Período:122 Reunion:29 Fecha:16/11/2004 MANIFESTACIONES EN MINORÍA


SR. PRESIDENTE(CAMAÑO) No habiéndose conformado el quórum, declaro fracasada la sesión.
Sin perjuicio de ello, el señor vicepresidente 2° ocupará la Presidencia a fin de que los señores diputados puedan expresarse en minoría.

- Ocupa la Presidencia el señor vicepresidente 2° de la Honorable Cámara, don Fortunato Rafael Cambareri.

SR. PRESIDENTE(CAMBARERI) Tiene la palabra la señora diputada por Buenos Aires.


SRA. CASTRO, ALICIA AMALIA (BUENOS AIRES): Señor presidente: simplemente, solicito que dada la importancia de este tema, el período de cinco minutos de que dispone cada diputado para hacer uso de la palabra se extienda a quince.


SR. PRESIDENTE(CAMBARERI) Si hay acuerdo de los señores diputados, así se hará.

- Asentimiento.

SR. PRESIDENTE(CAMBARERI) Tiene la palabra el señor diputado por Buenos Aires.


SR. CAFIERO, MARIO ALEJANDRO (BUENOS AIRES): Señor presidente: agradezco a los taquígrafos por haber venido a trabajar; ellos están cumpliendo con su responsabilidad y nosotros también. Nosotros queremos cumplir con la responsabilidad que marca la Constitución, en esta oportunidad, en esta sesión en minoría, pero en definitiva nuestra lucha y nuestro testimonio no tienen por qué ser acallados ni desconocidos.
Estamos hablando del problema más grave que tiene la Argentina: la deuda externa, la deuda pública, que es la causa de muchos de los males que hoy sufren millones de compatriotas. Cuando uno observa las cifras de la pobreza, de la exclusión y de la desigualdad, la deuda explica muchas de estas cuestiones.
Por lo tanto, resulta absolutamente incomprensible que en todos estos años transcurridos desde que se reinició la democracia, este Parlamento no haya tenido un constante cumplimiento de sus responsabilidades acerca de este tema. El Congreso permanentemente delega esta cuestión en el Poder Ejecutivo. Es así como en todos estos años hemos visto cómo la deuda se ha ido incrementando de una manera exorbitante sin tener una contrapartida clara, sin saber adónde van esos recursos y por qué el país tiene que soportar este enorme peso que se agiganta año tras año.
Podemos decir que estos dolores de hoy son las libertades que nos faltan. Tenemos una democracia que no ha alcanzado a abordar determinados temas que parecen tabú. A partir de la gestión del presidente Kirchner surgió un cambio de discurso, dado que empezó a decir que esta era una causa nacional. También en algún momento señaló algo muy claro: que la deuda era un tema clandestino y que ahora estaba saliendo a la luz.
Lamentablemente, en este campo -y muchos pensamos que también en otros- los discursos no son claros y no se compadecen con las acciones concretas. Me refiero a que hace pocos días el Ministerio de Economía, en esta reestructuración de la deuda, ha elevado la oferta final a los bonistas y la ha calificado de secreta. Es decir que ha presentado la propuesta de pago ante la Comisión de Valores de la Bolsa de Nueva York sin que la sociedad argentina ni el Parlamento pudiéramos tener alguna idea de cuál es el compromiso que se está abordando para los próximos años y diría incluso que para las próximas generaciones, ya que se está hablando de emitir bonos con vencimiento a cuarenta y dos años.
Entonces, se sigue reestructurando la deuda sin que medie un debate y se obtura una discusión que es absolutamente necesaria. Sobre esto pareciera que hay un reduccionismo, una suerte de mensaje absolutamente simple en el sentido de que se dice que las deudas hay que pagarlas y punto; que debemos ser un país serio y preservar la seguridad jurídica.
Estas son las cosas que nos "martillan" permanentemente, que no son más que verdades a medias. En realidad, más bien me parece un contrabando de conceptos bastante interesado, bastante ad hoc y bastante sesgado que, como lo voy a demostrar ahora, está absolutamente invalidado por la realidad.
En definitiva, este tema de la deuda está secuestrado de la agenda parlamentaria. En realidad, podríamos decir que la democracia está secuestrada, y para librarse de ese secuestro paga rescate, reestructura, renegocia y acuerda. Pero hasta ahora esos pagos de rescate han sido absolutamente fallidos. El Congreso sigue sin debate; la causa Olmos continúa dormida. En definitiva, seguimos justificando esa ausencia en aquella famosa discusión de que cuando una persona llega al gobierno tiene que pensar en si obra de acuerdo con su convicción o si lo hace de acuerdo con su responsabilidad.
Para mí, escondida detrás de esa supuesta responsabilidad hay una enorme resignación respecto de no abordar este tema, de no enfrentarlo, de no resolverlo o de no disolverlo, de no realizar lo que a mi entender es lo que debería hacerse.
Pienso que los diputados y diputadas que participamos en esta sesión, lo que manifestamos con nuestra presencia es que no estamos resignados, que queremos seguir luchando, que ésta es una verdadera causa nacional y que detrás de todo esto hay un lazo de dependencia que debemos romper. Es preciso que cortemos ese nudo gordiano, pero no de una manera caprichosa sino sobre la base de propuestas concretas; justamente, durante esta sesión se expondrán distintos proyectos alternativos absolutamente razonables, meditados y lógicos.
Me referiré solamente a uno de ellos, una iniciativa que yo presenté para que la deuda contraída por la dictadura sea declarada deuda odiosa o nula. Trataré de explicar a mis pares y a la sociedad, que poco conoce de este tema, que buena parte de la deuda externa argentina califica como deuda odiosa porque cumple tres condiciones básicas.
Primero, una deuda contraída por un régimen de facto, autoritario, sin el consentimiento del pueblo, puede ser reputada como deuda odiosa. Está claro que en el año 1976 hubo un golpe militar, que en ese momento la deuda externa ascendía a apenas seis mil trescientos millones de dólares y que cuando la dictadura dejó el gobierno esa deuda llegaba a cuarenta y seis mil millones de dólares. Es decir que estamos hablando de cuarenta mil millones de dólares tomados por una dictadura sin el consentimiento de los argentinos.
Segundo, esa deuda no fue contraída en beneficio del pueblo. Hay informes de organismos financieros -como el Banco Mundial, por ejemplo- donde se afirma que más del 50 por ciento se puede explicar en la fuga de capitales y otra parte en la compra de armamentos. Ese ha sido el financiamiento de una dictadura que ha violado masivamente los derechos humanos.
Así como en su momento pedimos verdad y justicia para las víctimas de quienes cometieron estos delitos -recordemos que luego de largas luchas y de sesiones más minoritarias que ésta anulamos las leyes de la impunidad-, hoy venimos a solicitar que este Parlamento revise quiénes han tenido responsabilidad en el financiamiento de ese régimen, en la deuda contraída para sostenerlo, y la responsabilidad que le cabe a los acreedores.
Así llegamos a la tercera condición. ¿Sabían los acreedores lo que estaba ocurriendo? ¿Eran acreedores de buena fe? ¿Tenían conocimiento de la existencia de una dictadura? Por supuesto que sí, pero no porque fuera obvio con sólo recordarlo sino porque hay una causa judicial -me refiero a la causa Olmos- que es una de las pruebas más contundentes que puede tener un país acerca de la corresponsabilidad de los bancos y del Fondo Monetario Internacional. También debemos citar la corresponsabilidad de funcionarios argentinos, que en la causa Olmos está muy claramente detallada al mencionarse al señor Dante Simone, asesor del señor López Murphy, quien como representante del Fondo Monetario Internacional auditaba permanentemente el endeudamiento.
Estamos en presencia de una deuda que puede ser calificada como odiosa o nula. ¿Qué pasa con las deudas
odiosas y nulas? No hay que pagarlas, pero esta deuda ya la pagamos. ¿Cómo hacemos?
Aquí viene el artículo 2° de nuestro proyecto de ley, que establece el derecho al resarcimiento por parte del Estado nacional, previa investigación.
Creemos que nos asiste a los argentinos la posibilidad de plantear que todo lo que esta deuda significó en términos de aumento -como no la pudimos pagar tuvimos que contraer nueva deuda-, debe y puede analizarse en términos de buscar la reparación.
Si hay daño, y evidentemente lo hubo -no podemos cuantificarlo y habría que medirlo-, claramente se explica el retroceso de la economía argentina y el empobrecimiento de su población por este condicionamiento de la deuda.
Ahí deberíamos buscar, entonces, un elemento muy importante a la hora de la actual renegociación de la deuda, porque esta no es una tarea histórica; no estamos haciendo antropología ni una autopsia ya que el daño continúa. Ese delito tiene una acción continua porque las condiciones de empobrecimiento las siguen sufriendo millones de argentinos.
Cuando me preguntan de dónde saco esto de la deuda odiosa, si la inventamos o si es parte de un nuevo arsenal de argumentos, quiero mencionar dos casos nada más que son muy claros en lo que significa la declaración de la deuda odiosa.
Uno es el caso de Cuba, el más conocido, de 1898. Cuba se independiza de España, hay una guerra de independencia, Estados Unidos ayuda a Cuba en esta guerra y, perdida la guerra, España reclama a Cuba la deuda. Estados Unidos sostiene que el pueblo cubano no tenía que pagar esa deuda porque había sido contraída para financiar un régimen colonial.
De ahí surge muy claramente este concepto de la deuda odiosa, y vuelve a renacer de una manera impensada a partir de la declaración del presidente George Bush hijo, en el sentido de que la deuda de Irak debe ser perdonada porque es una deuda odiosa y fue contraída por un régimen militar autoritario como el de Saddam Houssein. Ahí empieza toda una serie de gestiones que se encargan a un conocido funcionario de la administración del padre de George W. Bush, James Baker III, para que resuelva y trate de buscar el perdón de la deuda de Irak por ser odiosa.
Incluso -fíjense qué hipocresía- el señor David Muldford, a quien también conocemos aquí por ser un personero de este tráfico de deuda externa argentina, escribe en el "Financial Times" de Londres un artículo pidiendo el perdón de la deuda de Irak porque es odiosa. Ahora sacan esta doctrina; antes no la sacaron, y ahora están hablando de Irak y están tratando de resolver cómo salen de ese infierno.
Además, hay otra cosa fundamental: la deuda de Irak es con bancos europeos, -alemanes y franceses-, y poco les importa defender los intereses del banco, cosa que hicieron muy claramente en el caso de la deuda de Latinoamérica, que estaba contraída básicamente con bancos norteamericanos en la década del 80 por financiamiento a dictaduras en toda América Latina. Esa deuda se pagó, pero no se declaró odiosa.
Hay antecedentes jurídicos muy claros, pero no quiero aburrirlos: está el caso Tinoco, de Costa Rica, e incluso podemos remontarnos a la deuda que Rusia defendió del Imperio Otomano o a la de Francia y la República Malgache.
Hay innumerable cantidad de casos pero me quiero referir a uno solo, que realmente cuando lo leí me pareció de una profundidad y de una conexidad histórica fundamental.
¿Saben cuál es el primer antecedente de declaración de una deuda odiosa? En realidad, no es la de Cuba de 1898, sino la de Perú en 1821. Cuando el general José de San Martín, protector del Perú, organizó institucionalmente a esa República, incluyó en la normativa en vigencia una cláusula que decía que Perú no iba a reconocer las deudas con el gobierno español que hubiesen sido contraídas para mantener la esclavitud en ese país y hostilizar a los demás pueblos independientes de América.
Fíjense qué visión tuvo el Padre de la Patria: el Libertador General José de San Martín. ¡Qué importancia tiene todo eso! Las deudas hay que pagarlas, pero no deben ser pagadas las que son odiosas.
Los argentinos debemos sentirnos muy orgullosos de todos esos antecedentes, a los que podríamos sumar las doctrinas de Drago y de Calvo. Es decir que siempre la Argentina defendió la supremacía de la soberanía de los Estados sobre la soberanía de los acreedores. Lamentablemente, parece que esto nosotros no lo queremos ver.
Pareciera que la única salida que le vemos al tema de la deuda consiste en volver a endeudarnos y hacerla sustentable financieramente para que nos vuelvan a prestar: con endeudamiento o con inversiones extranjeras.
Todo ese cuento de las inversiones extranjeras, sean como fueren, en definitiva abonan la misma filosofía: tener dólares hoy para pagar la deuda. No sé si mañana los tendré o no; tampoco conozco cuál será la tasa de interés ni la ganancia que se va a obtener. Nada importa: "Yo quiero los dólares."
A partir de todo lo que he comentado resulta que no cuestionamos la matriz mafiosa de la deuda externa argentina, que sabe de complicidades entre acreedores y funcionarios. Han pasado gobiernos militares y civiles. Entre estos últimos, los de Menem o el de de la Rúa. Sin embargo, los funcionarios son los mismos. Esto ya lo he dicho aquí. Además, cuando hablamos de lo que ocurrió en la década del 90 nos olvidamos de Cavallo. ¿Qué pasó? ¿No tuvo nada que ver? ¿No fue responsable de nada? ¿Por qué no efectuamos una búsqueda clara de quiénes han sido los responsables de todo esto? Al no hacerlo, permitimos la impunidad.
Existe tanta impunidad, que ya cuando debatimos el proyecto de ley de presupuesto comenté que la presentación que se hizo ante la SEC por parte de este gobierno para obtener una adecuada reestructuración de su deuda lleva la firma de Carlos Molina, que fue el mismo funcionario que autorizó el megacanje.


