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Comisión Permanente

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Martes 15.00 hs

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Reunión del día 20/05/2010

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INVITADOS

  • señor Miguel Brignani Comisión Nacional de la Manzana de las Luces y de la Secretaría de Cultura de la Presidencia de la Nación
En la Ciudad Autónoma de Buenos Aires, a los veinte días del mes de mayo de 2010, a la hora 12 y 36:
SR. BRIGNANI Mi nombre es Miguel Brignani y en nombre de la Comisión Nacional de la Manzana de las Luces y de la Secretaría de Cultura de la Presidencia de la Nación, quiero agradecerles que hayan tenido la iniciativa de celebrar una sesión de la Comisión de Educación de Diputados y de la Comisión de Educación y Cultura del Senado de la Nación en esta histórica y antigua legislatura de la provincia de Buenos Aires.

Debemos destacar el mensaje que entre todos -colegio, iglesia, Sala de Representantes y Procuraduría- brindamos a todos ustedes. Se trata de un mensaje multifacético que tiene que ver con el nacimiento de la cultura y la educación en nuestro país.

Les agradecemos que en esta semana de Mayo hayan tenido esta hermosa idea. Creo que es una idea que debe difundirse en nuestra sociedad. Todos tenemos que ver con la educación. Precisamente, la Manzana de las Luces fue la primera escuela en 1821 y una creación de la Universidad de Buenos Aires. Ha tenido dos momentos oscuros: la expulsión de los jesuitas en 1767 y, 200 años después, la Noche de los Bastones Largos en el año 1966 cuando se intervino la universidad y se expulsaron las cátedras de Exactas y de Arquitectura.

Ese fue el momento en el que la Manzana de las Luces parecía que caía en el olvido. Afortunadamente, se creó una comisión para preservar los edificios históricos, el mensaje y los contenidos. Hoy, la Manzana de las Luces es este valor histórico que está en nuestras paredes y es el sentido que les dan ustedes con su presencia.

En nombre de la Secretaría de Cultura de la Nación y de la Comisión que presido le damos la bienvenida. Estamos muy contentos por vuestra presencia. Muchas gracias. (Aplausos.)

SRA. PRESIDENTA PUIGGROS Quiero destacar el agradecimiento y también señalar que en todo el trámite para organizar esta reunión hubo una comprensión conjunta de todos los sectores, de los diferentes organismos y de los diversos grupos políticos. Todos comprendieron el sentido que tiene este acontecimiento, concretamente el bicentenario. Está comprendido como una efemérides que es, sin duda, de todos los argentinos.

Para los legisladores este lugar tiene un sentido particular que nos remonta a los orígenes. Nos hace reflexionar acerca de muchos acontecimientos que han transcurrido en estos doscientos años y que nos cargan de una responsabilidad respecto al presente y al futuro.

Por eso este lugar es muy simbólico. Aquí juró Bernardino Rivadavia como primer presidente de la Nación y, también, en este sitio -por dos veces- Juan Manuel de Rosas asumió la gobernación de la provincia de Buenos Aires.

Nosotros, en conjunto, nos hacemos cargo con las diferencias y las discusiones para tratar de llevar adelante los mejores acuerdos y sacar los desacuerdos con la idea de reforzar la nación Argentina.



Todo esto se desarrolla en el marco de América del Sur y del UNASUR. Además, este es nuestro compromiso con la Nación, el pueblo y la democracia.

Tiene la palabra el señor senador Giustiniani.

SR. GIUSTINIANI Es una satisfacción y una gran alegría estar aquí en la Manzana de las Luces, en este edificio histórico realizando una reunión conjunta de las comisiones de Educación y Cultura de las cámaras de Diputados y del Senado de la Nación.

Para nosotros, desde este Bicentenario, recoger esta idea de venir aquí es muy importante para realizar una breve reflexión. La primera tiene que ver con lo que nos dejó la Revolución de Mayo de 1810. En materia de educación, el programa de Mayo representó un gran impulso a la educación popular.

Todo esto basado en las ideas de Belgrano y de Moreno, quienes le dieron un gran impulso a todo un orden decrépito que terminaba y que era el orden de la colonia.

En alguna oportunidad, Rodolfo Puiggros había expresado que tres siglos de colonia habían significado tres siglos de estancamiento. A partir de la Revolución de Mayo se dio un gran impulso a un nuevo orden económico y social que colocó a la educación popular como el punto fundamental de su desarrollo.

En este Bicentenario debemos recordar que cien años después de mayo de 1810 un nuevo país que se abría al mundo y ponía a la educación como el punto fundamental de su transformación.

Eso lo constituyó la ley 1420, basada en la educación común, laica, obligatoria y gratuita, que significó un gran avance para la República.

Fue la reforma universitaria de 1918 la que posibilitó el ingreso de los hijos de color, los hijos de los inmigrantes a la universidad pública, rompiendo los viejos muros de una universidad dogmática y elitista.

Tenemos la responsabilidad de representar, en el caso como senador de Santa Fe, esa mejor tradición cultural argentina que mi provincia fue llevada adelante por las Hermanas Josefinas y la Escuela Serena, baluartes de la educación popular.

Venimos aquí con el compromiso con el país de que en este 2010 podamos sancionar una nueva ley de enseñanza superior. Se cierra un ciclo importante que comenzó con la ley nacional de educación, continuó con la ley de financiamiento educativo aprobada por unanimidad en el Congreso de la Nación, y no tengo dudas de que en este año del bicentenario vamos a reemplazar la ley de enseñanza superior de los 90, sancionada a espaldas de la comunidad educativa, con esta nueva ley que representará los principios de una enseñanza superior abierta, democrática, científica y humanista. (Aplausos.)

SRA. BENAS Soy diputada nacional de la provincia de Santa Fe, vicepresidenta de la Comisión de Educación. Comparto la tarea con Adriana y con las otras compañeras y compañeros que están presentes.

Tenemos la oportunidad de realizar algunas reflexiones en ocasión del bicentenario de lo que hasta aquí construimos y de lo que nos queda por construir, los desafíos que tenemos por delante en todas las áreas de la vida social, no sólo en temas educativos. Estoy convencida de que el principal desafío es construir democráticamente en todo el país la garantía de que todos los que habitamos el suelo argentino tengamos equidad y una justa distribución de la riqueza. Todavía hoy, a doscientos años de la Revolución de Mayo, este proyecto solidario es una tarea pendiente de la democracia, buscando que se promueva el diálogo, la búsqueda de consenso y que se defiendan los intereses nacionales.

