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CIENCIA, TECNOLOGIA E INNOVACION PRODUCTIVA

Comisión Permanente

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  • CIENCIA, TECNOLOGIA E INNOVACION PRODUCTIVA

Reunión del día 21/03/2017

- VISITA DEL PRESIDENTE DEL CONICET, DR. ALEJANDRO CECCATTO

En la ciudad Autónoma de Buenos Aires, a los veintiún días del mes de marzo de 2017, a la hora 18 y 16:
SRA. PRESIDENTA CASTRO En virtud de que contamos con el número reglamentario de 11 diputados, damos comienzo a la presente reunión de comisión que será de carácter informativo en la que contamos con la presencia del presidente del Conicet, doctor Alejandro Ceccatto.

La metodología de trabajo será la siguiente: habrá un primer tiempo de exposición por parte del presidente del Conicet para dar cuenta de las políticas a desarrollar, del estado actual y de la marcha de dicho organismo. Luego se habilitará el espacio de preguntas para los señores diputados.

Entiendo que el señor diputado López, que no integra esta comisión, quiere hacer uso de la palabra. Además, se encuentran anotados para exponer cinco o seis representantes de sectores vinculados a la investigación, entre becarios e investigadores, a quienes les pedimos que por favor se acerquen y tomen asiento.

Forma parte del estilo de trabajo de esta comisión la posibilidad de preguntar, trabajar, responder y plantear todas las preguntas respecto de temas tan importantes como la ciencia, la tecnología y la innovación para el país. Esto es relevante sobre todo en estos días en que estamos discutiendo fuertemente el destino de la política científica argentina, en la que una parte central es el Conicet.

Tiene la palabra el doctor Alejandro Ceccatto.

SR. CECCATTO Agradezco a la presidenta de la comisión por esta invitación. Muy buenas tardes a todos.

En primer lugar, quiero agradecer la convocatoria a tener un diálogo con la Comisión de Ciencia, Tecnología e Innovación Productiva de la Cámara de Diputados, ya que esto nos permite tener un contacto directo para que intercambiemos opiniones, comentarios e incluso inquietudes que puedan surgir sobre la marcha en general de la ciencia y tecnología, y particularmente de una institución central para el sistema como es el Conicet.

Voy a utilizar unos diez o quince minutos para inicialmente dar un pantallazo general sobre lo que es hoy Conicet. Supongo que la gran mayoría de ustedes tendrá presentes muchas de las cosas que voy a decir lamento si soy reiterativo, pero vale la pena estar seguros de que todos –como dicen los norteamericanos- estamos on the same page, con la misma información y hablando exactamente de lo mismo.

Lo primero que quiero decirles es que el Conicet, después del vertiginoso crecimiento que ha tenido en los últimos doce o quince años, hoy es una institución con más de 25.000 personas. Ello la ubica, según entiendo –si estoy equivocado quizás alguno podrá corregirme-, como el organismo más grande dentro del Estado nacional después de las fuerzas armadas y de seguridad. Esa referencia de alguna manera posiciona al Conicet en una situación protagónica, de presencia considerable, dentro de la estructura del Estado.

Esas más de 25.000 personas se distribuyen en alrededor de 10.000 investigadores de la carrera de investigador científico y tecnológico; 11.200 becarios aproximadamente, entre la categoría de becario doctoral de cinco años para realizar un doctorado y posdoctoral de dos años; cerca de 2.600 técnicos y profesionales de la carrera del personal de apoyo –que hacen tareas de apoyo a la investigación que realizan los investigadores y becarios- y finalmente un colectivo de administración de alrededor de 1.600 personas.

Eso más o menos configura la cifra que les mencionaba de más de 25.000 personas.

Creo que también vale la pena recordar –y esto tiene que ver un poco con mi función previa a asumir la presidencia del Conicet-, que durante ocho años en la gestión anterior me desempeñé como secretario de Articulación Científico Tecnológica del Ministerio de Ciencia, Tecnología e Innovación Productiva, y fui virtual viceministro.

Mi función en ese momento, durante esos ocho años justamente fue la articulación del Sistema Nacional de Ciencia, Tecnología e Innovación que, cabe recordar, está integrado por las 54 universidades nacionales y 13 grandes organismos de ciencia y tecnología, entre los cuales están por supuesto que el Conicet, el INTI, el INTA, la Comisión Nacional de Energía Atómica, la Comisión Nacional de Actividades Espaciales, el Instituto Nacional del Agua, en fin, no quiero mencionar los trece organismos. Además, deben tenerse en cuenta más de 60 universidades de gestión privada, varias de las cuales tienen una actividad considerable de ciencia y tecnología de investigación y generación de conocimiento. Todo eso constituye un entramado muy heterogéneo y complejo, que es en sí el Sistema Nacional de Ciencia, Tecnología e Innovación.

Si bien el organismo que represento es una estructura fundamental de ese complejo por su tamaño, por sus funciones, su calidad y su excelencia reconocidas nacional e internacionalmente, no es correcto asimilar al Conicet como el sistema en sí mismo. Ello es un error en el que a veces se incurre.

La característica que distingue al Conicet del resto de los organismos, e incluso de las universidades, es que esencialmente tiene la capacidad de permear al resto de los organismos e instituciones del sistema a través de sus investigadores y becarios. Estos pueden desempeñarse en cualquiera de esos organismos, en una situación muy especial de doble trabajo dentro de la administración pública. Se puede tener, por ejemplo, un cargo de profesor de dedicación exclusiva en una universidad, y simultáneamente un cargo en la carrera de investigador del Conicet. Por supuesto que en esos casos no se cobran ambos cargos sino el de mayor retribución. Esa es una facultad del Conicet que le permite tener una interacción directa, ser un interlocutor con todo el sistema. Ello le confiere una característica muy especial como instrumento articulador del sistema.

Es por eso que para mí, después de haber sido secretario de Articulación durante ocho años y de haberme preocupado justamente por lograr coherencia en ese entramado multi institucional, estar en la presidencia del Conicet ciertamente constituye un honor. Es algo que valoro muchísimo y que tiene que ver –como decía- con una continuidad respecto de las preocupaciones en las que trabajé en el ministerio durante ocho años.

Las misiones fundamentales del Conicet están claramente enunciadas en sus estatutos. Básicamente tienen que ver con la generación de conocimiento científico y tecnológico de excelencia, siguiendo y promoviendo las políticas que define actualmente el Ministerio de Ciencia, Tecnología e Innovación Productiva; anteriormente, la Secretaría de Ciencia y Técnica. Se trata de un organismo descentralizado del Poder Ejecutivo nacional, con autarquía pero no autonomía. Es decir que su accionar de promoción científico-tecnológica tiene que estar fijado a las políticas que dicta el ministerio.

En ese sentido, creo que hemos estado tomando algunas decisiones en los últimos meses que han procurado ir acompasando la promoción que el Conicet hace de la actividad científica y tecnológica en todo el país con esas políticas que de alguna manera nos marcan el desarrollo de la ciencia y la tecnología y su aplicabilidad para el bienestar de la sociedad en general, lo que implica –como pueden imaginar- una inversión considerable para mantener una institución como el Conicet.

Entre los rasgos destacados para mencionar sobre el Conicet puedo señalar, por ejemplo –entre otros-, que es un organismo esencialmente basado en la generación de conocimiento puro, lo cual lo ha llevado a recibir el reconocimiento internacional. Actualmente nuestra institución figura en el lugar 210 o 220 en un concierto de más de 5.000 instituciones científicas y tecnológicas del mundo, lo cual muestra el reconocimiento que tiene a nivel internacional.

Además de esa característica de ser por excelencia una institución de producción de conocimiento básico de gran calidad y prestigio, pretendemos lograr que se constituya en un formidable instrumento de transformación y desarrollo del país que imaginamos. Creo que es opinión generalizada, no solo en Argentina sino en el mundo, que el único camino a transitar es el de la ciencia y la tecnología para llegar a un país moderno, desarrollado e inclusivo.

Estamos buscando que el Conicet no sea solamente prestigioso por la generación de conocimiento básico que realiza -que esperamos mantener y acentuar- sino que además muestre cómo puede transformarse en ese instrumento que ayude a la Argentina a lograr mayor competitividad en su producción industrial, agregado de tecnología al sector productivo y solución de sus importantes problemas sociales. Es decir, se trata de una acción integral en todos los campos.

Particularmente el Conicet abarca todos los campos disciplinares en cuatro grandes áreas: ciencias biológicas y de la salud, que históricamente es la más fuerte y numerosa dentro de la institución; ciencias exactas y naturales; ciencias sociales y humanidades y, finalmente, el área de las ingenierías en general –ciencias de la tierra, ingeniería y materiales- que lamentablemente es una de las más débiles dentro de las cuatro grandes en que se divide el Conicet.

Además, el organismo tiene una presencia territorial absolutamente extendida dentro de toda la geografía del país. Desde Jujuy a Tierra del Fuego se pueden encontrar lo que en Conicet llamamos unidades ejecutoras, que en realidad son institutos de investigación. En este momento tenemos alrededor de 240 unidades ejecutoras, es decir, 240 institutos de investigación en todas esas áreas disciplinares, repartidos en toda la geografía del país.

En ese sentido, existen políticas muy explícitas y concretas, muy proactivas, que procuran una federalización real de la ciencia y la tecnología. Como he dicho en otras oportunidades, se trata de una federalización no voluntarista de hacer cualquier cosa en cualquier lugar sino de promover aquellas investigaciones relacionadas con el anclaje territorial de estas unidades ejecutoras, que tienen que ver con ventajas comparativas que posee cada lugar para realizar el tipo de investigaciones que se pretenden.

Por ejemplo, desde el ministerio hemos apoyado el establecimiento de un complejo importante en Salta para hacer observaciones radioastronómicas, no porque Salta tuviera en sí misma una gran cantidad de radioastrónomos sino porque tiene el cielo más adecuado para ese tipo de observaciones. Entonces, hay que anteponer esa ventaja comparativa y luego localizar los recursos humanos buscando la infraestructura adecuada para llevar adelante esas investigaciones.

Lo mismo ocurre con otros centros tradicionales del Conicet como es el caso del CENPAT en Puerto Madryn o CADIC en Tierra del Fuego, con una actividad directamente vinculada hacia la oceanografía y las cuestiones biológicas y productivas del mar Argentino; obviamente, su ubicación marca ese sentido de pertinencia para realizar esas investigaciones en esos lugares.

Creemos que una real federalización tiene que trabajar en una generación de conocimiento científico tecnológico en las distintas provincias del país, apuntando a las realidades territoriales en las que las unidades ejecutoras estarán insertas y no promoviendo la radicación de investigadores en cualquier línea y en cualquier lugar; en mi concepción eso nos llevará a un sistema consolidado que sea motor del desarrollo regional.

Como se imaginarán, podría estar hablando durante horas del Conicet pero creo que va a ser mucho más fecundo que, en lugar de un monólogo de mi parte, pasemos a las preguntas e inquietudes concretas que ustedes tengan para poder entablar un diálogo.

SRA. PRESIDENTA CASTRO Comenzaremos con la ronda de preguntas. Aclaro que cada uno debe formular su pregunta y luego el doctor responde; de esa manera nos vamos organizando.

Tiene la palabra el señor diputado Seminara.

SR. SEMINARA Con mi pregunta intentaré bajar un poco la ansiedad de muchos estudiantes becarios, porque hay información que a veces no es lo suficientemente precisa ni clara acerca de cuál es el destino de estos becarios, que son aproximadamente 950.000 los que se fueron incorporando durante los 10 años que usted mencionó. Al respecto, teniendo en cuenta que hubo un acuerdo de prorrogar las designaciones hasta fin de año, ¿cuál es el destino de estos estudiantes y becarios del Conicet?

SR. CECCATTO Si me permiten, quisiera dar una respuesta un poco extensa, ubicando en el contexto de hoy la realidad del Conicet y contando cuál es su situación.

Como dije, Conicet tiene alrededor de 8.000 o 9.000 becarios doctorales con beca de cinco años, cuyo objetivo es financiar justamente la consecución de un título máximo de la universidad argentina. En realidad, son 8.000 becarios doctorales y luego hay otras 1.000 becas doctorales que se utilizan como una especie de reservorio para cuando se hacen designaciones de investigadores. Hasta que estos becarios ingresan, se les paga con una beca el mantenimiento dentro del sistema. De manera que las que están en juego permanentemente son 8.000 becas doctorales.

Como hay cinco cohortes, porque son becas de cinco años, todos los años termina habiendo alrededor de 1.600 becas doctorales que se ponen en juego. Las cinco cohortes no son de igual tamaño por razones históricas; fluctúan entre 1.400 -la más chica- y 1.800 -la más grande, aunque en promedio podemos hablar de 1.600 becas doctorales que todos los años ofrece el Conicet en un concurso abierto.

De esas 1.600 becas doctorales, aproximadamente 1.300 de los postulantes a becas que consiguen la beca doctoral terminan su doctorado en cinco años. Esa es una tasa de graduación excelente para lo que es la media del sistema universitario en general.

Es decir, todos los años se gradúan 1.300 doctores con beca doctoral del Conicet. A esos 1.300 doctores generados por estas becas, se le agregan alrededor de 300 doctores más que se financian a través de becas de la Agencia del Ministerio de Ciencia y Tecnología, becas universitarias o incluso de su propio bolsillo. Por lo tanto, en promedio, todos los años se presentan para ingresar a la carrera del Conicet los 1.300 graduados más estos 300 adicionales.

Normalmente en el proceso de evaluación de esos 1.600 postulantes, las comisiones asesoras recomiendan entre el 50 y el 55 por ciento de los candidatos. Es decir, entre 800 y 900 personas son recomendadas como que han cumplido satisfactoriamente y son meritorios de tener una inserción en el sistema científico nacional.

En años anteriores se manejaba una cifra que estaba en el orden de las 500 o 600 incorporaciones. Por el contrario, en los últimos dos o tres años del último periodo de gobierno, el Conicet incorporó prácticamente la totalidad de los becarios que eran recomendados por las comisiones asesoras. Esto llevó a que en la actualidad tengamos 10.000 investigadores.

Sin embargo, la realidad es que el Sistema Nacional de Ciencia, Tecnología e Innovación no está constituido -como mencioné anteriormente- exclusivamente por el Conicet. Reitero que hay 54 universidades nacionales y 13 organismos nacionales de ciencia y tecnología, más algunas universidades de gestión privada que contratan o toman investigadores del Conicet o becarios. Dentro de ese complejo heterogéneo de instituciones, hay aproximadamente 40.000 plazas de dedicación exclusiva, entre cargos de dedicación exclusiva universitarios, más cargos en los organismos. Esto implica, si somos generosos y consideramos que la vida útil de un académico y un científico es de 40 años -que ya es mucho decir-, que necesaria a ineludiblemente en este sistema se tienen que producir 1.000 vacantes por jubilación por año, por lo menos.

Si estamos preparando a 900 personas para integrarse al Sistema Nacional de Ciencia, Tecnología e Innovación y el Conicet toma como estamos proponiendo aproximadamente al 50 por ciento de esa cantidad, a unas 450 personas, y además cubre sus propias vacantes que son unas 150 o 200, el Conicet estaría tomando 600 o más personas de las 900; las otras 250 o 300 deberían acomodarse en las mil vacantes que produce el sistema.

Cabe destacar que la carrera de investigador del Conicet persigue la formación de los recursos humanos de excelencia no para el Conicet exclusivamente sino para todo el sistema.