SR. PRESIDENTE(CAMBARERI) La Presidencia ruega al señor diputado que redondee, porque ya lleva quince minutos de exposición.


SR. CAFIERO, MARIO ALEJANDRO (BUENOS AIRES): Ya concluyo, señor presidente.
Aquí se ha dicho que en definitiva el Parlamento no ha efectuado ninguna declaración sobre este tema en estos últimos años. Es más, algunos sostienen que vía la autorización de los presupuestos se ha convalidado la deuda contraída por la dictadura. Esto es absolutamente falso.
No fue así; y aunque lo fuera, no la convalida. No se puede convalidar un hecho ilícito o ilegal mediante la sanción de una ley. Si el acto es nulo, lo seguirá siendo, y reclamaremos su nulidad aunque esta sesión no pueda concretarse.
Quiero destacar dos leyes que rechazan la deuda que no es legítima y nos dan argumentos muy importantes para hacerlo. Una de ellas es la 23.062, que en su artículo 1° declara que carecen de validez jurídica los actos administrativos, judiciales y legislativos dictados por las autoridades de facto. Esta normativa fue sancionada en 1984. Quizás se refería a la sentencia que cabía sobre Isabel Perón, pero sienta un precedente muy importante y un cambio en la jurisprudencia, porque en primer lugar es el Congreso el que toma intervención en las cuestiones que tienen que ver con la constitucionalidad de las cosas y, en segundo lugar, porque sostiene que es nulo todo lo de atrás.
Los que hablan de derechos adquiridos tendrían que decir que dichos derechos tienen vigencia en tanto y en cuanto se haya respetado el primer derecho de los ciudadanos, que está contemplado en la Constitución. Además, si esa Constitución ha sido violada todos los actos que derivan de esa violación son nulos.
Por último, me voy a referir a otra ley muy importante, que es la 23.854, que rechaza todas las cuentas de inversión de la dictadura.
Entonces, cuando se nos dice que no se puede pelear y que todo está perdido, se trata de una mentira, porque nos contrabandean los conceptos y se tapa la verdad.
Quiero finalizar reseñando lo que ayer dijo el pastor Samuel Kobia, que dirige el Consejo Mundial de Iglesias, y a quien podríamos atribuirle un enorme poder
espiritual despojado de cualquier cuestión político-partidista. Este pastor dijo cosas muy claras, como por ejemplo las siguientes: "Todo el mundo sabe que la deuda argentina fue pagada varias veces mientras el pueblo continúa en la pobreza. La llamada deuda externa de la Argentina es ilegítima y no es ética.
"Estamos convencidos de que la deuda ilegítima, una vez que se establezca como tal, puede no ser reembolsada, especialmente si se determina que no fue usada en beneficio del pueblo, que tiene la responsabilidad de pagarla." Estos conceptos sinceramente parecen ser una copia de nuestro proyecto.
Kobia también señaló: "No es justo que haya chicos que no tengan qué comer para que el país pague una deuda ilegítima.
"El FMI y los acreedores estaban al tanto de que el sistema de gobierno era dictatorial y, sin embargo, continuaron otorgando préstamos. ¿Cómo pueden pretender que ese dinero sea devuelto? Es, ante todo, una cuestión ética." (Aplausos.)


SR. PRESIDENTE(CAMBARERI) Tiene la palabra la señora diputada por la Capital.


SRA. WALSH, PATRICIA (CAP FEDERAL): Señor presidente: el bloque de Izquierda Unida acompaña con su firma el proyecto de ley del señor diputado nacional Mario Cafiero. Lo hacemos convencidos de que estamos hablando -tal como lo indica esa iniciativa- de una deuda odiosa contraída por la última dictadura militar, que la hizo crecer en progresión geométrica, y que carece de toda legitimidad porque quienes pactaron los primeros números de esa deuda no tenían ninguna facultad para hacerlo en nombre del pueblo argentino. Por eso se trata de una deuda odiosa.
Como decía, estamos hablando de una deuda contraída por la última dictadura militar, que ha sido la más sangrienta que registra la historia reciente de nuestro país. Por eso, reitero que se trata de una deuda odiosa.
El hecho de que en este momento estén presentes en el recinto treinta y cuatro señores diputados no le resta fuerza al planteo fundamental que estamos haciendo en esta sesión en minoría. Por esta razón era importante que al menos contáramos con la versión taquigráfica de la reunión, para que cuando se lea la historia de nuestro pueblo y de la deuda -que no es nuestra-, se sepa que en el recinto de la Cámara de Diputados hubo un grupo -aunque pequeño- que reiteradamente intentó debatir en el ámbito del Congreso, como lo establece, nada más y nada menos, que la Constitución Nacional.
Digo esto porque nuestra Carta Fundamental indica con claridad que es el Congreso el que entiende en los asuntos vinculados con la deuda y los compromisos asumidos por nuestro país. El hecho de que desde hace muchos años exista en nuestro país la voluntad de delegar facultades no quiere decir que esa delegación sea legítima, constitucional o justa.
No cabe duda de que la decisión de delegar facultades es la que no nos permite debatir en este recinto con quórum reglamentario una cuestión a la que está obligado este Congreso por imperio de la Constitución Nacional.
Estoy convencida de que estamos hablando de una deuda que es inmoral, ilegal, ilegítima y fraudulenta. El hecho de que sólo treinta y cuatro diputados nacionales estemos dispuestos a discutir este tema no cambia el estado de las cosas. La deuda sigue siendo ilegal, fraudulenta, inmoral e ilegítima.
Por eso, es importante que haya versión taquigráfica, porque además de la historia de los que ganan, siempre hay otra historia, y esta última también tiene que escribirse para poder juzgar las responsabilidades que le competen a cada uno de los diputados nacionales, que cuando ingresan a esta Cámara juran la Constitución Nacional y cuando no vienen a los debates la violan.
El bloque de la Izquierda Unida también firma el proyecto de ley del señor diputado Macaluse, que en relación con este tema propone la formación de una comisión bicameral investigadora de los ilícitos de la deuda. Ese proyecto dice claramente que mientras se investiga no se paga; y no se paga porque, como bien lo explica en sus fundamentos, estamos actuando con la plena convicción de que se han cometido ilícitos, ilícitos que queremos investigar y probar como corresponde.
Precisamente porque esa es la intención de la comisión investigadora, ésta no se constituye, a pesar de que la sentencia del doctor Ballestero en el fallo judicial que refiere a la causa que iniciara en su momento el ciudadano Alejandro Olmos gira las actuaciones al Congreso Nacional para que investigue -a través de las comisiones que correspondan- lo que allí se concluye, que es la existencia de ilícitos.
Vale decir que nos giran las actuaciones para que investiguemos y actuemos en un fallo que da cuenta de la existencia de ilícitos y no hacemos absolutamente nada: no formamos la comisión, no investigamos, y entonces por falta de acción estamos convalidando que se siga pagando y renegociando una deuda que sigue siendo fraudulenta, inmoral, ilegítima e ilegal.
Por último, señor presidente, quiero dejar en claro que los diputados nacionales que hemos puesto la firma en una cantidad importante de proyectos diciendo "no al pago de la deuda" no estamos de acuerdo con este accionar del Congreso. (Aplausos.)


SR. PRESIDENTE(CAMBARERI) Tiene la palabra la señora diputada por Buenos Aires.


