Período:121 Reunion:6 Fecha:08/05/2003 SITUACIÓN DE DESASTRE EN DEPARTAMENTOS DE SANTA FE Y DE ENTRE RÍOS
SR. PRESIDENTE(CAMAÑO)
Corresponde considerar el proyecto de ley en revisión por el que se declara zona de desastre por el plazo de ciento ochenta días, prorrogable por el Poder Ejecutivo nacional, a varios departamentos de las provincias de Santa Fe y de Entre Ríos, y se constituye en el ámbito del Ministerio del Interior un fondo especial para la reconstrucción y asistencia de las pérdidas ocurridas en dichas zonas (expediente 0009-s-2003).
Por Secretaría se dará lectura.
SR.(SECRETARIO (ROLLANO))
Dice así:
- SE LEE EL pROyecto de ley en revisión sobre DECLARACIÓN de zona de desastre por el plazo de ciento ochenta días a departamentos de las PROVINCIAS de santa fe y entre rios (expediente 9-s-2003)
SR. PRESIDENTE(CAMAÑO)
En consideración en general.
Tiene la palabra el señor diputado por Santa Fe.
SR. OBEID, JORGE ALBERTO (SANTA FE):
Señor presidente: la ciudad de Santa Fe y una cantidad importante de departamentos del centro de la provincia están sufriendo uno de los mayores desastres naturales de su historia que, me atrevo a decir, constituye una de las mayores tragedias que ha vivido nuestro país.
Las inundaciones producidas como consecuencia del desborde del río Salado son por todos conocidas. La constante atención de los medios masivos de comunicación para con nuestra ciudad desde hace casi diez días ha permitido visualizar claramente lo que está ocurriendo allí.
Por eso, es que yo no quiero abundar en imágenes, en anécdotas o en comentarios que no harían más que reafirmar ante ustedes la dimensión de la tragedia. Y uso la palabra tragedia perfectamente consciente de su significado. En Santa Fe está ocurriendo una tragedia que enluta a todos los argentinos, signada por la muerte, la destrucción de viviendas, la pérdida de la producción local de una de las zonas agrícola-ganaderas más ricas del país y la destrucción de mobiliario, y otras calamidades en las que prefiero no abundar.
Quisiera poder transmitirles el dolor de tanta gente que de un momento para otro ha visto destruido todo lo que pudo acumular durante años de trabajo, para no hablar de quienes están lamentando la pérdida de las vidas de sus seres queridos.
Nosotros venimos a plantear aquí la necesidad que surgirá de la reconstrucción futura de nuestra ciudad y de nuestra provincia. La atención de la emergencia está siendo llevada a cabo por los gobiernos provincial y nacional, con un apoyo espectacular de la sociedad, que se ha movilizado sin exclusiones para brindar su solidaridad a Santa Fe.
Dentro de nuestro dolor, estamos gratamente conmovidos por la manifestación de toda la población del país y de naciones hermanas, que han brindado su ayuda a todos los que están sufriendo en Santa Fe. Desde este recinto y como legislador de la provincia de Santa Fe, quiero hacer llegar el agradecimiento a todos los hombres y mujeres anónimos, a todas las instituciones, a las organizaciones no gubernamentales, a las legislaturas provinciales, a los gobiernos provinciales, a los gobiernos de países hermanos y a las organizaciones no gubernamentales internacionales, quienes han hecho llegar su ayuda solidaria a nuestra ciudad y a su zona de influencia afectada por las inundaciones.
La emergencia es dura y la estamos soportando, pero al mismo tiempo estamos luchando contra la adversidad, y con la ayuda solidaria que hemos recibido de los hermanos del resto del país, seguiremos peleando hasta que las aguas bajen y hasta que hayamos podido superar esta primera etapa.
Después, vendrá lo peor, ya que el día después es mucho peor que el momento de la tragedia. A mí me tocó vivir, como gobernador de mi provincia, una tremenda inundación en 1998. Ocurrió en el Norte y de ninguna manera tuvo las dimensiones de esta catástrofe. Tampoco surgió por un desborde de las aguas del río Salado, sino del río Paraná.
En el momento culminante de la inundación, el Norte santafesino se asemejaba a los jolgorios de las películas de Fellini, donde todo el mundo se acercaba. Se encendieron las luces de los reflectores y llegaron canales de todo el país; incluso, algunos de ellos hasta hacían realizar pequeñas actuaciones a los habitantes de la zona frente al agua, a fin de enviar noticias a los canales de televisión capitalinos.