En los doce organismos de ciencia y tecnología además del Conicet el promedio de personas con título máximo de doctor de la universidad argentina es del 6 por ciento. Es decir que tenemos un amplio campo para integrar a estos becarios exitosos que se han doctorado con becas del Conicet en un número relativamente pequeño en comparación con las vacantes que el propio sistema produce.

Lo que debemos hacer es de alguna manera coordinar los esfuerzos y este fue un trabajo que propicié durante ocho años como secretario de Articulación Científico-tecnológica-, porque hay algo que está fallando. Formamos mal a los profesionales con beca Conicet dentro de las universidades y por eso los organismos y universidades no los quieren o algo raro está pasando si no podemos insertar a 200 o 300 personas en un sistema que tiene un 6 por ciento de doctores y genera aproximadamente mil vacantes por año.

La idea de que todo lo tiene que absorber el Conicet lleva a una situación megalocéfala del sistema, en la que el Conicet reemplaza al sistema universitario y a los organismos de misión focalizada como es el INTA, el INTI en la generación de conocimiento. Esto es muy nocivo, porque las universidades son estructuras autónomas que siguen un desarrollo de la investigación científica y tecnológica de acuerdo con las pautas que se dan ellas mismas dentro de su autonomía y el Conicet es un organismo dependiente del Ministerio de Ciencia, Tecnología e Innovación Productiva, sometido a las políticas que define el Ministerio.

Los investigadores del Conicet no pueden colonizar el espacio universitario, porque en ese caso se generaría una situación contradictoria entre la libertad de cátedra, la libertad de investigación universitaria y la sujeción a políticas que fija un Ministerio. Mucho menos puede reemplazar a los profesionales del INTA –por enunciar una institución, ya que dichos profesionales tienen una misión perfectamente definida como integrantes de un organismo focalizado en promoción, investigación y desarrollo dentro de las necesidades de la agricultura del país, y los investigadores del Conicet no pueden fijar de manera arbitraria los temas de investigación dentro de una estructura como la del INTA.

Incidentalmente hay que tomar en cuenta que estas 1.600 becas que damos al sistema desde el Conicet no se forman exclusivamente dentro de las estructuras del Conicet, porque en ese caso uno diría “Claro, el Conicet forma a los investigadores a su gusto y después quiere imponérselos al INTA”. No es así; muchos de los investigadores se forman y hacen sus tesis con becas del Conicet dentro del INTA y después quizás por una cuestión de prestigio institucional o lo que fuere pretenden ser incorporados en el Conicet, no en el INTA, que es donde están doctorándose y donde seguirán trabajando.

Esta es una discusión que nos debemos dar para poder articular el sistema. El Conicet no puede ni debe reemplazar con sus investigadores a instituciones prestigiosas e importantes del país, como puede ser el Instituto Nacional de Tecnología Agropecuaria, la Comisión Nacional de Energía Atómica o cualquier otra institución de misión focalizada, ya que nuestros investigadores tal vez no sean útiles en esas instituciones.

Lo natural sería que los puestos para incorporar gente se abran dentro de las propias instituciones y que la formación que nuestros becarios tengan dentro de esas instituciones esté lo más estrechamente relacionada con las necesidades de dichas instituciones a los fines de que sean ellas las que los contraten.

Hay una mala administración de los recursos públicos si en el INTA y perdonen que mencione siempre como ejemplo a este organismo, pero lo hago porque es una de las instituciones con la que hemos avanzado positivamente, no porque sea el peor de los casos; es el caso en el que hemos podido coordinar becas pre-financiadas para la próxima convocatoria- se doctoran 120 becarios que luego el INTA no incorpora ni muestre interés por hacerlo y vienen al Conicet. Esto es lo que ocurrió históricamente.

Entonces, ¿qué clase de recursos humanos para el país estamos formando en el Conicet si solamente sirven para el Conicet? Creo que si formamos a 900 personas que las comisiones reconocen como aptas para integrarse al sistema y el Conicet solo toma 450 nuevas para crecer más las 150 o 200 que son las vacantes hay 250 o 300 investigadores capacitados que deberían poder incorporarse a 54 universidades públicas y a 12 organismos nacionales de ciencia y tecnología. Si no podemos lograrlo quizá sea porque estamos haciendo algo terriblemente equivocado.

Esta es mi visión, y no la tengo desde hoy en que soy presidente del Conicet; la he tenido durante los ocho años en que fui secretario de Articulación Científico-tecnológica, cuando he presidido sesenta y ocho reuniones del CICyT, el Consejo Interinstitucional de Ciencia y Tecnología, donde manifesté estas ideas reiteradamente para que haya una complementariedad y una coordinación mayor a la actual.

SRA. PRESIDENTA CASTRO Tiene la palabra el señor diputado Seminara.

SR. SEMINARA Comparto el razonamiento, pero me parece que en eso hay una tensión respecto a quién se hará cargo de los salarios que deberían absorber las universidades públicas.

Quienes conocemos un poco las universidades públicas sabemos que éstas tienen una fuerte asignación al salario de grado para mantener su estructura docente. Muy pocas universidades poseen institutos como el CIUNR, de la Universidad de Rosario, que se financia con el propio presupuesto de la Universidad.

Creo que la articulación es necesaria y que el Conicet no debe formar personas solo para el Conicet, pero también pienso que debemos dar garantías a quienes de alguna manera se comprometen con el desarrollo de sus tareas doctorales en este caso los becarios, incorporándolos en algún lugar. De lo contrario estamos mal usando los dineros públicos porque formamos doctores que no tienen destino.

SR. CECCATTO Coincido plenamente con usted, pero recuerdo que ni siquiera hace falta la creación de nuevos cargos. El sistema produce mil vacantes por año y las personas más capacitadas, con el título máximo de la universidad argentina, por alguna razón no pueden acceder a esas vacantes.

Entonces, tenemos que preguntarnos qué está pasando, por qué no pueden ganar un concurso dentro de esas mil vacantes que genera necesariamente el sistema personas que se han formado durante cinco o siete años por encima del título de grado, que han rendido su tesis doctoral mostrando capacidad para hacer ciencia y tecnología y tienen una beca posdoctoral.

Acá no estamos diciendo que haya que crear nuevos cargos. Solamente nos referimos a las vacantes. Por supuesto que crear nuevos cargos implica otras necesidades para ampliar el sistema en todos los sentidos, pero ¿por qué no ganan concursos docentes estas personas? Por ejemplo en las universidades, con cargos de dedicación exclusiva.

Las estadísticas muestran que entre cargos de dedicación exclusiva universitarios y cargos en distintos organismos hay unas 40 mil plazas. No tendría que ser un problema para el país reconocer el valor de estos recursos humanos e incorporarlos. Los lugares están. Algo raro pasa en el sistema.

SRA. PRESIDENTA CASTRO Tiene la palabra la señora diputada Troiano, miembro de la comisión.

SRA. TROIANO Quería hacerle una consulta al doctor Ceccatto acerca de su punto de vista sobre la necesidad de convocar a una paritaria y revisión de los convenios colectivos de trabajo, conformar un régimen laboral para los becarios y unificar el sistema jubilatorio dentro del Conicet.

SR. CECCATTO Lamentablemente el Conicet no tiene un convenio colectivo de trabajo. En esta gestión y en gestiones anteriores hemos estado trabajando internamente con los gremios, articulando o consensuando un esbozo de convenio colectivo de trabajo. Dicho borrador primero fue elevado a la Jefatura de Gabinete de Ministros durante la gestión anterior y no pudo ser tratado porque se presentó sobre el cierre de esa gestión y luego al Ministerio de Modernización, donde está actualmente en estudio.

Para una estructura del Estado tan importante como ésta, con veinticinco mil personas, es una preocupación generar un convenio colectivo de trabajo que enmarque el trabajo de los cuatro colectivos de la institución: los investigadores de carrera, el personal de apoyo que es otra carrera, los becarios y el personal administrativo.

Estamos a la espera de una respuesta del Ministerio de Modernización, que prometió visitar el organismo probablemente en el segundo semestre del año y será la oportunidad en la que se pueda discutir esta cuestión.

Con respecto a las jubilaciones en la carrera del personal de apoyo, no tengo ninguna duda de que constituye una enorme injusticia que el personal de apoyo no tenga el mismo régimen jubilatorio especial que los científicos; es una división absurda dentro de la institución.

Durante ocho años he ocupado el cargo de Secretario de Articulación y he estado reunido tratando de posibilitar que esos 2.600 integrantes de la carrera de personal de apoyo pudieran incorporarse al régimen especial para científicos. He tenido reuniones con el entonces director de ANSES, Amado Boudou, también con el director de ANSES posterior, el actual diputado Bossio y he hecho gestiones internas dentro de la estructura de ANSES para lograr un reconocimiento. La ANSES insiste en que para ellos hay una diferencia entre el investigador y el personal de apoyo del Conicet y nunca ha querido aceptar la incorporación de ese colectivo que es pequeño dentro de la estructura.

Como ustedes saben en esta Cámara hay proyectos de vieja data que han sido tratados y analizados como borradores en distintas oportunidades. Personalmente hace dos o tres años traje a dialogar con integrantes de esta comisión -en ese momento de Ciencia y Tecnología- a integrantes de un colectivo de distintas instituciones que están en la misma situación. No se trata solamente de un problema de la carrera del personal de apoyo sino que hay varios organismos nacionales como la Comisión Nacional de Actividades Espaciales, el Servicio Geológico Minero Argentino y el Instituto Antártico Argentino –instituciones que fueron creadas después de 1983 cuando se sancionó la ley que creó el régimen especial de jubilación para científicos y tecnólogos- que simplemente porque se crearon a posteriori no están en el sistema.

Indudablemente, creo que no es algo en lo que podamos insistir desde dentro de la línea de ANSES sino que es algo que el Congreso debería definir en alguna oportunidad. En múltiples ocasiones he llevado cálculos del sistema que muestran que realmente 2.600 personas del personal de apoyo del Conicet no representan una carga que no pueda ser afrontada por el sistema jubilatorio.

Afortunadamente, en la carrera del investigador tenemos una pirámide etaria muy rejuvenecida con 10.000 investigadores que están aportando en base a sueldos relativamente altos y que tienen veinticinco o treinta años por delante hasta jubilarse.

Quizás sea un trabajo a realizar por la Comisión reflotar alguno de esos proyectos pero no me cabe duda de que hay una injusticia enorme con respecto a la jubilación de la carrera del personal de apoyo.

En relación con las cuestiones de los becarios, les pido perdón por ser autorreferente pero son temas que vengo trabajando desde hace muchos años. Digo esto porque yo mismo creé desde el Ministerio de Ciencia y Tecnología la mesa de enlace con los becarios y el Conicet para ir discutiendo distintos temas, lo que permitió que los becarios fueran consiguiendo algunas reivindicaciones que plateaban desde hacía muchos años.

En mi opinión, y esto es sujeto a discusión, creo que el becario es una persona en formación a la que no se puede dar el estatus de un trabajador permanente porque eso sería pensar que una persona en formación, que tiene que demostrar su aptitud para integrar un sistema, automáticamente queda integrada a él como un trabajador permanente desde el momento que inicia una beca.

La beca es –así lo sentí yo en el 80 cuando recibí la beca de Conicet- un enorme privilegio por el que el Estado nos financia una capacitación superior que nos permite insertarnos en el mercado laboral en una situación de privilegio frente al resto de los ciudadanos. Personalmente lo sentí como un enorme privilegio y una enorme alegría, no como una situación que me ponía en precariedad laboral sino todo lo contrario: me daba la posibilidad de capacitarme para tener una inserción laboral mucho mejor que la que pudieran tener otras personas en mi misma situación. Es un tema en discusión sobre el que entiendo hay opiniones diversas.

Creo haber contestado la pregunta, no sé si queda claro.

SRA. TROIANO Sí, gracias. Me tengo que retirar porque tengo que ir a Labor Parlamentaria, aunque me gustaría quedarme.

Solamente me quiero referir a una última cuestión que tiene que ver con lo que usted plantea sobre las becas. El problema es cuando éstas son reiteradas y utilizadas como un mecanismo de precarización laboral. Es decir que no es algo que elija el becario sino que es algo que el sistema le infringe.

De ese modo el becario termina realizando un trabajo sistemático como si fuese un empleado, pero pagado como un becario y precarizado laboralmente, sin tener obra social y otro montón de cuestiones. Esto sucede más aún en las mujeres, porque la mayoría de las becarias son mujeres.

Lamentablemente me tengo que retirar. Me gustaría mucho poder terminar de escucharlo. De todas maneras están presentes mis asesores tomando nota y luego pediremos la versión taquigráfica de la reunión.

Muchas gracias por estar aquí y por acercarnos su punto de vista.

SRA. PRESIDENTA CASTRO Tiene la palabra el diputado De Vido.

SR. DE VIDO Lo que preguntó el señor diputado Seminara me contiene. Así que no haré uso de la palabra.

SRA. PRESIDENTA CASTRO Muy bien.

Tiene la palabra el señor diputado Echegaray.

SR. ECHEGARAY Señora presidenta: agradezco la presencia del presidente del Conicet.

Creo que la mayoría de las veces en este ámbito hemos encontrado puntos de consenso acerca de muchos temas. De alguna manera, el nivel de disenso también queda expresado en un montón de situaciones.

Comparto la preocupación de los diputados preopinantes y el enfoque que da el doctor Ceccatto a la cuestión de los doctores que produce el sistema y que de alguna habría que discutir en términos estratégicos el uso por parte de nuestro Sistema Científico Tecnológico, pero en definitiva de la apropiación que hacemos como sociedad de esos recursos humanos que tanto le cuesta producir a nuestro país.

Sin lugar a dudas las universidades son un caso. También lo son los demás organismos de investigación y transferencia tecnológica que tiene la Argentina, junto con algunas provincias que tienen organismos que, con grados distintos y bastante asimétricos unos de otros, se pueden dar como espacio de desarrollo de este potencial. Creo que tenemos que sacar esto del término de la discusión de la coyuntura e insertarlo en un proceso de discusión más profundo.

Mi pregunta tiene que ver con que el año pasado, fundamentalmente en la discusión del presupuesto, logramos niveles de acuerdo y también logramos tener en claro donde teníamos desacuerdos con todas las fuerzas políticas que integran esta comisión. Fundamentalmente, creo que llegamos a la conclusión de defender un piso mínimo de funcionamiento de organismos como el Conicet y otros, que permanentemente visitaron a los distintos diputados, como fue el caso del INTA y otros. En este sentido, ¿cuáles serían los desafíos para este año en función de las necesidades mínimas que tiene el organismo para trabajar con tiempo desde esta comisión y generar un mínimo de acuerdos que nos permitan, por lo menos, tener en claro estas cuestiones? Me refiero a tener en claro cuál es el nivel de prioridad que tiene el Conicet en materia presupuestaria para el año en curso.

SR. CECCATTO Creo que el directorio ya ha tomado una decisión importante en cuanto a comprometer un número de ingresos. Como dije, son 450 más las vacantes que se produzcan, que seguramente van a representar 600 o 650 de los 900 que se puedan incorporar al sistema doctorándose y siendo recomendados por las comisiones.

Creo que hay otras cuestiones que merecen una atención más urgente. Debemos poder hablar de este tema de la incorporación de gente a Conicet pero también debemos discutir otros temas que son preocupantes y urgentes.

Por ejemplo, desde el año 2003 hasta el 2016, y hasta este año si ustedes quieren, el número de investigadores del Conicet pasó de 3.000 o 3.300 a 10.000; se triplicó.