SRA. CASTRO, ALICIA AMALIA (BUENOS AIRES): Señor presidente: voy a intentar ser breve; no obstante, como se trata de un tema sumamente complejo, voy a solicitar autorización para insertar mi discurso en el Diario de Sesiones.
Quiero recordar que el nacimiento de la deuda externa argentina tiene que ver con dos vertientes políticas diferentes. La primera es la acción del sistema financiero internacional, que impulsó el endeudamiento para satisfacer los requerimientos de los bancos de los países desarrollados. No fue un requerimiento de los países subdesarrollados sino la necesidad de los bancos para ubicar sus fondos disponibles; es decir, exigencias del negocio.
La segunda vertiente fueron las políticas económicas argentinas, que respondieron a las necesidades del establishment y que comenzaron durante el gobierno militar y se consolidaron en el decenio de 1990. Muchas veces repetimos en esta Cámara las palabras de Rodolfo Walsh, cuando decía que más duros que los daños de la dictadura cívico-militar sobre los cuerpos fue la planificación de la miseria.
El señor diputado Cafiero señalaba que ha habido una constante en el endeudamiento externo argentino y sus agentes. En este sentido, Domingo Felipe Cavallo fue el personaje más constante de la política argentina, ya que actuó en ella durante veinticinco años.
De modo que el padre y la madre de la deuda son el establishment internacional y el local, y la deuda nació de sus relaciones carnales.
El proceso de endeudamiento significó la oportunidad de ganancias especulativas muy importantes para el grupo de empresas privadas que lo protagonizó.T.8
El simple acceso al financiamiento internacional, en un momento en que la tasa de interés en dólares era muy inferior a la tasa de interés en pesos, permitió suculentos beneficios que luego fueron fugados.
Sin embargo, la historia de la deuda vieja no concluye allí. El sector público asumió costos para que el sector privado obtuviera ganancias. Dicha transferencia se realizó con mecanismos tales como el seguro de cambio y la estatización de la deuda privada. Solamente entre 1981 y 1983 estas operaciones le costaron al Estado argentino catorce mil quinientos millones de dólares.
En cuanto al destino de los fondos, el Banco Mundial estima que en relación con la deuda vieja existieron tres grandes causas de endeudamiento: el 44 por ciento corresponde al financiamiento de evasión de capitales por parte de agentes privados nacionales y extranjeros, el 33 por ciento al pago de intereses a la banca extranjera, y el 23 por ciento a la compra de armas e importaciones no registradas.
En esa misma época Brasil contraía un fuerte endeudamiento para convertirse en una potencia industrial. Por su parte, México tuvo fuga de capitales, pero logró consolidar una importante industria petrolera en tiempo récord. En cambio, la Argentina se endeudó sólo y exclusivamente para que los grupos dominantes engrosaran sus cuentas en el exterior. Después, el Estado asumió la deuda privada.
En síntesis, se buscaron resultados para los sectores predominantes: la transferencia de fondos al exterior, la concentración del poder económico y, sobre todo, el surgimiento de una nueva estructura de poder político.
En general, cuando se contrae una deuda el deudor se queda con la contrapartida de dinero, bienes o servicios. Pero en el caso argentino los préstamos actuaron como una bomba de succión de capitales de activos nacionales hacia el país de los acreedores.
Los tiempos de la llamada deuda nueva no fueron mucho mejores, pero sí diferentes. El endeudamiento no quedó ligado a una forma casi delictual de evadir capitales sino a un modo aberrante de funcionamiento de la economía. Ya no se trataba de grupos especuladores que engrosaban sus cuentas bancarias en el exterior con capitales evadidos o que realizaban exportaciones superfluas; el problema es mucho más complejo. Toda la economía funcionaba sobre la base de un endeudamiento constante y creciente.
Si el lema de la deuda vieja era endeudarse para evadir y lucrar, el de la deuda nueva fue endeudarse para mantener el modelo.
Debe destacarse también la enorme importancia que tuvo la acumulación de intereses sobre el monto total de la deuda. Si los intereses pagados por encima de las tasas históricas -considerando como tales la inflación de los Estados Unidos más el 1 por ciento- se hubieran aplicado a la amortización de capital, la deuda argentina se hubiera terminado de pagar en 1988.
Se ha hablado aquí de la sentencia del juicio iniciado por Olmos. El fallo estableció la manifiesta arbitrariedad con que se conducían los máximos referentes políticos y económicos y señaló que las empresas públicas eran obligadas a endeudarse para obtener divisas que se volcaban al mercado de cambios, entre otras quinientas irregularidades. Por ello es que el juez remite las actuaciones al Congreso Nacional.
A mediados de 2001 la situación financiera era insostenible; no había dólares ni pesos para pagarles a los acreedores y por ello el gobierno decidió contratar un megacanje cuyo propósito declarado fue mejorar el perfil de vencimientos de la deuda.
Sin embargo, según un dictamen de la Auditoría General de la Nación, el cambio del título se llevó a cabo fuera del marco normativo propio de nuestro orden jurídico y fue lesivo para los intereses financieros del Estado argentino.
Este es sólo un ejemplo más de la ilegalidad flagrante de la deuda externa. Por ello, hemos reproducido el proyecto de ley contenido en el expediente 6242-d-2002, de mi autoría, por el que se pide la opinión consultiva de la Corte Internacional de Justicia sobre la legitimidad de la deuda externa.
En sus fundamentos sostenemos que se hace necesario profundizar la visión jurídica del problema para buscar aportes hacia una solución justa y equitativa que permita retomar la vía del progreso y del bienestar de nuestro pueblo.
El estatuto de la Corte Internacional de Justicia, que es parte constitutiva de la Carta de las Naciones Unidas, reconoce que los principios generales del derecho son válidos también en la órbita del derecho de gentes. Esos principios son los que reprimen la usura y el abuso del derecho, tanto como los que constituyen la excesiva onerosidad sobreviniente de las prestaciones, la teoría del riesgo, la necesaria equivalencia de las prestaciones, el enriquecimiento ilícito, la buena fe objetiva, la inviolabilidad de los derechos humanos, en particular del derecho a la vida, etcétera.
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Hemos recogido la Declaración de los Parlamentos Latinoamericano y Europeo reunidos en Bruselas en 1995, que reafirma la Resolución de la XVI Conferencia Interparlamentaria de la Comunidad Europea y de América Latina, relativa a los problemas generados por la deuda externa latinoamericana, basándose -dice la resolución- en el análisis del origen de ésta introducido por el dictamen aprobado por el Comité Económico y Social de la Comunidad Europea de 1985.
En el enfoque al Parlamento Latinoamericano y en el análisis jurídico de diversas entidades académicas y científicas se pide a los Estados miembros de los Parlamentos que tomen las iniciativas oportunas, buscando el apoyo de otros países del mundo a fin de que la Asamblea General de las Naciones Unidas solicite a la Corte Internacional de Justicia de La Haya un dictamen consultivo que permita afrontar el tema de la deuda externa conforme a los principios generales del derecho internacional contemporáneo.
Esta declaración recoge y reafirma la tesis formulada en 1984 por el doctor Miguel Ángel Espeche Gil. Hemos denunciado reiteradamente en este Parlamento, especialmente el día en que se modificó la ley de quiebras, que el Fondo Monetario Internacional utiliza la deuda como un mecanismo de dominación. El FMI abusa de la posición del acreedor poderoso y del deudor insolvente para imponer condicionamientos políticos.
Como el Fondo Monetario Internacional ha sido claramente un corresponsable del desastre económico de la Argentina, no entendemos por qué resulta ser un acreedor privilegiado. Tampoco entendemos por qué no se está reclamando la corresponsabilidad de los bancos que colocaron los bonos argentinos en default; me refiero a la corresponsabilidad de los bancos en la crisis de la deuda externa argentina.
Tampoco entendemos que si los ahorristas argentinos son forzados a recuperar nada más que un tercio de lo que depositaron, por qué logran obtener más beneficios económicos quienes invirtieron, con intereses usurarios, en otros países en bonos argentinos en default.
Entre otras consideraciones, nosotros acabamos de presenciar cómo se votó favorablemente el presupuesto 2005, que dispone de un superávit fiscal del 3 por ciento para el pago de la deuda externa. Y quiero compartir con ustedes estas reflexiones: si los países miembros de la Unión Europea, países ricos, no pueden comprometer ni siquiera un déficit fiscal del 3 por ciento, porque eso pondría en riesgo la supervivencia de sus planes sociales y de un gasto público que considere los derechos constitucionales que tienen los ciudadanos, ¿cómo pueden países como el nuestro comprometer un superávit fiscal del 3 por ciento? Sólo sobre la base del hambre, de la sed y de la miseria de sus habitantes.
Hemos escuchado al presidente Kirchner con ilusión, con esperanza, con fe cuando dijo en este Parlamento que la deuda externa no se pagará con el hambre de los argentinos.
Para terminar, quisiera señalar que creemos que hace falta una investigación profunda y transparente que verifique el desarrollo de cada porción de la deuda y la circunstancia en la que fue tomada para establecer las responsabilidades. Lo que solicitamos es la investigación que reconozca la corresponsabilidad de los acreedores, de los bancos y de las instituciones financieras internacionales. Y por eso apoyamos la creación de una comisión parlamentaria de investigación de los ilícitos de la deuda externa.
Asimismo, estamos impulsando el control parlamentario de los organismos multilaterales de crédito y la declaración de ilegitimidad de la deuda.
Según hemos señalado con datos y cifras concretas, la anunciada quita del 75 por ciento en el pago quedará reducida a una quita nominal del 20 por ciento. Pero creemos que mucho más importante que cuánto, cuándo y cómo se paga es analizar quién paga la deuda externa. Creo que ese es el meollo de la cuestión. El hecho de que la paguemos todos los argentinos equivaldría en el esquema de una empresa privada a que un pequeño grupo de directores haya vaciado una empresa y luego la deuda la tengan que pagar todos los trabajadores. Eso es lo que sucede con la deuda externa argentina.
También hemos presentado un proyecto de declaración, contenido en el expediente 6240-d-2004, por el que se adhiere al documento elaborado por el Plan Fénix -en consenso con el Consejo Interuniversitario Nacional-, que constituye un llamado para el tratamiento de la deuda externa en base a una estrategia de desarrollo nacional con equidad, a fin de asegurar la gobernabilidad democrática. Allí se plantean diez pautas, cuya inserción en la versión taquigráfica solicitamos.
Creemos que si bien el gobierno argentino ha encarado la negociación sobre la base de una quita ineludible de los montos adeudados, lo ha hecho según premisas que se apartan de los lineamientos que hemos mencionado.
La Constitución Nacional impone al Congreso el arreglo de la deuda externa e interna del país. Quienes estamos aquí -seamos los que seamos- asumimos plenamente esta responsabilidad con convicción republicana. Además, tratamos de impulsar una solución justa al problema de la deuda. ¡Quien quiera oír, que oiga! (Aplausos.)


SR. PRESIDENTE(CAMBARERI) Tiene la palabra el señor diputado por Buenos Aires.


