimiento económico. Hoy, felizmente estamos viendo que surge nuevamente la fortaleza de las organizaciones populares que luchan por una redistribución de la riqueza. Para llegar a ese objetivo tenemos que consolidar el crecimiento económico, pues de lo contrario no vamos a tener recursos para redistribuir.
Por lo expuesto, solicito nuevamente a los señores diputados un voto de confianza para esta iniciativa. (Aplausos.)
SR. PRESIDENTE(CAMAÑO)
Tiene la palabra el señor diputado por Santa Fe.
SR. GUTIERREZ, JULIO CESAR (SANTA FE):
Señor presidente: venimos de un debate muy largo y voy a tratar de ser lo más breve, claro y conciso posible.
Estamos en un momento de definiciones importantes para el país. La Argentina vive horas cruciales en lo que hace a su futuro inmediato y mediato relativo a la consolidación de este proyecto político de recuperación de la Argentina.
El tema de la deuda y del canje de la deuda es crucial, importante, decisorio y definitivo en lo que se vincula con la suerte del futuro de la Argentina.
He escuchado con mucha atención innumerables discursos de todos los sectores de la oposición, pero desde el bloque oficialista no podemos dejar pasar algunas manifestaciones que reconozco -quiero hacer esta salvedad- son producto de la honestidad intelectual.
Aquí se dijeron medias verdades, inexactitudes y algunas manifestaciones que no coinciden con la realidad, y desde todo el arco político, desde la derecha y desde la izquierda, se escucharon discursos críticos a la posición del gobierno, muchas veces desde el voluntarismo, muchas veces desde la demagogia y muchas veces con anteojeras ideológicas.
Pero también, como siempre, los extremos se tocan, y muchas veces estos discursos son funcionales a los mercados financieros que quieren hacer fracasar el canje, desde el del señor diputado Bossa, quien dijo que esta era una oferta hostil y que por lo tanto debería haber una oferta mejor, hasta otros por los que se repudiaba toda la deuda y no querían pagar nada, pasando también por los que dicen que la posición del gobierno no ha sido firme en cuanto a la negociación de la deuda.
Quienes tuvimos la responsabilidad de gobernar y de sacar al país adelante cuando el justicialismo tuvo que asumir en las condiciones más nefastas, haciendo frente a la situación económica, financiera y social, tomamos al país sin beneficio de inventario, en el estado en que se encontraba, y nuestro compromiso fue recuperar la Argentina.
Por eso hablamos desde la responsabilidad y la coherencia. No hablamos desde el facilismo, desde la demagogia ni desde el voluntarismo: hablamos desde la responsabilidad de gobernar. Hablamos desde la responsabilidad que está sobre nuestras espaldas frente a la situación de millones de argentinos que están esperanzados en superar esta situación tan difícil que vivimos.
Pero nosotros queremos solucionar los problemas desde la acción del gobierno; no desde los discursos. No queremos hacer un discurso desde la banca y hablar de la pobreza y la marginalidad sin ofrecer soluciones, sino que venimos a plantear el respaldo a esta posición porque creemos que es una bisagra para que la Argentina solucione uno de sus problemas más graves: el sobreendeudamiento que lamentablemente padece nuestro país, que es producto de muchos años de dictaduras tan sangrientas que, como se dijo aquí, cuadruplicaron la deuda externa.
Pero esa situación también fue producto de decisiones equivocadas de muchos gobiernos democráticos que también sobreendeudaron al país comprando recetas extranjeras. Con el golpe de 1976 se volteó a un gobierno constitucional que tenía una deuda externa de aproximadamente 7.000 millones de dólares, porque en ese momento los países centrales que tenían exceso de petrodólares tenían que colocar los excedentes en los países emergentes. Así pasó varias veces.
Cuando las tasas de interés de los países centrales son bajas o hay excedentes de capital lo más fácil es ponerlos en los países emergentes cobrando tasas que son impagables. Por eso hemos llegado a esta situación de una deuda extremadamente grave y absolutamente impagable en su totalidad.
Hablamos desde la coherencia y desde la responsabilidad, porque el presidente de la República cuando asumió su mandato en mayo de 2003 dio un mensaje en este mismo Congreso que fue muy claro, no como sucede muchas veces con los discursos presidenciales, que se convierten en meras expresiones de deseos que después no se cumplen en la realidad.
El presidente dijo ante la Asamblea Legislativa lo siguiente: "Este modelo de producción, trabajo y crecimiento sustentable y con reglas claras, generará recursos fiscales, solvencia macroeconómica y sustentabilidad fiscal, creando las condiciones para generar nuevo y mayor valor agregado. Tiene además que permitir negociar con racionalidad para lograr una reducción de la deuda externa.