Todos nosotros, los que resistimos los 90, tenemos que remover muchos obstáculos para recuperar el espacio público y fortalecer al Estado como actor principal de una Argentina con justicia social.

Los retrocesos que sufrimos en esos años aún hoy significan un enorme costo social, el deterioro de la salud, de la educación, del sistema previsional, los servicios públicos, la pérdida de soberanía sobre nuestros recursos naturales y sucesivas políticas de ajuste, privatización y endeudamiento que generaron exclusión social, deterioro cultural y miseria en un país inmensamente rico como el nuestro. Por eso necesitamos de forma urgente atacar las causas estructurales de la exclusión social.

La pobreza no es resultado del mal funcionamiento del sistema económico social sino la consecuencia de políticas que favorecen la acumulación exponencial para enriquecer pocas manos en perjuicio de las grandes mayorías. La justa distribución del ingreso consiste en combatir el acceso desigual a la educación, a la salud, al trabajo, a la educación y a la cultura.

Digo esto porque hablar de un proyecto educativo nos convoca a nosotros en todas las etapas de la democracia. No tiene sentido si no nos apoyamos en la construcción de un proyecto de país que nos incluya a todos.

Desde este punto de vista, resulta impostergable la aplicación de políticas activas que garanticen la distribución del ingreso en nuestro país, acompañando las demandas salariales de los trabajadores, garantizando la plena vigencia de los derechos laborales, combatiendo el empleo no registrado y asegurando condiciones dignas y saludables de trabajo.

Al mismo tiempo, necesitamos una reforma impositiva de carácter progresista por la cual la captación de los recursos públicos se realice con criterios de equidad y progresividad, eliminando los beneficios para las rentas extraordinarias que actualmente persisten, afectando la renta financiera -que hasta ahora no se la afecta-, suprimiendo el IVA de los productos de la canasta básica de alimentos y designando fondos para promover efectivamente la inclusión de los sectores sociales más postergados.

También necesitamos un cambio en la política de protección del medio ambiente para modificar los modelos productivos que resultan lesivos para la biodiversidad y prohibir actividades extractivas como la megaminería contaminante, que se realiza a expensas de la salud de nuestro pueblo.

Todo esto parece un marco general un poco extenso, pero me parece indispensable para poder situarnos en qué tipo de proyecto educativo tenemos que construir.

Este proyecto educativo nacional debe ser la expresión de una sociedad moderna que defina la educación como política prioritaria de Estado, como resorte clave del desarrollo. Tiene que recorrer lo mejor de nuestras experiencias y poner en acción un plan democrático de distribución del conocimiento socialmente valioso.

Desde esta perspectiva, todas las instituciones de nuestra sociedad tienen que comprometerse y ser actores responsables de esa construcción indispensable.

Nuestro trabajo como legisladores debe centrarse en promover la mayor participación social para forjarlo, construir consensos que legitimen el proyecto y diseñar el marco normativo para la educación pública, para que el plan general pueda plasmarse en políticas educativas concretas.

Trabajamos para que la educación en nuestro país aporte un cambio en la manera de defender y afrontar la realidad. Pensamos en una educación reflexiva que pase de la intención a la acción, que indague acerca del sentido de cada práctica educativa para trabajar con conciencia y que impulse procesos orientados a la construcción de una nueva racionalidad social. Queremos una educación que fomente el pensamiento creativo y propositivo, que apunte a construir una sociedad mejor a partir del consenso, la equidad y la solidaridad.

Necesitamos una educación crítica y emancipatoria. "Crítica" en el sentido de que discuta cuestiones y explicite las contradicciones del modelo de desarrollo hegemónico, los valores sociales en los que se sustenta y las relaciones sociales que instituye. "Emancipatoria", porque la educación debe desplegar la capacidad de pensamiento autónomo, enarbolando la libertad como valor fundamental, creyendo profundamente en la posibilidad de cambio y en la necesidad de trabajar desde el presente en la construcción de los escenarios futuros.

No voy a repetir lo que dijo Rubén. La historia reciente nos dejó una pesada herencia. Me refiero a la ley federal, la 25.425, y a la ley de educación superior, la 24.512. Las dos fueron expresiones de un modelo que hoy decidimos cambiar para construir otras propuestas de país y también, por supuesto, de la normativa que regula la educación.

Efectivamente, en 2006 logramos consagrar la ley nacional de educación. La educación tiene que registrar en esto el impresionante cambio de la decisión que tomamos: reconocer la educación y el conocimiento como un bien público y un derecho personal y social garantizado por el Estado. En este sentido, necesitamos construir una nueva ley de educación superior. En el mismo sentido, la ley nacional de educación nos plantea un escenario democrático para la educación superior en nuestro país. Pero, como de garantizar el derecho a la educación se trata, necesitamos también construir en 2010 una nueva ley de financiamiento educativo.

Necesitamos construir una nueva ley de financiamiento educativo. La del 2006 termina su vigencia este año, y sabemos que para garantizar mayor inclusión en el sistema educativo y mejor calidad necesitamos muchos recursos.

Por eso, al principio de mi intervención, hablé sobre la necesidad de una reforma, o sea, cómo el Estado puede hacerse de recursos para garantizar a todos una educación de calidad.

Se trata de un desafío que este año tenemos que honrar. Hay que construir dos grandes leyes: la nueva ley de educación superior y la nueva ley de financiamiento educativo. Del trabajo del Congreso dependerá qué tipo de educación vamos a tener en los próximos años. (Aplausos.)

SRA. PILATTI VERGARA Pertenezco a la provincia del Chaco.

Para mí es un honor poder estar presente en esta sesión aquí en la Manzana de las Luces. Y mucho más luego de haber escuchado al director de la misma con toda la impronta histórica que tiene este lugar y lo importante que fue para la democracia en nuestro país, pues funcionó como primera legislatura de Buenos Aires y como el primer lugar donde se reunieron criollos con distintas ideologías y pensamientos. Aquí comenzaron a perfilar el futuro de la Patria y de nuestra organización social y política.

Hace unos días una periodista de mi provincia me preguntaba si me parecía importante, oportuno y trascendente celebrar tanto el Bicentenario. Y yo le contesté que Bicentenario tiene la "b" de balance. Creo que es una excelente oportunidad para que podamos analizar nuestro futuro. Realmente, 200 años en la historia de la humanidad, no es nada. Pero, 200 años para la vida de un país puede ser importante sobre todo si fue vivida con tantas marchas y contramarchas como las que hemos vivido los argentinos en estos años.