SR. MACALUSE, EDUARDO GABRIEL (BUENOS AIRES): Señor presidente: voy a ser breve, y solicito autorización para insertar mi discurso.
Lo hago para permitir que otros señores diputados se puedan expresar y porque me informan que la reunión de Labor Parlamentaria -donde debería estar presente- ya comenzó.
En los últimos días se produjo una controversia muy fuerte entre el presidente de la Nación y los medios de comunicación por los supuestos acuerdos alcanzados por el gobierno nacional con las autoridades del gobierno chino. La controversia surgió a partir de indiscreciones vinculadas con dichos acuerdos.
La política internacional recomienda el mediano plazo. Es imposible resolver cuestiones de manera inmediata, pero también se requiere otorgar tanto valor a los silencios como a las palabras.
En el caso chino, como en el de la deuda externa, ocurrieron cuestiones paradójicas, que creemos que no son casuales: donde debería haber habido silencio, hubo verborragia, y donde debería haber habido información, hubo silencios.
Al observar las bancas del oficialismo, encuentro solamente a los señores diputados Nemirovsky y Conte Grand. En primer lugar, quiero brindar mi reconocimiento al hecho de que esos dos legisladores hayan concurrido, porque me parece que asumen con valentía el rol que deben desempeñar. Pero también quiero destacar el valor que tiene el silencio cuando debería haber habido debate.
En el tema de la deuda está ocurriendo lo que acabo de señalar. Hace años que se reclama; incluso, algunos diputados lo hicieron antes de que nosotros llegáramos a la Cámara, como Alfredo Bravo, pero nunca hemos conseguido quórum para tratar un problema que constituye el corazón de la problemática económica de nuestro país.
No se trata de un tema menor o que no requiera el interés del conjunto de los señores diputados. Es una cuestión central de nuestra economía y, a pesar de que nuestra Constitución dice con absoluta claridad que su tratamiento nos corresponde, no se ha conseguido el permiso para un tratamiento adecuado y digno de una nación soberana.
Más allá de los discursos presidenciales -con los que hemos coincidido- sobre la responsabilidad de los bancos y de los organismos multilaterales de crédito y sobre la necesidad de no pagar la deuda con el hambre de los argentinos, lo que observamos es que los hechos se suceden y no podemos debatir este tema, que surge fundamentalmente no por una necesidad del pueblo argentino,
que tenía sobradas condiciones para autoabastecerse -el señor diputado Cafiero mencionaba el grado de endeudamiento externo al momento de irrumpir la dictadura militar-, sino por una necesidad de los bancos debido a un excedente de dinero que tenían.
Esta cuestión nos da para reflexionar y discutir en otro ámbito y en otro momento acerca de los límites que tiene este capitalismo salvaje, ya que antes esos límites estaban dados por la escasez, mientras que ahora los pone la abundancia. Pero también debemos debatir sobre los límites que tenemos como Nación de tener que resolver a los países centrales sus problemas de crisis cíclicas y económicas, debiendo luego lidiar con las consecuencias y secuelas que eso deja.
El fallo del juez Ballestero es absolutamente claro, por si hiciera falta algún tipo de interpretación de lo que clara y taxativamente dice la Constitución Nacional respecto del arreglo de la deuda externa.
Nosotros debemos abocarnos al tratamiento del problema. Por eso, junto con otros señores diputados hemos propuesto la conformación de una comisión bicameral para analizar qué aspectos de la deuda son legítimos y cuáles tienen un origen espurio y, por lo tanto, no deben pagarse.
Estamos viendo -allí hay silencios y verborragia, y precisamente los silencios se dan en el Congreso- que se está realizando una oferta para generar un nuevo canje de la deuda que tiende a tapar las pistas de su origen espurio, sin que hayamos podido sentarnos a discutir para saber qué se está diciendo -porque hay cláusulas secretas- o cuáles son las ofertas. Además, esto se hace desde el nivel del Estado, lo que ninguno de nosotros haría en forma individual o particular. Ninguno de nosotros aceptaría pagar una deuda si no hay una documentación fehaciente y probatoria de que ese endeudamiento existió. Esto es escandaloso.
Sin embargo, los diputados no hemos podido sentarnos a discutir estas cuestiones, y sobre todo sus orígenes, para ver cómo podemos resolver el brutal endeudamiento exterior que tiene nuestro país.
Por ello, junto con otros señores diputados hemos apoyado la iniciativa del señor diputado Cafiero en lo que se refiere a la caracterización de "odiosa" de la deuda externa. No es un invento nuestro; no es una cuestión adolescente y ni siquiera es un adjetivo calificativo que buscamos al azar en el diccionario, sino que es doctrina de los propios Estados Unidos, que nos reclaman que paguemos la deuda cuando les conviene, y cuando no les resulta beneficioso que algún país periférico la pague hacen como en Irak, es decir, la declaran odiosa.
Estamos convencidos de que la manifestación popular y la presión de la opinión pública harán que -como en los casos de los jueces corruptos de la Corte o de las leyes de impunidad- un día como hoy, en vez de estar sentados los treinta o cuarenta diputados que venimos repicando este tema en todos los ámbitos, estemos presentes los doscientos cincuenta y siete diputados discutiendo y avanzando. Tal vez no pase mucho tiempo para que llegue ese día, y para eso estamos trabajando. (Aplausos.)


SR. PRESIDENTE(CAMBARERI) Los señores diputados que están anotados para hacer uso de la palabra son los siguientes: Zamora, Barbagelata, Claudio Lozano, Héctor Romero, Artola, Poggi y Monteagudo.
Tiene la palabra el señor diputado por la Capital.


SR. ZAMORA, LUIS FERNANDO (CAP FEDERAL): Señor presidente: evidentemente, no es original decir que el tema que estamos tratando reviste una gran importancia. En realidad, las palabras no bastan para hablar de una cuestión que ha cruzado las economías argentina y latinoamericana en los últimos treinta años. Cuando digo "cruzado" me refiero a que ha marcado riquezas y pobrezas: riquezas de acreedores externos y de grandes grupos económicos que concentraron la economía en nuestros países y pobrezas en la enorme mayoría de quienes habitamos la llamada "patria grande".
Hablamos del principal mecanismo -no del único, pero sí del principal- que se utilizó para saquear los bienes y las riquezas de nuestro continente. Isabel Perón, López Rega, Rodrigo, etcétera, duplicaron la deuda externa que la Argentina tenía en el año 1973. Ya en ese entonces se advertía la política de los países imperialistas que nadaban en los llamados "petrodólares" y presionaban para que naciones como las nuestras iniciaran una política de endeudamiento.
Sabemos que el salto grande se dio durante la dictadura militar. Aquí está el primer fundamento de por qué compartimos la calificación de "odiosa" para referirnos a la deuda paradójicamente surgida de una posición de los Estados Unidos vinculada con la defensa de los intereses de Cuba; dicho de otra manera, con la utilización de los intereses de Cuba para defender intereses norteamericanos frente a España.
Digo que es el primer fundamento porque el origen espurio de la deuda encuentra su primer asidero en que tuvo lugar durante una dictadura militar. Luego se va fortaleciendo el criterio de ilegitimidad en la estatización de la deuda privada, en el destino de los recursos, en la compra de armamentos, en los autopréstamos, etcétera.
Cuando asume el gobierno del doctor Alfonsín comienza otra historia relacionada con la posibilidad de desconocer la deuda externa. El gran crimen del gobierno radical del doctor Alfonsín -elegido por el voto del pueblo en 1983- fue no haberlo hecho pese a tener respaldo popular, legitimidad de origen y posibilidades políticas en la Argentina y en Latinoamérica para plantear lo que hoy venimos a calificar como deuda odiosa.
La ratificación de la legitimidad de lo que reclamaban los acreedores internacionales -en su mayoría bancos-, que en el año 1985 se produce con el Plan Austral de Alfonsín, Sourrouille, Canitrot, Machinea, Lavagna, Daniel Marx y Terragno, es el primer reconocimiento que contradice lo que sostuvimos durante años y hoy venimos a repetir: la deuda que se nos reclama no es legítima y no pertenece al pueblo argentino.
Menem volvió a tener una segunda oportunidad en 1989, con el país prácticamente en cesación de pagos, no mediante una declaración formal en este sentido pero sí de hecho; con Cavallo, Daniel Marx nuevamente y el plan Brady, reconoce legítimo lo ilegítimo. Luego tenemos a Menem con Roque Fernández y a Menem dejando el poder en 1999.
De la Rúa, López Murphy y Machinea -los nombres van saliendo y volviendo- vuelven a reconocer los reclamos de los acreedores internacionales. Ya no eran bancos sino titulares de bonos y organismos financieros internacionales multilaterales de crédito, que siempre han continuado con su reclamo de parte de la deuda externa, como si les correspondiese.
Terragno es un nombre que se vuelve a repetir en el gobierno de de la Rúa y, finalmente, de la mano de Chacho Alvarez y de Ibarra vuelve a aparecer Cavallo. Sale Machinea y entra Cavallo.
En el medio también anduvo Daniel Marx de un lado del mostrador y del otro, a veces representando a los bancos y otras, formalmente, al país. En realidad, nunca dejó de estar de un lado o del otro del mostrador ni de los intereses que defendía, que eran los de los bancos, pero siempre estuvo con los acreedores.
Así, continuamos con Duhalde y Lavagna y llegamos al día de hoy con Kirchner y Lavagna, el mismo Lavagna de Alfonsín, que era del justicialismo pero estaba con el gobierno radical. Esa continuidad de nombres es también una continuidad política en la estafa al país porque, como ya se dijo, los reconocimientos de legitimidad que han hecho nuestros gobiernos no comprometen a nuestro pueblo.
Los pueblos latinoamericanos no estamos comprometidos por lo que han hecho los gobiernos que he mencionado, tanto el pueblo de la Argentina como los de los restantes países latinoamericanos. Lo que es ilegítimo es ilegítimo, por más que alguien pretenda transformar el reclamo en justo y obligatorio con declaraciones de legitimidad.
A mi modo de ver, casi estamos terminando un camino de treinta años: teníamos 5 por ciento de pobres en la década del 60, y hoy en día tenemos casi un 50 por ciento de pobres en la Argentina. La deuda externa, que era de tres mil millones de dólares en 1973, actualmente es de ciento ochenta mil millones; si agregamos la deuda externa privada, quizás sea un poco más todavía lo que se reclama hoy a la Argentina. Este salto en la deuda es directamente proporcional al registrado en la pobreza.
En el camino también se robaron cien mil millones de dólares que se fugaron de la Argentina, pero no es que no están: se depositaron en un banco de los Estados Unidos, y son los préstamos. Esos dólares han podido irse porque nos obligaron a pedirlos al pueblo argentino para que puedan ser fugados luego al exterior.
No sólo hay pobreza: la deuda también dejó ricos. La deuda dejó empresas privatizadas. La deuda dejó bonos basura y dejó la deuda externa de las empresas que fueron privatizadas. O sea que les dimos las empresas pero nos dejaron las deudas. Podemos hablar de Menem y de Cavallo.
Kirchner se coloca ante el pueblo argentino como la persona que va a enfrentar todo este proceso, que va a ponerle un punto final y a cambiar la historia. Él mismo ha dicho que está muy cerca de San Martín. En realidad, como ha dicho López Murphy -fíjense de quién estamos hablando-, Kirchner es el más ortodoxo de los ortodoxos. Ningún presidente pagó tanto a los organismos multinacionales como el gobierno de Kirchner en este año y medio.
¿En base a qué lo hizo? En base a un superávit que fue conseguido mediante ajustes, porque no ocurrió que la Argentina tuvo un excedente o algo que nos sobrara, como se suele decir. ¡A nosotros no nos sobra nada! ¡Nos sacaron, para poder cumplir con el compromiso asumido con el Fondo en septiembre del año pasado de pagar el 3 por ciento del producto bruto interno!
En este año han superado el 4 por ciento, y es evidente, por la discusión que se desarrolló en este recinto del presupuesto -teniendo en cuenta las partidas subejecutadas, lo declarado y lo no declarado-, que en 2005 estaremos duplicando ese 3 por ciento inmutable e inmodificable del que hablaba Kirchner ante la demanda del Fondo Monetario Internacional, cuando declaró que "el 3 por ciento no se toca." Seguramente vamos a estar cerca del 6 por ciento entre la Nación y las provincias en el pago de la deuda.
A mí no me sorprende la actitud de este Congreso, porque tiene relación con la de los gobiernos que he mencionado en los últimos años. Las actitudes asumidas por las Cámaras de Diputados y de Senadores son las mismas que han asumido desde 1983: complicidad con las actitudes serviles.
A veces nos indigna que nos estén extorsionando desde el Grupo de los 7, desde el FMI o desde el Banco Mundial. Son extorsiones repudiables, con embargos y aprietes, con votación de leyes y exigencias de más ajuste para pagar. Sin embargo, el Congreso sigue con la misma actitud de Kirchner: pagar, pagar y pagar. Incluso a un funcionario del Fondo Monetario Internacional se le llegó a preguntar si estaba molesto por la posición asumida por Kirchner. La respuesta fue inmediata: "Molesto no, si es el que más paga." Al Fondo Monetario Internacional el "jarabe de pico" no le molesta. Le molestaría que este Congreso asumiera alguna actitud de dignidad que priorice en los hechos y no en las palabras el pago de la deuda interna y no de la deuda externa.
Ustedes saben que yo no hablo al Congreso, porque aunque estoy en la Cámara de Diputados no me siento parte de ella. Siento como que soy un cuerpo extraño en esta Cámara. Entonces, no pierdo el tiempo, porque considero que como pueblo tenemos una gran responsabilidad. Los gobernantes que tenemos, mal o bien, fueron elegidos por la población, como los integrantes de este Congreso.
El desafío consiste en terminar con el hecho de que desde las instituciones se lancen mentiras, engaños y servilismos ante los reclamos imperiales. Tenemos que asumir el criterio de que desde acá se sancionan leyes que tienen que ver con cuestiones inmorales, como acontece con la delegación de facultades o la subversión económica. Como consecuencia de todo eso hay más pobreza, más desigualdad y se ha extendido la brecha entre ricos y pobres.
Todo ha ocurrido durante el gobierno de Kirchner porque el PBI crece, pero la distribución del ingreso cada vez es más desigual. Nuestro desafío consiste en derrotar esta política. Por eso hemos presentado un proyecto para que se realice una consulta popular vinculante, respaldando los proyectos de declaración de deuda odiosa y de investigación de la deuda contraída a partir de 1989. Este proyecto lo presenté cuando fui diputado por el Movimiento al Socialismo y por la Izquierda Unida.
Hacemos mucho hincapié en que si la población no toma en sus manos su destino, desde arriba va a seguir viniendo lo mismo. Esto que es tan repudiable, que hace despertar alguna expectativa en la dirigencia política, y que hizo que la gente gritara "que se vayan todos" -aunque finalmente mediante distintos mecanismos la gran mayoría logró quedarse- aceleró el camino para que se repitieran las debacles de la década del 90 y de principio de siglo. Al contrario: hay que tener expectativa en una América Latina trabajando en común, pero no con estos gobiernos que suben diciendo que van a comerse crudos a los acreedores y luego terminan sirviendo servilmente...