"Este gobierno seguirá principios firmes de negociación con los tenedores de deuda soberana en la actual situación de default, de manera inmediata y apuntando a tres objetivos: la reducción de los montos de la deuda, la reducción de las tasas de interés y la ampliación de los plazos de madurez y vencimiento de los bonos.
"Sabemos que nuestra deuda es un problema central. No se trata de no cumplir, de no pagar. No somos el proyecto del default. Pero tampoco podemos pagar a costa de que cada vez más argentinos vean postergado su acceso a la vivienda digna, a un trabajo seguro, a la educación de sus hijos o a la salud.
"Creciendo nuestra economía crecerá nuestra capacidad de pago."
Esto lo dijo el presidente de la República y este proceso de canje de deuda está cumpliendo con estos parámetros dados el 25 de mayo de 2003. Algunos diputados que entraron después de ese discurso, conociendo esta opinión y apoyando al presidente de la República, hoy son los mayores críticos a este proyecto de canje, de renegociación de la deuda. Ahí tenemos las incoherencias de los que plantean una cosa en el discurso y después en la acción política hacen lo opuesto.
Decimos que hemos cumplido con estos objetivos porque el canje de la deuda implica una reducción sustancial del capital. Acá se quiere hacer creer que no hay una reducción del 75 por ciento. La deuda en default era de más de cien mil millones de dólares, y el monto a pagar va a ser de alrededor de cuarenta mil.
Pero nadie puede desconocer que el bono más corto empieza a devolver capital a los veinte años y hay que descontar la tasa de inflación que tienen los países centrales; por lo tanto, la reducción neta es del 75 por ciento, como se planteó desde el Poder Ejecutivo.
Y acá aparece como que la Argentina no ha negociado con dignidad ni con firmeza. Vayamos al ejemplo de los países más cercanos, de los países asociados en el Mercosur y en la Unión Sudamericana que queremos construir.
Brasil tiene un presidente que llegó del Partido de los Trabajadores, que nadie puede desconocer que tiene una visión progresista y que quiere un país con mayor justicia social e inclusión en el mundo.
El presidente Lula Da Silva se comprometió a un superávit fiscal muy superior al que tiene la Argentina y está pagando la deuda religiosamente, sin ninguna quita y sin prórroga de plazo, como está haciendo la Argentina.
Los otros días leía un artículo del presidente Lula Da Silva que decía: "La abundancia y la injusticia han sido los rasgos salientes del siglo XX. En los últimos cuarenta años el PBI mundial se duplicó mientras que la desigualdad entre el centro y la periferia se triplicó. El 25 por ciento más rico consume el 80 por ciento de los recursos disponibles." Agregaba que las deudas deben ser honradas, pero su pago no puede significar la muerte del deudor. Está pagando la deuda religiosamente.
Uruguay es un país que también tuvo que renegociar su deuda, porque en un momento de crisis económica y de recesión como el que vivió la Argentina, no pudo cumplir con sus compromisos.
Renegoció la deuda sin ningún dólar de quita. Prorrogó los plazos y disminuyó las tasas de interés, pero su deuda no se redujo en un solo dólar. Ecuador también renegoció su deuda y obtuvo una quita muy inferior a la que está planteando la Argentina.
El resto de los países americanos, como Chile, Venezuela y Colombia, están cumpliendo con los servicios de la deuda y pagan sus compromisos. La Argentina está ofreciendo bajar su deuda considerablemente, ampliando los plazos y reduciendo considerablemente las tasas de interés, pero aquí se nos quiere hacer creer que la negociación argentina no es dura, firme y honrada.
Se decía que este proyecto era inocuo. Sintomáticamente, después de la sanción del Senado, hubo un aumento de la adhesión de una gran cantidad de bonistas y un crecimiento considerable de los precios en la Bolsa de Comercio.
Esto significa que los mercados no creen que este proyecto sea inocuo, sino que lo consideran una decisión política importante, refrendada por el Congreso de la Nación, a fin de que esta propuesta sea la última y definitiva para resolver el tema de la deuda.
Muchos señalan en sus discursos que nosotros estamos delegando nuestras facultades. Sin embargo, cuando el Poder Ejecutivo nos convoca para opinar y asumir nuestra responsabilidad, se nos dice que el proyecto viene extemporáneamente al Parlamento.
Nosotros refrendamos la posición del gobierno porque creemos que este proceso de canje está realizado con mucha firmeza. Además, pensamos que debemos respaldar al gobierno nacional para salir de la situación de crisis que vive la Argentina.
Hoy, por suerte, las variables económicas señalan que la economía está en crecimiento, por lo que debemos consolidarlo, a fin de tener un país más justo y soberano, como planteaba el general Perón, y una sociedad más inclusiva, con menos pobreza, con menos marginalidad y con mayor producción y trabajo. (Aplausos.)
SR. PRESIDENTE(CAMAÑO)
Tiene la palabra el señor diputado por Santa Fe.
