Expresar su más enérgico repudio por los dichos del Ministro de Hacienda y Finanzas Públicas, Alfonso Prat Gay, el pasado 30 de mayo de 2016, en el marco del Desayuno Informativo del Foro de la Nueva Economía, en Madrid, España, organizado por Nueva Economía Fórum, con el patrocinio de Telefónica, en el cual expresó ”NO TENGO MÁS QUE EMPEZAR POR PEDIRLES DISCULPAS POR LOS ÚLTIMOS AÑOS, POR LO QUE HAN SUFRIDO LOS CAPITALES ESPAÑOLES”.

Señor presidente:

Quisiera hacer una pequeña aclaración antes de explicar el porqué del repudio a los dichos del ministro. Es evidente, o por lo menos lo es para los que conocemos el cipayage, que el ministro no puede más que defender los capitales extranjeros antes que los patrios. Más allá de su deformación profesional, es más consecuente con su formación ideológica. Es por eso que aunque el ministro no lo exprese ya sabemos que no puede zafarse de la defensa de los intereses internacionales por sobre los argentinos.

El problema de pedir disculpas por el maltrato (no a los empresarios españoles) a los “capitales” no reside solo en las muy probables políticas de entrega que implementará (amen de las que ya implementó) el gobierno argentino, sino también en la semántica, que esconde la profunda colonización pedagógica que los agentes de las corporaciones liberales han tratado de imponernos, muchas veces de forma efectiva, a los largo de nuestra historia.

Jauretche luchaba contra estas formas de la cultura exponiendo cual era la forma de operar de la intelligentzia “La trampa actual de la "intelligentzia" consiste en robarle al pensamiento nacional la terminología y el estilo y es así como se disfraza a base de un neo liberalismo que incluye expresiones como desarrollo, expansión, etc., que intentan canalizar por vías extraviadas el movimiento intelectual del país hacia su propia vía muerta. Esto es mucho más visible en las expresiones de la intelligentzia" que se presentan como expertos económicos o tecnócratas porque éstos son los que reciben las órdenes de manera más directa de las metrópolis que hacen la colonización pedagógica y no se engaña como el resto de la "intelligentzia" con su propia salsa cultural que les cambia el gusto del plato”.

Prat Gay le cambio en su discurso varias veces el gusto al plato. En primer lugar porque reconoce a los capitales como principales actores de la política económica, sobre todo los españoles, en segundo lugar porque presupone que han sufrido, y en tercer lugar que ese sufrimiento se dio en los últimos años. Darle ese carácter a los capitales es endiosarlos, y después de más de una década de ateísmo económico argentino, Prat Gay quiere venir a poner las cosas en su lugar o por lo menos en el lugar que el liberalismo le asigna a los mercados y al capital. Por eso tal vez hubiese sido más coherente que, en vez de pedir disculpas pida perdón, no sea cosa que le llegue el castigo por tan terrible falta, castigo que seguramente sufriremos la gran mayoría de los argentinos.

Pero todo esto va de tiro de la suposición de que los capitales españoles han sufrido. El sufrimiento, siempre suponiendo, ya que no se explayó demasiado, es el que se produjo, por ejemplo, por haberle quitado a España una de las cualidades que gozaba gracias a nuestro país, que es, primero haber convertido un país que no es productor de petróleo en un país petrolero, y segundo, que la indemnización por haberle quitado esa capacidad no fue lo suficientemente cuantiosa como para satisfacer a los “capitales” españoles.

Sí creo que coincidimos con el ministro en que el sufrimiento se dio en los últimos años. Porque si tenemos que juzgar la condescendencia con España que han tenido los gobiernos anteriores a los de Néstor Kirchner y Cristina Fernández (salvo los peronistas) y ni que hablar si nos remontamos a los tiempos de la colonia, los capitales españoles ya han tenido la suficiente cuota de “felicidad” que puede paliar tanto sufrimiento.

Nosotros, los que estamos de esta lado del mundo, del lado donde los que sufren no son los capitales sino las personas, seguiremos tratando de combatir tanta animosidad cipaya, tanta intelligentzia denodada.