SR. PRESIDENTE(CAMBARERI) Señor diputado: su tiempo ha concluido. Le ruego que redondee su exposición.


SR. ZAMORA, LUIS FERNANDO (CAP FEDERAL): Creo que hay un marco latinoamericano interesante -en algunos casos, apasionante- que recorre por abajo un sentimiento de búsqueda de caminos distintos. Esto no sólo puede cargarnos de optimismo sino que también nos da la posibilidad de apostar a que desde allí, desde abajo, pueda surgir la fuerza para enfrentar con dignidad los reclamos de los de arriba.


SR. PRESIDENTE(CAMBARERI) Tiene la palabra la señora diputada por Buenos Aires.


SRA. MONTEAGUDO, MARIA LUCRECIA (BUENOS AIRES): Señor presidente: lamentablemente, la relación entre los señores diputados presentes y la importancia de los temas a considerar parece cada vez más inversamente proporcional. No obstante ello, quiero traer a este recinto algunas cuestiones que hacen a nuestra responsabilidad histórica.
En marzo de 1984, se presentó por primera vez en esta Cámara de Diputados un proyecto de resolución por el que se creaba una comisión bicameral con el objeto de tratar la deuda externa, tal como lo establece la Constitución Nacional. Esa iniciativa fue promovida por diputados hoy con mandato cumplido, algunos de ellos compañeros de bancada, como en el caso de Miguel Monserrat.
En marzo de 1986, el señor diputado Monserrat pidió el tratamiento sobre tablas de aquel proyecto de resolución que en 1984 no había sido tratado a fin de que definitivamente se creara dicha comisión. Ya en 1985 se había reiterado esa presentación, aunque no tuvo viabilidad. Pero, por lo menos, en aquella oportunidad se produjo un debate enriquecedor en el que varios legisladores de distintos partidos políticos tuvieron una importante participación.
Me permitiré dar lectura de un par de fragmentos interesantes de las opiniones de algunos de esos legisladores. Decía el señor diputado Monserrat: "Señor presidente: como hemos señalado, este proyecto fue presentado por primera vez en marzo de 1984. Quiero aclarar que fue la primera iniciativa que tuvo entrada en la Cámara de Diputados con respecto al problema de la deuda externa.
"Consideramos que este proyecto debe tener tratamiento sobre tablas, porque existen razones de urgencia que justifican llevar adelante este debate y tratar el tema, dado el avance que con respecto a esto se ha producido durante todo este tiempo por parte del Poder Ejecutivo, que permanentemente se ha extralimitado en sus facultades, avasallando atribuciones que son propias del Parlamento."
Por su parte, el señor diputado Oscar Alende decía en el mismo debate: "El hecho de que tengamos el tema en el debate es útil. 'Crisis' es la palabra que brota cuando se plantea esta difícil alternativa argentina, cuando se dice que es la más grave de toda su historia." Y más adelante, expresaba: "Esa deuda externa nos lleva a la convicción de que es la causa de la recesión y de la difícil situación que soporta la Argentina. Por eso no podemos pagarla, porque si la pagamos no hay posibilidadesde producción y de desarrollar el proceso de cambio nacional."
Proseguía diciendo Alende: "Estamos frente a una mesa de juego con dados cargados, donde siempre los bancos sacan siete y la Argentina nada. El big stick, el gran garrote, es hoy en día la deuda externa.
"Este problema se constituirá en un nuevo Baring Brothers y las generaciones futuras nos condenarán con la misma severidad que nosotros hemos utilizado para acusar a quienes se consagraron y se pusieron de rodillas frente al imperio británico, a las multinacionales y a las dictaduras."
Voy a solicitar la inserción de estos párrafos del discurso en el Diario de Sesiones porque constituyen un antecedente histórico para el debate que se está dando en este momento.
Los días 6 y 7 de marzo de 1986 esta Cámara trató esa iniciativa sobre tablas. Durante el debate los diputados se preguntaban por qué los argentinos no podíamos comprender la fuerza y magnitud de lo que presiona sobre nuestra periferia, que termina embrollando nuestro destino.
Durante la década del 90 se volvió a hablar someramente del tema de la deuda -como lo señaló un diputado que me precedió en el uso de la palabra-, y fueron pocos los que levantaron su voz.
Ya en el año 2000 contábamos con un solo legislador en esta Cámara en representación de nuestro sector, pero a contramano de la historia del neoliberalismo logramos publicar un trabajo titulado Deuda externa, el genocidio silencioso.
Han pasado veinte años desde los hechos que estoy relatando, durante los cuales se llevó a cabo ese genocidio silencioso. Muchos compañeros legisladores fueron presentando distintas iniciativas que nosotros siempre acompañamos, porque entendíamos que el tema de la deuda -ese genocidio silencioso- era causa fundante de nuestra militancia política.
Me alegro de poder estar hoy en este recinto y ser testigo de la historia de los últimos veinte años, durante los cuales, por una u otra razón, no se trató donde correspondía -es decir, en este recinto- el tema de la deuda externa.
Quiero remarcar con absoluta humildad que el 1° de junio de 2004 presentamos en esta Cámara una iniciativa que nunca fue considerada, mediante la cual propiciamos establecer el 24 de abril de cada año -que es la fecha en que dejó de existir el querido Alejandro Olmos- como Día de la Independencia Económica de los Pueblos. Con esta propuesta intentamos hacernos cargo de una lucha que en mi caso -tengo 51 años- representa treinta años de militancia.
Por estas razones, me alegro de continuar al lado de los que no nos damos por vencidos, porque seguimos sintiendo que existe la causa del pueblo, a pesar de que hoy haya más pueblo en el recinto y en la calle que diputados en esta sesión. (Aplausos.)