De repente, en medio de la desgracia, el cielo del Norte santafesino se oscureció. Un vecino y hombre de la zona rural de Santa Fe, cercano al río Reconquista, donde estábamos trabajando, me decía: "¡Mire, gobernador, parece Vietnam!". En los cielos de Santa Fe aparecieron aviones Hércules, helicópteros y en tierra flotas de camiones que recorrían las rutas que todavía eran transitables.
Todo el país estaba en Santa Fe, y ello fue muy bienvenido en aquel momento. Sin embargo, ello sucedió hasta que las aguas bajaron. Cuando se produce la bajada de las aguas, los flashes y los reflectores de la televisión se apagan, los medios de comunicación vuelven a la Capital y los helicópteros y aviones retornan a sus lugares de origen. Esto es similar a lo que ocurre en una familia cuando se produce un fallecimiento. Se organiza el velorio y empiezan a llegar todos los parientes lejanos que uno no veía desde hace diez, veinte o treinta años. Vienen, jaranean, ayudan a levantar el ánimo de los deudos, hacen promesas y dicen que a partir de ese momento toda la familia unida se va a reunir para ayudar. Pero luego de producido el entierro de los restos del finado todo el mundo vuelve a su casa y los que se quedan con el dolor y las deudas del muerto son los familiares más cercanos.
Hemos vivido estas experiencias y somos perfectamente conscientes de esta realidad. Más allá de estos extraordinarios gestos de solidaridad que ha tenido la sociedad argentina para con los santafesinos -no nos vamos a cansar de agradecerlos-, somos conscientes de que si no se le da un cauce institucional a las tareas de reconstrucción de una ciudad que ha sido destruida y de cinco departamentos cuya infraestructura productiva, puentes y caminos vecinales han sido arrasados, nos va a pasar como a aquellos pobres deudos que quedan velando a sus muertos cuando ya todos se han retirado.
No se trata de achacar culpas pasadas; son actitudes que forman parte de la naturaleza humana. Quienes gobiernan un país siguen, después de la catástrofe, detrás de la urgencia, ocupados en otros nuevos temas, con lo cual quedan relegadas u olvidadas y fuera de agenda aquellas cuestiones de las que la prensa ya no se ocupa. Tienen que dedicarse a resolver los problemas y preocupaciones normales de todo gobierno.
Frente a ese olvido humano lo necesario y lógico es institucionalizar a través de las leyes -que es la herramienta con la que cuenta este cuerpo- la forma de acercar una ayuda programada para reconstituir una buena parte del país que ha sido afectada.
Quien les habla, junto con el diputado Julio Gutiérrez, hemos elaborado un proyecto por el que se propicia la constitución de un fondo de emergencia. No quiero olvidar a otros legisladores que han expresado su adhesión a esta iniciativa, entre los que se cuenta el diputado Rubén Giustiniani. Por otra parte, en razón de la urgencia, el proyecto no pudo ponerse en conocimiento de los hombres y mujeres representantes del pueblo de Santa Fe, quienes sin ninguna duda hubieran adherido y lo van a apoyar.
Este fondo para la reconstrucción de Santa Fe y zonas aledañas inundadas impone, a través de un mecanismo análogo al utilizado para la constitución de los fondos de los conurbanos de las provincias de Buenos Aires y de Santa Fe y del Fondo del Conurbano de Rosario, que los recursos necesarios se detraerán del impuesto a los combustibles por un plazo de seis años y un monto anual de ciento cincuenta millones de pesos.
No se trata de una cifra arbitraria; en seis años estaremos en una cifra cercana a los mil millones de pesos, en tanto que las primeras estimaciones efectuadas por la Universidad Nacional del Litoral, el gobierno de la provincia de Santa Fe y otras instituciones, señalan que son necesarios mil millones de dólares para la reconstrucción, lo cual triplica la suma que establecemos para este fondo.
Por otra parte, de la misma forma en que funcionaron los fondos a los que anteriormente me referí, este fondo sería controlado por un comité que presidiría el gobernador de la provincia de Santa Fe y que estaríaintegrado por tres senadores de dicha provincia y por un diputado de cada bloque de la oposición. El citado comité estaría sujeto a todas las normas de control existentes o a sancionarse dentro del ordenamiento jurídico-administrativo de la provincia.
Como ustedes se darán cuenta, si estamos hablando de detraer en forma automática y de girar a la provincia recursos del fondo de los combustibles, este proyecto de creación de un fondo de reconstrucción se conformará con la contribución de los recursos coparticipables a las provincias. Nosotros sabemos que este es un tema discutible y que a nadie le gusta que le toquen sus recursos. Simplemente, estamos planteando a los señores legisladores la imperiosa necesidad que tiene nuestra provincia y la imperiosa necesidad que tiene nuestra ciudad capital de un aporte solidario para su reconstrucción ante un hecho imprevisto e inimaginable, y que hasta me atrevería a calificar de irrepetible en muchos siglos.