El número de becarios pasó de un poco más de 2.000 a 11.000; se quintuplicó. El personal administrativo pasó de 400 a 1.600; se cuadruplicó. Es decir, tenemos multiplicaciones de un colectivo por tres, de otro por cuatro y de otro por cinco.

La carrera del personal de apoyo de la que antes conversábamos pasó de 2.500 a 2.600. Esto muestra claramente que durante quince años no hemos tenido una política para el personal de apoyo.

¿Por qué es importante el personal de apoyo? Para que ustedes tengan una noción de la importancia de esta carrera dentro del Conicet, históricamente la relación era de un investigador por cada personal de apoyo; hoy esa relación es de uno a cuatro.

El Conicet realiza más de 10 mil servicios técnicos de alto nivel por año. Prácticamente el 99 o el 100 por ciento de esos servicios son para pequeñas y medianas empresas del país a las cuales se les cobra un costo mínimo por dicha labor.

El 99 por ciento de ese trabajo lo hace la gente de la carrera del personal de apoyo, ya que la ejecución de tareas de servicios rutinarios no es parte de la actividad natural de un investigador y afortunadamente no debe ser parte de la actividad rutinaria de un becario, cuyo eje esencial es la formación personal y no la prestación de un servicio.

Entonces, existe un enorme potencial para ampliar el servicio que podemos brindar al sistema productivo y, sobre todo, a las pequeñas y medianas empresas, al aumentar la capacidad de personas en la carrera del personal de apoyo para que haya gente dedicada a la prestación de esos servicios.

Por su parte, si queremos impulsar como es prioridad en esta gestión la transferencia de conocimientos, el desarrollo de tecnología tampoco se hace exclusivamente con becarios o investigadores; se requiere gente que haga trabajo rutinario. Trabajo rutinario no implica trabajo de menor nivel o calidad; puede ser muy sofisticado, pero muy repetitivo. El investigador no hace trabajos repetitivos porque su objetivo es generar conocimiento nuevo; no hace siempre lo mismo.

El becario no debe hacer trabajo repetitivo porque tiene que capacitarse, y hacer siempre lo mismo no es capacitarse sino simplemente entrar unidireccionalmente a ser experto en una sola cosa.

Por lo tanto, ese trabajo lo realiza el personal de apoyo y lo necesitamos tanto para apuntalar la ciencia básica y manejar los grandes equipos como para hacer transferencia de servicios al sistema productivo y desarrollar tecnologías.

Entonces, tener una política de ingresos privilegiada e incorporar cargos específicos ahora sí, por fuera de lo que estábamos hablando de ingreso a la carrera para la carrera del personal de apoyo es una necesidad importante del Conicet que fue ignorada durante quince años. Creo que este es un reclamo que puedo hacer para que ustedes lo consideren.

Después hay otras cuestiones que tienen que ver con situaciones presupuestarias de vieja data. Puedo decirles que históricamente el Conicet tuvo un 75 por ciento de su presupuesto dedicado a pagar sueldos y becas la parte de recursos humanos y un 25 por ciento para el resto. “El resto” significa: viajes y viáticos de las comisiones asesoras que evalúan unos 10 mil informes y convocatorias, subsidios a la investigación para que los grupos puedan comprar el equipamiento y los insumos necesarios para hacer su trabajo e infraestructura edilicia. A pesar del Plan Federal de Infraestructura, que creó muchos metros cuadrados miles, cientos de miles de metros cuadrados; unos 190 mil metros cuadrados en todo el país, todavía hacen falta lugares de trabajo adecuados para que las 25 mil personas que trabajan en el Conicet se desempeñen de manera eficaz.

También se destina al pago de servicios. Tenemos 240 institutos, muchos de los cuales deben pagar luz, gas, vigilancia y limpieza.

La media histórica, como decía, era de 75 por ciento para sueldos y becas y de 25 por ciento para todo el resto. Cuando empezó a crecer fuertemente el Conicet en 2003, para poner un punto de partida esa relación se mantenía, era de 77,5 a 22,5. Con el transcurso del tiempo el Conicet creció y se comenzó a olvidar el hecho de que incorporar a una persona al Conicet no implica solamente la incorporación de un sueldo.

Ello también implica incorporar 15 o 20 metros cuadrados de oficina, el espacio de laboratorio, el subsidio para que trabaje y un gasto mayor en electricidad, gas o en lo que fuere. Sin embargo, eso no se tuvo en cuenta. En consecuencia, con el aumento de personal a lo largo de los años ese porcentaje cayó al 5 por ciento. Hoy el Conicet tiene un 95 por ciento de su presupuesto comprometido en sueldos y becas, y un 5 por ciento para hacer todo lo demás.

Estamos en una situación de emergencia en ese sentido, similar a la que padece el sistema universitario, pero con una enorme diferencia. Cuando el sistema universitario destina el 95 por ciento de su presupuesto para pagar sueldos a docentes y no docentes, y un 5 por ciento para pagar la luz de las aulas, aun con eso ya ha cumplido el 70 por ciento de su misión, ya que da clases, toma exámenes y gradúa gente. En cambio el Conicet, cuando terminó de pagar los sueldos, las becas y la luz de las oficinas todavía no empezó a trabajar; todavía no hizo nada. Esto es algo en lo que insistí internamente en el Gabinete, en el ministerio. Ese fue uno de los temas que me preocupaban.

Insisto, como secretario de Articulación he observado que de manera icónica la robustez y la salud del sistema se basaba en la incorporación de personal, pero sin tener en cuenta que hay que dar a esa gente las condiciones apropiadas de trabajo.

Hoy como presidente del Conicet y como funcionario público siento la responsabilidad de tener que manejar una inversión enorme de 10.000 millones de pesos en personal y becas, y al mismo tiempo siento la imposibilidad de dar a ese personal las condiciones para que produzcan para el país de manera razonable y adecuada, teniendo en cuenta sus capacitaciones y las expectativas que el país pone en todo esto.

Esas son las cosas que me hubiera gustado discutir con la comunidad. Pero la coyuntura nos ha generado un árbol que nos tapa siempre el bosque. Estamos siempre discutiendo lo mismo, es decir, si se incorporan 450, 700 u 800 personas. Debemos salir de esa discusión, que lamentablemente es el árbol y no el bosque.

SRA. PRESIDENTA CASTRO Tiene la palabra la señora diputada Gallardo.

SRA. GALLARDO Mi pregunta tiene que ver con el tema de la repatriación de científicos y qué impacto ha tenido en el presupuesto y en la ejecución de programas dentro del Conicet. Tengo entendido que han sido 1.100 los científicos que han sido incorporados y que se han sumado a programas y proyectos también del Conicet a nivel Nación.

SR. CECCATTO Sí. Efectivamente, hay alrededor de 1.200 científicos que se han repatriado. Incidentalmente tuve el honor y el privilegio de defender frente al Senado el programa cuando se lo declaró política de Estado. Particularmente en la convocatoria por la que este año están ingresando al Conicet, hay setenta personas que vienen del exterior. Cuando hablamos de los incorporados en este período debemos tener en cuenta que setenta de ellos aplican a través de este programa de reingreso del exterior.

Por otro lado, dentro del número de personas del colectivo de investigadores del Conicet, no todas ellas se han incorporado al Conicet. De manera que no hay un impacto que cuantitativamente comprometa a la institución. Es decir que se han ido acomodando a lo largo de diez o quince años de una manera natural dentro del sistema. Insisto: de los 1.200, no todos fueron al Conicet.

SRA. PRESIDENTA CASTRO Tiene la palabra el señor diputado Riccardo.

SR. RICCARDO Agradezco la presencia del doctor Alejandro Ceccatto. Además de compartir esta mesa en un ámbito institucional nacional, debo decir que también hemos compartido muchos años como colegas. Ambos somos físicos y pertenecemos al Conicet desde hace muchos años, quizás Alejandro Ceccatto lleva allí unos años más que yo.

Lo que iba a preguntar acaba de contestarlo y se refiere a esta consideración acerca de la complejidad de la tarea del Conicet, que no implica solamente incorporar a un becario o a un investigador sino también todo el andamiaje de condiciones para que eso funcione, sobre todo a los investigadores de áreas experimentales. Esta fue siempre una tensión que sufrió el Conicet y que hay que resolver.

Muchas veces se ha generado tensiones entre el Conicet y las universidades porque festejábamos la inclusión de becarios. Yo fui un becario más de Conicet hace muchos años atrás, esperé, me tocó la década infame del 90 en la que nos inscribíamos y a los tres o cuatro años, de casualidad, nos enterábamos que éramos investigadores del Conicet y había poco que hacer en el medio. Por supuesto, no queremos que eso se repita nunca más.

Entonces, las universidades muchas veces silenciosamente han cumplido ese rol de buffer, de poner las condiciones de contexto que necesita el investigador o el becario una vez que recibe la buena noticia, para tener la silla donde sentarse, la luz o el equipamiento que necesita en su laboratorio, que de por sí es algo que no se logra de un día para otro. Sin embargo, eso no pertenece al funcionamiento normal de una institución como el Conicet.

Me parece que en estos años se han hecho muchos esfuerzos para ir hacia un camino mejor y no me cabe duda de que ahora también se están haciendo con claridad para discutirlo y transparentar esta situación, más allá de las coyunturas difíciles que estamos atravesando.

Mi preocupación consiste en cuál es el plan para salir del ahogo de funcionamiento del Conicet. Es cierto que la relación 95 a 5 no nos permite desarrollar y que llegamos a ella por no observar los indicadores, por no entender o por dejarnos arrastrar –digo dejarnos aunque no haya estado allí ni haya compartido esas decisiones- a veces por las coyunturas electorales. Me pregunto cuál es el plan para salir y equilibrar esta relación de salarios y funcionamiento tan crucial para el Conicet y sin la cual se vuelve prácticamente una ilusión.

En cuanto a la discusión con respecto a que el Conicet no se vuelva un organismo endogámico como lo fue durante muchos años, es decir, que todos los que nos formamos allí esperemos que solamente el Conicet nos dé el trabajo para vivir tranquilos y tener una buena jubilación, considero que el país necesita otra cosa. Creo que estamos en medio de esa discusión y debemos asumirla sin prejuicios, sin fantasmas y sin hacer un reduccionismo, como si plantear esta cuestión fuera desentenderse del rol del Estado y el compromiso que tiene con sus recursos humanos formados en el sistema público.

Esta es la consideración que quería hacer. Agradezco al señor Ceccatto su disposición por estar aquí para responder todas las preguntas.

SR. CECCATTO Gracias, José Luis.

La política a seguir es la que hemos estado llevando adelante durante estos últimos meses, discutiendo francamente con la Jefatura de Gabinete, exponiendo la situación y teniendo receptividad en este aspecto.

Creo que hemos dejado instalada la inquietud como para que se corrija a lo largo del tiempo. Esto no es algo que vaya a cambiar de un día para otro, pero lo importante es mostrar cuáles son las prioridades para corregir dentro de la institución.

Vale la pena mencionar otro dato para que dimensionen la potencialidad del Conicet –como decía antes- como instrumento de desarrollo del país. El 70 por ciento de los pedidos de patentes del INPI de todo el sistema nacional de ciencia y tecnología e innovación, incluye el nombre del Conicet. Esto no lo digo para sobredimensionar la importancia del Conicet sino porque considero que es un dato muy importante: hay cincuenta y cuatro universidades nacionales más doce organismos y el Conicet figura en el 70 por ciento de los pedidos de patentes.

La mayoría de las veces esto está acompañado por socios, que son las universidades, porque los desarrollos se hacen en estas 240 unidades ejecutoras y prácticamente todas son de doble dependencia entre la universidad local y el Conicet. Pero el hecho es que la sigla Conicet aparece en el 70 por ciento de los pedidos de patente, entonces hay que explotar esa potencialidad del organismo.

SRA. PRESIDENTA CASTRO Tiene la palabra el señor diputado López.

SR. CECCATTO En cuanto al último punto, no dije eso. Dije que el personal de apoyo tiene normalmente en cualquier lugar desarrollado una relación de uno a uno con los investigadores, ya que cumple tres funciones: el apoyo a la ciencia básica haciendo por ejemplo el manejo de equipamiento utilizado en la ciencia básica, el desarrollo de tecnología en general y los servicios de transferencia al sistema productivo. Esto último principalmente a pequeñas y medianas empresas, que pagan una cantidad ínfima que no representa nada para el Conicet; en realidad, la mayor parte de los pocos ingresos se usan para pagar los insumos de esos experimentos y para darle un sobresueldo al personal que lo hace como un incentivo por realizarlo.

Es decir que les asigné un espacio mucho más amplio que la sola prestación de un servicio.

En segundo lugar, entiendo que puede haber situaciones laborales complejas en organismos y universidades, pero los cargos no se dan por permanencia sino por mérito. El concurso docente le otorga mérito a cada uno de los candidatos.

No se trata de decir “esta persona estuvo trabajando ad honorem, entonces le damos un cargo”. A los cargos públicos se accede por concurso. Además, si estamos hablando de un conjunto de organismos -excluido el Conicet- que tiene un 6 por ciento de su personal con título máximo, me parece que en cualquier concurso público abierto y justo, habría grandes chances de que esta gente gane el lugar de trabajo.

Finalmente, no es cierto que el Conicet se haga cargo de 450 personas. De las 900, el Conicet se hace cargo de 450 con nuevos cargos, más 150 o 200 con las jubilaciones propias. De manera que de esas 900 estamos llegando a 650 que incorpora el Conicet. Estamos hablando de 250 que deberían ingresar a otros organismos o universidades. Se trata de un número relativamente pequeño si lo comparamos con las 40.000 plazas del sistema.

De manera tal que creo que estas objeciones pueden salvarse teniendo en cuenta que estamos hablando de personal que trabaja en esas instituciones y que se capacita en ellas. Naturalmente, el sentido común diría que tienen que ser absorbidas por esas instituciones.

Creo que si la Comisión Nacional de Energía Atómica capacita a alguien durante cinco años -o siete, en el caso de becas posdoctorales-, debe tener planificada cuál es la función que va a cumplir esa persona dentro de la institución. Es decir, no deberían ser los 50 o 60 que todos los años recibe la Comisión Nacional de Energía Atómica como becarios del Conicet y que después vuelven al Conicet como si no fueran necesarios para esa institución. Me refiero a ello en un sistema que funcione con sentido común; no estoy echando culpas a nadie.

Este es un sistema que de alguna manera, con el tiempo y por la falta de políticas histórica en el sector de ciencia y tecnología, ha generado determinadas distorsiones que hay que ir corrigiendo. Eso es lo que estoy señalando. No más que eso.

Había otra pregunta que me habían formulado…

SRA. PRESIDENTA CASTRO Sí, la referida a la mesa de autoconvocados.

SR. CECCATTO En realidad, no se trata de la mesa de autoconvocados sino de la mesa de enlace, de la comisión de enlace entre las personas que están tratando de ser ubicadas en universidades y organismos. Esa mesa es conducida por el Ministerio de Ciencia, Tecnología e Innovación Productiva -más precisamente por la Secretaría de Articulación Científico Tecnológica, es decir, el cargo que yo ocupé-, y es natural que así sea porque es justamente un ámbito de articulación con todo el sistema el que debe realizar las tratativas tanto con las universidades como con los organismos para ver cuáles son las posibilidades de incorporar a este personal.

En este caso, el Conicet funciona como un proveedor de información respecto de cuáles son las especialidades de cada persona o en qué institución se formaron. Ese es el tipo de información que se brinda. Pero la mesa es coordinada por el área de Articulación del ministerio, de manera que la convocatoria -o no- la realizan ellos en la medida en que tengan algo para comunicar en relación con el avance de estas tratativas.