Hace 200 años estábamos comenzando el camino de la emancipación y de la independencia con España. Vale la pena recordar que, 200 años después y a pocos días de la Sexta Cumbre de la Unión Europea, la República Argentina está encabezando la representación de esta patria grande con aquel continente del que nos independizamos hace 200 años para celebrar un tratado de libre comercio.

En lo que respecta a la educación, es un orgullo y una tranquilidad saber que después de tanto tiempo se ha empezado desde el Congreso de la Nación a sancionar herramientas legislativas que pongan a la política educativa como una de las principales políticas públicas a desarrollar.

No vamos a tener nunca una patria totalmente libre y ciudadanos libres con voluntad propia de decidir su destino, si no tenemos una sociedad que se realice. Ya lo dijo una vez el general Perón: "Nadie se realiza en una sociedad que fracasa". Necesitamos tener una educación para todos y que ésta sea de calidad.

Fue muy importante haber consensuado la idea de que la ley de financiamiento educativo era esencial para asegurar con el tiempo -cuanto antes mejor- la posibilidad de que la educación pueda llegar absolutamente a todos.



En la provincia del Chaco su gobernador -el doctor Capitanich- tiene la costumbre de repetir que, sí o sí, la educación debe ser para los ciudadanos verdaderamente libres. Solamente con educación tenemos la posibilidad de instruirnos y formarnos mejor. De esa forma, podremos acceder a mejores trabajos y así tendremos mejores salarios y luego aseguraremos una mejor calidad de vida a nuestras familias.

No estoy segura de que todos y todas están incluidas en el sistema educativo público, nacional y provincial. Hay mucho trabajo por realizar. En este caso, no quiero dejar de mencionar y reconocer el trabajo de los docentes argentinos.

Nos toca estar de este lado, pero durante la mayor parte de nuestra vida estuvimos del otro. En esta escuela para todos es muy importante el trabajo de los docentes. Obviamente, no es lo mismo el trabajo de un docente para una escuela de 20 alumnos todos iguales sin ningún tipo de diferencia social y económica respecto de una escuela con problemas y situaciones de todos los colores y tamaños que se puedan imaginar.

Por eso, mi reconocimiento a los de entonces y a los de ahora. Todos quienes formamos parte de la Comisión de Educación nos comprometemos a mantener una idea acabada y parecida acerca de la importancia que tiene la educación para la liberación definitiva de nuestra patria.

Les agradecemos por esta oportunidad y esperamos que mancomunadamente, más allá de las diferencias que podamos tener en cuanto a lo ideológico, trabajemos en los próximos cuatro años con amplitud de criterio, la frente alta y los corazones abiertos. El porvenir de nuestros hijos no debe quedar como una palabra retórica para los discursos. Muchas gracias. (Aplausos.)

SRA. BERNAL Represento a la provincia de Jujuy. Como dijeron quienes me precedieron en el uso de la palabra es significativo poder compartir en este lugar tanta historia que nos interpela. La Manzana de las Luces representó mucho para la historia institucional y política de la República Argentina: la asunción de Juan Manuel de Rosas -en dos oportunidades- y la jura del primer presidente.

Asimismo, la Manzana de las Luces ha sido y es sede de importantes decisiones, en lo político, religioso y cultural del país. Ojalá que haya luces y muchas manzanas en todo el país y que esto también sea simbólico en la iluminación del pensamiento y en lo relativo a la educación.

Se nos convoca desde la trinchera de la escuela y también desde el Parlamento. En los últimos años -pasando el apagón del 90- ha habido varios apagones en la historia educativa argentina. Pasado el sacudón del apagón del 90 la idea era recuperar luz desde lo institucional, luz para una educación más inclusiva, luz en volver a tener calidad académica, calidad educativa, investigación en las aulas universitarias.

Pienso que el Bicentenario nos interpela en dos momentos. Uno, desde la historia. Basta pensar en la primera educación religiosa, franciscana, dominicos y jesuitas. Nos interpela en 1853 donde la Constitución Nacional ratificó el derecho a educar y le entregó a las provincias la potestad para hacerlo.

Nos interpela con la ley 1.420, la ley laica, la ley de todos. La construyó la República en realidad.

Nos interpela también desde la educación peronista del 55 y antes, del 45, con una educación que priorizó la infancia.

Nos interpela fuertemente desde el presente, un presente que intenta acortar, entre otras propuestas de gobierno, la brecha digital que es tan buena para tener incluido el conocimiento. Esta cuestión da luz sobre la tecnología para que llegue a todos.

Nos interpela desde el presente para pensar, por ejemplo, que así como en el primer centenario la educación primaria fue el gran desafío, la educación secundaria es el gran desafío para este momento de la historia, porque muchos se han ido y necesitamos que vuelvan no solamente para estar dentro del aula sino para aprendan a construir ciudadanía, porque lo que este bicentenario también nos interpela en el presente es que hay que hacer una alianza entre el Estado educador y la construcción de ciudadanía. Únicamente mediante esta alianza y siendo partícipes de ella podemos entender que vamos a proporcionar creativamente las mejores acciones para que funcione el sistema educativo de la Argentina.

Vengo de una provincia que es bicentenaria, una provincia que defendió como ninguna desde la trinchera norte de la patria, desde esa frontera abandonada que participó del éxodo jujeño liderado por Belgrano y que tiene un gran mensaje educativo.

Como provincia siempre que discutimos en los foros educativos y gubernamentales sentimos que confiamos en esta propuesta nacional de seguir adelante mirando la educación con la justicia social como liberadora. Este pacto, esta alianza del Estado educador y de la construcción de ciudadanía significa también para los jujeños más inclusión, más igualdad y más legado de la historia cultural, que es muy importante recuperar y tener presente.

No quisiera olvidarme de un hecho importante, que en el 1961, en la prehistoria de la computación llegó al país la primera computadora llamada Clementina, una de las primeras del mundo, que ocupaba una superficie de 20 metros de largo por 2 metros de alto, y que causó una verdadera revolución. Los ingenieros y científicos de la Faculta de Ciencias Exactas de la Universidad de Buenos Aires no tenían que hacer sus cálculos con papel y lápiz. Pero la Noche de los Bastones Largos de 1966 apagó el Instituto del Cálculo de la UBA y se desarmó la computadora: Clementina se apagó.