SR. PRESIDENTE(CAMBARERI) Tiene la palabra la señora diputada por la Capital.-


SRA. BARBAGELATA, MARIA ELENA (CAP FEDERAL): Señor presidente: quiero expresar la adhesión del bloque Socialista a los proyectos que hoy intentamos considerar en esta sesión especial en minoría y que integran una variada gama de iniciativas. Entiendo que ante la falta de compromiso de profundizar el análisis del tema de la deuda externa, no como un tema anecdótico sino como uno ligado con la cuestión social, con los derechoshumanos y con la cuestión política -y en este sentido, con la plena vigencia de nuestra democracia-, este Congreso omite sistemáticamente legislar sobre el tema de la deuda externa.
La verdad es que cuando legisla lo hace para omitir, precisamente, legislar sobre la deuda externa: omite legislar y omite controlar. Es vergonzoso ver cómo en otros países se sancionan iniciativas en relación con el tema de la deuda externa de América Latina. Es vergonzoso tener que ver cómo Italia, que forma parte del sector de nuestros acreedores, sancionó en el año 2000 la ley 209 para exigir que se lleve el planteo de la legitimidad de la deuda externa -no sólo de la Argentina sino de América Latina- a los foros internacionales, concretamente a las Naciones Unidas.
En ese sentido, este Parlamento votó por unanimidad una resolución -que, por supuesto, el Ejecutivo no cumplió-, pero no se animó a sancionar una ley como lo hizo el Parlamento italiano.
Por eso, digo que a veces nos da vergüenza exponer el tema de la deuda externa argentina y reconocer la abdicación sistemática del Parlamento en asumir las funciones que la Constitución le tiene reservadas como Poder Legislativo. Este Parlamento ha renunciado a esas funciones y las ha delegado. Por eso digo que legisla para omitir. Ha legislado expresamente para delegar en el Ejecutivo todas las funciones que constitucionalmente le corresponden por el artículo 75.
Es por ello que hemos presentado una iniciativa, contenida en el expediente 6228-d-2004 -solicito la inserción de sus fundamentos-, tendiente a derogar el artículo 65 de la ley 24.156 de administración financiera.
Allí planteamos que el Congreso debe reasumir la negociación de la deuda externa y derogar la ley de delegación de esta función en el Poder Ejecutivo. Esto no quiere decir que el Parlamento se siente permanentemente a discutir con los acreedores, sino que debe sancionar la ley marco en la cual se tienen que enmarcar, precisamente, los criterios y las directrices para renegociar la deuda externa.
También hemos planteado y acompañado iniciativas tendientes a la profundización de la investigación de la deuda externa. Como bien se ha dicho aquí, se trata de una deuda externa inédita en el mundo en cuanto a su monto, pero también inédita en cuanto a su carácter ilegítimo y fraudulento. No nos vamos a explayar sobre este tema porque ya lo hicieron los señores diputados preopinantes y también se habla de él en los fundamentos del proyecto cuya inserción solicitamos.
También quiero señalar que hemos presentado el proyecto contenido en el expediente 6052-d-2004, de nulidad de la prórroga de jurisdicción, porque toda esta negociación no sólo viene con la abdicación del Parlamento en cuanto al ejercicio de sus facultades constitucionales sino que también se impide al propio Poder Judicial que investigue ejerciendo la competencia prevista en la Constitución Nacional, a través de una siniestra y perversa doctrina de privatización del derecho internacional público y privado.
Esta privatización del derecho internacional ha hecho que la Argentina haya renunciado al ejercicio de la jurisdicción del Poder Judicial y entregado su soberanía, limitándose en el conocimiento de los asuntos en los que la Nación es parte, por lo que hoy estamos humillantemente sometidos a las decisiones de los Poderes Judiciales de los Estados Unidos de América, de Inglaterra, de Alemania y de Italia.
Realmente, es una vergüenza, señor presidente, que renunciemos a legislar y también a juzgar. En este sentido, vamos a pedir la inserción del proyecto por el que proponemos la nulidad de la prórroga de la jurisdicción y donde denunciamos, además, todos los tratados que la Nación firma con renuncia de su jurisdicción.
También hemos presentado proyectos para llevar la discusión a los foros internacionales. Que la Argentina renuncie a discutir la legitimidad y el carácter de la deuda externa es también una vergüenza, porque en todos los foros donde se discuten cuestiones jurídicas sobre la deuda externa -que al fin y al cabo son contratos de préstamo de dinero enmarcados en principios generales del derecho- se
denuncia que los contratos referidos a la deuda externa son absolutamente violatorios de los principios generales del derecho. Esto se discute también en todos los foros internacionales, en el Parlamento Latinoamericano y en los organismos de derechos humanos de las Naciones Unidas.
La Argentina no sostiene ninguno de esos principios y mucho menos los invoca en aquellos juicios que hoy se están ventilando en distintas jurisdicciones, sobre todo en la de Nueva York.
Hay violaciones en cuanto a la interpretación y ejecución de los contratos, la libertad contractual, la división y el abuso del derecho, el desequilibrio de las prestaciones, la excesiva onerosidad sobreviniente, el enriquecimiento ilícito, el pago indebido, la corresponsabilidad de los acreedores, la prohibición de acuerdos usurarios, la salvaguarda de las exigencias vitales del deudor y la inviolabilidad e interdependencia de los derechos humanos, que es otra cuestión que está totalmente vinculada a la discusión de la deuda externa.
Hemos presentado proyectos para que este Parlamento se pronuncie expresando el más enérgico rechazo a los embargos e inhibiciones dispuestos en las causas judiciales interpuestas por otros países acreedores, que juzgan y a la vez son parte en el proceso de la deuda externa. Asimismo, hemos presentado pedidos de informes para saber cuáles son las defensas que el Estado argentino esgrime en estas causas.
Hemos visto que no hay control ni la más mínima rendición de cuentas; y nos encontramos con la vergüenza que está demostrada en la causa Olmos. Esta causa se inicia diciendo que la deuda externa ni siquiera está documentada con elementos contables fehacientes. Este es el origen vergonzoso y fraudulento de nuestra deuda externa. Ni una cooperadora escolar carece de libros, tal como ocurre con la deuda externa; están obligadas a llevar libros de diez columnas. Ni un quiosco tiene estas carencias. No hay ningún registro, ni siquiera papelitos.
Es por ello que omitir el tratamiento de este tema es una verdadera vergüenza. Omitir legislar sobre estos temas es una verdadera vergüenza. Este Congreso Nacional merece tener otro rol, otra intervención, y atender los asuntos del pueblo argentino. (Aplausos.)


SR. PRESIDENTE(CAMBARERI) Tiene la palabra el señor diputado por la Capital.


SR. LOZANO, CLAUDIO (CAP FEDERAL): Señor presidente: acompaño en esta sesión en minoría el proyecto que le dio origen, al igual que muchos de los proyectos que aquí se han comentado.
Somos pocos, pero pronto seremos muchos más. Tengo la absoluta convicción de que este Parlamento debe recuperar el rol que en todo caso nunca debió haber perdido. En todos estos proyectos existe por parte de nosotros la decisión y la convicción de que el fenómeno del endeudamiento de la Argentina merece un tratamiento de carácter político antes que financiero.
Digo esto porque es ese el marco lógico en que debe inscribirse este fenómeno. Salvo que seamos muy necios y no queramos leer la historia política de nuestro país, está claro que el endeudamiento externo fue la clave de un proceso que, en términos políticos, supuso claramente una revancha y una ofensiva de los sectores dominantes en la Argentina, con apoyatura externa, dirigidas no solamente a voltear un gobierno sino también a desmontar las bases mínimas del funcionamiento económico, social y político. Es por eso que resulta peculiar que casualmente una de las víctimas principales de dicho proceso político, que fue sin lugar a dudas la experiencia peronista de mediados de la década del 70, no pueda contar con muchos de los que tendrían que estar presentes en esta sesión discutiendo este tema como corresponde.
Es absolutamente imprescindible investigar y verificar el endeudamiento. Y esto lo decía bien la señora diputada Alicia Castro, porque si hay algo que queda claro en la Argentina, a diferencia del "discursete" neoliberal, es que el problema de la deuda externa no tiene que ver con la deuda pública.
El motor del proceso de endeudamiento argentino ha sido la deuda externa privada, y por privado me refiero a los principales agentes económicos de la economía nacional, locales algunos y muchos extranjeros. En realidad, no hubiera sido posible esto si no hubiese ocurrido que el Estado fue y sigue siendo en muchas ocasiones el garante de los negocios privados que en el marco del endeudamiento se llevaron a cabo.
Por eso, porque el Estado jugó ese papel de garante de los negocios privados, es indispensable investigar ya, porque ahí radica una fuente principal del mecanismo de ilegalidad y de ilegitimidad que tiene el endeudamiento.
También es imprescindible que el Parlamento retome su rol si es que queremos ser fieles al discurso -que comparto- de que la deuda externa debe ser una causa nacional. A esta altura del partido es elemental que la gestión financiera de estos asuntos, definidos políticamente en esta casa, no puedan contar con el asesoramiento de quienes fueron los autores principales del festival del endeudamiento argentino. Me refiero con esto a los principales bancos privados, algunos de la plaza local, pero centralmente a los bancos extranjeros.
Es obvio que la gestión financiera es un tema que le corresponde al Banco Central y a la banca pública, pero nunca a quienes figuran hoy como asesores en el marco de la discusión de la deuda de nuestro país.
Si se hubiese tomado el rumbo de la investigación de la deuda por parte del Parlamento como causa nacional y de la gestión financiera en manos propias, seguramente hubiera permitido dar de baja a parte de ella. Y también hubiera permitido, a partir de establecer responsabilidades jurídicas y políticas, instrumentar mecanismos por los cuales el costo del pago de la deuda no recayera en forma dominante sobre el conjunto de la sociedad argentina. No haber hecho esto tiene resultados concretos que, casualmente, se ubican exactamente en las antípodas de este tipo de cuestiones.
Más allá de un discurso presidencial que he compartido y que hacía centro en la corresponsabilidad de organismos como el Fondo Monetario Internacional y los organismos multilaterales de crédito, lo cierto es que en la práctica, cuando se analiza en serio y en profundidad cuál es la estrategia concreta que lleva adelante el Ministerio de Economía en materia de deuda, hay que decirlo con todas las letras: hemos comprado el paradigma republicano en la materia; hemos comprado el paradigma que verbalizó Paul O´Neill, retomado de los textos de Alan Merrick, quien en aquel momento proponía, en primer lugar, no tocar al Fondo Monetario Internacional ni a los organismos multilaterales de crédito; segundo, no tocar a los grandes bancos transnacionales; tercero, descargar la quita sobre los acreedores más débiles y cuarto, monitorear las políticas económicas de los países endeudados sobre la base de garantizar altos superávit fiscales que sirvan para comprar elevados saldos comerciales que reconstruyan la capacidad de pago de esas economías endeudadas.
Esa es la lógica que estuvo planteada como paradigma dominante, y lo sigue estando. Más allá del discurso, más allá de la retórica, en realidad, esto es lo que está a la vista y es lo que ha comandado incluso el hecho de que en el marco de la quita planteada sobre los bonistas, desde la oferta de Dubai para acá, estemos comprometiendo cerca de ciento veinticinco mil millones de dólares más en el curso de los próximos años respecto de la oferta original.
Asimismo, eso determina que con cada modificación de los instrumentos financieros estemos una y otra vez acercándonos aún más a la propuesta de los acreedores. Pero no se trata de los acreedores que fueron engañados por los bancos transnacionales, porque compraron los bonos a precio completo; estamos acercándonos a la propuesta de los bancos o de los fondos buitres que compraron al 12 por ciento los bonos y se los vamos a pagar al 30 por ciento. Es decir, los que están haciendo un negocio brutal.
Eso es lo que está justificando el acercamiento, y el resultado está a la vista. Estamos tratando de cerrar una estrategia que supone un 50 por ciento de quita sobre el 50 por ciento de la deuda. Es decir, estamos hablando de una reducción real del 25 por ciento en concreto, lo cual implica que la deuda que terminaremos teniendo al final de esta negociación será superior -en términos de relación con el producto bruto interno- a la que poseíamos antes de ingresar a la situación de default.
Además, el 3 por ciento del producto bruto interno, que se ha comprometido para el pago de la deuda y que este año va a ser superado, estará por encima del promedio de transferencias de la década del 90.
Por lo tanto, se trata de pagos altos en términos históricos. Incluso, para colmo de males, se mantienen como acreedores privilegiados a los organismos multilaterales de crédito y, en particular, al Fondo Monetario Internacional, reeditándose una discusión sobre la cuestión de la condicionalidad de la política económica doméstica.
La Cámara debatió un proyecto de ley de presupuesto que dejó disponibles de dieciséis a veinte mil millones de pesos, que podrían haber sido asignados a mejorar la situación social, la infraestructura y la inversión públicas.
No se contempló ese dinero porque no se sabe cómo va a terminar la negociación ni con los bonistas ni con el Fondo Monetario Internacional, pero como se conoce que se va a cerrar el acuerdo, se está guardando dinero en caja, violentando el acuerdo original que consistía, primero, en discutir aquí adentro el crecimiento y la distribución, y luego definir cuánto se paga.
En la práctica, se plantea exactamente lo contrario. Ello no sólo ha ocurrido en el debate del proyecto de ley de presupuesto, sino también en el acuerdo que se alcanzó con las Administradoras de Fondos de Jubilaciones y Pensiones, donde la letra no escrita del arreglo contempla el mantenimiento futuro del régimen privado jubilatorio, a fin de llegar en mejores condiciones al cierre de la deuda.
Como todos sabemos, el sistema privado de jubilaciones ha puesto en colapso la seguridad social en la Argentina, y el acuerdo no escrito implica comprometer que el 50 por ciento de los fondos ahorrados por los trabajadores en las administradoras tenga como destino financiar nueva deuda pública, a fin de completar el superávit y poder pagar los bonos. En este caso, estamos rifando la reforma previsional que tiene que hacer la Argentina.
También podemos considerar el marco regulatorio para los servicios públicos, que el propio Poder Ejecutivo envió al Parlamento y que contiene novedades importantes con respecto a la situación actual. Dicho marco regulatorio, que deberíamos sancionar ahora para que comande las negociaciones con las empresas privatizadas, no se está discutiendo y se mantiene congelado, a fin de posponerlo para el próximo año, con el objetivo de garantizar el voto de los directores del Fondo Monetario Internacional que representan a los Estados europeos.
Si terminásemos con la negociación con las empresas ahora y planteáramos el marco regulatorio el año próximo, cuando se quiera regular algo las empresas nos dirán que los contratos ya fueron firmados con anterioridad.
Es triste decir que con esta práctica estamos reeditando contenidos que son propios de la estrategia de la década de los 90. En el altar de la negociación de la deuda estamos hipotecando contenidos indispensables de la política doméstica para garantizar la reconstrucción que la Argentina necesita.
Además, como si fuese poco, en este marco seguimos garantizando un mecanismo impositivo de carácter injusto, que implica que la deuda se abonará con recursos públicos obtenidos centralmente de estrategias tributarias que gravan el consumo de la población.
No hemos dado ningún paso para discutir cómo cobrar impuestos a los capitales fugados. No es cierto que ello no se pueda hacer. Todo inversor que ingresa a cualquier país del Primer Mundo tiene que declarar primero si tributó o no en su país. Si estuviésemos motorizando acuerdos tributarios con los países centrales -donde incluso residen buena parte de los bonistas que nos quieren cobrar-, podríamos hacer acuerdos que implicaran declarar que todos los que fugaron capitales no pagaron aquí para que les cobren allá a cuenta de lo que hay que pagar. Liberaríamos recursos concretos de la Argentina para el crecimiento y tendríamos estrategias mucho más interesantes hacia afuera.
Por lo tanto, no estamos consumando ninguna solución a este tema, sino que como país la estamos demorando. Para esto es imprescindible que este Parlamento retome su rol histórico, que nunca debió perder. (Aplausos.)