SRA. PRESIDENTA CASTRO Tiene la palabra el señor diputado Riccardo, quien desea agregar un comentario.

SR. RICCARDO No puedo dejar de mencionar un par de cuestiones sobre lo que he escuchado.

En primer lugar, quiero decir que es bueno o muy tentador tratar de ser un país distinto al resto del planeta. Tenemos derecho a ser distintos. Pero también es bueno mirar un poco lo que pasa en el resto del mundo, tanto de derecha como de izquierda.

El Conicet es una institución que en relación con la cantidad de gente que está haciendo doctorados es decir, tratando de lograr un título de posgrado y que está siendo ayudada a través de una beca de las instituciones, acoge a una gran proporción. Diría que recibe al 50 por ciento o más de los jóvenes que están tratando de hacer un doctorado. Es decir que se trata de una institución que comparativamente con el resto del planeta hace un esfuerzo enorme para becar jóvenes con ese fin. Es necesario mirar a algunos otros países, de manera que en ese sentido hay un crédito por esa tradición que tiene el Conicet.

La otra cuestión que quería señalar es que la tasa de incorporación al propio Conicet de quienes se doctoran es muy alta en relación al tamaño del sistema. Es decir que el porcentaje de los doctorados o doctorandos que terminan su tesis, sus carreras de posgrado, y se incorporan efectivamente al Conicet, también es alta en comparación con los demás sistemas del mundo.

¿Puede ser mayor? Sí, pero no estamos en una situación comparativa que sea catastrófica. Puede ser que en términos del año pasado estemos peor porque teníamos una expectativa mayor pero es un tema para discutir y es un dato que quería poner sobre la mesa.

Me preocupa que se intente simplificar de una manera tan brutal, con el riesgo de no llegar a concluir nada, esta cuestión que escucho de parte del señor diputado López por quien tengo mucho respecto intelectualmente y como colega. Probablemente tal vez ignoremos la complejidad del sistema o tengamos una diferencia ideológica o de interpretación de las cosas.

Sin embargo, debo decir que está muy bien que el personal de apoyo -que debe ser más, uno a uno- entre sus tareas, porque sería una tragedia que no fuese así, brinde servicios a la pequeña y mediana empresa argentina, además de ayudar al químico tecnológico a sostener su equipo de vidrio de una gran complejidad para hacer las reacciones químicas necesarias para ver si tenemos una nueva fórmula para la industria química, o de colaborar con el técnico que maneja un microscopio electrónico de alta complejidad para determinar las condiciones de una superficie para usos de distinta naturaleza.

En nuestro país queremos generar trabajo, por lo tanto ¿cómo vamos a tener un recurso humano formado en una universidad y que venga una empresa mediana de nuestro parque industrial a decir “necesito conocer esto”? A dicha empresa le vamos a cobrar, no se lo vamos a regalar; y esa es otra cuestión, si subsidiamos o no a la empresa privada.

Me refiero al conocimiento puesto al servicio del desarrollo de la empresa y del trabajo. Una pequeña y mediana empresa nuestra significa posibilidades de trabajo y la incorporación de conocimiento a una pequeña y mediana empresa es mayor competitividad en relación con sus competidores en el mundo; sería absolutamente descabellado que un sistema científico se niegue a hacer eso. Si ese trabajo lo estamos subsidiando o no, si le estamos haciendo poner a la empresa lo que debe o no en reciprocidad al Estado, eso es otra cuestión.

No hay ninguna duda de que uno de los fines de nuestro sistema científico es impulsar el desarrollo y la incorporación de conocimiento al sistema productivo, porque eso es trabajo que es algo que nos falta en la Argentina.

Por lo tanto, no puedo escuchar que el hecho de que un técnico del Conicet transfiera su conocimiento asumiendo que existe la debida reciprocidad en que el Estado cobra por ese servicio lo que ha invertido para hacerlo- vaya contra el interés nacional; al contrario, iría contra el interés nacional y sería absolutamente falto de compromiso con nuestra Nación no hacerlo y no hacerlo bien.

SRA. PRESIDENTA CASTRO Tiene la palabra el señor diputado López.

SR. LÓPEZ Sin ánimo de entrar en una polémica más general, lógicamente hay posiciones ideológicas distintas, pero desde nuestro punto de vista este es un nuevo subsidio al sector empresario.

Como dijo el director del Conicet, lo que pagan las empresas solamente cubre los insumos de un experimento. Entonces, hay un salario que la empresa se está ahorrando porque en lugar de contratar a un técnico para que desarrolle el trabajo relacionado con su tecnología utiliza personal del Estado.

De paso le hago una pregunta. Si ese personal tiene, por ejemplo, un accidente en la empresa, ¿quién se hace cargo?

SR. CECCATTO Creo que no nos estamos entendiendo. Lo que estamos diciendo es que si una pequeña pyme argentina -que a lo mejor tiene tres o cuatro empleados- se acerca a un instituto del Conicet porque necesita una metalografía o algún análisis de microscopía electrónica de un equipo que cuesta un millón de dólares, puede dejar la muestra allí. Lo que hace el técnico es brindarle un equipamiento que la empresa pyme jamás podría adquirir, y si le quisiéramos cobrar una amortización de ese equipo, jamás podría pagar. Pero se le hace ese servicio como una cosa excepcional, no como algo rutinario. Por lo tanto, no hay ningún riesgo para nadie porque el trabajo se hace dentro de la estructura del Conicet. Es un trabajo menor y lo que se le pide a la empresa es el pago de todos los insumos que se han consumido para hacer esa microscopía, más algún adicional que se reparte, por lo general, en el grupo de investigación que debe mantener el equipo a fin de que lo mantenga activo. Es decir, se les da ese dinero para que lo destinen a juntar fondos que le permitan hacer alguna reparación temporaria y también para incentivar el pago de adicionales por productividad para el propio personal que hace el trabajo.

La verdad que tengo que ser muy ciego, pero le aseguro que no encuentro un reparo ético. Me siento orgulloso de que el Conicet pueda hacer 10.500 servicios anuales de ese tipo.

SRA. PRESIDENTA CASTRO Tenemos una lista de oradores muy extensa. Ahora daremos lugar a las preguntas que quieran formular los sectores aquí presentes.

Tiene la palabra la doctora Ana Franchi, química e investigadora del Conicet.

SRA. FRANCHI Buenas tardes y gracias por permitirnos preguntar.

Algunas de mis preguntas ya las formuló el diputado López, aunque en forma aproximada. En años anteriores, cuando usted formaba parte de la Administración de Ciencia y Tecnología, se desarrolló un plan que se conoció como “Argentina Innovadora 2020” que fue ampliamente discutido por la comunidad científica, por los diversos ministros, etcétera. Entre las distintas propuestas de ese plan, una tenía que ver con llegar al año 2020 con una cantidad de investigadores por población que fuera no ya la de los países latinoamericanos, sino la de países más desarrollados, como Australia, Canadá, etcétera. Para eso, se planteaba como necesario que la planta de investigadores del Conicet fuera creciendo anualmente un 10 por ciento. Esto fue publicado en la revista Medicina, no es algo que escuchamos mal.

En el 2012 tuvimos un ingreso aproximado de 700 investigadores, en el 2013 de 800 y en el 2014 y 2015 de casi 1.000. Los jóvenes que ingresaron a las becas durante esos años sabían de ese plan. Ellos son personas que no quieren solamente tener un empleo cómodo en el Estado o una jubilación de privilegio, como desgraciadamente se está diciendo desde nuestras propias autoridades. Por el contrario, quieren desarrollar lo que van aprendiendo en sus becas en las distintas disciplinas que tienen que ser útiles para el país.

Esos jóvenes -no sé si todos están al tanto- son evaluados, primero, para tener una beca. Luego para tener una beca doctoral y más tarde son evaluados por comisiones, juntas, evaluadores externos, etcétera, para poder ingresar al Conicet. En ningún momento, ni siquiera en los sucesos de diciembre, nosotros hemos dicho que tienen que entrar los jóvenes que las comisiones asesoras consideran que no tienen que entrar al Conicet; esto tiene que quedar claro. Porque cuando a un ingreso se presentan 1.500 postulantes, las comisiones asesoras recomiendan alrededor de un 50 o 60 por ciento. Nosotros estamos hablando de ésos jóvenes, no del total de postulantes sino solamente de los mejores. Esos jóvenes se formaron pensando que si cumplían, se esforzaban y eran de los mejores, podían ingresar al Conicet.

En los últimos dos años, las mismas personas aunque en una administración distinta- les dijeron que no, que la cosa no es así y que no van a entrar al Conicet. El Estado argentino invierte en la carrera universitaria de estos jóvenes, luego en doctorados, en postdoctorados. Es decir, no solamente en salario sino -como usted dijo- en lo que son los subsidios de investigación: la luz, el gas, todo.

Ahora se les dice, por ejemplo: “No, mirá, vas a entrar al INTA o a la CONEA”, cuando como ya se mencionó el presupuesto para ciencia y tecnología fue inferior en 20 puntos al presupuesto general, a pesar de todos los esfuerzos que hicimos los trabajadores de ciencia y tecnología para que la disminución no fuera tan grande, acompañados por muchos de los diputados de estas comisiones.

Las instituciones más desfavorecidas fueron el INTA, la CONEA, el Instituto del Agua y la Comisión Nacional de Estudios Espaciales.

Asimismo, como ya se mencionó, en las universidades hay muchísimos docentes que están dando clases ad honórem hace mucho tiempo y cuando se hacen los concursos se privilegia por supuesto a quienes hacen docencia. La formación en ciencia tiene una parte, pero incluso en algunas universidades se hace docencia en la propia Universidad.

Entonces, no es que van a estar mejor preparados. Además, durante todos estos años se han creado unas 250 unidades ejecutoras en el Conicet, muchísimas de doble pertenencia. De hecho, usted esta semana firmó un convenio con Ushuaia, con la Universidad de Tierra del Fuego, para que el CADIC colabore con la Universidad.

Es decir, hay una fluidez entre la Universidad y el Conicet, pero siempre los lugares los ponía el Conicet, porque obviamente el investigador del Conicet dedica la mayor parte de sus horas a la investigación y no a la docencia. Ha habido conflictos durante los últimos años en algunas universidades porque dicen que los investigadores del Conicet están pero dan pocas horas de clase.

Volviendo a lo nuestro, la preocupación se debe a los 500 que quedaron afuera el año pasado, que van a seguir quedando afuera. Nosotros, que estamos en los institutos, en los laboratorios, vemos que los jóvenes están absolutamente desorientados, ya que entraron con un plan que se iba a cumplir que se discutió ampliamente y ahora hay un nuevo plan que no se sabe cómo se discutió, que salió a las apuradas. De hecho, estos 500 pibes quedaron en el Conicet porque se tomó el Ministerio; de lo contrario no sé si en este momento estarían en Ezeiza o en otro lugar.

En cuanto a los CPA, coincido con usted en que son importantísimos, no solo para los servicios tecnológicos sino para todo desde manejar un bioterio hasta un microscopio electrónico y por supuesto son muy pocos los que hay. Sin embargo, el vicepresidente del Conicet, el doctor Laborde, en dos reuniones en distintos lugares dijo que este año no se iba a incorporar ningún CPA porque las vacantes del Conicet por razones vegetativas serían volcadas al ingreso de investigadores.

Entonces, todos los que estamos en institutos sabemos que la planta de CPA no solo es chica sino está envejecida y no habrá nuevas vacantes. De hecho los institutos casi no tienen CPA. Entonces, es una contradicción decir que son muy importantes, que los necesitamos, cuando no vamos a poner ninguna vacante en juego.

Estas son algunas de las preocupaciones que tenemos. Usted dijo: “La coyuntura llevó a que solamente estemos viendo si metemos…”. Bueno, es importantísimo, porque son personas, y es su trabajo, y es fundamental, ya que han sido preparadas durante muchos años por mucha gente y con la inversión de todo el Estado argentino. Ahora, llegamos a esta coyuntura porque empezamos desde enero de 2016 a decir que el Conicet estaba sobrevaluado, sin decir que lo que se necesita es un aumento de presupuesto, no solo para incorporar gente sino para aumentar lo que se destina al inciso correspondiente en todo lo relacionado a subsidios y demás, como usted mencionó.

Esto nos recuerda especialmente a quienes somos más viejos el triste plan del año 2000, conocido como “plan Caputo”, donde se decía lo mismo: “El Conicet gasta toda su plata en salarios, por lo que tenemos que pasar a todo el mundo a las universidades”.

Todos estuvimos en la calle durante un año. Conozco a parejas que se han armado y desarmado en las calles. El “plan Caputo” fracasó.

No se resolvió nada. No se puede discutir con criterios de caja. Es necesario discutir lo que va a pasar no solo en la Argentina el año que viene sino de aquí a cinco y diez años. Usted lo sabe. La política científica se hace a mediano y largo plazo.

Si de golpe cortamos una política científica en una dirección, dejamos a un montón de chicos “colgados”.

Además, entre los grupos de investigadores jóvenes -que son los que más están pagando esta situación porque no están saliendo las becas-, escucho que dicen: “Yo me voy con un investigador superior porque es el que va a sacar becas”. O sea que la calle está preocupadísima.

Entonces, tenemos un nuevo plan que no sabemos si es prioritario o no; tampoco conocemos la cantidad de ingresos ni si son de CPA. ¿Por quién fue discutido este plan? Pregunto esto porque no hubo discusiones.

SR. CECCATTO Bueno, en relación con algunos comentarios, hoy aprobamos la incorporación de 53 miembros a la carrera de personal de apoyo. Esto ocurrió hoy, y seguramente durante el año van a incorporarse más…

Varios hablan a la vez.
SR. CECCATTO Yo les digo lo que pasa, no lo que dicen otras personas. Hoy aprobamos 53 ingresos a la carrera del personal de apoyo.

En segundo lugar, a los investigadores no es que los “metemos” en el INTA o en la CNEA. Los investigadores están en el INTA trabajando, haciendo su tesis y van a seguir trabajando ahí, entren o no al Conicet. De manera que no estamos “metiendo” a nadie donde no quiere. Estamos “metiéndolos” –si me permiten usar ese término- en el lugar que ellos mismos eligieron para hacer su tesis y seguir trabajando. Así que eso de que los “metemos” en cualquier lugar tampoco es así.

Yo estuve totalmente horrorizado por Caputo. No creo que nada de mi concepción sobre el Conicet y sobre el sistema de ciencia y tecnología tenga absolutamente nada que ver con lo que quería Caputo para el sistema científico. No creo haber dicho nada que se parezca a borrar el Conicet y tirarlo a las universidades. Entonces, realmente no sé qué contestarte, porque honestamente te digo que estoy en las antípodas de lo que planteaba Caputo. Por el contario, fui uno de los que peleó como vos, horrorizado. Te diría más: amargado porque esperaba otra cosa de Caputo. Creí que era alguien inteligente. Creí que era una persona que podía entender mejor lo que era un sistema de ciencia y tecnología. Me sentí defraudado en ese momento.

Entonces, no puedo aceptar que me diga que yo estoy pensando o queriendo hacer lo mismo que Caputo porque le aseguro que no es así, de ninguna manera.

SRA. PRESIDENTA CASTRO Tiene la palabra el doctor Osvaldo Uchitel, doctor en Medicina.

SR. UCHITEL Muchas gracias por darnos esta oportunidad.