La provincia de Santa Fe -esto lo destacaba hace unos días el señor presidente de la Nación cuando se refería a los hechos ocurridos- no ha necesitado de atenciones especiales de parte del gobierno nacional en la última década. Es más: la provincia de Santa Fe no ha necesitado, por ejemplo, de la emisión de bonos o cuasimonedas, situación a la que sí han tenido que recurrir otras provincias cuando han necesitado paliar crisis puntuales. Esto nosotros lo hemos comprendido. Por eso, cuando en esta sesión se trate el tema del rescate de las cuasimonedas, vamos a dar nuestro voto afirmativo, porque sabemos que esa es una forma de atender solidariamente a las provincias que necesitaron superar crisis a través de la emisión de esas cuasimonedas.
Como dije, afortunadamente, la provincia de Santa Fe no tuvo necesidad de emitir cuasimonedas, con lo cual no se va a ver beneficiada con la norma que se sancione, pero la va a apoyar con gusto porque es una ley solidaria con las provincias que sí tuvieron que recurrir a esa instancia.
Contrariamente, las políticas que se llevaron adelante a partir de la devaluación y del incremento de las exportaciones significaron, a través del mecanismo de las retenciones agropecuarias, mucho más de mil millones de pesos de transferencias desde nuestra provincia de Santa Fe hacia el presupuesto nacional. Pero lo hicimos con gusto, porque sabíamos que de esa forma estábamos colaborando solidariamente para paliar la grave crisis que soportaba nuestro país. Y ahora, señor presidente...
SR. PRESIDENTE(CAMAÑO)
La Presidencia solicita al señor diputado que sintetice su exposición. Si cada señor diputado explica su proyecto y además aclara que va a apoyar el que estamos tratando, la consideración del asunto demandará muchísimo tiempo.
SR. OBEID, JORGE ALBERTO (SANTA FE):
De acuerdo, señor presidente; voy a abreviar.
SRA. PICAZO, SARAH ANA (SANTA FE):
¿Me permite una interrupción, señor diputado, con el permiso de la Presidencia?
SR. OBEID, JORGE ALBERTO (SANTA FE):
No, señora diputada, porque quiero finalizar mi exposición.
Decía que ahora llegó el momento en que la provincia de Santa Fe está pidiendo respetuosamente la solidaridad del resto de las hermanas provincias del país, representadas en este recinto. Soy consciente de que hay otros proyectos, y desde ya digo aquí que vamos a apoyar todas las iniciativas elaboradas por los diputados de nuestra provincia -o de otra, si los hubiera- que tengan que ver con ayudas solidarias y que permitan la reconstrucción de la economía santafesina y de la ciudad capital. Aclaro esto consciente de que hay un proyecto aprobado por el Senado que dispone la constitución de un fondo de ayuda de ciento cincuenta millones de pesos, aparentemente por única vez. Adelanto que apoyaremos esta iniciativa y la votaremos afirmativamente. De esta manera, vamos a garantizar que esos recursos puedan ser transferidos inmediatamente a nuestra provincia. No obstante, llegado el momento de la discusión en particular de los proyectos, insistiremos con nuestra iniciativa en el sentido de que este fondo de ciento cincuenta millones de pesos tenga continuidad a lo largo de seis años en lugar de efectivizarse en una sola entrega.
Antes de finalizar, como legislador de la provincia de Santa Fe quiero hacer llegar mi agradecimiento a todos aquellos organismos, entes legislativos, entidades no gubernamentales y, fundamentalmente, a los hombres y mujeres anónimos de todo el país que han hecho llegar su aporte solidario para la ciudad y la provincia de Santa Fe.
SR. PRESIDENTE(CAMAÑO)
Tiene la palabra el señor diputado por Santa Fe.
SR. IPARRAGUIRRE, CARLOS RAUL (SANTA FE):
Señor presidente: el señor diputado Obeid efectuó un avance sobre la situación que estamos viviendo todos los legisladores de la ciudad de Santa Fe. En este sentido, debo señalar que venimos a esta sesión cargados del dolor provocado por esta tragedia que azotó a nuestra ciudad y a nuestra provincia, dado que son varios los departamentos afectados por las inundaciones. Sin duda, venimos cargados con todas las emociones vividas durante esta semana a raíz de la catástrofe desatada en nuestra ciudad; y lo hacemos con la expectativa de que nuestro aporte desde aquí, en la función que nos toca desempeñar, pueda servir, aunque sea en forma mínima, para solucionar esta emergencia.