Quiero terminar con más de 35 años de historia, que se prendan las computadoras y que como en las Manzanas de las Luces -por algo hemos venido- haya luz sobre esta nueva historia, sobre nuestro presente para reivindicar la libertad de saber y del conocimiento. (Aplausos.)

SRA. BERNAL Integro el bloque del Frente para la Victoria y represento a la provincia de Jujuy.

Primero quiero felicitar a Liliana Puiggros por esta idea tan encantadora de encontrarnos aquí las comisiones de Educación del Senado de la Nación y de la Cámara de Diputados. Que estemos hoy aquí simbólicamente quiere decir que a sólo doscientos años de comenzar una epopeya que terminó con nuestra independencia o que intenta continuar con nuestra independencia del 1816 la educación es uno de los temas centrales.

Es con la Revolución del 25 de Mayo de 1810 que la Argentina comienza a romper los vínculos con el gobierno monárquico español e inicia el proceso de la lucha por la independencia, proceso que será coronado en 1816 con la declaración de la misma.

En este marco, pensamos que 2010 es un año oportuno para convocar a la ciudadanía en general, a la sociedad toda, con el fin de aportar a la construcción de un proyecto de Nación.

Pensamos el país desde el reconocimiento de la diversidad de las provincias argentinas y de sus realidades. A través del diálogo y la concertación se puede llegar a alcanzar un consenso amplio, que provoque un cambio cultural que jerarquice las coincidencias sobre las diferencias y que permita afianzar la unidad nacional.

En este contexto, cabe reflexionar sobre el rol que ocupa la educación en la construcción de un proyecto de Nación. No es esta una idea nueva: lo educativo estuvo íntimamente relacionado con el espíritu de los movimientos independentistas americanos.

Contra lo que la historiografía escolar nos muestra, los hombres de la independencia no solo vestían uniforme para entregarse a la batalla armada contra los españoles: ante todo, eran hombres de ideas formados en las universidades de América y de España. Intentaban desde ese 25 de mayo dar forma a una Nación y en ese proyecto la educación ocupaba para muchos de ellos un lugar central.

Cuando nos referimos a la educación popular solemos recordar la figura de Sarmiento, pero antes que él Manuel Belgrano supo que la educación debía ocupar un lugar preponderante. La Escuela de Náutica y la Academia de Geometría y Dibujo fueron algunas de las realizaciones de este hombre de la Revolución. Supo también que la gratuidad debía ser la característica sobresaliente y la base sobre la cual edificar una sociedad igualitaria.

Esta relación entre la educación y la lucha por la independencia es una característica no solo de nuestro proceso independentista sino también de toda América. Simón Rodríguez y Simón Bolívar dieron cuenta de ello.

A lo largo de estos doscientos años la causa de la Revolución de Mayo y la dimensión americana de la lucha por la independencia estuvo siempre presente en los pensadores de la educación y en los movimientos políticos pedagógicos de nuestra Nación.

A nuestro entender, la Revolución de Mayo fue la epopeya, la utopía lanzada hacia adelante que conduciría a la independencia. La epopeya educativa obtuvo su realización más acabada a través de la ley 1.420, que instituyó la educación laica y gratuita para todos y todas, tendiendo a garantizar las condiciones mínimas de ciudadanía.

La epopeya educativa se cristalizó en el fuerte componente vocacional de los docentes que poblaron y siguen poblando nuestras aulas, a quienes también deberíamos rendir homenaje en este Bicentenario, porque sin duda su vocación, su compromiso y su trabajo siguen manteniendo la esperanza para muchos niños y niñas, jóvenes y adolescentes en un futuro que supere los malestares de su presente.

El desafío fue construir un sistema educativo. Hoy nos toca la tarea de reconstruirlo tras la destrucción provocada por las políticas educativas neoconservadoras de los años noventa. Hoy nos toca garantizar la obligatoriedad para todos y todas, pero garantizar la obligatoriedad es por sobre todo la obligación del Estado de sostener el sistema educativo, asegurando condiciones de bienestar en nuestros edificios escolares y una educación de calidad que les permita a nuestros jóvenes aspirar a un futuro mejor insertándose en el trabajo o en la educación superior.

También es necesario recordar que a poco de cumplirse el centenario de la Revolución de Mayo, tan solo ocho años después los estudiantes cordobeses expresaban en su Manifiesto Liminar que venían a dar continuidad y nuevo impulso al espíritu de mayo.

La Reforma fue un intento de reactualización del pensamiento de Mayo. No trató solo de la exigencia de reformas en los métodos pedagógicos sino que fue más allá: abrió la universidad a la sociedad que la contenía. Puso al estudiante y a la universidad de cara a su pueblo y a las aspiraciones postergadas. Denunció sin miramientos las características de un sistema universitario y, por extensión, de un sistema político que había abandonado el espíritu de la Revolución de Mayo, que lejos estaba de seguir en la búsqueda de la libertad y la igualdad, y que cada vez se parecía con más detalle a la sociedad colonial de carácter conservador.

Al igual que el espíritu revolucionario de Mayo, la reforma nacida en Córdoba se extendió por toda América.

El Bicentenario es entonces una oportunidad como ninguna otra para sancionar una nueva ley de educación superior que recoja y profundice nuestras mejores tradiciones universitarias. Una ley que asegure una educación superior para todos y todas. Que dé forma definitiva a la universidad reformista, autónoma, cogobernada, gratuita y comprometida con la realidad social que la circunda.

Es una buena oportunidad para redefinir la ley de financiamiento educativo que permita que la inversión en educación lleve a la mejora de la calidad y a nuestros jóvenes.

Con la excusa de homenajear el Bicentenario de la patria, debemos repensar la ocasión y poner en la agenda pública aquellas políticas que trasciendan el horizonte de un gobierno basado en nuestros valores y creencias. Debemos definir y consensuar una economía de desarrollo y crecimiento a fin de que la distribución del ingreso achique la brecha entre los ricos y pobres. Debemos mejorar un sistema de educación y salud pública y generar trabajo decente para todos. Debemos establecer principios y valores transparentes sobre la ética pública y el cambio moral de los funcionarios públicos que se consideren sabedores de la comunidad que debe velar por la defensa del interés común por sobre el individual. Debemos reivindicar los valores de coerción social y solidaridad que son fundamentales para una nación.

Ojalá que el Bicentenario nos permita analizar nuestro pasado y presente y desde la reflexión crítica y esperanzadora diseñemos un futuro más equitativo y soberano. (Aplausos.)