Soy investigador superior del Conicet, jubilado en este momento, y profesor emérito de la Universidad de Buenos Aires. He comenzado a dar clases en el 1966 en la Facultad de Medicina, en la Facultad de Ciencias Exactas; he vivido en el exterior durante el exilio y he vuelto al país en 1982. Obviamente, tengo una visión bastante histórica de lo que es el desarrollo de la ciencia en la Argentina. Por eso quiero mencionar primero una frase que siempre tengo conmigo del doctor Bernardo Houssay, quien decía que para tener ciencia aplicada debemos tener mucha ciencia para aplicar.

Es decir, esta falacia que se está empezando a generar nuevamente entre ciencia aplicada y ciencia básica, creo que es disruptiva y no debería continuarse con esto. Se sabe en todo el mundo que la ciencia es una sola, y que es solamente de excelencia o no es ciencia.

En ese sentido en este momento hay un discurso que pienso que es necesario anularlo, que plantea que hay ciencias que hace el Conicet que no son útiles, especialmente a nivel de las ciencias sociales, etcétera.

Entonces, en primer lugar creo que se debe tener muy claro que el Conicet se dedica a generar conocimiento, y esto es bastante diferente de las universidades. Por ello, meter en una misma bolsa al investigador científico y al docente universitario no es correcto.

El docente universitario –y especialmente las universidades como están organizadas en la Argentina- prioriza muchas cosas que no tiene la formación del Conicet. ¿Por qué? Porque es así. De alguna manera, por alguna razón el mismo Houssay con toda la visión que él tenía –que quizás era muy de clase, por así decirlo-, formó y creó el Conicet. Trajo el Conicet y lo brindó a los becarios que iban a su laboratorio a pedirle trabajo. A ellos les decía: “¿Usted forma parte de una familia rica?” “No, no tengo plata”; “Entonces, dedíquese a otra cosa”.

Con esa concepción generó el Conicet y también de lo que hoy son los becarios.

En este momento debemos recordar, como dijo el doctor Ceccatto, que se forman 1.600 becarios por año, 1.300 doctores del Conicet y 300 por la agencia.

Quiere decir que el país formó 1.600 becarios, doctores; se trata de 1.600 doctores y no de 800 como se mencionó aquí. Creo que debemos recordar que hay otros 800 que fueron calificados por las universidades y por el sistema como muy buenos porque recibieron su doctorado. Me pregunto dónde incluimos a esos 800.

Es decir, no se trata solo de los 250 que quedan como borde entre los que va a recibir el Conicet y los que deja afuera, sino que son muchos más. En un país donde se están cerrando las fábricas y las posibilidades, es invitar a toda esa gente a que se vaya afuera. En ese punto el Conicet no puede plantearse una economía de achicamiento.

Como dijo mi compañera, la doctora Franchi, ¿quién decidió esta política?, ¿por qué tenemos que aceptarla? Hubo una política desarrollada por los investigadores, por los científicos y por los representantes que fue el Plan Argentina Innovadora 2020. ¿Quién tiene derecho a cortar ese plan? ¿Por qué debe cortarse ese plan y sobre la base de qué análisis previo, de qué desarrollo? Esa es la pregunta que quiero que me conteste el doctor Ceccatto. ¿Por qué se cambia un plan sin tener otro previamente analizado, estudiado y discutido entre nosotros?

Hoy es tarde. Lo que están haciendo con los chicos que se quedan afuera, en todo caso planeémoslo para dentro de dos o tres años cuando sí tendremos articulación con universidades y otras instituciones y haremos que el sistema funcione bien. Sin embargo, lo que estamos haciendo en este momento es poner a estos chicos en el calvario y recién nos vamos a poner a discutir sobre qué vamos a hacer con la articulación del sistema; me parece muy injusto.

Mi pregunta concreta es sobre qué base se decidió este cambio de política.

SR. CECCATTO En primer lugar, no hay un cambio del plan Argentina Innovadora 2020. Los temas estratégicos a los que se convoca para investigar son exactamente los mismos definidos en el Plan Argentina Innovadora 2020, no se cambió el plan. La única modificación que hay es que se bajó la tasa de crecimiento del Conicet; no hay ningún cambio de plan.

Me asombra muchísimo es que parte de la comunidad científica lo único que leyó del Plan Argentina Innovadora 2020 es que el Conicet iba a crecer el 10 por ciento y no tienen ni la más remota idea de cuáles son los temas estratégicos de ese plan ni hicieron absolutamente nada para llevarlo adelante.

Me parece una hipocresía tomarse de una frase, que significa una política de recursos humanos limitada en el tiempo, porque no se puede crecer siempre al 10 por ciento, y olvidarse de lo que es el Plan Argentina Innovadora 2020 en la sustancia que es qué se debe investigar para que 34 núcleos socio-productivos, relevados durante años para generar ese plan, crezcan, se fortalezcan e incorporen tecnología.

Acá no estamos discutiendo sino que se está diciendo que se cambió el plan pero no fue así. Los temas listados en la convocatoria del Conicet son los mismos que se propusieron hace cuatro o cinco años, lo que pasa es que nunca se llevaron a cabo.

La discusión pasa exclusivamente por si se baja del 10 al 5 por ciento la incorporación de personal en el Conicet. No estamos volviendo a la discusión absolutamente perimida –y en eso coincido con Uchitel- de ciencia básica versus ciencia aplicada, eso ya pasó.

Yo conozco dos teorías del derrame que en mi opinión son absolutamente falsas. La primera, fue la teoría de los 90 que decía que con una macroeconomía floreciente eso derramaba en bienestar en la microeconomía; todos sabemos que es mentira. Hacen falta políticas deliberadas del Estado para que la gente viva mejor aun cuando la macroeconomía esté floreciente.

La segunda teoría del derrame equivocada es la que plantea que haciendo buena ciencia básica vamos a tener tecnología. Eso también es mentira. La ciencia básica es un prerrequisito pero si no hay políticas deliberadas, no pasa nada.

Lo que estamos proponiendo son políticas deliberadas para que se pueda seguir haciendo ciencia básica –porque es necesaria y es un prerrequisito- pero que también se haga tecnología.

Porque las siglas del CONICET significan “Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas” y la carrera se llama “Carrera de Investigador Científico y Tecnológico”. Hace 15 años que se abrió la Comisión de Tecnología en el CONICET y de los 10.000 investigadores, 309 presentan su informe ahí. Es decir, solo el 3 por ciento se reconoce como tecnólogo a tiempo completo.

Hay otras personas que han hecho contribuciones tecnológicas, sin lugar a dudas. Pero los registros que tiene la Dirección de Vinculación Tecnológica del CONICET -que deberían ser absolutamente fidedignos con la realidad ya que ningún investigador del CONICET puede hacer una transferencia tecnológica si no hay una firma previa en la Dirección de Vinculación Tecnológica, porque no tienen firma para transferir conocimiento del Estado sin conocimiento- indican que solamente el 18 por ciento de los investigadores del CONICET alguna vez hizo una asesoría o una cosa distinta al trabajo científico puro. Esto no va en contra el trabajo científico.

Cuando yo me refiero a que el 82 por ciento de los investigadores ha publicado paper en su vida, no me quejo de eso; por el contrario, me parece fabuloso. Yo he sido físico teórico y, por lo tanto, no puedo estar en contra de publicar paper. Me quejo de que sea el 82 por ciento el que lo haga. Entonces, cambiar el eje del debate diciendo “Ceccatto dice que es malo publicar trabajos internacionales” es cambiar realmente la realidad de lo que uno quiere decir.

No es malo publicar trabajos en revistas como Nature, Science, o en las revistas más prestigiosas del mundo. Yo estoy orgulloso de los científicos del CONICET que son miembros de academias del exterior porque nos prestigian como país y porque han llevado al Sistema Científico Tecnológico Argentino a tener reconocimiento internacional. Lo malo es que el 82 por ciento haga eso porque el país necesita que el CONICET sea un instrumento de desarrollo, de transformación, de generación de tecnología para las empresas, para el sistema productivo y para el Estado.

Los 800 doctores que las comisiones no evaluaron como personas que ameritaran entrar al sistema científico tienen el amplio canto del país para incorporarse. Tienen al Estado, donde debería generarse una burocracia estatal perfeccionada a través de cinco o siete años de formación superior que, lamentablemente, no la toma el Estado. Esos doctores tendrían que ir a las empresas para que hagan incorporación de tecnología a través de personal propio, no solamente apoyándose en el Estado.

En un país donde el Estado pone el 80 por ciento de los recursos para el desarrollo de tecnología y el sector privado solo el 20, este último debería despertar e incorporar a estos investigadores frustrados. Digo frustrados porque las comisiones les dijeron “ustedes han cumplido satisfactoriamente una tesis, pero no tienen el nivel requerido para incorporarse al Sistema de Ciencia y Tecnología Nacional”.

Entonces, hay un amplio país que requiere de doctores y CONICET tiene como política definida por su estatuto generar recursos humanos de excelencia para el país. No para sí, no para el Sistema de Ciencia y Tecnología, no para las empresas, no para el Estado, sino para todo.

Esta es la realidad. Si creemos que con hacer ciencia y con hacer ciencia de excelencia vamos a llegar al desarrollo tecnológico dentro de una pyme, estamos absolutamente equivocados.

Lo que hacen falta son políticas deliberadas del Estado, como hace cualquier país, sin importar la ideología. Porque ésta no es una discusión ideológica, que no nos corran con la discusión de izquierda o derecha. Tanto los países de izquierda como de derecha planifican su ciencia y su tecnología. Esto es cultural, es un laissez faire impuesto por décadas en el sistema, donde cada uno está acostumbrado a hacer lo que quiere. Pero cuando tibiamente se le dice al 50 por ciento que hagan tecnología y al otro 50 que sigan haciendo lo que quieran, es un atentado a la ciencia. No es así, señores. Esta es una Comisión de Ciencia y Tecnología de diputados y les aseguro que la idea de que solamente haciendo ciencia se desarrolla tecnológicamente un país, es un fracaso. Esa es la discusión que no hay que volver a dar.

No se trata de ciencia básica versus ciencia aplicada. Es ciencia con políticas deliberadas de un Estado que quiere un desarrollo tecnológico del país para hacerlo moderno e inclusivo.

SRA. PRESIDENTA CASTRO Tiene la palabra Verónica Pérez, doctora en Ciencias Sociales.

SRA. PÉREZ Buenas tardes. Gracias por la oportunidad de poder preguntar.

Yo soy parte de un colectivo de científicos universitarios autoconvocados que nos encontramos muy preocupados por la situación que está atravesando el Sistema de Ciencia y Técnica.

Hemos dicho muchas veces que los problemas de crecimiento, como los que ha tenido el organismo y el sistema en general, no se resuelven achicando, ni haciendo recortes.

En particular, nos preocupa más allá de varias de las cuestiones que aquí se han planteado y sobre las que no me voy a explayar porque mis colegas fueron muy claros el importante ataque que hay a las ciencias sociales. En esta reorientación que usted comunica respecto de la política para fortalecer los temas estratégicos, las ciencias sociales se ven muy debilitadas, y además ha habido muchos de los presentes lo deben saber un ataque explícito al aludir a criterios de utilidad que el desarrollo y la producción de conocimientos en ciencias sociales no estaría produciendo.

Esta es una pregunta respecto a su posición, porque es claro que en los números las ciencias sociales quedan muy desfavorecidas respecto de otras disciplinas.

Le iba a preguntar cómo se habían definido los temas estratégicos, pero usted dijo que fueron definidos en base a un debate amplio que se plasmó en el Plan Argentina 20/20. Entonces, la pregunta que tengo es: si esos temas estratégicos en ese momento de discusión respondían a una concepción de modelo de desarrollo para un país, ¿cómo pensar que esos temas estratégicos van a tener algún tipo de incidencia cuando estamos en un contexto completamente diferente, con un modelo de país que no tiene absolutamente nada que ver con el modelo de país que veníamos transitando en la última década?

SR. CECCATTO En cuanto a lo primero que se ha enunciado, quiero decir que no tengo ningún prejuicio respecto de las ciencias sociales, en absoluto.

Creo que las ciencias sociales tienen un rol fundamental para generar un país desarrollado e inclusivo. No tengo ninguna voluntad de achicar nada respecto de las ciencias sociales.

Soy físico. He trabajado durante buena parte de mi vida haciendo física de alta energía o física teórica de sólido y estoy convencido de que es tan útil o inútil según como uno quiera verlo como muchas de las cosas que se hacen o no se hacen en ciencias sociales.

No depende de la disciplina sino de lo que uno realmente hace. Se pueden hacer cosas muy útiles haciendo física y se pueden hacer cosas muy útiles haciendo sociología. No distingo entre disciplinas, distingo entre temas de trabajo. Además, nadie ataca a la ciencia básica en general, porque los temas estratégicos...

La decisión del Directorio del Conicet fue –y recuerden que soy presidente del Directorio pero no voto; quienes votan son otros directores, por cuanto esta decisión es más del Directorio de la institución que mía, aunque yo acompaño por supuesto y acompañé durante las deliberaciones- que por primera vez en la historia de la institución el 50 por ciento de los cargos se destinen a temas estratégicos definidos por el Ministerio como dice el artículo 2 del Estatuto del Conicet, por otro lado y el otro 50 a temas libres.

Es decir que, en primer lugar, las ciencias básicas tendrán la mitad de los cargos. En segundo lugar, los temas estratégicos no están limitados a tecnología; requieren conocimiento básico también.

Entonces, no es una pelea entre ciencia básica y ciencia aplicada. Se puede hacer ciencia básica también en temas estratégicos.

Lo mismo ocurre con las ciencias sociales. Díganme ustedes si dentro de los temas estratégicos –donde está agricultura familiar y desarrollo sustentable, por mencionar dos no hay espacio para las ciencias sociales. Y podría nombrar diez temas donde pueden trabajar las ciencias sociales.

Entonces, no nos autolimitemos. Las ciencias sociales están convocadas como cualquier otra disciplina. Lo único importante es que traten esos temas estratégicos desde su orientación disciplinar.

Le aseguro de la manera más rotunda posible que nunca va a escuchar de mi boca un menosprecio ni un demérito hacia las ciencias sociales. No creo que los haya escuchado nunca.

SRA. PÉREZ Quisiera…

SRA. PRESIDENTA CASTRO No vamos a hacer repreguntas porque tenemos varios oradores anotados para hacer uso de la palabra y ya son las 20 horas.

Continúa María Laura Romano, licenciada en Letras y becaria doctoral.

SRA. ROMANO Buenas tardes a todos. Además de ser becaria doctoral del Conicet soy integrante de un colectivo de becarios denominado Becarios Empoderados.

Agradezco la oportunidad que tenemos de conversar con el presidente del Conicet.

Nosotros queríamos reiterar nuestras preguntas acerca del Plan Argentina Innovadora 2020. Recién el presidente del Conicet decía que lo único que se leía de ese plan es que proponía un aumento de la cantidad de investigadores a un 10 por ciento anual.

En relación con eso queríamos preguntarle si no le parece que justamente ese crecimiento de recursos humanos es lo que genera la posibilidad de sostener las líneas de investigación, incluso las estratégicas, que el propio plan propone. Es decir que limitar la cantidad de investigadores también imposibilitaría desarrollar las líneas de investigación que el propio plan define, lo cual no es un tema para nada menor.