Quiero aprovechar esta instancia para relatar o pormenorizar algunas cuestiones, porque es cierto que los medios de comunicación nacionales afortunadamente han transmitido los acontecimientos y se han hecho presentes en el lugar desde el martes de la semana pasada hasta el día de hoy. Sin embargo, debo señalar que la tragedia es mucho mayor que lo que ustedes puedan imaginar.
Hay una ciudad entera golpeada, shockeada; ciento treinta mil personas se han visto directamente afectadas; alrededor de cuarenta mil viviendas han estado cubiertas, en su mayoría, con más de dos metros de agua; varios miles de estas viviendas continúan hoy bajo un metro y medio de agua; treinta y ocho mil personas fueron alojadas en centros de evacuados, veinticinco mil de las cuales aún hoy permanecen allí; más de sesenta mil personas se autoevacuaron a casas de familia o edificios abandonados; miles y miles se quedaron en los techos y en las plantas altas de las casas o edificios tratando de defender lo que les ha quedado.
Me refiero a miles de vecinos de nuestra ciudad que han permanecido en los techos, los primeros días, soportando la lluvia, y hace dos o tres jornadas sufriendo el frío que ya se ha instalado en el lugar, esperando que el agua baje. Este proceso se está desarrollando en forma muy lenta por la falta de bombas, y están esperando que se cierren las defensas que se rompieron. Todo esto es mucho peor que lo que ustedes puedan imaginar; hay que haber visto y sentido el dolor de la gente en los primeros momentos, cuando trataba de salvar por lo menos su vida. También hay que ver el dolor de quienes hoy vuelven y se encuentran con que han perdido todo. No tienen absolutamente nada.
El llamado Gran Santa Fe, recurrentemente en los últimos diez o quince años ha tenido uno de los índices de desocupación más altos del país. Siempre se habla del Gran Santa Fe o del Gran Rosario, con los índices más elevados de desocupación.
Hoy, no se puede dimensionar por cuánto vamos a tener que multiplicar estos datos. Hay industrias bajo agua, comercios, negocios, talleres, etcétera. Existen cuentapropistas que lo han perdido todo.
Una tercera parte de la ciudad ha sido indirectamente afectada, porque se ha empobrecido y ha perdido la más mínima posibilidad de atender sus necesidades.
En la ciudad de Santa Fe, como alguien lo ha dicho, las defensas se convirtieron en una trampa. De pronto la crecida de un río de llanura se transformó en el torrente incontenible de un río de montaña, desbordando no solamente los terraplenes y la ciudad, sino también al gobierno y al Estado.
Es cierto que aún estamos en plena emergencia con muchos muertos, desesperanza y agua en la ciudad. Hemos sido prudentemente respetuosos en la desgracia con las autoridades provinciales y municipales que deben conducir esta emergencia. A ellos nos hemos sumado como podíamos con nuestro esfuerzo. Lo hicimos con lo que teníamos, colaborando donde podíamos hacerlo. Pero, por favor, que nuestro prudente silencio no se interprete como complicidad con las responsabilidades que en el momento oportuno deberán determinarse.
Ya han comenzado algunas investigaciones judiciales, y este punto en el futuro será tan importante como el de la reconstrucción.
Nuestro gobernador ha dicho hasta el cansancio: "A mí nadie me avisó." Es lo mismo que nos vienen diciendo cada uno de los vecinos afectados en los barrios. Es lo mismo que nos reclamaban con lágrimas en los ojos los vecinos de los barrios Chalet, San Lorenzo, Santa Rosa de Lima, Roma, Centenario, etcétera.
No es posible pretender igualar otras responsabilidades con las de quien tiene la máxima responsabilidad en la provincia respecto de los vecinos que perdieron todo y no tuvieron tiempo para salvar prácticamente nada.
Ya vendrán los tiempos de discutir sobre las obras que no pudieron efectuarse o que no lograron terminarse. Este debate ya está instalado, pero hay un punto que no tiene respuesta ni justificación alguna.
El agua irrumpió dentro de las defensas de la zona Oeste de nuestra ciudad en las últimas horas del día lunes, circulando como un torrente hasta las 18 del miércoles, sin la más mínima previsión en materia de evacuación, llevándose todo por delante, con una ausencia desesperante del Estado en las primeras cuarenta y ocho o setenta y dos horas.
Eso es lo que no tiene respuesta. Sin duda que todos los funcionarios estaban poniendo su esfuerzo, pero faltaba el Estado, que era el que debía imponer el orden y establecer las prioridades. Sin embargo, todos corríamos a hacer lo que podíamos.