SRA. DÍAZ Soy senadora nacional y pertenezco al bloque por Tierra del Fuego, el cual integro junto al senador Martínez.

Soy una convencida de que cuando hablamos de justa distribución de la riqueza debemos hablar indefectiblemente de una justa distribución del conocimiento. Partiendo de esta premisa, que para mí es básica, celebro que el Bicentenario nos encuentre a todos los que venimos del campo popular trabajando mancomunadamente en lograr recuperar una escuela pública y una universidad pública de calidad para que quienes salgan de esa escuela pública se constituyan en los mejores dirigentes políticos, sociales, científicos, profesionales y artistas. Sobre todo, que sean mejores personas para contribuir en el cotidiano vivir con el fin de que este país sea mejor para todos y se convierta en más contenedor.

Renovar este compromiso con todos ustedes es un hecho importante para hacer en este momento del Bicentenario.

En mi provincia celebramos doblemente, porque hemos podido votar en el Congreso la creación de la Universidad Nacional de Tierra del Fuego. Eso representa para nosotros un fuerte compromiso del Estado provincial y desde los distintos estamentos institucionales y de las organizaciones políticas y sociales que apuestan a algo tan importante como puede ser la idea de formar una universidad pública fuerte y de calidad. Ésta debe incidir saludablemente sobre la construcción de un mejor desarrollo provincial, regional y, fundamentalmente, nacional. Este gran desafío lo estamos emprendiendo con los que saben del tema, pero también con los empresarios, comerciantes, organizaciones vecinales, las organizaciones no gubernamentales y las organizaciones sociales.

Me siento muy feliz de participar en este momento, después de haber pasado por otros momentos tan oscuros de nuestra historia nacional y poder renovar el compromiso de los que lucharon en los 70 y estar hoy con jóvenes que siguen sosteniendo su compromiso político, social y cultural. Gracias a todos. (Aplausos.)

SRA. DAMILANO GRIVARELLO Pertenezco al bloque Frente para la Victoria.

Al igual que quienes me antecedieron en el uso de la palabra creo que tenemos que celebrar que hayamos elegido este lugar para poder realizar este sencillo pero muy significativo homenaje en el marco del festejo del bicentenario, porque creo que es un lugar donde la historia se percibe de otra manera. Es un lugar en el centro de la ciudad de Buenos Aires que fue denominado por un periódico de aquella época como la "Manzana de las Luces" por las instituciones intelectuales que así se concentraban.

Encierra mucha historia, muchos hechos religiosos y culturales que sin duda fueron el precedente y el origen de lo que fue el nacimiento de nuestra querida Nación.

Sin duda esta generación está situada en un momento que es memorable en la historia, y tenemos la oportunidad y el privilegio de vivirlo. No sé si todos alcanzamos a dimensionar lo que significa que todos nosotros seamos protagonistas de este momento histórico. Recién dentro de cien años se festejará el tricentenario y sin duda será otra generación la protagonista.

Pero hoy todos tenemos este privilegio, no solamente de conmemorar mediante un festejo sino también con la posibilidad de generar un aprendizaje crítico y reflexionar sobre los sucesos que hemos vivido todos los argentinos durante estos doscientos años, donde creo que sobran los motivos para hacer el balance entre lo que ha pasado, lo que hemos vivido como sociedad y como país y, por supuesto, lo que son las instituciones.

Por otro lado, imagino aquellos años y aquellos hombres que con el noble ideal de la libertad y con la idea de lograr una Nación nueva, una Nación que nacía. Imagino a quienes han perdido sus vidas por defender nuestra patria. Lo que nos han enseñado esas luchas es el instrumento más importante en la vida política de los pueblos, el hecho de que muchos han dado sus vidas por defender esos ideales. Debemos recordar a esas personas que primero lucharon para ser respetados como hombres libres, luego como ciudadanos con derechos, y años más tarde como trabajadores.

El general Perón había puesto ya en valor esta lucha en una de sus verdades, donde decía que la acción en la escala de los valores de un justicialista debe ser: primero la patria, luego el movimiento, y después los hombres.

Hoy somos todos nosotros los herederos de esos ideales, de esos sueños de libertad, de independencia, de justicia social, que son los sueños que guiaron a los padres de nuestra Patria a fundar nuestra Nación.

Señores presidentes: en estos días que estamos viviendo me siento muy optimista. Creo que son muchos los signos que nos hacen creer que está naciendo un nuevo país en los últimos años. Gracias al diálogo, hemos vivido aprendizajes cívicos muy importantes. En materia institucional, logramos superar una de las crisis más complejas de nuestra historia. Elegimos la no violencia y se establecieron programas para proteger a los más débiles.

La experiencia histórica nos ha demostrado que por el camino de las controversias se profundizan los conflictos. Y siempre los más perjudicados son los pobres, los excluidos.

Por otro lado, tenemos conciencia de que no hay democracia estable sin una sana economía y una justa distribución de bienes. Esto es lo que tenemos que seguir trabajando. Considero que lo debemos seguir haciendo entre todos. Es un objetivo trazado hace mucho tiempo pero aún falta mucho por hacer. Pero estamos tranquilos. Tenemos que lograr que a través de la educación, que es una estrategia única e importantísima, logremos lo que se llama "igualdad de oportunidad". Sin educación esa igualdad es imposible. Tenemos que seguir trabajando dándole importancia estratégica a la producción, al desarrollo y, por supuesto, a la creación de fuentes de trabajo.

Para finalizar, y en vísperas del Bicentenario, quiero rendir homenaje a todos esos hombres, agradecer su luchas por la Patria, y agradecer al general su lucha por los trabajadores. Justamente, quiero refrendar el compromiso que asumimos de seguir trabajando por defender y fortalecer esos ideales. Que sea la justicia social, la equidad, la inclusión y todos estos ejes que se están trabajando en el gobierno nacional presidido por Cristina Fernández de Kirchner, los que enaltezcan en la historia estos tiempos tan trascendentales que estamos viviendo, y a todos los argentinos que de alguna u otra manera aportamos y apoyamos para que eso suceda. (Aplausos.)

SR. BARRIOS Buenos días a todas y a todos. Mi nombre es Miguel Barrios, soy diputado nacional por la provincia de Santa Fe e integro el Bloque Socialista. Celebro la convocatoria de esta reunión conjunta de las comisiones de Educación de la Cámara de Diputados y de Educación y Cultura de la Cámara de Senadores.