SR. LAMBERTO, OSCAR (SANTA FE):
Señor presidente: no debe haber tema que, en la historia del Parlamento argentino, se haya abordado tantas veces como la cuestión de la deuda. Ya Alberdi planteaba este tema en sus Bases y Puntos de Partida para la Organización Política de la República Argentina, apareciendo luego en forma recurrente durante el transcurso de los años.
Sin duda, ello ha sido por causas estructurales, las que de una u otra manera han generado una deuda que en los últimos veinte años de democracia ha consumido gran parte del tiempo de los gobernantes y del Parlamento.
Hubo momentos donde existieron soluciones que temporariamente parecieron buenas para el país. Ha habido momentos donde la deuda pasó inadvertida, porque se trataba de transacciones financieras donde la plata que salía era equivalente a la que ingresaba. Desde el punto de vista económico existía neutralidad, siendo más bien un tema jurídico o casi contable.
Lógicamente, en la visión de algunos economistas que contemplan a la deuda como desvinculada de la economía real y la consideran como un hecho financiero, no valoran que pagar deuda con deuda y financiar los intereses es un proceso que termina siendo inevitablemente ruinoso.
Muchas veces se dijo en este recinto que iba a ocurrir lo que finalmente sucedió: una crisis de deuda mayor a la que jamás tuvimos en la historia. El default más grande de la historia de la humanidad nos tiene a nosotros como protagonistas.
Sin duda, esto se puede arreglar de muchas maneras. Pero no se arregla con discursos, porque se trata de una situación en la que ni siquiera hay un tribunal internacional donde uno pueda presentarse como deudor en una quiebra; es una relación de Estado a Estado, y con acreedores privados de distintos países con todo lo que implican las relaciones de poderes de los Estados.
En cualquier quiebra privada la lógica del deudor quebrado es la siguiente: la primera respuesta que debe dar es si quiere seguir con la empresa, si pretende continuar trabajando. Si esta decisión es afirmativa, debe buscar la forma de cuidar a sus trabajadores. Si la empresa va a seguir funcionando, debe disponer de los trabajadores. Además, es preciso que cuide de sus proveedores, porque va a necesitarlos. Finalmente, en la quiebra privada nunca se paga al Estado porque éste va a necesitar que yo trabaje, y tampoco voy a pagar a los bancos. Como los bancos saben esto, son acreedores que toman garantías.
Cuando un acreedor privado ve que el deudor anda mal, dice al banco que le hipoteque la casa. Por eso en las quiebras las quitas siempre son el marco razonable para seguir existiendo.
Eso no existe en el mundo. Cuando un país entra en cesación de pagos no quiebra legalmente, pero cambia las condiciones de su existencia para el resto de la humanidad. Sin duda, la deuda tiene todos los calificativos que queramos: que es ilegítima, inmoral, de mal origen, pero es deuda del Estado argentino. De hecho, cuando cada año el Parlamento vota el presupuesto autoriza la deuda. En todos los proyectos de presupuesto se vota, prácticamente sin discusión, el artículo 4°, que establece en cuánto acepta el país endeudarse por año. En todo caso, quien autoriza la deuda es el Congreso.
Cuando llega el momento de la quiebra, como ocurrió en la Argentina, uno puede tomar varias estrategias. Como decía el señor diputado Gutiérrez, algunos países dicen que pagan todo pero tomando plazos, que entran nuevamente en los mercados de capitales y que siguen "pedaleando". Como la Argentina tiene una deuda tan grande es impensado que eso pueda ocurrir, y en consecuencia debe replantear el tema de la deuda.
La quita es lo posible, y en los términos en que la ha planteado la Argentina es lo razonable en cuanto a que es lo máximo que el país puede llegar a pagar. Cualquiera sabe que si la quita fuera menor seguramente no se podría pagar.
Además, se da la característica de que los flujos de pagos -con una deuda que es mayor que la del Brasil en relación con su PBI- serán mucho menores. Con la negociación se establece un mejor horizonte que dará al país un mejor perfil para poder participar del proceso económico relativo al crédito. Este no es un tema menor.
Seguramente analizar una jugada después de producida o hacerlo desde la perspectiva teórica de la cátedra universitaria no es lo mismo que tomar decisiones de gobierno, pues éstas son alternativas entre caminos posibles, no siempre en el marco de lo que uno quiere sino de lo que uno puede; y cuanto más débil es la relación de país, la condicionalidad de la discusión también es más complicada.
Por eso es muy importante lo que hizo la Argentina: esto es lo que podemos pagar, y no pagamos más. Se salió de la discusión con el Fondo Monetario Internacional para no tener a un apretador institucional que estuviera siempre por encima de la negociación de la deuda. Esto no ocurría en la Argentina desde hace muchísimos años. Quizá no nos hayamos dado cuenta del hecho importantísimo que ha ocurrido en el país.