Digo estas cosas que quizás a algunos les pueden doler; pero lo hago con la conciencia tranquila, porque estuvimos desde el primer momento al lado de quienes tenían que dar las órdenes, poniéndonos a su disposición. Creo que esta ausencia del Estado -cuando digo esto no me estoy refiriendo a un funcionario en particular sino que los incluyo a todos-, va a dejar una secuela en el corazón golpeado de cada vecino de la ciudad, tanto más grave que la de los muertos y la de las pérdidas materiales, que será la de una mayor desconfianza de la gente en sus instituciones.
SR. PRESIDENTE(CAMAÑO)
La Presidencia advierte al orador que está planteado lo mismo que el señor diputado Obeid, y en realidad estamos tratando un proyecto de ley...
SR. IPARRAGUIRRE, CARLOS RAUL (SANTA FE):
Señor presidente: estamos en la fundamentación del proyecto que tiene que ver con la declaración de emergencia.
SR. PRESIDENTE(CAMAÑO)
La Presidencia le solicita que se refiera al proyecto que estamos considerando.
SR. IPARRAGUIRRE, CARLOS RAUL (SANTA FE):
Señor presidente: si el Estado no actúa porque faltan recursos, o porque no existe dinero, quizá la gente lo entienda. Pero cuando el Estado fracasa en sus mecanismos de control, de prevención, de ayuda, es mucho más difícil de entender.
Creo que también nosotros tenemos deudas en algunas de estas cosas, o cuestiones pendientes. En ese sentido, traigo a la memoria de la Cámara quizá la más reciente: esta Cámara no insistió con el tema del veto del Poder Ejecutivo al artículo 30 de la ley de presupuesto, referido al Fondo de Emergencia Hídrica, del que se han sacado fondos el año pasado para otros menesteres.
El señor diputado Obeid decía que frente a esa ausencia del Estado brotó la solidaridad de la gente, y me sumo al reconocimiento y al agradecimiento que hizo, porque debo confesarles que amén de la solidaridad de nuestra propia ciudad que brotaba por todos lados, cada vez que hacíamos un alto y veíamos en los canales de televisión lo que ocurría en todos los puntos de nuestro país, fruto de la emoción nos quebrábamos una y otra vez, por obra y gracia de esa solidaridad.
Hoy, estamos tratando un proyecto que sancionó el Senado en el día de ayer. Precisamente, ayer pretendimos incluir en ese proyecto cuatro o cinco aspectos que nos parecen esenciales para la emergencia, más allá del debate sobre el tema del dinero. Pero no tuvimos posibilidad de que eso fuera incluido.
Vamos a acompañar y a apoyar el proyecto que sancionó el Senado, y asimismo existe voluntad de acompañar cada una de las iniciativas que se impulsen en este recinto. Pero una vez aprobado este proyecto, puntualmente vamos a pedir el tratamiento sobre tablas de una iniciativa que amplía la declaración de emergencia en lo relativo a cuatro o cinco puntos que los distintos bloques seguramente tienen en cuenta y en cuestiones que a nuestro entender son urgentes.
SR. PRESIDENTE(CAMAÑO)
Tiene la palabra la señora diputada por Santa Fe.
SRA. PUIG DE STUBRIN, LILIA (SANTA FE):
Señor presidente: en primer lugar, quiero pedir disculpas por mis dubitaciones, que serán inevitables, porque quienes venimos de Santa Fe -yo llegué esta mañana- estamos conmocionados y destruidos psíquicamente frente al dolor que existe en la provincia.
Los santafesinos caminan como fantasmas, con los ojos abiertos, las caras contracturadas, porque quien no tiene un amigo, tiene un vecino afectado, o algún allegado. En fin, todos estamos afectados por esto que no sólo es un desastre, no sólo es un hecho de la naturaleza, sino que constituye -y en esto quiero llamarnos a todos a la reflexión- un hecho que tiene que ver con la nueva sociedad en la que vivimos: la sociedad del riesgo global. El proceso de calentamiento de la tierra y las modificaciones del medio ambiente nos van a tener permanentemente en sesiones como ésta, tratando proyectos que tengan que ver con atender cuestiones producidas por hechos que son difíciles de interpretar.
Quiero convocarlos a reflexionar en conjunto sobre la naturaleza de lo que nos pasó en Santa Fe, ya que este no es un hecho natural. En todo caso, es un hecho natural que se conjuga con hechos humanos y por eso hablamos de catástrofe, porque significa la pérdida de vidas, y fundamentalmente, el daño a las personas.