Como bien ya se señaló, este sitio tiene mucha historia. Aquí funcionó la primera imprenta, la primera biblioteca del país y la Cámara de Representantes de la Provincia de Buenos Aires. También aquí fue que se produjo lo que un 29 de julio de 1966, a un mes de producido el golpe que derrocara a Humberto Illia, fue un hecho negro en la historia de la educación en la Argentina y se conoce como la Noche de los Bastones Largos. Este hecho no solamente terminó con el mayor proceso de acumulación científica de las universidades argentinas, sino que también instauró el camino de la intolerancia y afianzó la idea fatal de la violencia política como recurso para restaurar la libertad y los valores.

Esta fecha, que tiene una gran fuerza simbólica, nos llama a la reflexión sobre el rumbo que queremos como país y para la educación. En este Bicentenario contamos con un instrumento formidable, como lo es la institucionalidad democrática, para superar terribles enfrentamientos que sufrimos en el pasado y alcanzar los consensos necesarios con el propósito de construir un Estado mejor y una sociedad de bienestar.

Por muchas décadas, en el siglo pasado, la democracia padeció una cosa ajena a los argentinos. Tuvimos sobradas razones para luchar por la posibilidad de su recuperación. Por eso su consolidación es un valor en sí mismo.

Sin embargo, este Bicentenario nos abre la posibilidad de avanzar en la construcción de una sociedad más justa, con una justa distribución de la riqueza y también de los conocimientos.

Hace cien años, cuando se conmemoraba el primer centenario de la Revolución de Mayo, la Argentina era un país distinto al actual; tan distinto que realizar una comparación directa nos puede fácilmente hacer caer en errores. Aquella Argentina era pujante, que crecía y se desarrollaba de una manera que sorprendía al mundo, incorporaba masivamente a los inmigrantes -principalmente europeos- y de la mano de ellos brindaba sus costumbres y su cultura que impactaban también en las ideas de nuestro país.

Pero más allá de la mirada nostálgica que se puede tener sobre esta época, no podemos ignorar que vivíamos las duras condiciones de un capitalismo en formación y el carácter excluyente de un régimen político oligárquico.

Sin embargo -esto lo quiero destacar- los argentinos de entonces vivían la creencia política de que nos aguardaba un futuro de grandeza existiendo razones para pensar que el futuro sería mucho que el pasado y que los hijos de esos inmigrantes tendrían una situación económica, social y cultural mucho mejor que la de ellos.

La Argentina de hoy es muy diferente a la de 1910 y hoy resulta muy difícil pensar que tendremos un futuro mejor luego de décadas de deterioro social y económico que después de 26 años de recuperación democrática no hemos logrado revertir totalmente. Diciéndolo de otra manera, sobran razones en este Bicentenario para no estar conformes con este presente. Pero no hay razones suficientes para tener una actitud pesimista.

El Bicentenario es una excelente oportunidad para revisar en profundidad lo que estamos haciendo como nación, en todos sus aspectos y, en particular, en el ámbito de la educación. Una tarea que puede hacerse a diario, pero éste es un momento especial como lo fue también en el primer centenario.

Si la principal aspiración del centenario se centraba en democratizar la República, cosa que se alcanzó en 1912 con la sanción de la Ley Sáenz Peña, hoy es hora de conquistar una verdadera institucionalidad republicana que nos permita sostener la democracia política y social.

En ese centenario se reclamaba el cumplimiento de la ley 1420 que había sido sancionada en 1884, porque casi la mitad de la población en edad escolar era analfabeta.

Ahora es necesario repensar los desafíos de la educación como un derecho fundamental de los ciudadanos para lograr la libertad de pensar y de actuar. La lucha por la libertad y la igualdad de las personas y el futuro de la sociedad son inconcebibles sin la educación.

Seguimos sosteniendo desde el Socialismo que la educación debe ser pública, universal, gratuita, obligatoria y laica. No hay presente y en el futuro respuesta posible al problema del empleo en la Argentina sin abordar el problema de la educación.

La educación debe constituir uno de los principales instrumentos en la renovación de la vida política y de un proceso de efectiva democratización de la sociedad, proponiendo como fines la consolidación y profundización de la democracia, la afirmación de la identidad cultural y la integración social.

Para ello se debe reafirmar el rol protagónico del Estado en la política educativa: de la escuela, de la universidad pública, como espacio de producción y distribución social del conocimiento y de afirmación de la identidad cultural.

Sostenemos por ello que la educación es uno de los pilares fundamentales de los derechos humanos, la democracia, el desarrollo sostenible y la paz, por lo que deberá ser accesible para todos a lo largo de toda la vida. Se necesitan medidas para asegurar la coordinación y la cooperación entre los diversos sectores y dentro de cada uno de ellos, y en particular entre la educación general, técnica y profesional, secundaria y postsecundaria, así como entre las universidades, escuelas universitarias e instituciones técnicas.

Finalmente, no quiero dejar de remarcar los objetivos de una agenda muy cercana que debemos comenzar a debatir. Debemos preguntarnos cómo mejorar esta articulación de todos los niveles de la enseñanza, cómo hacer realidad la obligatoriedad de la escuela secundaria. Debemos atender, como aquí también se señalaba, la sanción de una ley de financiamiento educativo en el transcurso de este año.

Imprescindiblemente también debemos abordar una nueva ley de educación superior que supere la herencia que nos dejara el régimen neoliberal de los 90.

El futuro es una realidad que se crea y no una realidad que se espera. Por eso nuestro compromiso es aportar no a lo que está llamado a extinguirse, que es el elitismo y el privilegio, sino a lo que se desarrolla, a lo nuevo, a lo que crece, que es más democracia y más participación para lograr una educación mejor y para todos. (Aplausos.)

SR. CORTINA Soy diputado nacional por el bloque del Partido Socialista.

En primer lugar, quiero agradecer y felicitar por la organización de esta iniciativa a ambos presidentes de las comisiones, al senador Rubén Giustiniani y a la diputada Adriana Puiggrós, por estar sesionando en una fecha tan trascendente para todos los argentinos como es el bicentenario del 25 de mayo en un lugar -como ya se ha dicho aquí por todos los panelistas- trascendente para nuestra historia, no sólo por esta sala, no sólo por el edificio, no sólo por la Manzana de las Luces, sino porque rememora lo que sucedía hace doscientos años este barrio. No solamente en este edificio sino en los bares discurrían ideas polémicas el Café de Marcos, la Jabonería de Vieytes, el Café de la Victoria. Buenos Aires bullía de nuevas ideas hace doscientos años.