SR. PRESIDENTE(CAMBARERI) Tiene la palabra el señor diputado por el Chaco.


SR. ROMERO, HECTOR RAMON (CHACO): Señor presidente: ya se ha expuesto aquí buena parte del desarrollo técnico de cómo se contrajo y qué es la deuda, de manera que trataré de enfocar el aspecto jurídico.
En 1902, Alemania bombardeaba puerto Cabello buscando el cobro compulsivo de la deuda externa. Fue así que nacieron las doctrinas Drago y Calvo, que se refieren al cobro no compulsivo de la deuda pública.
Durante mucho tiempo estos temas han padecido y siguen padeciendo aún ese muro de silencio que existe entre quienes han manejado la deuda, quienes han intervenido activamente, los socios vernáculos y los piratas de afuera. Ellos crearon ese muro de silencio para que el pueblo aparezca ausente. Sin embargo, se va adquiriendo presencia: hoy somos unos cuántos más que en otros momentos.
Cuando el doctor Sergio Montiel terminaba su mandato como diputado nacional nos enseñaba y nos daba la posta para que continuáramos con estos temas. Del mismo modo lo hizo aquel insigne luchador, Alejandro Olmos, quien en 1982 inició su causa número 14.467, y aquel otro antiguo luchador que fue Alfredo Bravo. Con ellos nos reuníamos entonces -yo recién estaba en mis comienzos- en lo que podíamos llamar las catacumbas para tratar de conversar sobre estos asuntos prohibidos, porque estos temas eran como las paralelas: no se tocan.
Ahora resulta importante contar con la compañía y la buena intención de muchos colegas justicialistas, que seguramente querrían estar acá con nosotros, porque esta no es una causa partidista; no es ni peronista, ni radical, ni comunista sino que -como alguien dijo por allí- es una causa nacional, y si no acabamos con ella, ella terminará con nosotros. Así ocurrirá si no tomamos la resolución de hacer cumplir la Constitución Nacional.
El artículo 29 de la Constitución sostiene que el Congreso no puede otorgar supremacías por las que la vida, el honor o las fortunas de los argentinos queden a merced de gobiernos o persona alguna. Actos de esta naturaleza llevan consigo una nulidad insanable. Luego, en su artículo 75, inciso 4°, establece que contraer empréstitos sobre el crédito de la Nación es una facultad expresa y exclusiva del Congreso, y en el inciso 7° de ese mismo artículo dispone que este Parlamento tiene la facultad de arreglar la deuda interior y exterior de la Nación.
Si avanzamos en este conjunto de normas de origen constitucional nos encontraremos con que los delitos que han rodeado muchas de las negociaciones que se hicieron a espaldas de la gente y sin la participación del Congreso son de lesa humanidad.
Ahí están, todavía son pocos, pero son los que seguirán a la gente que está hoy. Son los jóvenes que tienen comprometido su futuro, el de sus hijos y el de los hijos de sus hijos y que por eso están obligados a acompañarnos en esta lucha. Cada vez será más clara la posición que sostendremos frente a la ignominia y la indignidad que significa negociar nuestra deuda bajo extorsión. Debemos dar comienzo a otro principio, no sólo a la no intervención en la deuda pública sino también al no cobro bajo extorsión. Tenemos que poner en movimiento ese nuevo principio para ayudar a que las doctrinas Calvo y Drago tengan un andamiento jurídico y se respeten las decisiones soberanas de los pueblos.
Algunas personas -Bravo, Montiel, Olmos, y quién sabe cuántos otros- nos dejaron su legado y la presencia de los compañeros y correligionarios legisladores que con su participación en esta sesión están ratificando la necesidad de encarar esta lucha. Como dice el tango, tenemos "la ñata contra el vidrio" y esperamos afuera para ver cuándo nos dejan, a partir del cumplimiento de los términos de la Constitución, tomar las cartas que nos corresponden en este asunto.
Por eso, digo que este delito es atemporal. Podrán acallarnos durante cierto tiempo, pero después de nosotros vendrán otros. Me refiero a esos jóvenes de los que habitualmente decimos que son el futuro de la patria. Pero esto no es cierto, porque no hay futuro si no luchamos por un presente. Los jóvenes que nos van a sustituir continuarán nuestra lucha, porque es una lucha contra una historia de desventuras del pueblo argentino.
Invito a los señores diputados a que lean la obra de Alejandro Olmos donde se explica, precisamente, todo lo que hay que saber sobre la deuda externa. Es un resumen de la causa 14.467, iniciada en el año 1982, que culminó con la sentencia que pone en manos de este Congreso las responsabilidades pertinentes.
Allí están descriptos todos y cada uno de los que han intervenido, con todas y cada una de las responsabilidades que han correspondido durante todo el tiempo de la negociación de la deuda. No tenemos que ir más lejos.
No voy a extenderme más y voy a solicitar la inserción de mi discurso en el Diario de Sesiones, porque es mucho lo que tendríamos que decir, pero más que decir, es mucho lo que tenemos para demostrar. Tomémonos el trabajo de revisar el contenido de la causa 14.467 y vamos a ver cuánta verdad hay en ella.
La Madre Teresa de Calcuta dijo: "Cuando por los años no puedas correr, trota; cuando no puedas trotar, camina; cuando no puedas caminar, usa el bastón; pero nunca te detengas." No debemos detenernos.
Esta es una causa que requiere de la fuerza y del esfuerzo de la gota de agua que horada la piedra. Necesitamos ver que somos una multitud, aunque seamos treinta y tres; son las multitudes las que tienen hambre y mueren hora a hora y minuto a minuto como consecuencia del proceder de los delincuentes internacionales junto a sus socios nacionales.
Por eso, digo que esta atemporalidad y esta falta de espacio territorial los va a perseguir. Me refiero a la sombra de los muertos que tenemos hoy como consecuencia del hambre, que no está lejos. Si vamos por la noche cerca de los restoranes de Puerto Madero, podremos ver a la gente peleando por los restos de comida. Estas son las consecuencias de la corrupción enquistada en los poderes públicos.
Por lo tanto, señor presidente, reitero lo que dijo la Madre Teresa: "Si no puedes caminar, usa el bastón, pero nunca te detengas." (Aplausos.)


SR. PRESIDENTE(CAMBARERI) Tiene la palabra el señor diputado por Buenos Aires.