Debe quedar en claro la relación que el desastre tiene con la política que se ha construido en nuestros países desde la década del 90. Vamos a encontrar explicaciones a lo ocurrido en Santa Fe en el análisis del Consenso de Washington y del conjunto de presiones que han construido hechos interrelacionados y que concurrieran a desencadenar las causas de la catástrofe social donde se inscribe el problema de un río que sale de su cauce.
Lo acontecido en Santa Fe es responsabilidad de los hombres y no sólo de la naturaleza. A lo mejor, la que menos culpa tiene es la naturaleza. Los Estados nacional, provincial y municipales han desarrollado políticas regidas por las lógicas de la reducción del gasto público y el predominio de los sectores de la sociedad civil sobre el Estado.
Ellos nos dejaron a fines de 1989 sin las mediciones del Instituto Nacional del Agua. A partir de allí nos quedamos sin saber cómo variaba el caudal del río Salado. Se redujo el presupuesto del INA y después, también por razones financieras, se suspendió el convenio por el cual se habían restablecido los sensores. Se dejó de contratar personal profesional. Se redujeron las plantas de personal técnico de los organismos de todas las jurisdicciones -nacional, provincial y municipal- porque había que bajar el gasto público. También por razones financieras no se completó la red de satélites meteorológicos del INTA, y el que se compró todavía no se ha podido poner en funcionamiento. Además, se restringió la competencia del Sistema Federal de Emergencias. Se redujeron los organismos técnicos que integran el sistema federal en vez de coordinarlos para tratar de evitar que ocurran estos problemas.
Se aceptaron créditos del Banco Mundial para obras no prioritarias porque eran créditos baratos y dicho banco no permitía la reorientación de esos créditos. Con esa plata podríamos haber terminado el tramo pendiente de las defensas. Por lo tanto, hoy, como no "hay plata", no hay políticas de prevención de catástrofes hídricas, entre otras.
Nuestros gobernantes han estado inermes frente a la presión de los organismos internacionales. Esto tiene que ser dicho hoy aquí, entre nosotros, entre los que gobiernan, porque también se van a sufrir presiones en el proceso de reconstrucción de la ciudad.
Se privilegió la lógica del conocimiento experto y de la solución tecnológica de los problemas -es decir, el hacer defensas- por sobre la organización social y el saber práctico de la gente que vive en esos lugares.
No hubo política de prevención ni de evacuación ordenada, respetuosa de los derechos y dignidades personales.
Además, se desertó en el campo social. El Estado ha ido abandonando progresivamente en manos de las ONG -algunas muy serias y otras no tanto- el manejo de las políticas sociales.
No se ha tenido política de población ni territorial que definiera dónde y con qué medios debían ubicarse las familias que, convocadas por la distribución de bienes, han venido a instalarse progresivamente en nuestra ciudad desde el Norte.
Se llamó a pobladores de otros lados pero, el Estado desertó. Se dejó esa función en manos de organizaciones sociales que no contaban con información adecuada porque el Estado, penetrado por políticas clientelistas y prácticas patrimonialistas, había perdido toda capacidad de orientar la acción.
No es de menor consecuencia -disculpen que siga con el tema- la deserción social a la que acabo de aludir. Ello implicó que en la emergencia el Estado no tuviera bases de datos para saber quiénes eran, dónde estaban y cuántos sumaban los evacuados y autoevacuados. Hoy, ocho días después, esos problemas todavía no están resueltos.
La falta de capacidad del Estado en sus distintos niveles nos dejó sin plan de emergencia para las inundaciones. Ni siquiera funciona hoy la sirena que cuando yo era chica sonaba para anunciar la llegada de la inundación. Cuando esa sirena sonaba todos sabíamos lo que debíamos hacer, pero en esta ocasión no hubo sirena en Santa Fe. Nadie pudo ser avisado de que se tenía que ir de su casa.
Estamos frente a un Estado sin memoria ni oficinas, reemplazado por organizaciones multinacionales, sociales y de financiamiento, a lo que hay que sumar los males de la política. Me refiero a una política enferma de fama, de búsqueda del éxito, que reemplazó la política de las convicciones, la capacidad, la honestidad y el conocimiento.
Aclaro que no es mi intención agredir, pues simplemente estoy describiendo la realidad, y me remito a los trabajos que presenté en el PNUD, que figuran en su sitio de Internet. Se trata de un sistema político provincial de apariencia democrática, pero con jueces digitados, con una Legislatura cuyos procedimientos silencian a los opositores, con cúpulas partidarias que por medio de componendas y arreglos se comprometen y someten a las minorías opositoras, hasta las de sus propios partidos.