La Revolución de Mayo en realidad tuvo que ver con tres procesos: un proceso de búsqueda de identidad

-caótico, aluvional, confuso, frente a la crisis que vivía el viejo continente-, un proceso que ineludiblemente nos llevaba a la independencia y un proceso de transformación.

Los dos primeros sí se han cumplido. El tercero es la asignatura pendiente de Mayo: la transformación.

Y cuando hablamos de transformación, ineludiblemente tenemos que hablar de educación.

Hace doscientos años los hombres de Mayo no solamente pensaban en la búsqueda de una identidad y en la construcción de un país independiente, sino también en transformar estas tierras. Y lo hacían con el instrumento de la educación. Por eso, Belgrano donaba sus sueldos para fundar escuelas; por eso, Moreno se preocupaba en traducir libros que eran clásicos para la época. Moreno se preocupaba por la educación pública y en septiembre, a pocos meses del 25 de Mayo, fundaba la Biblioteca Nacional. La Revolución de Mayo jerarquizó la educación y no fue solamente la toma del poder. Y cuando hablo de inclusión estoy hablando de educación. Por eso, Castelli, en la Puerta del Sol, les habló a los pueblos originarios en Quechua y en Aymará. Esa es la línea de Mayo: la que jerarquiza la educación. Las expediciones al Alto Perú no eran expediciones militares solamente: eran expediciones de inclusión. Por supuesto que hubo enormes vicisitudes, avances y retrocesos. Pero eso fue Mayo. Y continuó: esa línea se profundizó con la ley 1.420, con la reforma universitaria, con la universidad reformista -que alcanzó su apogeo en la década del sesenta, cuando tuvieron que salir docentes y estudiantes, a pocos metros de aquí en una puerta que todavía existe, a los bastonazos-, luego con el golpe del 66.

Por eso, cada vez que avanzó esa línea de transformación en la Argentina y siempre que avanzó la educación, usando esa inmortal frase de los reformistas del 18, hubo un dolor menos y una libertad más.

Esta semana de Mayo debe comprometernos a todos a dos cosas: a conmemorar, que no es otra cosa que recordar y hacer un balance juntos, para recordar las cosas trascendentes que hemos construido juntos los argentinos en estos doscientos años; y también a comprometernos a seguir la línea de Mayo, con Moreno, Castelli, Belgrano, Monteagudo, a seguir esta transformación que ha quedado inconclusa y que tenemos la obligación de continuar. Debemos comprometernos a entender que esta transformación es imposible si no se tiene a la educación como la herramienta fundamental para llegar a ser un país con mucha más igualdad y justicia.

Nuevamente, quiero felicitar a las autoridades y a la gente de la conducción técnica y de planta de las dos comisiones, que han trabajado para poder organizar este evento. (Aplausos.)

SRA. DE VERA Soy Carmen De Vera, diputada por Córdoba del Frente para la Victoria.

A nosotros nos emociona estar aquí presentes. Agradezco profundamente al presidente de la Comisión de Educación y Cultura, el senador Giustiniani, y a mi compañera Adriana Puiggros, presidenta de la Comisión de Educación de la Cámara de Diputados.

Aunque no parezca, somos del interior todavía. Si a eso le sumamos que somos sindicalistas, uno tiene un dolorcito diferente. Porque creo que cuando se habla de educación se habla siempre de otros sectores. Y los trabajadores de la educación tenemos que decir que nuestro objeto de trabajo es la educación. Queremos pensarla y definirla, no que la definan y decidan otros, en los sectores de las luces, fundamentalmente.

Por eso es muy importante para nosotros y, en lo personal, estar hoy aquí.

Este Bicentenario nos encuentra, más que nunca, en la obligación y el desafío de tomar la utopía de muchos de nuestros próceres de Mayo. La Revolución de Mayo -con sus tensiones y contrasentidos- no se la pensó en una revolución de la Argentina. Se la pensó como la libertad de los pueblos americanos. Se pensó en la libertad de América del Sur y también en la libertad del Río Bravo abajo.

Hoy estamos asistiendo a movimientos, situaciones y hechos políticos que nos ponen en ese desafío profundo de volver a generar una idea de Latinoamérica que nos contenga a todos.

Si uno piensa que nos sentamos con los que nos sometían de igual a igual, podemos decir que ellos están en crisis y no nosotros. Estamos en una crisis dolorosa, pero de salida. Ellos no saben cómo enfrentarla porque siempre fueron poderosos y creían que no iban a sufrir esto. Nosotros vivimos de crisis en crisis y sabemos cómo enfrentarlas.

La educación y la escuela están unidas a la Patria y al concepto de Nación. Once años antes de 1810, un ignoto Manuel Belgrano creó la primera escuela de arte en un país que aún no existía pero que ya empezaba a ganar su respeto y a enfrentar sus pautas culturales.

A la luz de la educación y fundamentalmente de la escuela Argentina construyó un concepto de nación que aún hoy nos distingue. Fue sobre esa base que Sarmiento pensó en las escuelas normales que terminaron de construir la identidad nacional. Fue sobre esa base que los líderes de la reforma universitaria iniciaron un camino que se extendió por toda América latina. Perón incorporó a los trabajadores porque sabía que un país que no incluye a sus trabajadores reduce sus objetivos a los beneficios particulares y se olvida del bien común. Pero abusando de ese sentimiento unificador de Patria que había generado la escuela, Galtieri se lanzó a una aventura triste y dolorosa de nuestra historia.

Hoy estamos frente a un momento histórico. El momento de conformar el país que soñaron hombres y mujeres manteniendo el vínculo con la fuerza revolucionaria que le dio sustento a nuestras instituciones. Se nos plantea el desafío de sostener y resignificar la importancia de la educación argentina. Cuando vemos el aumento de la matrícula que generó la asignación universal por hijo y nos enteramos que se reparten 27 millones de libros gratis en las escuelas y millones de netbooks no podemos menos que emocionarnos porque en esas decisiones políticas se juega el futuro de nuestros hijos y el destino de nuestro país.

Son decisiones políticas que reafirman una historia y construyen un modelo de país. Hablamos de una ley de educación que la coloca como un derecho social y al conocimiento como un bien social avanzando fuertemente con aquel criterio de la ley federal de educación donde el conocimiento era una mercancía.

Debemos abocarnos a pensar una nueva ley de educación superior con las características que todos planteamos. A eso hay que sumarle una ley de financiamiento educativo que nos permita enseñar en mejores condiciones, con mejores elementos y buenos salarios y que los docentes tengan la posibilidad de pensar un futuro con optimismo.