Algunos dirán "pero estamos pagando". Es cierto, sin embargo, no estamos aceptando la condicionalidad, que implicaba mayores tarifas, renegociación de contratos con empresas privadas y, además, mayor pago de la deuda.
Hoy, existe un planteo que es importante. El gobierno necesita una ley relacionada con la estrategia de la deuda, y en este sentido es importante que el Parlamento se involucre. Con el senador Baglini oportunamente presentamos un proyecto que fue sancionado por la Cámarade Senadores antes de que terminara su gestión el presidente Duhalde, porque sabíamos que se aproximaba la negociación de la deuda y que debería haber una participación del Congreso de la Nación, de gente que entendiera de la deuda, para acompañar un proceso que sería largo y difícil. Lamentablemente, por esas cosas del Congreso, nunca se trató en la Cámara de Diputados, pero seguramente hubiera sido importante contarlo como una herramienta.
Creo que esta es la oportunidad de que este Parlamento dé un mensaje que es político antes que jurídico. Ignoro qué valor puede tener esta norma fuera de los tribunales argentinos, pero es un valor político que demuestra que el gobierno, el Parlamento y la Justicia están encolumnados tras la única negociación que tiene el país. Acá no hay otra ventanilla, no hay lugar para los lobbies, las consultoras económicas ni cuanto sátrapa anda con valijas haciendo negocios con los bonos de la deuda. La única forma de negociar es ésta; ésta es la última propuesta que hace el país al mundo.
Tienen tiempo hasta el próximo 25 de febrero. ¿Qué va a pasar después? Quienes entren tendrán la posibilidad concreta de cobrar en las condiciones que pueda pagar el Estado argentino, que son las de la ley. Los otros podrán ir a los tribunales; seguramente encontrarán algún juez que les falle a favor. En ese caso tendrán que girar las actuaciones a nuestra Justicia para que les dé curso. Cabe recordar que la legislación argentina en materia de deuda dice que cuando el Estado es condenado a pagar se debe acudir al presupuesto de la Nación, que cada año deberá fijar la cuota que puede pagar en uno, dos, cincuenta años o nunca. Esto lo saben muchos acreedores argentinos que cuando se hizo el plan de refinanciación interna no quisieron aceptar bonos del Estado. Ahí están, en la cola, algún día les tocará cobrar.
Como seguramente algún abogado de acreedores estará escuchando este debate, sería bueno que diga a su representado: "Lo que nos ofrece el Estado argentino es lo que podemos cobrar. Fuera de esto no hay más, y si no entramos ahora no vamos a cobrar nunca, o por lo menos va a ser tanto tiempo después, que es mejor negocio aceptar lo que propone el gobierno".
Creo que es importante este proyecto de ley y la voluntad política que expresaremos esta noche, como asimismo que los bloques mayoritarios se involucren en el apoyo irrestricto a la negociación de la deuda, porque esta es una causa nacional en la cual no valen los colores políticos. En esto nos va la vida de los argentinos en los próximos cincuenta años. (Aplausos.)
SR. PRESIDENTE(CAMAÑO)
Tiene la palabra el señor diputado por Catamarca.
SR. PERNASETTI, HORACIO FRANCISCO (CATAMARCA):
Señor presidente: el mensaje que remite el Poder Ejecutivo al Congreso de la Nación dice así: "Tengo el agrado de dirigirme a Vuestra Honorabilidad con el objeto de someter a su consideración un proyecto de ley en virtud del cual se regula el régimen al que quedarán sujetos los bonos emitidos por el Estado nacional que no hubiesen sido canjeados según lo establecido en el decreto N° 1.735..." Este es el objetivo de este proyecto de ley. Por lo tanto, lo primero que corresponde señalar es que no debemos sobreactuar.
Por medio de esta iniciativa no estamos analizando el contenido de la oferta, no estamos colocando bisagra a nada ni estamos recuperando facultades del Congreso de la Nación. En mi opinión, los señores diputados Rafael González y Lamberto han caracterizado muy bien este proyecto de ley: es una herramienta que pide el Poder Ejecutivo nacional.
Del mismo modo que los representantes de nuestro partido en el Senado, nosotros no vamos a hacer juicios de valor sobre el contenido de la oferta ni en general sobre la deuda. Nos guste o no la Argentina está inmersa en un proceso muy difícil de negociación de la deuda, y dentro de él el Poder Ejecutivo cree necesario contar con una herramienta más: este proyecto de ley.
Nosotros, simplemente, vamos a dar nuestro apoyo para que el Poder Ejecutivo cuente con esta herramienta. No creemos que este sea el broche de oro de una negociación; es sólo el comienzo. Bien lo caracterizaron los señores diputados de nuestro bloque al decir que lo que se ha decidido -no lo hicimos nosotros- va a afectar la vida de los argentinos por lo menos en los próximos cuarenta años.