Esa política abandonó el vínculo directo con los ciudadanos, salvo para utilizarlos como clientes, y se apoyó en los medios, a los que subordinó con las propagandas oficiales de obras y licitaciones. Se privilegió la obra que se veía para ganar las elecciones, la solución tecnológica, y no se generaron las condiciones para la organización social y la evacuación ante la inminencia del ingreso del río.
Como ya lo expresó el señor diputado Iparraguirre, ese río es de llanura y se transformó en un río de montaña por influencia de una obra humana: el dique en que se transformó el puente -en verdad mal hecho- de la autopista Santa Fe-Rosario. Ese río en pocas horas arrasó con todo.
La política pública constituida desde la mirada local hizo abrir canales que desembocaban en el río Salado porque había que salvar la producción agropecuaria, pensando para la coyuntura y el espectáculo público; ahora no se puede echar la culpa a la lluvia. La culpa la tiene el globalismo, como dice Ulrich Beck, es decir, la ideología del mercado global, que coloca la dimensión económica por sobre todas las otras dimensiones de la vida, y a ello se agrega la cultura política de las clientelas y el patrimonialismo.
Esto debe ser un aprendizaje para la política argentina; no es una cuestión menor porque hay vidas de por medio. Apoyaremos el proyecto en consideración, pero creemos que lo que ha sucedido en Santa Fe tiene que servir no sólo para esa ciudad sino para todos, porque lo que está en riesgo en este país no son los territorios sino el propio Estado y el régimen democrático. (Aplausos.)
SR. PRESIDENTE(CAMAÑO)
La Presidencia informa que están anotados once oradores para referirse al proyecto en consideración, lo que demorará la sanción de esta iniciativa que podría remitirse de inmediato al Poder Ejecutivo nacional. (Aplausos.)
Asimismo, agradece a la señora diputada Alarcón, quien ha solicitado la inserción del texto de su discurso en el Diario de Sesiones.
Tiene la palabra el señor diputado por Santa Fe.
SR. STORERO, HUGO GUILLERMO (SANTA FE):
Señor presidente: seré breve en virtud de sus palabras y teniendo en cuenta que todavía restan considerar los otros asuntos que nos han convocado. Por esa razón, también solicito la inserción en el Diario de Sesiones de una reflexión más extensa que estoy elaborando.
En principio, adelanto mi plena adhesión al proyecto de ley en revisión que se está considerando.
Además, aprovecho la oportunidad para hacer algunas propuestas que apuntan al perfeccionamiento de esa iniciativa, a las que en parte ya se refirió el señor diputado Iparraguirre.
Sin duda, las intervenciones anteriores de dos integrantes de este bloque me obligan a sintetizar mi exposición, porque adhiero plenamente a lo que ellos han señalado. Simplemente, deseo agregar que estamos frente a uno de los grandes dramas nacionales, tal vez comparable con las tragedias gigantescas que vivieron las provincias del Noroeste argentino con sus terribles terremotos. En este caso la violencia de las aguas duró el mismo tiempo: fue fugaz, violenta y avasallante. Así lo dijeron quienes con anterioridad opinaron que esto se debe a la imprevisión humana. Pero esto también se produce cuando las obras que se realizan no se condicen con la lógica de la naturaleza.
SRA. PICAZO, SARAH ANA (SANTA FE):
¿Me permite una interrupción, señor diputado, con la venia de la Presidencia?
SR. STORERO, HUGO GUILLERMO (SANTA FE):
Sí, señora diputada.
SR. PRESIDENTE(CAMAÑO)
Para una interrupción tiene la palabra la señora diputada por Santa Fe.
SRA. PICAZO, SARAH ANA (SANTA FE):
Señor presidente: en realidad, solicité la interrupción para referirme a la exposición del señor diputado Obeid. Lo hago con todo el sentimiento que me embarga por la tragedia que sufrimos y palpamos quienes recorrimos todos los barrios, y también la zona de Recreo, porque no debemos olvidar que en esta catástrofe también hay pueblos inundados.
Pero quiero remarcar que éste no es el mejor momento para hablar del pasado, para analizar las gestiones anteriores o para referirnos a las falencias y a los porqués. Hoy, queremos soluciones, porque tenemos muchos días por delante para analizar las causas del problema. Por este motivo, pido que nos aboquemos a tratar el proyecto que nos remitió el Honorable Senado a fin de darle una rápida sanción y para que la ayuda llegue en forma urgente a quienes la precisan. (Aplausos.)
SR. PRESIDENTE(CAMAÑO)
La Presidencia entiende que la señora diputada acaba de formular una moción de orden.
SRA. PICAZO, SARAH ANA (SANTA FE):
Simplemente, estoy haciendo una petición a todos los diputados.