Por otro lado, queríamos preguntarle si no le parece un poco contradictorio que diga, por ejemplo, que el Conicet tiene que ser un instrumento vital para el desarrollo del país y que, por otra parte, forme parte de una gestión que está bajo el gobierno de Macri, cuya decisión política –y se vio claramente en el conflicto de diciembre- es vaciar de recursos al Conicet.

Por último, también en sus explicaciones el doctor Ceccatto enfatizó la posibilidad de los doctores de incorporarse no únicamente al Conicet sino a universidades nacionales y a otros organismos de ciencia y técnica. En ese sentido le pregunto si tiene en cuenta que bajo el actual gobierno no solamente el sistema científico está siendo desfinanciado, sino también el sistema educativo.

El señor presidente del Conicet, además, habló de aumentar la cantidad de personal de apoyo y enfatizó el valor que tiene ese personal por los servicios técnicos que puede brindar a las pymes. También nos parece un tanto contradictorio pensar en eso, en aumentar el personal de apoyo para que pueda transferir conocimiento y tecnología al sistema productivo y a las pymes, cuando también estamos bajo un gobierno que lleva adelante una política económica que afecta profundamente a las pymes.



SR. CECCATTO Esto último que me preguntaste ya lo contesté. Yo no hablé de incorporar gente a la carrera del personal de apoyo exclusivamente para hacer servicios técnicos. Los mencioné como un área donde el personal de apoyo es indispensable. Dije que había tres trabajos que llenaban el personal de apoyo técnico y profesional del Conicet. El primero es el apoyo a la ciencia básica, el manejo de los grandes equipos: cromatógrafos, microscopios electrónicos, equipos de resonancia. Eso se usa tanto para hacer cosas aplicadas como básicas. La responsabilidad del manejo de esos equipos recae en gente de la carrera del personal de apoyo. De manera que el apoyo a la ciencia básica es la primera necesidad de la carrera, el primer objetivo.

Lo que dije también es que hacían servicios que resultaban indispensables para muy pequeñas empresas que no podrían obtenerlos de otra manera dentro del mercado. Es decir, que se pudieran ofrecer esos servicios que las pymes no podrían pagar.

Finalmente, señalé que el desarrollo de tecnología requiere actividades muchas veces rutinarias que tampoco pueden hacerse con becarios. Es decir que hablé de todas las posibilidades y todas las necesidades que cubre la carrera del personal de apoyo. Ya había aclarado antes ese tema.

Había otra cuestión sobre la que me preguntaban…

SRA. PRESIDENTA CASTRO Le habían preguntado sobre el sostenimiento, si el 10 por ciento ayuda a sostener las líneas que el mismo plan define.

SR. CECCATO En esto hay que entender cuál es la situación cuando uno habla de científicos y tecnólogos. Los países europeos tienen aproximadamente entre 4,5 y 6 investigadores y tecnólogos por cada 1.000 habitantes de la población económicamente activa. El primer valor está representado por los más atrasados, como por ejemplo Portugal, y el segundo es el que aparece en casos como el de Alemania. Pero estamos hablando de sector privado y sector público. Podríamos hablar, si ustedes quieren, de un promedio de 5 científicos y tecnólogos en Europa desarrollada por cada 1.000 habitantes de la población económicamente activa.

La Argentina tiene aproximadamente 3 científicos y tecnólogos en ese rango de población económicamente activa, y prácticamente todos están en el sector público.

El incremento de 10.000 a 15.000 investigadores, como se proponía en el plan, incorpora 5.000 investigadores a ese conglomerado que, si los dividimos por 20 o 25 millones que es la población económicamente activa de nuestro país-, representa un 0,0002. No cambia el número.

Se piensa que el Conicet solo va a llevar del 3, al 4 o al 5 por ciento esa relación y eso es falso. Solamente un crecimiento global de todo el sistema, de las 40.000 o 50.000 plazas para llevarlas a 70.000 u 80.000 haría un impacto sobre es índice.

Entonces, no se puede plantear que porque el Conicet baje de 900 a 450 incorporaciones –en realidad, 600 o 650 que son los que vamos a incorporar- eso conspira contra llevar de tres a cinco el número de investigadores y tecnólogos de este país. El Conicet solo no puede hacerlo nunca, tendría que ser una institución de 50.000 o 60.000 personas para mover ese amperímetro. Todo el sistema tiene que crecer, las universidades y todos los organismos.

Cuando enfatizamos solamente en el rol del Conicet estamos reduciendo el sistema heterogéneo del que deberíamos sacar provecho porque es mucho más complejo que el que tienen otros países –incluso países desarrollados donde la investigación recae esencialmente dentro de la estructura universitaria. Acá tenemos un complejo de trece organismos nacionales muy diversos, desde ANLIS en Salud, la Comisión Nacional de Energía Atómica en Energía en este momento y antes en Planificación; trece organismos distribuidos en todas las jurisdicciones del Estado. Todos deberían crecer con sus propias políticas que tienen definidas como organismos de misión focalizada.

Entonces, cuando un becario del Conicet hace la tesis en la Comisión Nacional de Energía Atómica yo quisiera que ese recurso humano, que va a seguir trabajando en dicha comisión porque pide el ingreso en esa institución, sirva a ese organismo y sea la Comisión Nacional de Energía Atómica quien genere la vacante para incorporar a esa persona, no el Conicet pagándole sueldo.

Quisiera que entiendan que la situación de doble patrón es absolutamente inconveniente. Todos los viejos en el sistema tenemos la doble dependencia: si estamos en la universidad –como es mi caso- tenemos el cargo de dedicación exclusiva en la universidad más el cargo de Conicet como un suplemento. Quienes están en la Comisión Nacional de Energía Atómica y tienen canas como yo, tienen el cargo en dicha comisión más el suplemento -si existe por alguna diferencia de sueldo- del Conicet.

En los últimos años el Conicet empezó a reemplazar a todo, por lo tanto los investigadores de CONEA los paga Conicet, los investigadores de INTA los paga Conicet y los investigadores en universidades que incidentalmente vienen bajando sus dedicaciones exclusivas partiéndolas en cargos simples, también los paga Conicet.

Eso no tiene futuro porque la realidad es que los investigadores del Conicet que están en la CONEA no le sirven a la CONEA porque el Conicet les pide que publiquen y el plan nuclear argentino debe ser reservado, entonces son ilustres parias dentro de la CONEA.

Yo como presidente del Conicet no puedo dar una política a la gente que está dentro de CONEA, porque son investigadores que trabajan allí. Entonces, esa doble situación de patrón no tiene futuro, no es la manera de articular el sistema y tampoco es la forma en que históricamente funcionó la carrera del Conicet.

Todos los viejos tenemos el cargo universitario full o el cargo de CONEA o el de INTA o el de la institución donde trabajamos más el sobresueldo menor –si vale, porque los sueldos del INTA son superiores a los del Conicet- que paga Conicet y que no configuraba una presión de carga salarial enorme a la institución.

En los últimos quince o veinte años el Conicet reemplaza a todo el resto y todos los sueldos debemos pagarlos nosotros. No tiene sentido, no es la manera en la que se pensó la carrera del Conicet, ni tampoco la forma de hacer un sistema correctamente articulado.

Si el sello del Conicet es prestigioso, que los investigadores de INTA contratados y pagados por INTA sean también investigadores del Conicet, para que presenten su informe y nosotros les demos el sello de calidad Conicet y lo mismo en el caso de un profesor universitario.

No podemos reemplazar a todos los empleadores del sistema, ese es el mensaje. No podemos hacerlo por una cuestión presupuestaria y porque tampoco es conveniente que un investigador del Conicet, sujeto a las políticas del Ministerio de Ciencia, Tecnología e Innovación Productiva reemplace a un docente investigador universitario, que tiene una cátedra libre y que puede investigar lo que quiere guiado y basado en la autonomía universitaria. No se puede proponer que el Conicet invada a todo el sistema y empiece a ocupar el lugar de todo el sistema.

Me preocupa que se pretenda que el Conicet resuelva el problema de todos. Si me dicen que hay que tener más cargos de dedicación exclusiva en las universidades, estoy de acuerdo; del mismo modo que si me dicen que hay que ampliar la planta de institutos pequeños pero muy importantes.

Como Secretario de Articulación he tenido la misión de conducir el Programa de Evaluación Institucional. Por primera vez, hemos evaluado a 50 instituciones del sistema. Conozco perfectamente el sistema argentino.

Hemos evaluado, por ejemplo, al Instituto Nacional del Agua: un pequeño organismo de una importancia suprema. Todo el mundo sabe que el agua es un recurso a futuro que puede producir guerras y que será escaso. Tenemos un Instituto Nacional del Agua que es pequeño, con una planta absolutamente envejecida. En lugar de insertarle tres investigadores del CONICET que quieren estudiar cosas que a lo mejor al instituto no le interesa, ¿por qué no buscamos ampliar la planta del Instituto Nacional del Agua? Que los becarios del CONICET que toman el Instituto Nacional del Agua entren como personal permanente allí para hacer lo que éste quiere que hagan y no lo que el CONICET quiere que hagan.

Digo esto con un total apasionamiento porque estuve ocho años enfrentado con esa realidad y tratando de reconducir un sistema que sea articulado y coordinado. Que el CONICET invada todos los espacios no es la solución óptima para un Sistema Nacional de Ciencia y Tecnología. Que tengamos 15.000 investigadores en el CONICET, nos quedemos con ese número y envejezcamos la carrera, tampoco es el camino. Que con eso pasemos de 3 a 3,2 investigadores, no cambia nada.

SRA. PRESIDENTA CASTRO Tiene la palabra la señora diputada Volnovich.

SRA. VOLNOVICH La verdad que no iba a hacer preguntas porque quería que los científicos hablaran, pero me anoté algunas cosas que quiero preguntar o simplemente comentar.

En primer lugar, algo que me se me ocurre de escuchar aquí al presidente del CONICET es que así como yo soy diputada nacional del Frente para la Victoria -y a mí me votaron porque yo de alguna manera venía a convalidar un proyecto de los que adherían a una idea que estaba representada en los años del kirchnerismo-, los argentinos que votaron a Mauricio Macri, entre otras cosas, lo votaron porque dijo que las políticas científicas eran lo mejor que tenía el gobierno anterior y que las iba a mantener. Por lo tanto, cuando usted pregunta por qué no se puede cambiar, la respuesta es, quizás, porque los argentinos le dijeron que eso lo tenía que mantener igual.

También hay muchos sectores científicos que están diciendo eso que usted dice acerca del árbol que tapa el bosque. Para mí, es una frase que es una falta de respeto hacia la realidad de los científicos como seres humanos, porque además son personas que pagan sus impuestos como cualquier otro ciudadano, que quieren trabajar y quieren formarse, pero también pagan la luz, un alquiler, etcétera. Por lo tanto, por supuesto que están defendiendo sus fuentes de trabajo, más allá de esta discusión de si es o no un trabajo. Defienden la posibilidad de poder formarse en lo que aman y poder vivir de eso. Por esta razón creo que su comentario, estando incluso los científicos presentes, no fue muy acertado.

Ustedes tienen que pensar que algo están haciendo mal. Recién lo escuchaba al diputado Pablo López, con quien estamos en las antípodas ideológicas porque yo soy peronista y kirchnerista y él es de otra ideología. Sin embargo, estamos de acuerdo. La verdad es que ustedes tendrían que asumir que si todo el sistema científico, o al menos gran parte, me refiero a los más jóvenes o a los más viejos, los de izquierda, los kirchneristas, estamos todos diciendo que está mal, creo que no es una discusión que a usted no le permita avanzar en otras, que por supuesto también son muy importantes. De hecho, quizás son en las que estamos más de acuerdo, que son las otras que no se modificaron del plan “Argentina Innovación 2020”. Pero sí estamos preocupados por esa discusión a la que usted llama “el árbol que tapa el bosque”.

Voy a citar a Mirtha Legrand porque el otro día escuché –aunque no recuerdo las palabras exactas- que le dijo a Mauricio Macri: “Me parece que ustedes no ven lo que está pasando”. Usted tampoco está viendo. Nosotros no queremos que el CONICET resuelva los problemas que usted ve que hay en el país. Pero la Argentina en este momento es “la Argentina de los despidos”. Las empresas no van a tomar científicos. Hay 250.000 despidos; por el contrario, las empresas van a cerrar.

Para nosotros –yo me dedico a los temas de educación-, las universidades eran consultoras de privilegio. Al ser consultoras de privilegio yo podía, por ejemplo, contratar mediante convenios que financiábamos del Ministerio de Educación a científicos para que investiguen el impacto del plan FINES en la educación de adultos.

Eso ya no existe más. Esos convenios se fueron a donde sea iba a decir una barbaridad. La verdad es que esos convenios no existen más. Hoy las universidades están pensando en pagar la luz. Eso ya lo sabemos todos nosotros. Entonces, creo que el hecho de que las universidades dejen de ser consultoras de privilegio tiene un impacto muy importante en la relación con el sistema científico, que vemos que está desmantelado.

Incluso el científico que votó a Macri debe ver cómo los funcionarios que antes hacían algo hoy dicen que estuvo mal. La verdad es que hay dos alternativas, o ustedes la estaban pasando muy mal –y les pasaba lo que según me dicen le pasaba a la policía de la provincia de Buenos Aires, que la tenían con la rienda corta y ahora le dan libertad de acción para hacer lo que tiene que hacer o se constituyen en funcionarios mercenarios tal vez sea irrespetuoso decirlo, pero hay que hacerlo que hacen el sistema científico tecnológico que necesita el poder de turno.

La verdad, creo que es necesario discutir esto. No quiero ser irreverente, pero creo que debemos dar esta discusión porque veo que todos los científicos están de pie. Y ni hablar de la discusión que tenemos con el sistema educativo. La realidad es que lo que estamos discutiendo es cuál es el rol que va a tener el Estado en la educación argentina y en el sistema científico.

La verdad, si es antieconómico e irracional pero el Conicet tiene que cobijar a esos científicos jóvenes, orgullosos de ellos, lo tendrá que hacer aunque la ecuación para sostenerlos no sea positiva, porque las empresas no los van a contratar.

Usted seguramente sabe más que yo de estos temas, pero creo que hay una discusión política, que es la que un poco nos dan los científicos.

No quiero extenderme más porque es tarde y son ellos quienes deben seguir hablando.

SR. CECCATTO Usted hizo sus comentarios y dio sus apreciaciones, que yo respeto.

Lo único que quiero decir es que lamentablemente nosotros no nos hemos conocido hace cinco años. Lo que yo dije hoy es lo mismo que decía hace cinco años. No he cambiado por una cuestión de coyuntura política. Por eso no me afecta ni considero irreverente que hable de funcionarios mercenarios. En ese sentido, no tengo ningún tipo de complejo ético.

Realmente lo que digo aquí –puedo estar muy equivocado o acertado- es lo mismo que decía hace cinco años. Como secretario de Articulación Científico-tecnológica venía advirtiendo y algunas de las personas aquí presentes me escucharon decirlo que no era la mejor manera de conducir el sistema la que estábamos llevando adelante, pero por supuesto no era exclusivamente mi opinión la que definía el avance.

Había un Ministerio en el que yo formaba parte del equipo de trabajo, donde expresaba mis opiniones y otros las suyas. En función de las posibilidades y de las convicciones de cada uno, llegamos a esta situación.

Lo que reitero hoy es lo mismo que dije durante cinco o seis años: no creía que fuera la mejor forma. Piensen ustedes que en 2003 la pirámide etaria de la carrera del investigador del Conicet estaba tan envejecida que el promedio de edad era de 54 años. En ese momento, época de la presidencia del doctor Charreau, no me cabía ninguna duda de que lo que mejor que se podía hacer era incorporar masivamente a jóvenes para revitalizar esa carrera que estaba moribunda.