Nos hubiera gustado que esto formara parte de una política de Estado, porque lo ideal, cuando se toman decisiones que afectan a más de una generación, es que todos los partidos políticos y las fuerzas sociales argentinas lleguen a un acuerdo respecto de una estrategia general.
El hecho de que algunas veces se nos haya invitado a ver una teleconferencia para escuchar la propuesta de las autoridades del Ministerio de Economía en Dubai no implica una participación en la definición de una política de Estado sino simplemente tomar conocimiento. Cabe señalar que la misma información que nos brindaron a nosotros al minuto estaba en la página web del Ministerio de Economía, lo que evidentemente resulta positivo para todos los ciudadanos argentinos.
No es una política de Estado anunciar un monto de quita de la deuda, sobreactuar sobre dicho monto y después cambiarlo. Se trata simplemente de una negociación y así debe ser entendida. Esta negociación hubiera tenido mayor fortaleza si el gobierno, previamente a la presentación de la oferta, hubiera por lo menos discutido con los distintos bloques y las fuerzas sociales argentinas algunas pautas generales. Respetamos las cláusulas de la Constitución Nacional que otorgan al Congreso la facultad de negociar la deuda, pero compartimos la doctrina diseñada hace mucho tiempo y explicitada por el doctor Vanossi en el sentido de que el poder administrador es el que debe llevar adelante la negociación, y es el Congreso quien debe fijar las pautas generales de dicha negociación y aprobarla cuando anualmente destina los recursos previstos en los presupuestos que sanciona.
No compartimos algunos de los fundamentos de este proyecto de ley. Allí, por ejemplo, se hace referencia a la necesidad de respetar la ley de responsabilidad fiscal, cuando una de las razones por las que nosotros votamos en contra del presupuesto para el año 2005 fue que se exceptuaba al gobierno nacional de cumplir con esa ley.
Tampoco estamos de acuerdo con que el Congreso no cuente con la información suficiente. Cuando se trató el proyecto de ley de presupuesto para el año 2004, a instancias de varios bloques hicimos un agregado en relación con la cláusula de la negociación de la deuda, en el sentido de la necesidad de que el Poder Ejecutivo debía informar trimestralmente al Congreso sobre el avance de dichas negociaciones. Cabe aclarar que no se informó sino que se trató de algunas comunicaciones formales que no tenían ningún contenido serio. A pesar de todo esto creemos que hoy la República necesita seguir avanzando en este proceso de negociación, sobre el cual nos expediremos oportunamente cuando advirtamos los éxitos y las bondades, y podamos decir si ha resultado buena o mala.
Ahora, desde nuestro bloque simplemente vamos a brindar la herramienta que el Poder Ejecutivo está solicitando. Dios quiera que la utilice bien y que sea en beneficio de todos los argentinos. (Aplausos.)
SR. PRESIDENTE(CAMAÑO)
La Presidencia solicita que se haga saber a los señores diputados que se encuentran fuera del recinto que luego de la exposición del señor diputado Díaz Bancalari se someterá a votación el proyecto en consideración. En virtud de que la votación se practicará en forma nominal, una vez finalizado el discurso del señor diputado por Buenos Aires ningún diputado podrá ocupar su banca.
Tiene la palabra el señor diputado por Buenos Aires.
SR. DIAZ BANCALARI, JOSE MARIA (BUENOS AIRES):
Señor presidente: estamos finalizando una sesión que será histórica. Coincido con la opinión de varios señores diputados preopinantes en el sentido de que éste no es el final ni el cierre de una negociación. Es el inicio de una reestructuración, un inicio inédito no sólo por el monto de la deuda que se negocia sino por la quita y por la postura del gobierno nacional, que se caracteriza por la lógica de la defensa del interés nacional.
Negociar no significa claudicar. Se puede salir del default con dignidad nacional, como lo está haciendo el gobierno, con un gran esfuerzo. Digámoslo con todas las letras: hace menos de dos años, cuando el presidente Kirchner asumía su mandato nos convocaba a todos -como recordaba mi colega Gutiérrez- a la construcción de un programa, de un proyecto de Nación basado en el crecimiento, el desarrollo, la gestión de empleo y el fomento de la producción. Las voces que se levantan porque el gobierno hoy nos pide esta ley empezaron a decir que Kirchner era un presidente débil y que no habría crecimiento. Cuando hubo crecimiento dijeron que sería un veranito, y después, que el dólar llegaría a diez pesos. Ahora dicen que hay que esperar un poquito y no entrar en el canje porque la propuesta va a cambiar. Esas personas insisten en que el plazo se va a ampliar más allá del 25 de febrero. Son muchas las voces que hoy especulan y atentan contra esta primera etapa.
Algún día tendremos la posibilidad de sentarnos a discutir todos acerca de la deuda externa. Pero éste es el principio de una negociación que sabemos que es larga, difícil y que se enfrenta a poderosos intereses.