SR. PRESIDENTE(CAMAÑO)
Pido a la señora diputada que no haga ninguna petición porque el que después tiene que hacer de malo soy yo.
SRA. PICAZO, SARAH ANA (SANTA FE):
En ese caso, preferiría que el señor diputado Storero finalice su exposición, porque es de mi provincia y la recorrimos juntos de centro a Norte y a Sur...
SR. PRESIDENTE(CAMAÑO)
La Presidencia simplemente desea saber si la señora diputada ha formulado una moción de orden.
SRA. PICAZO, SARAH ANA (SANTA FE):
Es una moción de orden que pido que se vote una vez que el señor diputado Storero termine con su exposición.
SR. PRESIDENTE(CAMAÑO)
Continúa en el uso de la palabra el señor diputado por Santa Fe.
SR. STORERO, HUGO GUILLERMO (SANTA FE):
Señor presidente: luego de la catástrofe y de lo que sucedió en Santa Fe durante esta semana caótica, creo que corresponde agradecer -como lo dijo con precisión el señor diputado Obeid- la solidaridad de los argentinos que, sin distinción de fronteras ni de clases sociales, acudieron en ayuda de los santafesinos. También debemos ponderar la infinita solidaridad del pueblo de Santa Fe, particularmente de sus jóvenes, quienes no dudaron un instante en recorrer cada zona de la ciudad que había sido castigada por las aguas para aportar su esfuerzo físico, su apoyo psicológico, su estímulo y calor a toda esa gente que sufría.
En este momento nos encontramos en una instancia en la que debemos encauzar las fuerzas de los Estados nacional, provincial y municipales para salir de la enorme emergencia y crisis que vive la provincia de Santa Fe. Tenemos que encolumnar esfuerzos y buscar los mecanismos con los cuales atender una naturaleza que tiene códigos que deben que ser respetados.
Por estos motivos, propusimos a esta Cámara para su tratamiento nuevos formatos administrativos que sin burocracia atiendan la emergencia. Entre varios diputados de la ciudad de Santa Fe impulsamos la creación de un ente; mediante otro proyecto buscamos que se cancelen las deudas que el Estado nacional mantiene con la provincia, y que estos fondos sean utilizados con toda racionalidad, rapidez y urgencia en la asistencia a la crisis que hoy vive la provincia de Santa Fe.
SR. PRESIDENTE(CAMAÑO)
La Presidencia considera injusto no permitir que los señores diputados anotados para hacer uso de la palabra lo hagan por lo menos durante dos minutos; son seis o siete señores legisladores. Podríamos darles dos minutos por reloj a cada uno para que expresen su posición, y en quince minutos votar el proyecto, porque si no, parecería que la Presidencia permite que hablen los dos bloques mayoritarios y deja sin esa posibilidad al resto de los señores diputados. La Presidencia considera injusto hacer algo semejante.
SR. BRAVO, ALFREDO PEDRO (CIUDAD DE BUENOS AIRES):
Pido la palabra.
SR. PRESIDENTE(CAMAÑO)
Oportunamente se le concederá la palabra, señor diputado.
SR. BRAVO, ALFREDO PEDRO (CIUDAD DE BUENOS AIRES):
¿No hay un reglamento en esta Cámara?
SR. PRESIDENTE(CAMAÑO)
Sí, señor diputado y también se ha presentado una moción de orden por parte de la señora diputada Picazo, que pongo a votación en este momento por su propia voluntad.
SR. PRESIDENTE(CAMAÑO)
Se va a pasar a la votación del proyecto.
SR. CABALLERO MARTIN, CARLOS (SANTA FE):
¡Es una falta de respeto a la provincia de Santa Fe!
SR. PRESIDENTE(CAMAÑO)
Eso corresponde decírselo al señor diputado Bravo, no a la Presidencia, que estaba intentando que todos los señores diputados hablen y el señor diputado Bravo no lo permitió.
Se va a votar en general.
SR. PRESIDENTE(CAMAÑO)
En consideración en particular.
Si hay asentimiento del cuerpo, se votarán todos los artículos en una sola instancia.
SR. PRESIDENTE(CAMAÑO)
Se va a votar en particular.
SR. PRESIDENTE(CAMAÑO)
Queda definitivamente sancionado el proyecto de ley.
Se comunicará al Poder Ejecutivo y se dará aviso al Honorable Senado.
La Presidencia invita a los señores diputados Anselmo Martínez, Piccinini, Caballero Martín, Giustiniani, Baltuzzi, Alicia Gutiérrez, Cavallero, Julio Gutiérrez, Zamora y Walsh a insertar el texto de sus discursos en el Diario de Sesiones. (Aplausos.)