Pero ese tipo de políticas se acabó en algún momento cuando de los 3300 se pasó a 5 o 6 mil. Después había que empezar a tener políticas más deliberadas para llevar a la institución a ser más útil para los propósitos que el país se planteaba en ese momento.

De manera tal que la misma crítica que hice de cómo se construyó el actual sistema, que cambió sus reglas en cuanto a lo que era más tradicional que cada institución pagara a sus propios investigadores y el Conicet fuera un sello de calidad y prestigio, lo decía en ese momento y lo repito ahora. Lo mío no es un oportunismo político ni mucho menos. Es mi propia convicción. Y lo defiendo con apasionamiento porque soy consciente de que no he cambiado el discurso. Sigo defendiendo las mismas ideas.

SRA. PRESIDENTA CASTRO En representación de Jóvenes Científicos Precarizados, tiene la palabra la señora Lucía Maffey.

SRA. MAFFEY Querría preguntar al señor presidente del Conicet algo que tiene que ver con algunas cuestiones planteadas por el señor diputado Pablo López, en el sentido de que el presidente reconoce –lo ha dicho en su intervención reciente- que él está efectivamente desde hace muchísimos años como funcionario del sistema científico y que se excusa planteando que él ya tenía estas opiniones hace un tiempo pero que bueno, no era él quien decidía.

El problema es que también el ministro era el mismo. Entonces, llama un poco la atención que los funcionarios vengan a esta comisión –esto no es una novedad, ya se han expresado en otras instancias previas; sin ir más lejos, durante todo el conflicto del año pasado por los 500 compañeros despedidos-, y planteen que aquí hay una política científica que fracasó cuando fueron ellos mismos quienes desarrollaron y llevaron adelante esta política científica durante al menos –según él decía- los últimos cinco años; en el caso de Barañao, unos cuantos más.

Nosotros planteamos como despidos a esta política por medio de la cual hay compañeros que quedan fuera del Conicet. Digo esto porque el presidente del Conicet niega nuestro carácter de trabajadores y dijo en su alocución reciente que la beca es un privilegio.

Al entender del colectivo que vengo aquí a representar, Jóvenes Científicos Precarizados, la beca es un privilegio de trabajar en forma precaria durante cinco o siete años, ya que no contempla aportes jubilatorios, obra social para el grupo familiar, aguinaldo ni estabilidad laboral.

El hecho de que esta gente quede fuera del sistema no es una novedad del año pasado, ya que sin ningún tipo de duda en ese momento se profundizó una política de ajuste.

Este conflicto ya lo habíamos tenido en 2011 cuando el señor presidente del Conicet ya era funcionario del entonces Ministerio de Ciencia y Técnica. En consecuencia, quedaron cientos de compañeros afuera del Conicet pero no por una cuestión de falta de méritos sino simplemente por esto que se está planteando: se formó un embudo, no había una voluntad política de aumentar el presupuesto y estos compañeros quedaron en la calle.

A estos compañeros que quedaron en la calle en 2011 se les planteaban estas mismas respuestas: que tenían que insertarse en otros institutos descentralizados o en las universidades porque el Conicet no podía absorber a todos.

En su momento -año 2011, estamos en 2017-, los funcionarios pasados-presentes manifestaron que ellos estaban planteando políticas para esa inserción.

Esas políticas han sido un fracaso de su anterior y de su actual gestión, porque esos compañeros –ni los que quedaron afuera en 2011 ni los que quedaron afuera en años sucesivos, ni los que han sido despedidos el año pasado y que hemos reincorporado no por el beneplácito del oficialismo sino luego de una larga y ardua lucha que incluyó la toma del ministerio por cinco días, hoy por hoy en estas condiciones no tienen ninguna posibilidad de insertarse en esos ámbitos que menciona el señor presidente. Entre otras muchas razones, por las que mencionó el compañero diputado Pablo López, que tienen que ver con el estado de precarización que reina en esos organismos y en las universidades nacionales.

Yo particularmente hice mi doctorado en el INTA. Es decir que sé de lo que estoy hablando cuando digo que en ese organismo hay cientos y cientos de compañeros que están trabajando desde hace años en forma precaria y que están esperando que haya algún tipo de jubilación o baja por renuncia para poder acceder a un cargo de planta permanente.

La respuesta que da el presidente es “bueno, de ninguna manera los concursos en el ámbito estatal son meritocráticos; tienen que ver con el mérito”.

Yo no acepto esto de ninguna manera y tampoco lo aceptan los trabajadores del INTA. Se trata de es un problema. No es una realidad que los compañeros puedan ir ahí y aceptar que la precarización sea una cuestión de mérito. La estabilidad laboral es un derecho de cualquier trabajador, ya que cualquiera que todos los días cumple con su trabajo tiene el derecho a un empleo estable.

Es decir que lo lógico es que cuando se generan estas vacantes que son exiguas -porque no son justamente nuevas vacantes; la planta está congelada; esas vacantes se producen por jubilación, por renuncia o por pase de algún agente a otra dependencia-, sean ocupadas por el trabajador que está desde hace años en esa institución en forma precaria.

Lo mismo ocurre en las universidades nacionales. Yo también soy docente universitaria. Hay miles de docentes que trabajan ad honorem desde hace años. Son docentes que trabajan en forma subrentada, precarizada.

Es por esto que, lógicamente, cuando se abre un concurso docente son cientos los postulantes, porque estamos ante una situación que por supuesto no viene de este año sino desde hace muchísimo tiempo, y así lo hemos denunciado. Entonces, lo que pretende plantearnos el presidente del Conicet es que caigamos en una guerra entre trabajadores.

Pretende que los compañeros que han sido estudiantes del Conicet tengan que ir a esos institutos y universidades nacionales a pelearse por un puesto permanente, que ellos han ganado porque han sido evaluados favorablemente por las comisiones asesoras del organismo, y a quienes no se designa en el Conicet por una cuestión meramente presupuestaria. Se pretende que vayan a pelearse con otros trabajadores que estén en esa situación para acceder a esos pocos cargos, que naturalmente no alcanzan para todos los que estamos trabajando de manera precaria.

Ese fracaso de esa política científica, es otro debate. Se puede dar otro debate respecto de si todo el mundo quiere trabajar en el Conicet y quizás la respuesta sea que no. Acá no estamos ante una realidad sino ante una política que fracasó. ¿De quién es la responsabilidad de ese fracaso? ¿De los funcionarios que están hace años o de los compañeros que han sido despedidos? ¿Por qué se pretende culpabilizar o responsabilizar a los compañeros que han quedado fuera del Conicet para que solucionen un problema que los funcionarios no han resuelto en años?

Mi pregunta -y la del colectivo al que represento- es qué posición política, qué solución va a dar este Ministerio de Ciencia, Tecnología e Innovación Productiva, este Conicet y qué respuesta va a dar un funcionario como usted a los compañeros que han quedado en la calle.

Las respuestas que está dando no son tales porque no se nos puede responsabilizar del fracaso de políticas científicas que exceden a todos los trabajadores científicos porque naturalmente, a la hora de diseñarlas y definirlas, no somos consultados sino que se deciden en los despachos de los funcionarios.

La segunda pregunta que quisiera agregar está relacionada con las cuestiones que planteó con respecto al régimen laboral de los becarios o investigadores en formación. Usted planteó que la beca es un privilegio –ya lo ha dicho en otras oportunidades junto con el ministro Barañao, no lo responsabilizo solo a usted- y que nosotros tenemos que estar contentos de haber tenido el privilegio de tener una beca doctoral.

La opinión generalizada de los trabajadores precarizados de ciencia y técnica es que esto no es un privilegio sino que hemos estudiado y nos hemos esforzado durante muchísimos años en distintas carreras de cinco a siete años de duración, en la universidad pública -en la gran mayoría de los casos-, y que hemos concursado y obtenido en ese contexto una beca doctoral o una beca posdoctoral.

Aquí se pretende confundir y plantear que si se nos otorgan los derechos laborales que merecemos es lo mismo que ingresar directamente a planta permanente; de ninguna manera. Existen mil figuras, como por ejemplo el caso de los residentes médicos, en el que un trabajador tiene plenos derechos laborales y no necesariamente está dentro de la planta permanente del Estado.

Nosotros hemos elaborado –usted lo sabe porque se lo han presentado en innumerables oportunidades- hasta un proyecto de ley que se denomina régimen del investigador en formación. Pero al margen de eso, en él justamente se plantea el otorgamiento de los derechos laborales a los becarios.

Usted antes se amparaba en que estaba en el Ministerio de Ciencia y Tecnología con otro cargo. Ahora es el presidente del Conicet, el principal órgano de ciencia y técnica del país, el que más cantidad de becarios tiene. Usted mismo lo ha dicho, se han quintuplicado los trabajadores precarizados dentro del organismo.

La pregunta es la siguiente: ¿Es una política de su gestión continuar dejando a estos miles de trabajadores en situación precaria o se va a avanzar en un convenio colectivo de trabajo que reconozca los derechos laborales fundamentales de cualquier trabajador?

SR. CECCATTO En primer lugar, me siento orgulloso de haber sido parte y actor durante los últimos ocho años nueve, si tengo en cuenta este último año que ocupo la presidencia del Conicet- de la política de ciencia y tecnología del país a la que de ninguna manera llamo un fracaso.

Si bien existen matices y cosas a corregir que yo observaba, de ninguna manera me pongo fuera de la política y mucho menos criticándola o llamándola un fracaso. Creo que fue exitosísima y esa es la razón por la cual el actual gobierno ha mantenido a algunos funcionarios en su lugar, partiendo del ministro, justamente en reconocimiento a las políticas implementadas. Por lo tanto, yo no lo llamo un fracaso ni me pongo al margen, me siento orgulloso de haber sido parte de esa gestión.

Personalmente hablé de privilegio y dije –si mal no recuerdo- que yo me sentí un privilegiado. Cada uno tiene derecho a sentirse como quiera al respecto; ustedes con todo derecho pueden sentirse trabajadores precarizados. Yo me sentí un privilegiado porque sabía que me estaban pagando durante cinco años para que me capacitara y me insertara laboralmente en una situación de ventaja, y que el dinero que venía para esa capacitación provenía de los impuestos de gente que estaba en una situación laboral mucho más dura y más difícil. Es decir, es la forma en que cada uno percibe las cosas. Creo que cada uno de nosotros tiene derecho a percibirla como mejor le parezca.

Por otra parte, con respecto a la solución o no de los becarios del Conicet de acuerdo a sus postulados, mi voluntad es ir hacia un convenio colectivo de trabajo que se discuta en una mesa, que articule cada uno de los colectivos que integran el Conicet y que se les otorguen los derechos que la propia discusión colectiva establezca.

Yo no las voy a imponer de manera autoritaria, ni tampoco es mi pretensión. La mejor muestra de ello es que reiteré el envío del borrador de convenio colectivo de trabajo al Ministerio de Modernización para que se empiece a tratar lo antes posible. De acuerdo a lo conversado con los funcionarios del Ministerio de Modernización, probablemente en el segundo semestre vengan el CONICET a hacer -como hacen con todos los organismos y estructuras del Estado- el diseño de la planta a fin de armonizar el funcionamiento institucional. Allí podremos discutir si ese convenio colectivo -ya trabajado anteriormente- hay que modificarlo o rediscutirlo con los gremios. Esta es la voluntad a través de los canales democráticos.

Las opiniones que manifesté son personales. Los caminos para lograr una solución, que podrá parecerse más a la de ustedes o a la mía, serán a través de los canales democráticos de discusión de un convenio colectivo de trabajo.

SRA. PRESIDENTA CASTRO Voy a tomar la palabra porque entiendo que se nos agota el tiempo y aún quedan dos oradores.

Agradezco la presencia del presidente de CONICET. Yo entiendo que es muy válida esta discusión y también que en la casa del pueblo las partes, o su mayoría, estén presentes y discutiendo este tema que es tan importante.

Hay algunas cuestiones que comparto con el presidente y otras no. Creo que la política científica de un país va de la mano de un modelo de país. Claramente, la Argentina hoy asiste a un modelo diferente de los años pasados. Sin embargo, hay garantías institucionales y constitucionales. Las leyes de la ciencia son de los años 90, donde también había un paradigma de Estado diferente y, sin embargo, tuvieron como objetivo en el artículo 5, inciso 6, la elaboración de un Plan Nacional de Ciencia y Tecnología, que es el 2020. Yo traje la síntesis ejecutiva. En la página 13 dice que el fortalecimiento de la base científico tecnológica tiene como primer objetivo incrementar la base de científicos asignando un 25 por ciento de las vacantes a las áreas prioritarias -esto es lo que pedimos que se cumpla- a un ritmo del 10 por ciento anual. Este ritmo es medido dentro del propio CONICET, no lo compara ni relaciona al PBI o al presupuesto nacional, sino que es con su propio ritmo interno de crecimiento. Entendemos que es importante respetar este plan y, si llegara a modificarse, dar la discusión.

También creo que lo mejor sería que el plan terminara siendo ley. Las leyes, en la medida en que se modifican los contextos, también se deben modificar. No se hacen de una vez y para siempre.

En definitiva, pedimos que se cumpla lo que está establecido y que en el marco de futuras discusiones, se convoquen a todas las partes. Es nuestra obligación que el Congreso sea el lugar de discusión, por eso hoy citamos y abrimos esta comisión, como siempre lo hemos hecho.

La otra cuestión es que efectivamente yo comparto un poco las posturas respecto de la cantidad de investigadores. Me parece que hay que ser muy claros en las dos discusiones. Una tiene que ver con cuánto presupuesto destinamos para hacer cumplir este plan que está en vigencia, el “Argentina Innovadora 2020”.

La otra discusión tiene que ver con las líneas prioritarias. Lógicamente, en la medida en que las sociedades avanzan, evolucionan y nuestro propio país da ciertos pasos, debemos ir rediscutiendo esas líneas prioritarias. No es lo mismo si somos un país industrial, si nuestra industria avanza, o si aparecen nuevos problemas. Es decir, hay innumerables problemáticas nuevas que ameritan nuevas respuestas. Entonces, por supuesto que pasada cierta cantidad de años, las líneas prioritarias se rediscuten. Entiendo y defiendo esta postura de que hay dos discusiones.

Una tiene que ver con lo cuantitativo, con lo presupuestario, con los números y con la cantidad de investigadores que debiéramos tener.

Cuando miraba los números tengo datos bastante viejos, de 2012 veía que Canadá tiene ocho investigadores cada mil personas de la población económicamente activa. Comparo con ese país porque en mi provincia es el primer país del destino de nuestras exportaciones. Entonces, es cierto que son países con distintos desarrollos, pero si nosotros queremos mirar un horizonte debemos tener estos datos en cuenta.

El presidente de la Nación había hablado de una Argentina integrada al mundo de lo que yo disiento, porque creo que siempre el país estuvo integrado al mundo; el problema es cómo y de qué manera el país se relaciona con ese mundo, si lo va a hacer desde una postura soberana, apuntando a la ciencia y la tecnología nacional, o en una relación de sumisión.

Agradezco esta oportunidad y creo que debemos plantear estos temas. Debemos respetar este plan o discutir uno nuevo. Y en ese sentido esta comisión está abierta para hacerlo. Y debemos separar las dos discusiones, lo que tiene que ver con lo presupuestario y numérico y lo que tiene que ver con las líneas prioritarias.