Al viajar al exterior me ha tocado ser testigo de cómo algunos tratan de obtener ventajas indebidas y someter a riesgo el destino de los argentinos. El mensaje del presidente es claro al decir que ésta es la oferta de canje, que no admite mejora y que debe considerarse definitiva. Esta oferta no se modifica, y lo deben saber afuera, porque con esta quita podemos tener crecimiento, desarrollo, trabajo y producción. No vamos a atentar contra el futuro de los argentinos modificando la oferta.
Por eso, el presidente dice en todos los ámbitos, incluso en las Naciones Unidas y en los organismos multilaterales de crédito, que ésta es la propuesta que la Argentina puede hacer con dignidad y sin condicionar el destino de nuestros habitantes. No ignoramos que todavía tenemos índices de pobreza, desocupación e indigencia realmente tremendos. ¿Quién puede desconocer esto? ¿Pero se sabe que esos índices comenzaron a decrecer y que hay crecimiento económico?
Pido que cada uno observe en su ámbito de actividad si existe generación de empleo o no. Indudablemente, no es suficiente, no sólo porque son muchos los desempleados, que son una legión, sino también porque deben competir con el desafío que tenemos de cómo reemplazar la mano de obra desplazada por el avance tecnológico. De esto sabemos mucho quienes tuvimos vinculación con el campo laboral, que hemos visto a nuestros trabajadores fuera de sus ámbitos sometidos a riesgo de suspensión o despido definitivo, y hoy los vemos trabajando los cuatro turnos, también haciendo horas extras y obteniendo premios, con las empresas incorporando personal.
Reitero que este es el inicio. El gobierno necesita que se sancione este proyecto para que los pícaros que están por ahí, diciendo: "Señores, esta negociación algún día va a aflojar porque va a tener que aflojar, porque va a tener que condicionarse a nuestros intereses" sepan que entran en el canje o van a tener que ir a cobrarle no sé a quién.
Esto lo dice el presidente con toda claridad y con total coincidencia entre las palabras y los hechos. Aquí alguien ha dicho que el presidente tiene devaluada la palabra y la credibilidad. ¿Alguien vio alguna medición de última hora? ¿Alguien sabe cuál es la credibilidad que tiene el gobierno? ¿Alguien conoce la esperanza fundada, que nace en lo más profundo del pueblo, de que esto salga adelante?
Sólo están los agoreros, los que especulan con que esto salga mal para que termine vaya uno a saber en qué, como si no hubiésemos vivido ese infierno en la Argentina. Pero reitero que esto es recién el inicio; es, si se quiere, un punto de inflexión.
¿Acaso nos olvidamos de que todas las empresas que fueron concesionarias están tratando de litigar y obtener ventajas en el campo internacional? ¿Nos olvidamos de que están tratando de obtener esos beneficios en desmedro de nuestra población? ¿Nos olvidamos de las dificultades que presenta hoy toda la economía?
Estamos cambiando una Argentina que estaba prácticamente destinada a desaparecer de la faz de la tierra y por la que hace dos años nadie daba cinco centavos. Pero estamos cambiando. Falta muchísimo; por ejemplo, generar más empleo, distribuir más equitativamente la riqueza y establecer un régimen impositivo. Todavía falta muchísimo, pero lo tenemos que hacer entre todos. Lo que no podemos hacer es transmitir desde aquí a los agoreros el mensaje de que el presidente no tiene el respaldo de los poderes del Estado.
Aquí está el acompañamiento claro y concreto; el bloque oficialista lo brinda sin ningún tipo de especulaciones y con la certeza de que estamos fortaleciendo la capacidad autónoma de la Argentina en un tiempo clave y difícil de negociación que no ha terminado, sino que vence el 25 de febrero. Quienes están esperando esa fecha deben saber que esa es la única oferta; la oferta argentina es la única posible porque sólo vamos a pagar lo que estamos en condiciones de pagar, sin supeditar a nada los logros obtenidos y sin someter a riesgo el futuro de las generaciones venideras.
Esta Argentina saldrá adelante con el apoyo de las fuerzas de la oposición, que agradezco. Del mismo modo agradezco a quienes, en razón de las dudas que tienen -que indudablemente son lógicas- van a abstenerse. Entre todos debemos empezar a construir el país; mirémonos por una vez en lo que fue nuestra historia. Esta no es una foto. Hace muy poco ocurrió un desastre que nos tiene que llamar a la reflexión a todos. Asumamos nuestros propios errores. Tal vez no hemos sido capaces de construir entre todos los consensos que nos unan en un proyecto común, pero todavía estamos a tiempo.
Hoy, nos están pidiendo que sancionemos este proyecto porque lo necesitan en esta negociación que, reitero, es compleja, difícil e inédita, por el monto, por la quita y por quienes están enfrente.