SR. GARRIDO ARCEO, JORGE ANTONIO (BUENOS AIRES): Señor presidente: los colegas diputados que me antecedieron en el uso de la palabra me relevan de informar sobre los datos técnicos de esta deuda, de esta estafa y de este arrebato al pueblo argentino. Por lo tanto, voy a pedir la inserción de mi discurso.
Los miembros del interbloque Eva Perón, es decir, los señores diputados Inés Pérez Suárez, Nélida Morales, Claudio Poggi, María del Carmen Rico, Isabel Artola y quien habla, más que a sesionar vinimos a agradecer la presentación de este proyecto, que acompañamos, porque confronta.
En realidad, aquí está reunida toda la Cámara. La única diferencia que tengo con algunos señores diputados que me antecedieron en el uso de la palabra radica en que la indiferencia y la ausencia también es una posición política. No se puede evadir la gran discusión de la deuda externa y decir a la vez que se está a favor de la Argentina. Esto es contrario en sí mismo. (Aplausos.)
Desde mi humilde punto de vista creo que estamos en una sesión que marca nuestra responsabilidad como legisladores, porque muchas veces pareciera que delegamos tanto nuestras atribuciones que terminamos siendo una escribanía.
El señor diputado que me antecedió en el uso de la palabra se refirió a los jóvenes. Pertenezco a una generación intermedia que esta deuda externa quiso frustrar; fue una generación a la que le quisieron robar los sueños, porque no le permitieron el acceso a la educación superior y tuvo que ver a sus hermanos morirse de hambre. Entonces, esta deuda externa no puede ser evaluada desde los números, porque es parte de un plan interno en contra del pueblo argentino.
Me parece que esta sesión nos muestra cuál fue la derrota. No se trata de saber si pagamos cien mil dólares más o cien mil dólares menos, sino de conocer por qué el pueblo argentino no vota y por qué los legisladores no debatimos temas fundamentales y principales para el pueblo argentino.
Estamos siendo derrotados por la no política y por aquellos que plantearon el tema de la deuda como parte de un plan para que la política no estuviera al mando de las cosas.
Durante diez años tuvimos que escuchar hablar del mal humor del mercado y del riesgo país. Parecía que iban a soplar vientos diferentes y que íbamos a poder discutir cosas fundamentales para resolver la falta de representatividad que nuestro pueblo siente.
Voy a hablar con toda humildad, porque me considero muy poco importante para mi presidente, a pesar de ser peronista. Quiero decirle que nadie gobierna sin el concurso del pueblo organizado. Si no se tiene en cuenta a los legisladores, mucho menos se considerará al pueblo organizado.
Tal como ha dicho el señor diputado Cafiero, la deuda contraída no fue en beneficio del pueblo argentino, sino que fue utilizada para su destrucción masiva.
Así como durante la dictadura militar se elevaba el volumen de las radios para no escuchar los gritos de los torturados, hoy podríamos decir que no somos escuchados por las autoridades que conducen nuestro país. Fue así como un pueblo en resistencia fue temporalmente derrotado.
Por eso, quiero hablar de los jóvenes, porque hace tiempo que no asistimos a un debate verdadero sobre educación, sobre los trabajadores y sobre el rol de los partidos políticos. Muchos se preguntarán qué tiene que ver eso con la deuda externa. Tiene que ver todo y nada, porque la deuda externa fue instrumentada para la no organización del pueblo argentino.
Quiero recordar que cuando juramos como diputados de la Nación asumimos compromisos no con los organismos internacionales pero sí con el pueblo. Muchas veces hemos asistido a distintos foros en los que se ha hablado de la deuda externa. Yo tuve el privilegio de organizar uno en mi distrito de San Miguel. Entonces, sería irrisorio estar en esta sesión sin acompañar el proyecto y agradecer la posibilidad de asumir una posición clara y objetiva.
Parece que todas estas cosas no han cambiado mucho desde que la señora diputada Castro desplegó en este recinto la bandera norteamericana y el régimen casi la crucifica. En ese momento yo solamente podía estar espiritualmente a su lado, porque no formaba parte de esta Cámara. Lo que quiero rescatar es que ese hecho fue un triunfo del campo popular, porque los diputados presentes no se encuentran aquí por una cuestión electoral, que es lo que divide los procesos en nuestro país. Aquí, la única forma de dividir los procesos es la existencia de un mundial de fútbol cada cuatro años y de elecciones cada dos años. Parecería que lo demás no existe.
Aquí hay distintas corrientes políticas, pero asumen un compromiso histórico.
A efectos de que pueda hacer uso de la palabra el señor diputado Poggi voy a terminar citando un pensamiento que volcara Eva Perón en un libro que no por casualidad estuvo inédito durante muchos años. Allí decía que es mentira, mil veces mentira, que no se puede, que eso lo dicen por conveniencia y no por convicción, y que le daban asco las reservas mentales y los peronistas a medias.
Ya que se ha citado a la Madre Teresa de Calcuta, con el permiso del señor diputado preopinante quiero traer al recinto otra de sus frases. Ya anciana, después de haber entregado su vida a los que menos tienen -es decir, haciendo peronismo en la India- le preguntaron si con todo el dolor, el sufrimiento y la complicidad que existen no le parecía que ella y sus seguidores eran sólo una gota de agua en el mar, a lo que ella respondió con toda humildad: "Es posible que nosotros seamos una gota de agua en el mar, pero sin nosotros al mar le faltaría una gota."
Del mismo modo, sin nosotros el Congreso se hubiera negado a debatir lo que está oprimiendo a nuestro pueblo. Hemos roto con el mensaje único y el Parlamento en su totalidad. Hay diputados que asumen su responsabilidad, que no la delegan, pero les digo a muchos que tengan cuidado, porque si no asumimos la responsabilidad el mar de fondo que hay afuera va a irrumpir y entrar aquí. (Aplausos.)


SR. PRESIDENTE(CAMBARERI) Tiene la palabra el señor diputado por San Luis.


SR. POGGI, CLAUDIO JAVIER (SAN LUIS): Señor presidente: seré muy breve, pues ya se ha dicho prácticamente todo sobre este tema.
Además de adelantar mi adhesión a los proyectos que hoy procurábamos tratar -particularmente he suscripto la iniciativa del señor diputado Cafiero- quiero revalorizar y recordar ahora más que nunca algunos párrafos del discurso de asunción como presidente de la Nación del doctor Adolfo Rodríguez Saá, cuyo mandato fue muy breve. El ex presidente, hoy diputado nacional y adherente al proyecto del señor diputado Cafiero, pronunció su discurso en la Asamblea Legislativa celebrada el 23 de diciembre de 2001. Fue aplaudido efusivamente por la inmensa mayoría de los legisladores, puestos de pie, con todo su sentimiento, con el corazón, aunque algunos pocos poderosos, pagados por los intereses externos, lo ridiculizaron.
Permítanme leer textualmente lo que dijera el ex presidente de la Nación el 23 de diciembre de 2001 con respecto a la deuda externa: "No siento que sea justo definir a la llamada deuda externa argentina como el endeudamiento contraído por el Estado argentino frente a los acreedores extranjeros que merezca definir nuestra posición con la frase 'debemos honrar los compromisos asumidos'. Siento que las cosas no son así. No podemos obviar con toda crudeza que algunos dicen que la llamada deuda externa, al menos parcialmente, es el más grande negociado económico que haya vivido la historia argentina. Este concepto se agrava, porque su tratamiento siempre se ha realizado en escenarios reducidos, en oficinas a puertas cerradas, con decisores desconocidos y a espaldas del interés general.
"Y, lo que es más grave, se ha priorizado el pago
de la llamada deuda externa frente a la deuda que este país tiene con sus propios compatriotas.
"Quiero ser muy claro: la deuda externa argentina se ha venido pagando sin cumplirse con el requisito constitucional que dice que es atributo del Congreso arreglar el pago de la deuda interior y exterior de la Nación.
"Vamos a tomar el toro por las astas. Vamos a hablar de la deuda externa.
"En primer lugar, anuncio que el Estado argentino suspenderá el pago de la deuda externa.
"Esto no significa el repudio de la deuda externa. Esto no significa una actitud fundamentalista. Muy por el contrario, se trata del primer acto de gobierno que tiene carácter racional para darle al tema de la deuda externa el tratamiento correcto.
"Nuestro gobierno abre las puertas a este Congreso para tomar conocimiento de todos los expedientes y los actos administrativos que estén vinculados con la deuda externa argentina, incluido este período gubernamental.
"¡La transparencia se hace, no se proclama! Señores: los libros estarán abiertos para ustedes.
"Todos los dineros que estén previstos en el presupuesto para pagar la deuda externa mientras los pagos se encuentren suspendidos, serán utilizados, sin dudar y sin excepción, en los planes de creación de fuentes de trabajo y el progreso social."
Quería recordar y revalorizar este discurso porque considero que está plenamente vigente. Creo fervientemente que el Congreso debe recuperar la facultad que tiene para abordar el tratamiento de la deuda pública. Si lo hiciéramos este tema se conocería y se trasparentaría. De este modo el ciudadano, el comerciante y el pequeño productor estarían al tanto de esta cuestión, porque no debemos olvidar que ellos -que son los verdaderos endeudados y los que tienen que pagar su parte de la deuda- nos eligieron para que fuéramos su voz y su voto sobre este tema.
Por estas razones, solicito que el Congreso recupere su atribución para tratar el tema de la deuda externa. (Aplausos.)


SR. PRESIDENTE(CAMBARERI) Tiene la palabra el señor diputado por la Capital.


SR. CONTE GRAND, GERARDO AMADEO (CAP FEDERAL): Señor presidente: voy a ser muy breve porque el grueso de los conceptos ya han sido vertidos por quienes me precedieron en el uso de la palabra. He concurrido a esta sesión que llevamos adelante en minoría con la convicción de que el tema de la deuda pública argentina es el más relevante desde el punto de vista económico y social para el conjunto de los argentinos y para todos los poderes del Estado.
Entiendo que es imprescindible continuar reclamando de un modo vivo la intervención del Congreso en el análisis de este asunto tan trascendente, que excede nuestra generación y que se proyecta, sin ninguna duda, sobre las generaciones de nuestros hijos y nietos, porque en los términos en que está planteado el tema de la deuda ellos tendrán que continuar satisfaciéndola, con el esfuerzo que ello implica, en detrimento de la calidad de vida que alguna vez tuvo la Argentina.
La inmensa deuda pública contraída por el Estado nacional -con corrupción en algunos casos y con manifiesta irresponsabilidad en otros- guarda relación directa con la pérdida de la movilidad social, de la equidad y de la justicia de la que supo disfrutar nuestro país durante varias décadas. Esta exhibición repudiable de una Argentina con un 50 por ciento de la población sometida a la pobreza y un 20 por ciento a la indigencia también guarda relación directa con el tema de la deuda externa. Por lo tanto, el Congreso de la Nación, por las razones que ya se han comentado y por un mínimo de sentido de responsabilidad política frente al tema más crucial que hoy afronta el Estado, no puede dejar de participar de un modo activo en los debates sobre esta cuestión.
Tengo en claro que es imposible un repudio completo de la deuda externa; esta es una manifestación retórica que no condice con el reconocimiento de que hubo flujos de dinero que el Estado utilizó para distintos fines, a veces buenos y otras veces malos.
Pero también es innegable que una parte significativa de esa deuda pública fue contraída mediante actos de corrupción que son ilegítimos y que, en consecuencia, al menos una parte de esa deuda pública argentina es repudiable, como bien se dijo aquí. El Congreso no puede estar ausente en la discusión de esos aspectos de la deuda pública argentina y en la búsqueda de sus soluciones.
Estoy convencido de que la acción concurrente del Estado nacional, a través de su Poder Ejecutivo y del Congreso de la Nación, implicará encontrar un montón de puntos de consenso para convertir la cuestión de la deuda en una causa nacional, que tiene que estar más allá de las diferencias partidarias o del aprovechamiento circunstancial de réditos políticos por la grave implicancia que tiene no sólo para nosotros sino para quienes nos sucederán en la conducción de los poderes públicos y en la vida de nuestro país y de sus habitantes.
Está claro que si los poderes del Estado trabajamos de común acuerdo podríamos encontrar o explorar caminos que hasta hoy no hemos logrado desarrollar, relacionados con las posibles acciones que corresponde ejercer en contra de aquellos que de un modo corrupto o de un modo irresponsable y negligente hicieron asumir al Estado nacional obligaciones que no le correspondían.
Está claro que frente a Parlamentos de otros países el Congreso de la Nación podría desarrollar acciones en reclamo de la revisión de las conductas de esos Estados nacionales.
Junto a una cincuentena de diputados nacionales de distintas bancadas hemos firmado una iniciativa del señor diputado Cafiero. Hemos firmado una carta en la que hemos explicado nuestra posición estableciendo que en la deuda pública nacional existe una corresponsabilidad de los organismos multilaterales de crédito y de buena parte del sistema bancario colocador de los títulos, y que esa corresponsabilidad implica necesariamente la asunción de los costos. Hemos difundido esta carta a los Parlamentos de diez países -entre ellos los del Grupo de los 7- y de algunos de ellos hemos recibido la noticia de que receptaban la inquietud y la ponían a consideración de sus estructuras.
Creo que hay un campo fértil para trabajar, hoy en minoría. Lo deseable sería que el Congreso lo asumiera de un modo institucional, y creo que debemos seguir bregando para que ello suceda. (Aplausos.)


SR. PRESIDENTE(CAMBARERI) No habiendo más oradores anotados para hacer uso de la palabra, se dan por concluidas las manifestaciones en minoría.


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