Pero también que los chicos de cualquier país de cualquier clase social reciban un certificado, que todos se revisen pero que todos sepamos que van a acreditar a cualquier chico de la Argentina el mismo procedimiento.

Nuestro desafío era asumir la responsabilidad política y este es un momento histórico que hoy nos da una nueva oportunidad para lograr un país participativo, plural e inclusivo. Tenemos una nueva oportunidad para un país igualitario. Seamos dignos de esos próceres de Mayo; Cumplamos esos sueños. (Aplausos.)

SRA. PRESIDENTA PUIGGRÓS El senador Giustiniani me ha pedido que cierre en nombre de los dos.

Algunas de las cosas que brevemente voy a decir todos entenderán que son opiniones personales, y otras, las más, son las que entiendo que compartimos porque realmente, como mencionaba el diputado Roy Cortina, hemos compartido y reflexionado en conjunto. Lo hemos hecho desde diferentes sectores, desde diferentes bloques, representando a diferentes provincias y a las dos Cámaras.

Pensaba que deberíamos rendir un homenaje a la Primera Junta, porque en ella no pensaban todos igual, pero fueron capaces de fundar una nación. Entre las diferencias que había dentro de la Primera Junta seguramente destacamos la línea de Belgrano, Moreno, Castelli y Monteagudo.

El otro día el ministro de Educación en Paraná destacaba a Castelli como el orador. Él era quien sostenía que la Argentina, las Provincias Unidas del Río de la Plata, y los sudamericanos teníamos que entender que podíamos ser un sujeto con entidad propia. Y esa era la misión de fondo de la Primera Junta: si las Provincias Unidas del Río de la Plata, si Sudamérica tenía derecho a la independencia o era una asignación circunstancial dada la caída de Fernando VII. Y quien levantaba con convicción esta idea de un sujeto con derecho político, social y económico propio era Castelli.

Se ha mencionado cómo Belgrano fue un promotor de la articulación entre educación y trabajo. Ustedes saben que cuando se discutió la ley de educación nacional, la del 2006, la que hoy nos rige, siempre nos acordamos de él.

Los que tuvimos algún tipo de participación, no sólo los de la provincia de Buenos Aires, nos acordamos de Belgrano. Porque cuando Belgrano fundó la Escuela de Matemática desde la Primera Junta lo hizo pensando en formar ingenieros y técnicos. Hizo muchos esfuerzos, efectivamente, siendo secretario del Consulado para vincular educación y trabajo. Y la educación y el trabajo fueron por primera vez vinculados con la ley de 2006.

Cuando Belgrano hizo el reglamento de las escuelas del norte sostuvo como eje central algo que estuvo mencionado por todos los que han hecho uso de la palabra durante este mediodía: la responsabilidad principal del Estado en la educación. Esa era la idea central del reglamento de las escuelas del norte.

De Moreno quiero mencionar algo que está muy cerca. En realidad hoy tenemos muy cerca a los pueblos originarios, que han hecho una marcha para tener un lugar central en el aniversario de la libertad de esta tierra, que en el principio y en el origen era de ellos. Ustedes saben que una de las discusiones que Moreno tenía con Saavedra era precisamente una vieja discusión que venía del Concilio de Trento y que voy a nombrar aunque no hay tiempo para desarrollar: tenía que ver con el carácter humano o no humano de los indígenas. En eso quiero recordar a Moreno, a quien tal vez haya que recordarlo también como el primer desaparecido de la historia.

También podemos recordar que cuando fundó la Gaceta lo hizo como un instrumento político-pedagógico. Para Moreno la Gaceta era un instrumento de lucha política y educativa. Por eso, cuando en este homenaje nombramos la Gaceta hay que manifestar la alegría de que se haya sancionado la ley de medios, la ley que va a posibilitar que muchos de los principios que están en la ley de educación puedan ser llevados a la práctica. Tenemos por delante una gran tarea que creo ya empezó, cuando se dieron cuenta de que se dio vuelta la legislación neoliberal desintegradora del sistema educativo en la década del noventa: se dictó la ley nacional de educación, se dictó la ley de educación técnica y se dictó la ley de financiamiento. Tenemos por delante la tarea de discutir y llegar a un acuerdo sobre una ley de financiamiento que tenga una perspectiva hacia el futuro y refleje una idea general de la educación, una estrategia educativa acordada. Es decir: que no se hable sólo números sino que se pueda dar una perspectiva a la educación nacional.

En estos cinco años se alcanzó el seis por ciento de inversión en la educación, que era lo prometido. Tenemos que mirar para adelante y trabajar para que lo que se invierta y se haga en educación sea aún más profundo. Efectivamente, tenemos por delante la ley de educación superior que venimos discutiendo hace tiempo. Y lo venimos haciendo con la presidenta de la Nación, Cristina Fernández de Kirchner, a la cabeza, quien nos encargó al Congreso de la Nación el 1° de marzo de 2008 que tratáramos una ley de educación superior. Estamos en un momento de madurez y de grandes coincidencias. Estamos en condiciones de avanzar hacia la sanción de una ley de educación superior cuyas características han mencionado varias personas que han hecho uso de la palabra. Yo simplemente voy a destacar que debe ser una ley que incluya, en el mismo sentido de lo que ha hecho la extraordinaria medida de la asignación universal por hijo. Debe ser una ley fundamentalmente inclusiva, que abra las puertas de la educación superior al conjunto de los jóvenes de la Argentina, luego de haber terminado una secundaria fortalecida y una primaria actualizada, a las cuales también debería llegar la tecnología.

Me refiero a un sistema educativo en condiciones. Si uno lo mira desde Europa puede decir que no puede creer que Argentina salió de la crisis. Europa es el Primer Mundo y no sabe cómo se sale de una crisis. Argentina ha salido y ahora nos toca sostener ese camino.

Para sostener ese camino es importante que estemos juntos, que nos sentemos y discutamos las diferencias y trabajemos para discutir la unidad nacional no en base a la represión de las diferencias sino a la discusión de las mismas y a una articulación en todos los sentidos. Debemos buscar la unidad nacional y democrática.

Finalmente, y a manera de homenaje, pido un minuto de aplauso para nuestro primer gobierno patrio y para que los tengamos presentes en función del futuro que deseamos para nuestra Nación.

Los asistentes se ponen de pie y realizan el homenaje.
- Es la hora 14.