Desde este bloque oficialista vamos a acompañar la decisión del presidente que cambia la lógica del endeudamiento permanente y la sumisión por la lógica clara y concreta de la defensa del interés nacional.
Este presidente, que se sigue acompañando con quienes realmente integran los sectores de la producción y del trabajo para construir una Argentina distinta, nos está pidiendo esto. Entonces, no podemos hacer otra cosa.
Señor presidente: si de aquí hoy salta una voz avisando a los pícaros -como decía el diputado González- que existe alguna duda, un titubeo o un retaceo de apoyo a esta lógica de negociación firme que tiene la Argentina, realmente no estaremos cumpliendo con nuestra responsabilidad. Nosotros, por nuestra parte, cumplimos con la responsabilidad de ciudadanos argentinos, diputados de la Nación y miembros del bloque oficialista. (Aplausos.)
SR. PRESIDENTE(CAMAÑO)
Se va a votar nominalmente, en general, el dictamen de las comisiones de Presupuesto y Hacienda y de Finanzas recaído en el proyecto de ley en revisión por el que se regula el régimen al que quedarán sujetos los bonos emitidos por el Estado nacional que no hubieran sido canjeados según lo establecido por el decreto 1.735 del 9 de diciembre de 2004 (expediente 0282-s-2004).
Hay varios señores diputados que solicitaron abstenerse y están autorizados a hacerlo.
- Se practica la votación nominal.
- Conforme al tablero electrónico, sobre 185 señores diputados presentes, 145 han votado por la afirmativa y 8 por la negativa, registrándose además 30 abstenciones. No se ha computado el voto de un señor diputado.
SR. PRESIDENTE(CAMAÑO)
Tiene la palabra la señora diputada por Salta.
SRA. CHAYA, MARIA LELIA (SALTA):
Señor presidente: quiero dejar constancia de mi voto por la afirmativa.
SR. PRESIDENTE(CAMAÑO)
Se toma debida nota, señora diputada.
SR.(SECRETARIO (ROLLANO))
Se han registrado 145 votos afirmativos más el voto afirmativo de la señora diputada Chaya -con lo cual ascienden a 146-, 8 negativos y 30 abstenciones.
SR. PRESIDENTE(CAMAÑO)
Corresponde a continuación considerar en particular artículo por artículo.
La Presidencia aclara que el señor diputado Polino hizo dos planteos, uno en el artículo 2° y otro en el 3° con respecto a una aclaración. Asimismo, un tercer planteo está referido al artículo 5°, es una propuesta de modificación.
La Presidencia desea saber si la comisión va a aceptar las modificaciones propuestas.
SR. SNOPEK, CARLOS DANIEL (JUJUY):
La comisión no va a aceptar ninguna modificación.
SR. PRESIDENTE(CAMAÑO)
En consideración en particular el artículo 1°.
Se va a votar en forma nominal.
Hay varios señores diputados que solicitaron abstenerse y están autorizados a hacerlo.
- Se practica la votación nominal.
- Conforme al tablero electrónico, sobre 180 señores diputados presentes, 144 han votado por la afirmativa y 5 por la negativa, registrándose además 29 abstenciones. No se ha computado el voto de un señor diputado.
SR. PRESIDENTE(CAMAÑO)
Tiene la palabra la señora diputada por Salta.
SRA. CHAYA, MARIA LELIA (SALTA):
Señor presidente: quiero dejar constancia de mi voto por la afirmativa.
SR. PRESIDENTE(CAMAÑO)
Se toma debida nota, señora diputada.
SR.(SECRETARIO (ROLLANO))
Se han registrado 144 votos afirmativos más el voto afirmativo de la señora diputada Chaya -con lo cual ascienden a 145-, 5 negativos y 29 abstenciones.
SR. PRESIDENTE(CAMAÑO)
En consideración el artículo 2°.
Se va a votar en forma nominal.
Hay varios señores diputados que solicitaron abstenerse y están autorizados a hacerlo.
- Se practica la votación nominal.
- Conforme al tablero electrónico, sobre 180 señores diputados presentes, 143 han votado por la afirmativa y 4 por la negativa, registrándose además 31 abstenciones. No se ha computado el voto de un señor diputado.
SR. PRESIDENTE(CAMAÑO)
Tiene la palabra la señora diputada por Salta.
SRA. CHAYA, MARIA LELIA (SALTA):
Señor presidente: quiero dejar constancia de mi voto por la afirmativa.
SR. PRESIDENTE(CAMAÑO)
Se toma debida nota, señora diputada.
SR.(SECRETARIO (ROLLANO))
Se han registrado 143 votos afirmativos más el voto afirmativo de la señora diputada Chaya -con lo cual ascienden a 144-, 4 negativos y 31 abstenciones.
SR. PRESIDENTE(CAMAÑO)
En consideración el artículo 3°.
Se va a votar en forma nominal.