No porque fijemos determinada prioridad dejarán de ingresar investigadores. No, tal vez tenga que ingresar una cantidad necesaria para poder ser competitivos, incluso con otros países.

Las prioridades estratégicas en cuanto a los temas creo que también ameritan una discusión, pero me parece que usar una discusión como justificación de otra no corresponde; son dos cuestiones que estimo diferentes. Este es mi aporte.

Tiene la palabra Gabriela Zunino, doctora en lingüística.

SRA. ZUNINO Buenas noches. Soy parte del colectivo de la Red Federal de Afectados, en esta denominación que nos hemos adjudicado en el último mes de diciembre, como afectados directos, porque somos aquellos instigadores jóvenes en palabras de algunos, o árboles –retomando la otra metáfora que quedamos directamente desvinculados del organismo, habiendo pasado una instancia que nosotros consideramos de concurso de antecedentes.

Recojo la idea de árbol y no necesariamente la encuentro irreverente. Nosotros sabemos que los árboles son los que componen el bosque. Sin árboles no hay bosque. Y no nos tapamos entre nosotros. Al contrario, nos estamos ayudando mucho.

Podríamos debatir largamente sobre algunas de las cuestiones que el doctor ha mencionado como diagnóstico del actual sistema de ciencia y técnica. Celebramos que haya un espacio para que eso se haga porque hasta este momento eso no ha sucedido.

Estamos muy interesados en discutir el bosque, es decir, la política pública. Hay algunas cuestiones que consideramos que son inexactitudes respecto de cómo se lee la relación de, por ejemplo, el Conicet con los distintos organismos de ciencia y técnica que no son estrictamente parte el Ministerio.

No vemos una idea de invasión, sí de articulación, lo que es muy distinto. El Conicet ha funcionado como articulador de múltiples organismos, pertenecientes o no al Ministerio. En ese sentido, todas las investigaciones que se realizan dentro del Conicet también tienen una aplicación. Y en este momento hay –no es una promesa incumplida una aplicación regional en distintas universidades y organismos. No es algo que se vaya a hacer de aquí en adelante. Ya se está haciendo.

Por otro lado, quienes sufrimos el cambio rotundo en diciembre del año pasado nos presentamos la mayoría venía dentro de un sistema con unas reglas de juego, las que cambiaron a posteriori para nosotros.

Entonces, ese es un problema. Más allá de que usted doctor como persona haya sostenido los mismos principios que menciona ahora, la institución no lo ha hecho, y nosotros nos regimos por los principios de la institución, no de las personas.

Entonces en ese trayecto nos vimos con la alfombra movida y bueno, aquí estamos, tratando de organizarnos para defender no solo los árboles sino también el bosque.

En ese contexto también podríamos discutir qué es un tema estratégico; por qué, por ejemplo, los temas estratégicos van a una comisión general y no son evaluados por comisiones disciplinarias especializadas; por qué, por ejemplo, dentro de los temas estratégicos no están las cuestiones de género, teniendo en cuenta la tasa de femicidios que registra nuestro país en este momento; qué es tecnología, si es solo una patente que se vende o si es cualquier desarrollo de aplicación, por ejemplo el desarrollo de una batería de evaluación del lenguaje, para citar temas que me afectan directamente.

En ese contexto tampoco nos queda muy claro el tema ya que el diagnóstico es ambivalente. A veces se entiende que es una cuestión presupuestaria, que el Conicet no puede pagar los sueldos de los investigadores y entonces los tienen que absorber las universidades. En otros momentos el argumento se vuelve conceptual y se dice que las universidades tienen que absorberlos porque es más estratégico que así sea.

En esa ambivalencia no entendemos bien de qué manera –y esta es la pregunta concreta referida específica y explícitamente a aquellos que estamos incluidos dentro del acuerdo del 23 de diciembre- piensan generar las negociaciones con las universidades nacionales y los otros organismos, que en general tienen autonomía. Es decir, tienen sus sistemas de ingreso y no tienen cargos análogos a los que nosotros concursamos en Conicet para que esa articulación se lleve a cabo con o sin presupuesto. No nos queda claro si es un problema de presupuesto o si se trata de una cuestión de distribución estratégica del recurso humano.

SR. CECCATTO Quisiera que me permitas referirme a aquello que recuerdo que planteaste.

En primer lugar, dije que una discusión era un árbol que tapaba el bosque de otras discusiones. Entonces, la chicana de que yo los traté de árboles a ustedes está muy lejos de lo que manifesté. No forcemos esto tampoco de una manera inadecuada. Yo dije que la discusión era un árbol y no las personas.

La primera vez que lo dijeron lo dejé pasar para no entrar en polémica, pero tampoco se puede usar una chicana de ese tamaño…

SRA. ZUNINO Me referí a la discusión puntual.

SR. CECCATTO La discusión y no las personas, obviamente.

En segundo término, yo mismo dije –y vos lo recalcaste- que el Conicet tenía un espíritu y una misión articuladora por sus características, y lo mantengo. Lo que pasa es que en ese proceso articulador del Conicet las reglas del juego –que históricamente eran sanas- consistían en que cada institución pagaba el grueso del salario del personal que trabajaba en la institución, y el Conicet hacía un control de calidad y pagaba un sobresueldo si correspondía por diferencia. No me referí con esto a la situación de los últimos años, donde universidades u organismos no tienen capacidad de pagar el sueldo de los investigadores y el Conicet se ve entonces forzado a pagar el sueldo dentro de otras instituciones, incluso de otras jurisdicciones ministeriales.

Creo que es bueno volver al rol articulador del sistema del Conicet. Es bueno seguir con ese rol pero con las reglas que eran tradicionales, en las cuales cada organismo tenía el presupuesto necesario para pagar los cargos que se precisaban y que deseaba incorporar.

Sin lugar a dudas, lo que planteaste es una tecnología en el concepto que yo entiendo como tal. Respecto de ellas, por ejemplo, hay una frase muy usada frecuentemente en los últimos tiempos, que es “tecnologías de inclusión social”. La palabra tecnología está perfectamente utilizada en ese contexto, de manera que en mi concepción de la tecnología no depende que la contribución la haga la química, la sociología o la lingüística. Depende de si ese uso del conocimiento se aplica en algo que redunda en beneficio de la población o no. Esa es mi concepción de la tecnología.

Si el uso de cualquier técnica lingüística ayuda a un sector de la población por las razones que fuere, entonces se ha hecho una transferencia tecnológica a ese sector, y lo que vos mencionabas como posibilidades de la lingüística para mí suena perfectamente como una tecnología.

Finalmente, había otro punto que habías mencionado referido al tema presupuestario. La realidad es que si se enfatiza uno u otro es por matices. Ambas cosas juegan.

El Conicet no cuenta con un presupuesto infinito ni mucho menos enorme que pueda incorporar a todo el mundo. Además, hay una concepción filosófica personal -incluso compartida por miembros del directorio- respecto a que no es la mejor manera de estructurar el sistema. Es decir, están los dos elementos en juego, no es uno u otro sino que ambos juegan y según la discusión se enfatiza uno u otro porque sea más pertinente hablar de cuestiones de principios o de cuestiones financieras, eso depende del argumento que se esté dando. Sin embargo, los dos son razones para los planteos que hice.

SRA. PRESIDENTA CASTRO Vamos a dar por concluida la reunión agradeciendo al presidente del Conicet por haber respondido todas las preguntas.

Sé que quedó alguien sin poder hacer uso de la palabra. Le pediría que formule su pregunta de manera concreta y sin desarrollo.

SR. GIORGI Mi nombre es Guido Giorgi, pertenezco a la Red Federal de Afectados y soy uno de los tantos que quedó afuera a pesar de haber pasado exitosamente todos los procesos, como usted bien calificó.

Voy directamente a las tres preguntas relacionadas con el carácter federal del colectivo al que represento, más allá de algunas cuestiones de transferencia que quería hacer así lo colocaba en el SIGEVA.

Usted habla de la federalización, que figura en el acta acuerdo y que tiene que ver con el espíritu de la organización del Conicet en los últimos años. Sin embargo, los compañeros del interior, de las provincias, han vivido en carne y hueso que no se respetó el cupo de distribución territorial de los ingresos a carrera. Me pregunto por qué -si todos compartimos el carácter federal- no se respetó el cupo teniendo en cuenta la necesidad de ahondar la federalización.

La segunda pregunta está relacionada con si va a respetarse el punto tres del acta acuerdo que incluye que se van a mantener las mismas condiciones de trabajo al investigador asistente, el mismo salario –más o menos- y la misma estabilidad. Usted plantea que se nos va a dejar en el mismo lugar en el que estamos. Dijo que quienes están en el Instituto del Agua van a ser absorbidos por él. Algunos que tienen lugares de trabajo en universidades ven esa situación bastante complicada porque conocen cómo funciona.

Yo trabajo en el CEIL, que es un instituto del Conicet y asumo, de acuerdo con lo que usted plantea, que así como quien está en el Instituto del Agua va a ser absorbido por dicho instituto yo me voy a quedar en el CEIL.

Creo que el planteo general no va por ahí y que hay mucha oscuridad respecto a cómo están llevando adelante las negociaciones. Sería interesante saber si efectivamente van a respetar el punto tres del acta acuerdo. Tengo otras preguntas pero no quiero ser demasiado extenso.

SR. CECCATTO Comienzo por la última que es la que recuerdo. Como dije, la negociación para la ubicación de estas 498 personas en empleos estables y dentro de distintas instituciones no las lleva a cabo Conicet, porque no es el interlocutor de todo el sistema desde una posición de árbitro, como puede ser la de la Secretaría de Articulación. De manera que ésta es una pregunta más propia para la Secretaría de Articulación del Ministerio de Ciencia, Tecnología e Innovación Productiva que para mí.

Entiendo que se trata de una negociación compleja en la que se va a tratar de respetar –estoy avanzando sobre lo que ellos tendrían que decir- lo que se ha firmado, pero no sé cómo lo están planteando. No quisiera avanzar más porque estaría refiriéndome a reuniones de las que no participo, esa es la realidad.

El otro punto que planteaste era…

SR. GIORGI El carácter federal.

SR. CECCATTO Con respecto al carácter federal, el Conicet venía aplicando una política del 25 por ciento para priorizar áreas alejadas de la zona central. Personalmente estoy convencido de que eso no es suficiente y que son necesarias políticas más proactivas.

Por ejemplo, en esta convocatoria a ingreso en la que estamos fijando las reglas ahora, se ha fijado un cupo de 30 por ciento para regiones de vacancia geográfica en el país. No sé cuánto desbalance hay con respecto a la pasada, honestamente no tengo los números en este momento, de manera que no te podría decir si se ha desbalanceado mucho o no. Entiendo que puede haber un desbalance porque cuando se hace la primera selección de ingresantes se cumple con los cupos y después, cuando se hacen los recursos de reconsideración es muy difícil que dichos recursos por los que prosperan vayan a estar en consonancia con esa distribución geográfica.

Los recursos de reconsideración tienen en cuenta arbitrariedades o cosas mal evaluadas y no están vinculadas a la zona geográfica.

SR. GIORGI Disculpe que interrumpa, pero los recursos de consideración todavía no ocurrieron, estamos presentándolos. De hecho, esa era otra de las preguntas que tenía para hacer.

SR. CECCATTO Si me podés decir cuáles son los porcentajes de cada región, te lo agradezco porque en este momento no lo recuerdo.

La política es avanzar hacia la federalización de la ciencia y la tecnología. El ejemplo de esto es que hemos pasado de un 25 por ciento -que puede no haberse cumplido, te doy la derecha porque no lo recuerdo- a un 30, que te aseguro que se va a cumplir en el llamado que viene.

SRA. PRESIDENTA CASTRO Quiero hacer una última consulta. Entiendo que ya no dependa del presidente del CONICET, pero sí nos puede informar respecto de los dos directores que aún no han sido incorporados, me refiero a los doctores Salvarezza y Laborde. Más allá de los nombres, se trata de que el CONICET esté completo en su institucionalidad.

SR. CECCATTO El CONICET envió al Ministerio los legajos correspondientes. No quiero hacerles perder tiempo buscando las fechas precisas, pero puedo decirles un aproximado. En octubre o noviembre del año pasado se envió el expediente correspondiente. Al respecto de esto quiero hacer un par de reflexiones.

En primer lugar, lo que hoy se considera una demora -si hablamos de octubre o noviembre estamos hablando de cuatro o cinco meses- ha sido históricamente la política para el ingreso de los miembros del directorio. Te puedo dar algunos ejemplos: la última persona que se incorporó, que fue el representante de los sectores industriales, tardó un año; de febrero del año pasado a febrero de este año. El ingeniero Tulio Del Bono, ex secretario de Ciencia y Técnica en la presidencia de Néstor Kirchner y representante de las provincias, tardó casi dos años. El doctor Vicente Macagno, perteneciente a una de las áreas que ahora están renovándose, tardó un año en incorporarse por primera vez al directorio. Francisco Tamarit, rector y representante de las universidades, estuvo casi dos años para ser incorporado.

Por lo tanto, no estamos ante una situación anormal. Esta ha sido la norma dentro de la incorporación de los directores. Que ustedes me digan que son tiempos excesivos los que se toma el Poder Ejecutivo nacional, lo admito. Pero no admito que se diga que esto es una excepción. Ustedes pueden verificar estos datos porque estoy dando los nombres de las personas y los tiempos que llevó su incorporación, tanto en el gobierno anterior como en el actual, porque una de las últimas incorporadas tardó un año y fue la representante de la industria. Ella tiene una identificación con el partido de gobierno actual, o sea que ni siquiera se puede pensar que esto se trata de una cuestión política.

En definitiva, no estamos en mora con respecto a lo que es habitual. El expediente demoró en mi oficina un día. El mismo día que lo recibí, lo firmé y lo envié. Lo demás pasa a ser una decisión del Poder Ejecutivo nacional, que es quien define a través de un decreto la designación de los directores.

Por otro lado, hay que tener presente -porque esto a veces no se clarifica- que el artículo 5 –creo es ése el que define la constitución del directorio- define la constitución de ocho miembros del directorio a través de ternas que se le presentan al presidente. La votación para elegir los cuatro directores por áreas disciplinares no es para elegir el representante, sino la terna. De manera tal que lo que se eleva es una terna. El presidente, como en cualquier terna, puede elegir a cualquier candidato. Se ponen nombres anticipadamente cuando en realidad tiene potestad el Poder Ejecutivo nacional -como ocurre en cualquier elevación de una terna- para elegir a cualquiera de los tres.

No hay ningún orden de preferencia, no se manda primero uno, segundo otro y tercero otro. Las organizaciones de la industria del agro, las universidades, el COFECYT de las provincias o los representantes de los investigadores son ternas propuestas al Poder Ejecutivo nacional. Destaco este punto porque en algunas ocasiones ha ocurrido que no es el primero sino el segundo el que se nombra.

SRA. PRESIDENTA CASTRO Eso nunca ha ocurrido, siempre ha sido el primero.

SR. CECCATTO No, no digo que vaya a ocurrir ni mucho menos. Digo que son potestades del Poder Ejecutivo nacional.

En la representación de las universidades, por ejemplo, se ha nombrado al segundo y no al primero de la terna, sin que haya por ello un conflicto.

Insisto en que no quiero que se tome esto que digo como un preanuncio de nada, porque no tengo la lapicera ni nada por el estilo. Simplemente cito lo que dice el reglamento del Conicet.

SRA. PRESIDENTA CASTRO Por supuesto.

Muchísimas gracias. Damos por finalizada la reunión.