Hay varios señores diputados que solicitaron abstenerse y están autorizados a hacerlo.
- Se practica la votación nominal.
- Conforme al tablero electrónico, sobre 180 señores diputados presentes, 144 han votado por la afirmativa y 4 por la negativa, registrándose además 30 abstenciones. No se ha computado el voto de un señor diputado.
SR. PRESIDENTE(CAMAÑO)
Tiene la palabra la señora diputada por Salta.
SRA. CHAYA, MARIA LELIA (SALTA):
Señor presidente: quiero dejar constancia de mi voto por la afirmativa.
SR. PRESIDENTE(CAMAÑO)
Se toma debida nota, señora diputada.
SR.(SECRETARIO (ROLLANO))
Se han registrado 144 votos afirmativos más el voto afirmativo de la señora diputada Chaya -con lo cual ascienden a 145-, 4 negativos y 30 abstenciones.
SR. PRESIDENTE(CAMAÑO)
En consideración el artículo 4°.
Se va a votar en forma nominal.
Hay varios señores diputados que solicitaron abstenerse y están autorizados a hacerlo.
- Se practica la votación nominal.
- Conforme al tablero electrónico, sobre 180 señores diputados presentes, 144 han votado por la afirmativa y 4 por la negativa, registrándose además 30 abstenciones. No se ha computado el voto de un señor diputado.
SR. PRESIDENTE(CAMAÑO)
Tiene la palabra la señora diputada por Salta.
SRA. CHAYA, MARIA LELIA (SALTA):
Señor presidente: quiero dejar constancia de mi voto por la afirmativa.
SR. PRESIDENTE(CAMAÑO)
Se toma debida nota, señora diputada.
SR.(SECRETARIO (ROLLANO))
Se han registrado 144 votos afirmativos más el voto afirmativo de la señora diputada Chaya -con lo cual ascienden a 145-, 4 negativos y 30 abstenciones.
SR. PRESIDENTE(CAMAÑO)
En consideración el artículo 5°.
Se va a votar en forma nominal.
Hay varios señores diputados que solicitaron abstenerse y están autorizados a hacerlo.
- Se practica la votación nominal.
- Conforme al tablero electrónico, sobre 180 señores diputados presentes, 144 han votado por la afirmativa y 4 por la negativa, registrándose además 30 abstenciones. No se ha computado el voto de un señor diputado.
SR. PRESIDENTE(CAMAÑO)
Tiene la palabra la señora diputada por Salta.
SRA. CHAYA, MARIA LELIA (SALTA):
Señor presidente: quiero dejar constancia de mi voto por la afirmativa.
SR. PRESIDENTE(CAMAÑO)
Se toma debida nota, señora diputada.
SR.(SECRETARIO (ROLLANO))
Se han registrado 144 votos afirmativos más el voto afirmativo de la señora diputada Chaya -con lo cual ascienden a 145-, 4 negativos y 30 abstenciones.
aquí votación nominal
SR. PRESIDENTE(CAMAÑO)
En consideración el artículo 6°.
Se va a votar en forma nominal.
- Se practica la votación nominal.
- Conforme al tablero electrónico, sobre 180 señores diputados presentes, 144 han votado por la afirmativa y 4 por la negativa, registrándose además 30 abstenciones. No se ha computado el voto de un señor diputado.
SRA. CHAYA, MARIA LELIA (SALTA):
Voto por la afirmativa, señor presidente.
SR.(SECRETARIO (ROLLANO))
Se han registrado 144 votos por la afirmativa, los que ascienden a 145 con el voto de la señora diputada Chaya, 4 por la negativa y 30 abstenciones.
SR. PRESIDENTE(CAMAÑO)
En consideración el artículo 7°.
Se va a votar en forma nominal.
- Se practica la votación nominal.
- Conforme al tablero electrónico, sobre 180 señores diputados presentes, 140 han votado por la afirmativa y 4 por la negativa, registrándose además 34 abstenciones. No se ha computado el voto de un señor diputado.
SRA. CHAYA, MARIA LELIA (SALTA):
Voto por la afirmativa, señor presidente.
SR.(SECRETARIO (ROLLANO))
Se han registrado 140 votos por la afirmativa, los que ascienden a 141 con el voto de la señora diputada Chaya, 4 por la negativa y 34 abstenciones.
SR. PRESIDENTE(CAMAÑO)
El artículo 8° es de forma.
Queda definitivamente sancionado el proyecto de ley. (Aplausos.)
Se comunicará al Poder Ejecutivo y se dará aviso al Honorable Senado.
Se va a votar si se efectúan en el Diario de Sesiones las inserciones solicitadas por los señores diputados en el curso de la presente sesión.
SR. PRESIDENTE(CAMAÑO)
Se harán las inserciones solicitadas.
No habiendo más asuntos que tratar, queda levantada la sesión.